𝑜𝑣𝑖. ( 𝐩. ) 𝐩𝐮𝐩𝐩𝐞𝐭 𝐚𝐧𝐝 𝐩𝐮𝐩𝐩𝐞𝐭𝐞𝐞

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( 🀄️ ) ⎯⎯ La injusticia, cuando se convierte en ley, sólo deja dos opciones: someterse o resistirse; y en resistencia, el verdadero líder nace | Escrito por Thomas Jefferson #1776

THE MOON THE SUN THE STAR

El gimnasio siempre se había mostrado con frialdad en su máximo esplendor, como ver el semblante de aquellos que con dureza salían a dar la cara por sus vidas día a día. Era un sentimiento frívolo hallarse allí, pasar más tiempo de lo esperado los fines de semana cuando las clases de ballet no tenían lugar en esos días. El diseño le parecía una frívolo, el cual se había creado con el fin de endurecer los cuerpos y la voluntad como un igual. Se podían oír los golpes de los puños contra los sacos de arena, los pies haciendo eco en el ring y los jadeos de cansancio abundando por todos lados. El quejido y gritos ahogados de dolor reprimido se hacían notar cada vez que uno de los chicos arriba de la tarima era golpeado con dureza por otro de sus sensei.

Ryoichi Jin era el nombre de su compañero, el cual tenía un par de ojos rojos y el cabello negro. La mirada de Jin era la de alguien que estaba decidido a rendirse en cualquier en el que el cansancio le ganase. El cuadrilátero lo había llevado a intercambiar golpes con su sensei cuando este notó que le repartía buenos puñetazos al saco de arena. Sin embargo, apenas la batalla inició, la desigualdad en la fuerza y en los movimientos se hizo notar. Su sensei guardaba ferocidad y atacaba como una bestia que deseaba cazar a su presa. Por un lado, estaban los que desde las máquinas observaban de reojo al no tolerarlos y por otro, los que estaban de brazos cruzados bajo el ring haciendo muecas de dolor.

Nebura podía notar la expresión de su compañero, quien en sufrimiento intentaba dar lo mejor de sí mismo, suplicando con el alma que alguien le ayudara. Era la mezcla perfecta y única de sangre, masacre, sudor y fatiga. En un suspiro, al hallarse de rodillas tirado, Jin tembló. Su ceja estaba abierta y su pecho se había vuelto una maraca del temor y a causa de la debilidad que estaba comenzando a sentir.

Con una mueca de desdén en la boca, el sensei le miró y rechazó la idea de ver a Jin rindiéndose. —Anda, levántate. —Uno de los demás chicos decidió acercarse al sentir que la pelea se estaba volviendo interesante— De pie, o aquí es donde terminará tu sueño de ser héroe.

La chica de cabellos platas sintió una punzada en todo el cuerpo, sobretodo en su pecho. Nebura odiaba que su Quirk la llevase a sentir las emociones de los que pudieran estar cerca, sobretodo cuando se trataban de las cuales eran muy intensas: rencor, odio, enojo, tristeza, culpa, soledad, miedo, desesperación y ansiedad. Detestaba cargar el peso de oler lo que no era suyo y sentirlo como si le perteneciera. Era la peor sensación que jamás había podido experimentar desde el día en que despertó su Don.

Cada vez que veía aquel ring, solo se podía ver a sí misma. Frente a sus ojos pasaba su propia lucha, la humillación de haber creído que habría piedad por su edad. E igual que la primera vez, de su cabeza no salía aquella voz que solo daba órdenes y reproches. Era tan pesada la manera en que su memoria la hacía sentir diminuta ante la violencia, que solo apretó los labios y desvió la mirada para levantar las pesas que acababa de colocar en el suelo tras escuchar el grito del sensei molesto. Solo quería desvanecer la injusticia de su cuerpo por un momento.

Entonces, por su Quirk. sintió pasar la presencia del de alas rojas detrás suyo, quien se tomó mucho de su tiempo para abrir un espacio en su horario con el fin de ir a verlos a sus entrenamientos de fin de semana en los gimnasios. —No lo olvides, Nebura. —La voz de Hawks hizo que ella girase en su propio eje para voltearlo a ver. Él paseaba detrás como si fuese un militar inspeccionado a su gente—. No olvides lo especial que eres para ellos —le dijo en un susurro irónico, lo cual no pasó de desapercibido por Nebura.

En la boca del héroe número tres ya reposaba el olor de las palabras llenas de insinuación; palabras que a kilómetros de distancia lanzaban una señal mediante su tono irónico. El corazón de Nebura logró acelerarse y la angustia junto a la duda invadieron su pecho. Entonces, tras apartar sus ojos de Hawks para posarlos en el cuadrilátero al notar que era lo que él señalaba con su mirada, supo que la señal tenía un significado más importante que solo hacer algo al respecto de lo que el resto callaba por miedo. El chico de rodillas y su sensei molesto mientras lo esperaba para levantarse.

Nebura Makyou Griffith era especial; la más protegida de la Comisión de Seguridad Pública de Héroes. Era la elegida, la herramienta moldeada y el arma endurecida de los que se regodeaban en el poder. Estaba hecha para servir y recibir órdenes desde antes de llegar a ellos; todo con el fin de dar un equilibrio a la estabilidad del bien y el mal, de la luz y de la oscuridad. Nació para darle un balance al mundo como su familia. Su especialidad estaba en ser resistente, en tener habilidades superiores tanto físicas como mentales sobre el resto. No cuestionar, no rechistar y simplemente accionar.

¿Era lo que quería? No, ¿pero estaba segura de la respuesta? Era difícil saberlo. Nació para recibir valores que la llevasen a ser inhumana. Los SPECTROR le dieron lugar a su vida para no sentir y solo pensar por lo mejor para la sociedad. Y aún así, con todo lo que se le inculcó desde joven, en verdad jamás lo pudo aceptar como una parte de sí misma.

Volvió a mirar a Hawks, entonces, y este le hizo un sutil y disimulado movimiento de cabeza, como si empujase con la mirada una ficha en un tablero. Ella lo comprendió todo y, yendo en contra de lo que toda su vida desearon enseñarle, se aferró a la chispa de rebelión que en su pecho se formó.

Respiró hondo al acercarse a las orillas del ring y sintió por primera vez la libertad de respirar el aire temblorosamente con el fin de hacer algo que le causaba miedo, no temor por ser una orden. Su voz había sido alta, más de lo pensado; y las miradas de sorpresa por parte de sus compañeros no le faltaron.

—¡Esto no es un entretenimiento, sensei! —dijo Nebura con un nudo en el estómago—. ¡Es una masacre!

—¿Crees poder hacerlo mejor? —le cuestionó el hombre con una expresión que mostraba la mezcla de sorpresa y molestia. Tomó a Jin del brazo con fuerza para levantarlo y lo empujó a una de las esquinas mientras el chico jadeaba cansado. Miró a Nebura al posarse frente a ella sobre el cuadrilátero y dijo—: Toma su lugar, Griffith. Intenta no pelear como una maldita bailarina.

Eso, con toda la intención del mundo, el hombre lo hizo notar como un desafío, no como una invitación. Pero ella no podía defraudar a sus compañeros, los cuales la veían en espera de una respuesta. Sintió el tangible peso de desear cumplir con más expectativas en el instante en que Hawks asintió cuando ella lo miró. La resolución en su pecho no experimentada antes se formó y, sin darle una respuesta al hombre, se dirigió a las escaleras del cuadrilátero con una frialdad en la planta de sus pies, lista para luchar.

Era obvio quién saldría victorioso. Ella era esbelta, de una figura sumamente frágil diseñada para ser habilidosa y no amenazante como la de sus compañeros. Aún si los habían moldeado con el fin de estar a la defensiva y con la mente abierta a atacar en cualquier momento, la potencia de las féminas se centraba en saber ganar sin usar la brutalidad. Pero dentro de los SPECTROR, Nebura había aprendido a usar ambas bajo su conveniencia.

De cualquier modo, el combate fue corto. Logró esquivar un par de golpes e incluso llegar a dar dos, pero nada de eso era suficiente cuando se trataba de hallarse sobre un ring con el fin de hacer lo que jamás había hecho: confrontar a los que manejaban sus movimientos. Nada era suficiente en casos como esos en los que experimentaba acciones nuevas e ideas impulsivas que salían como novedad impactantes para retar lo que toda su vida le enseñaron.

Era habilidosa, pero no estaba al nivel de su sensei; rápido, fuerte, corpulento y claramente con más experiencia. En un golpe directo del hombre directo al cráneo de Nebura hizo que sus alrededores se oscurecieran en cuanto vio borroso su entorno. Por un momento creyó que le sacudió la mente con el fin de quitarle aquellas ideas repentinas de retar a los que no debía.

Cayó en un ruido sordo. El silencio gobernó en el gimnasio con muecas por parte de todos sus compañeros, los cuales del resto se habían acercado aquellos que desearon no dar su atención en un comienzo hasta que ella retó a su sensei. Podía notar la tensión que varios experimentaban, desde el modo en que las sensaciones y emociones se podían oler en los aires a causa de su Quirk, hasta el modo en que podía sentir cómo se les aceleraba el corazón.

Nadie había esperado que ella, siempre tan discreta, tan obediente, se alzara contra la autoridad de esa forma.

Mientras yacía en el suelo con una oleada de sentimientos externos tanto como intentos inundando sus cosas nasales, decidió no arrepentirse, pues en aquel dolor del puñetazo también sintió el orgullo de su acción. Se había atrevido a lo que en resto le tenía. Había roto el molde que la había mantenido en su lugar. Por un breve instante, había sido más que una herramienta. Había sido humana.

Abrió los ojos lentamente, encontrando un par de manos que la ayudaban a levantarse. Miró a su alrededor, viendo las caras sorprendidas de sus compañeros. No había burla en ellas ni mucho menos lástima, sino algo que hacía la diferencia por primera vez en mucho tiempo; algo que no se veían jamás en la Comisión de Seguridad Pública de Héroes: respeto. Fue Hawks quien se acercó primero, su sonrisa aún más amplia que antes.

—No malgastes ese espíritu —susurró antes de apoyarla para ponerse de pie, algo que jamás nunca nadie había hecho por ella—. Yo me haré cargo ahora de esto.

—Uh, un incendió en un edificio —dijo Hawks, palmeando el hombro de Nebura—. Mañana iré a darte una visita para ver ese ojo, ve con cuidado a casa.

Asintió al mirarse en el espejo que había en los probadores de chicos y chicas; mixtos para que no ocupasen espacio en el piso de entrenamiento. Su casillero tenía uno, en el cual se reflejaba su rostro herido con rojeces en él y con un par de hematomas bien formados con rapidez. Vio a través de este que, cuando Hawks salió, se hizo a un lado apenas un par de sus compañeros entraron: dos chicos y una chica.

Ryoichi Jin, Kasai Hinata y Tsutsumi Chimiteki. El chico cuyo solo mirar provocaba un dolor insondable, el joven que ardía en sus propias llamas, y la fémina dotada con una maestría sublime en las artes del acero. Eran fuertes entre los fuertes, según Nebura; los que cuyo destino parecía ya sellado en un escrito en las estrellas, brillando con una luz que jamás se podría apagar pero si debilitar para explotar en su máximo destello de luminosidad.

Jin, de mirada helada, podía atravesar el alma con sus ojos, reduciendo a su oponente a una cáscara vacía, como una flor que se marchita antes de tiempo. Su poder consistía en causar dolor, el provocar que el cerebro se sintiera como si lo estuviesen sosteniendo con manos por dentro de la piel para hacerlo más pequeño. Su Quirk causaba terror, ya que tan fácil como le resultaba pestañear al muchacho de pelo negro con ojos rojos, era como le parecía activar su Don.

A su lado, Hinata, con su fuego interior, quien no solo tenía la habilidad de encender su piel en llamas sin sentir el abrasador calor, sino que lanzaba esferas de fuego como si fueran meteoros caídos del cielo, destruyendo todo a su paso con un simple gesto de la mano al tomar impulso en sus pies para lanzarlas. Su pelo era naranja como las flamas que salían de las grietas de su piel y sus ojos dorados cual esferas brillantes de luz siendo un adorno. Era imponente y de aspecto agraciado.

Y luego estaba Chimiteki, la que sembraba miedo en los corazones valientes, quien no solo lucía más imponente que el resto, sino más sabia, hábil y determinada como para irradiar una confianza única sobre sí misma. Era dura con la vida. Su conocimiento de las armas era vasto, pero su habilidad para manejarlas era única. Sus ojos rosados eran su secreto; a través de ellos, podía descomponer cualquier arma en su mente, entendiendo su propósito hasta en el más ínfimo detalle. Cada movimiento que ejecutaba era tan preciso y calculado que parecía predecir el próximo acto de sus enemigos, anticipando cada ataque con una gracia letal. Nebura tenía su poder, pero Chimiteki era un filo afilado y sin piedad.

—Lo que hiciste fue tonto —le dijo la chica de pelo morado con una mirada tan seca como el desierto. Nebura cerró su casillero y giró apenada—, pero nunca había visto a nadie ser tonto frente a la Comisión y salir de allí como si nada.

—Gracias, Nebura. Fue tan... Me dejó muy... —El varón mostraba una genuina admiración entre suspiros agotados—. Gracias.

Se sonrojó al recibir aquellos elogios por parte de personas que jamás creyó que le hablarían, pero les dedicó una leve sonrisa tímida. —Quedarme callada no es lo mío —le dijo a Jin—. No era justo.

—Nunca nada es justo dentro de esta fundación —afirmó Chimiteki al asentir con la cabeza antes de cruzarse de brazos— y que tú dieras en primer paso... Levantar la voz y enfrentar a la Comisión es algo que no sucede aquí. Tienes mi respeto, Nebura.

—No tengo mucho que decirte, solo que por primera vez no te vi ser la lamebotas de la Comisión. Pude sentir el calor de tu cuerpo y vaya, estabas llena de valor —le dijo Hinata—. Incluso yo sentí tu valor.

Nebura sintió algo florecer en su interior. Una chispa de esperanza, un atisbo de conexión con personas que jamás la hicieron sentir de aquel. Su Quirk le hizo saber que estaban hablando con sinceridad, que no había más que sorpresa y respeto en sus palabras. Siempre había sentido que su lugar en la Comisión era solitario, que no podía confiar en nadie, pero en aquel momento, todo parecía cambiar. Por ello, tal fémina decidió aprovechar la apertura, ese instante de empatía que logró despertar el coraje y la estima. Tenía un plan, una idea que lentamente tomaba forma en su mente.

—Si hay algo que podamos hacer por ti...

—Si hay algo —dijo Nebura con determinación—, pero tomará tiempo.

Sabía que no podía derrumbar lo que la Comisión había construido a su alrededor de la noche a la mañana con años de planificación, pero quizá, solo quizá, podría construir algo diferente... algo humano, desde adentro sin necesidad de ser moldeado; un deseo existente que con el tiempo llegó a ser reprimido en todos ellos. Un paso a la vez, se dijo a sí misma al intentar retener la emoción detonada en su corazón, el cual hacía latir todo su cuerpo. Ganar la confianza de sus compañeros sería el primer paso de los muchos que darían para construir sus caminos. La chispa de rebelión aún ardía en su pecho como el momento en que subió al cuadrilátero, pero en aquel instante era más fuerte que nunca.

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✩. . . stargazing by leighton | nota de autor
el sueño de la comisión no les dura mucho a estos chavos, y se sorprenderán cuando vean el cambio drástico de personalidad de nebura en el acto dos luego del final de este acto uno, ya que el capítulo 10 es bastante fuerte. siempre hay un chismoso🫣 | link del canal: https://acortar.link/JQ8Qj5

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•      CURIOSIDADES . . .
𝟎𝟎 ) . . . S I N T A X
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𝟎𝟎 ) . . . S I N T A X.

🔮. . . BOOK — LEIGHTON.AM !!

❏  ( 001 ) ✮ dato núm.uno ✦ ━━ #2821 palabras en el capítulo de hoy.

❏ ( 002 ) ✮ dato núm.dos ✦ ━━ #Primera publicación . . . 27 febrero 2018 | Última modificación . . . 30 de abril 2024.

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