Epílogo

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Las mañanas en Insomnia eran, por lo general, tranquilas, en especial en sus días libres, cuando podía darse el lujo de dormir hasta tarde, sin horarios de la nobleza que cumplir y si estar parada por horas esperando por una decisión por parte del monarca para finalmente retirarse con los pies doliendo horrores.

Era una de esas mañanas, para ser específicos, de la que estaban en mitad del invierno, hacía frío y lo más seguro era que hubiese llovido toda la noche, su cuerpo estaba cubierto por toda las mantas posibles brindándole mayor comodidad y muchas menos ganas de salir de su capullo cálido.

Oh, pero reconocía el sonido de esos pasos rápidos que se acercaban a la puerta de su habitación.

No tardo mucho para que la puerta de su cuarto fuera abierta, un niño con una mata de cabello negro estaba en puntitas, casi colgando el picaporte de la puerta y con su cuerpo siendo llevado por esta en cuanto logró abrirla, se dejó caer sobre sus pies antes de tomar rapidez de nuevo, ya sabía sus intenciones, así que sólo le quedaba cerrar con fuerza la mandíbula y prepararse para la oleada de frío que vendría al abrir su fortaleza de tela abrigadoras para permitir la entrada del menor a un lado de ella, quien prácticamente saltó dentro de su guarida, buscando también refugio del inclemente frío, no se explicaba cómo se la había arreglado para llegar sin zapatos en tremendo frío.

- Buenos días -se había pegado a su torso con rapidez, teniendo sus brazos y piernas rodeándola, buscando todo el calor posible, sus pies estaban helados por ir descalzo, sus mejillas regordetas también estaban heladas al tacto, rosadas por su exposición al frío y el esfuerzo de correr todo el camino hasta aquí.

No le respondió, apenas hizo un sonido de afirmación, vaya, nunca dejaba de sorprenderle la gran velocidad con la que empezaba a caer dormido, hizo cuentas en su cabeza, con él aquí sólo le darían menos tiempo para descansar antes de que vinieran a buscarlo, si no recuerda mal este día debía volver a aprender etiqueta, aprender cómo dar saludos formalmente y de paso debía practicar el baile para estar listo para la próxima gala que se daría en el palacio.

Uh, nadie la tenía fácil en este lugar.

Era bueno otorgarle un momento de paz, donde pudiese dormir un poquito más antes de tener que ponerlo en frente de tanta personas de nuevo, era tímido, callado, y si eran totalmente sinceros, a él no le gustaba destacar y le daba mucha pereza tomar sus clase pero se esforzaba de todas formas en cada una de ellas.

El ritmo e la canción era fácil de seguir luego de escucharla por más de mil años y bailarla por la misma cantidad de tiempo, claro, eso era para ella, para Noctis aún se le hacía difícil, era pequeño, y no le ayudaba que ella fuera su pareja de baile, mucho más alta que él, tenía que doblarse un poco para adelante para tomar sus manos, antes, cuando bailaban la misma canción, él era tan pequeñito que era ella quien lo movía, sus zapatitos no se movían y estaban sobre los zapatos de (...) que era quien bailaba, él siempre se reía.

Por eso, ahora, era mucho más difícil, antes, era ella la que llevaba el ritmo, pero teniendo en cuenta que el actual príncipe ya cumpliría 15 años le llevaba a realizar que sí, el chico había crecido, mucho, tanto como para ser él quien ahora llevase la marcha y el ritmo en la danza, claro, tras haberlo arrastrado a practicar para cualquier evento o porque ya no tenía más escapatoria que ir a dicho evento.

En este caso era la segunda opción.

Regis había sido muy claro, a su propia manera, de que era importante la presencia del príncipe, y ante la falta de la dama Lunafreya, o de cualquier acompañante femenina traída por el príncipe, la que debía poner pie con él en la pista de baile era ella, que la pobre instructora de baile de Noctis ya era una mujer de 70 años, y aunque ella no era la mujer más joven del reino, que va, ni del completo Eos, se las podía arreglar apenas con los tacones que usaba, que agradecía que no eran altos.

Si bien ya no se hacían galas a la vieja escuela, con vestidos pomposos y trajes del otro siglo, era cierto que por tradición se abriera la velada con el recibimiento propio de la realeza.

Era común de Noctis el desaparecer tras un baile, nunca lo dirá él mismo pero sabía que le avergonzaba estar frente a tanta gente.

Se hacía de chico cool con todo y outfit pero al final del día era un adolescente tímido, sin mencionar que esa apariencia aún le daban algún tipo de piel de gallina, vamos, que ya de por sí su rostro era tan parecido a él, ahora también tenían un peinado parecido, los ojos también eran iguales, y hasta la actitud la tenían parecida.

pero qué es esto, ¿algún tipo de broma de los Sidéreos? ¿Qué no habían tenido suficiente con haberla hecho o traído de quién sabe dónde con la posibilidad de morir si no obtenía magia? Su retorcido sentido del humor era terrible.

- Fuck the whole universe... -le sacó el dedo del medio en ambas manos al mismo cielo, gruñendo cada una de sus palabras con odio contenido, mucho más parecido a un gruñido que a simples

- ¿Qué?

- Ay, nada, nada.

Hum, lo más seguro es que a esta edad Noctis ya supiera maldecir, pero era demasiado educado para hacerlo en realidad.

- Solo que me pongo algo nostálgica -le dió unos toques a la falda de su vestido, hace tiempo que prefería vestidos sin tanta pedrería, era bonito, pero esas joyas de color claro le traían recuerdos.

La luna y las estrellas, llena en el cielo y alumbrando los senderos alrededor, las piedras, a los cristales que una vez fueron cocidos en su capa, Noctis, que parecía ser una copia de Somnus.

Era demasiado para su pobre y viejo corazón tener esta escena, Noctis la miraba como si algo raro le estuviese pasando, con una ceja levantada por sobre la otra, el cabello lo tenía ya algo largo y le cubría un poco los ojos, las estrellas se dejaban ver ya que era tarde y las luces de la ciudadela se disipaban al mismo tiempo que sus habitantes caían en lo que esperaba fuera un plácido sueño.

Un sueño que le arrancaba el alma.

Una debilidad que la sumaba en la penumbre.

Unos brazos que la sostuvieron.

Un rostro curioso, dudoso, de quién era, qué era, enmarcado por las estrellas del cielo, que brillaban con mucha más fuerza en antaño.

- Estás tan grande ahora -una ligera caricia en su mejilla y Noctis se aleja de inmediato, dirigiendo su vista hacia las luces de la ciudad una vez más.

Está en esa etapa complicada.

- Desde hace años sigues diciendo la misma frase -parece estar molesto, no, más bien está harto, por su consiguiente bostezo se hace la idea de qué es porque tiene sueño.

- Bueno, es difícil el simplemente pasarlo por alto -vuelve a acercarse, con cuidado y no metiéndose en su espacio personal- recuerdo cuando ibas a escabullirte a mi cuarto...

- Eso fue-

- Prácticamente saltabas a mis brazos...

- (...)-

- Pero -hizo un alto a sus palabras, viendo lo avergonzado que empezaba a verse, venga que casi hasta le alza la voz- sé que ahora no es así, y lo respeto -eso dice, pero no puede evitar hacer el ademán de apartar su cabello negro de su frente, sin embargo se quedó a medias al ver la resiliencia del muchacho.

Noctis sabía que ella lo amaba.

No había que ser un genio para darse cuenta de lo obvio.

Al igual que no debía matarse el cerebro para notar que eso lo tenía muy en guardia alrededor de ella.

¿Sería porque estaba incómodo sabiendo que una mujer que le doblaba la edad, por lo que él al menos sabía, tenía sentimientos románticos por él?, ¿Sería por el hecho de que él amaba a Lunafreya y no tenía lugar para los sentimientos que ella profesaba o porque no quería herirla?

Fuera cuál fuera la razón, esperaba que aún pudiera soportar su presencia a su alrededor.

Aún tenía una tarea por hacer, la daga hueca en su cuarto se lo recordaba constantemente.

- No es que debas respetarlo, digo, tienes qué, pero creo que es si no te conociera, entonces si me pondría incómodo y-

- No he entendido casi la mitad de lo que me acabas de decir, buen señor.

Quizás podría esperar así, un poquito más, hasta que todo le explote en la cara, quiere verlo así de tranquilo, con la única preocupación de que mañana tiene que levantarse temprano.

Sí, en serio quiere que se quede así, pero, ¿Qué se podía hacer?

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