Capítulo 8

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Lo movió a la derecha, lo movió a la izquierda, parecía que estaba bailando con la canción que tarareaba mientras movía la tela de los lados de la larga capucha, siendo absorbida por el lindo color de las piedras mágicas.

Aún recuerda cuando Azul se la regaló, como siempre no entendió palabra de lo que dijo, pero pudo saber que quería que se quedase con la capucha en cuanto se la puso sobre sus hombros, cerrando el broche de plata sobre su clavícula mientras le sonreía, poniendo en su lugar la capucha de color negro sobre su cabeza.

Ahora era lo suficientemente fuerte para poder caminar más tiempo sola y sin la ayuda de otros, podía ver más seguido a Azul porque podía seguirlo, ya no sólo arrastrarse a él cuando necesitase del brillo azul tan bonito que le daba y que le hacía sentir mejor; Azul, o más bien Somnus, por otra parte, estaba preocupado, sentado en frente de su madre, mirando su largo cabello negro, mirándolo con sus grandes y brillantes ojos marrones, su boca oculta por un abanico de blanco.

Ver a su madre siempre había sido motivo de alegría desde su infancia, pero ahora su dulce mirada le hacía replantearse el por qué aceptó ir a verla esa mañana.

-Somnus, hijo mío, cariño -su dulce voz llena de las palabras correctas, todas pensadas rigurosamente para verse políticamente correcta, su madre era una noble incluso antes de casarse en la casa Caelum, por eso no le sorprendía que tuviese tal control sobre la labia- ¿Cuándo piensas devolver esa niña a sus padres?

Cualquiera que la escuchase diría que ella solo se preocupaba por ambos, por su amado hijo y por la niña ajena a la cual se refería con dulzura.

Dulzura que, ante Somnus que tanto la había visto hacer esa jugada antes ante otras nobles, simplemente no podía creer.

Si bien su mirada mostraba cariño y palabras blandas, podía sentir su desprecio, en especial porque desde el primer momento le había comunicado a sus padres que la niña no tenía a nadie.

Su pregunta era una inquisitoria implícita de que solo la regrese a donde la encontró, sin importar que este sea el bosque de los monstruos y el centro del lugar de cacería

-Desconocemos quienes son sus padres, no obstante nuestros siervos han corrido la voz sobre los padres de la niña, sin resultado favorable -por supuesto, al ser su hijo, pudo aprender de ella, haciendo énfasis en "nuestros", evitando que hable de la incompetencia de sus siervos sobre los suyos ante sus ojos. Esos siervos eran sus amigos, sus hermanos de batalla, sus camaradas, se habían salvado la vida entre todos en más de una ocasión; no dejará que nadie, ni siquiera si era su madre, les pudiera faltar el respeto.

-Es una desgracia -hubo sinceridad en sus palabras, mas no estaba seguro de a quien ponía como a la persona en tragedia- incluso se ve tan enfermiza, como si en cualquier momento se fuera a reunir con los Sidéreos, desearía que lo hiciera en su hogar, el lugar que la vio nacer -en traducción, no quería que la niña muera en sus tierras y que la regrese a donde la encontró.

-(...) no tiene a donde regresar -fue directo, tratando de apelar a ese recóndito lugar en el corazón de su madre en donde aún se pudiese encontrar esa joven versión de ella, aquella amable y dulce mujer y madre que solo quería ayudar a otros, no como esta mujer sin corazón que se había pegado una máscara en la cara para guardar las apariencias- no tiene a nadie y en estos días ha mejorado, el sanador de la familia incluso ha establecido que sería benéfico para su salud que la lleve al campo, en paseos -aclaro lo último con el volumen suficiente en su voz al ver la mirada esperanzada de la mujer.

¿Por qué debía ser así? Eso se preguntaba mientras salía del jardín de su madre, agotado mentalmente, recorriendo ese camino que ya se le hacía conocido, prácticamente de memoria.

En cuanto llegó, los vio, Ardyn jugando con la niña de la cual sabía su nombre, (...), ambos con un palo de madera en la mano, simulando espadas, su hermano dejándose ganar y tratando de atrapar a la niña para que esta busque refugio junto a Aera que la esconde entre sus faldas.

Si sólo los viera de la distancia, sin conocerlos, diría que era una pareja de esposos con su hija.

-¡Querido hermano! -Ardyn le sonríe, recibiendo su presencia con afecto- madre y tú si que se toman su tiempo para hablar.

Claro, tanto tiempo lejos de casa, aun creyendo que esa mujer dentro de aquel cuarto y edificio sigue siendo la misma mujer amable del pasado, pero no podía decírselo, si a él le era tremendo dolor, ¿Qué sería de su querido hermano mayor? Quien adoraba a esa mujer.

-Fueron solo temas vagos, sabes como es -toma asiento en el césped debajo de uno de los árboles en el lugar, queriendo borrar de su mente ese peso auto impuesto sobre sus hombros- se preocupa de cosas innecesarias.

-Así es ella -coincide, ambos mirando como la prometida de Ardyn, Aera, pone flores entre el cabello de la niña, sonriendo en cuanto acaba y parece ser que (...) por fin repara en la presencia de Somnus, se lanza a sus brazos, mostrando un gran afecto.

-Azul -se nota el murmuro del sueño en su voz, quizás ya estaba cansada.

-Aun no te duermas -Aera se acerca a los tres, poniendo el cabello que le cubre la cara a la niña hacia atrás- prometimos que veríamos las estrellas.

-Dudo que te pudiese entender palabra.

-¡Eres molesto!

-Problemas de pareja para ustedes solos y a puertas cerradas, por favor.

Mientras ellos dos siguen discutiendo de manera cómica tal cual ya está acostumbrado, mira hacia el cielo que empieza a oscurecer, era noche de luna llena, así que no faltaría la luz, ve el horizonte, esa unión de colores, amarillo, rosado, crema, morado y la entrada al negro escarchada de plata.

Ese horizonte...

Perdido, siente que la niña en su regazo toma con fuerzas sus ropas, dando un jalón.

Ese horizonte...

¿Por qué se parecía al que está en el mar? ¿por qué ahora ve el horizonte del mar?

¿Qué era ese brillo incandescente, furioso?

Se tapa los ojos con ambos brazos pero aun siente el ardor en su piel, mantiene la vista fija en el suelo bajo a sus pies pero hay un problema, no hay suelo, solo agua.

Y no es sólo agua, hay algún dentro, que lo está mirando, es una mujer con raros ropajes y un rostro extraño y a la vez desconocido.

Antes de poder decir o hacer algo, esa mujer lo toma del tobillo y lo arrastra hacia el fondo del agua, aunque podía jurar que apenas eran unos centímetros de agua cuando estaba parado, pero ahora las penumbras lo absorben mientras trata de aguantar la respiración, falla, mirando con desesperación como las burbujas de aire que escaparon de su boca suben a la superficie.

Quiere gritar, pedir ayuda, pero solo siente el constante sentido de ser presionado.

-Ah -esta tomando las muñecas de Aera en un intento de que, jugando, no le pegue, mirando un rato después entre los reclamos de su prometida a su hermano y a la pequeña (...) en su regazo- quien lo diría, hace mucho no lo veía dormir así de tranquilo en el exterior.

-Eh, y yo que quería mostrarle a (...) las constelaciones de los Sidéreos -deja de lado todo intento de darle a Ardyn un golpe, sintiéndose algo traicionada por la niña.

-Aunque siguiera despierta, te repito, dudo que te pudiese entender una palabra.

-Empiezo a perder la paciencia contigo.

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro