13.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Más y más profundas, ahora las heridas son más profundas

Es como un trozo de cristal roto que no puede arreglarse

Todos los días, mi corazón solo duele cada vez más

Eras muy frágil y recibiste mi castigo en mi lugar

~Stigma, BTS~

Nunca le gustó el frío.

Mientras corría por las calles vacías debido a que era Nochebuena, viendo el vaho salir de sus labios, notó que hacía más frío que en la mañana, cuando sacó la basura por orden de su mamá.

Sus manos estaban congeladas porque no tuvo tiempo para abrigarse, y sabía que si se detenía le iba a dar más frío, así que tenía que seguir corriendo, aunque su costado doliera, aunque su rostro palpitara por el dolor, aunque le costara respirar.

Jimin le dijo que corriera, así que debía correr.

Pensó primero en ir a casa de Hoseok, pero luego se dio cuenta de que era una pésima opción, porque no sería capaz de enfrentar a los padres de su novio, incluso de enfrentarlo a él mismo. Así que no podía ir allí. Su segunda opción fue Taehyung, sin embargo, también se dio cuenta de que no debía ir allí, porque, ¿qué le iba a decir?

Por lo que esta era su última opción.

Se detuvo, jadeante, ante la puerta de la pequeña casa, y tocó el timbre.

Cuando Jin abrió, se derrumbó en sus brazos.

Apenas terminó de hablar prosiguió un silencio tenso en el comedor.

Yoongi podía casi escuchar el furioso palpitar de su corazón, pero ya no era momento de arrepentirse, de echarse atrás. Ya no podía ocultarlo más, no podía seguir enterrando esa parte suya que era tan fundamental para él.

Sin embargo, contrario a lo que esperaba, su mamá soltó una carcajada incrédula. Su papá, en cambio, apretó sus labios en una fina, estirada línea, viéndose más enfurecido que nunca, pero no hizo nada. No en ese momento, mientras su esposa se reía.

—Sí, claro Yoonji —se burló su mamá como si nada—, eres un chico, claro que sí —rodó los ojos, fastidiada—. Ya no eres una niña, Yoonji, deja de decir estupideces. Ahora siéntate y termina de comer.

Observó a su mamá con rabia, rabia que empeoró cuando se dio cuenta de que ella no lo estaba mirando a los ojos, que había una mueca tensa en su rostro.

Ella sabía la verdad, pero la estaba ocultando por completo. Ella siempre supo la verdad, ¿no era evidente? Y trató de ocultarla, igual que él. Mil veces trató de hacerle saber que era una chica, y que debía ser así.

Sin embargo, por primera vez en su vida, rompió por completo ese tácito acuerdo al que llegaron en algún momento.

—¡Lo sabes! ¡Sabes que soy un chico! —acusó sin controlarse—. ¡Mierda, mamá, asume de una vez que–!

Su papá se puso de pie y lo golpeó en el rostro de forma sorpresiva, botándolo al suelo de estrepitosamente.

No fue una bofetada. Fue un golpe seco, con su puño, sus nudillos chocando con su mejilla.

Saboreó sangre, con sus ojos revoloteando, sintiendo el punzante dolor en su piel.

—¡Papá! —gritó Jimin, poniéndose de pie también.

Yoongi levantó la mirada, esperando que su mamá dijera algo, pero ella seguía sentada, comiendo como si nada.

—¿Yoonji? ¿Qué ocurre? —preguntó Jin, alarmado.

Jadeó en busca de aire, temblando debido al frío, y al notarlo, el más alto entró a casa, atrayéndolo con él.

Era un hogar pequeño, pero totalmente acogedor, con una mesa redonda y tres sillas, un sofá y una vieja televisión. Sobre la mesa había una cena a medio terminar, y la madre de Jin se puso de pie, sorprendida.

—¿Cariño? —preguntó—. ¿Quién es tu amigo?

Amigo. Hombre.

Lo confundió con un chico, porque tenía el cabello corto y llevaba ropas masculinas.

Quiso llorar por lo que significaba, pero apenas era consciente de lo que estaba ocurriendo en ese instante.

—Es Yoonji —contestó Jin, sentándolo en el sofá—. ¿Qué ocurre? —repitió.

Yoongi levantó el rostro y Jin soltó un jadeo sorprendido.

Incluso su mamá palideció.

—Iré a buscar hielo —susurró su mamá.

Se quedaron solos mientras su mamá desaparecía por la puerta de la cocina.

—¿Quién fue? —preguntó Jin.

Yoongi se quedó un momento en silencio.

—Papá —respondió con la voz rota.

—¡No eres un maldito hombre, Yoonji! —gritó su papá luego de golpearlo—. ¡Eres una chica! ¡Por Dios, creí que ya pasaste esa etapa!

Iba a contestar a los gritos, pero su papá la pateó en el estómago, y lo único que pudo soltar fue un gemido de dolor cuando el aire escapó de sus pulmones. La frase se repitió en su cabeza, sin embargo, y fue como si ese acuerdo tácito ahora ya no fuera tan secreto entre él y su mamá, sino que abarcaba también a toda la familia.

Su papá también sabía la verdad, pero fue su madre la encargada de enderezarlo. Así como su padre enderezó a Jimin.

—¡Papá, basta! —gritó Jimin, agarrando a su papá de la cintura para detenerlo.

—Jimin, no te metas —ordenó su mamá, sentada todavía—. Yoonji debe entender esto. Ahora siéntate y sigue comiendo.

—¡¿Qué mierda les pasa?! —escupió Jimin.

Bonhwa se soltó de Jimin, empujándolo a un lado, y agarró a Yoongi del cabello, levantándolo mientras hacía una mueca de odio.

—¡Eres una mujer, Yoonji! —espetó, antes de volver a golpearlo en el rostro.

Soltó un lloriqueo, con la sangre inundando su boca, su cabeza palpitando en dolor. Era lo único que sentía en su cuerpo, entumecido por la situación, sin ser capaz de defenderse con sus manos.

—¡No! —negó—. ¡Soy un chico! ¡Soy Yoongi! ¡Soy hombre, como tú, como Jimin!

—¡Basta, papá! —gritó Jimin, desesperado.

Pero Bonhwa lo ignoró, volviendo a patearlo sin escuchar los gritos.

La madre de Jin puso el hielo sobre su ojo hinchado y morado, en tanto Jin le acariciaba la mano, tratando de relajarlo.

—¿Por qué? —preguntó Jin.

Yoongi cerró sus ojos, llorando en silencio, y pudo volver a ver a su padre gritándole, a su madre calmada, a Jimin tratando de detener los golpes.

Ya comenzó eso, era momento de continuar. Si se echaba para atrás ahora, nunca podría volver a avanzar.

Alejó su brazo de Jin.

—Soy un chico —susurró con la voz temblando—. Yo... yo no quiero ser una chica. No soy una chica. No soy Yoonji, ella está muerta, ella nunca existió. Sólo Yoongi. Yoongi, un chico.

Esperaba las palabras confusas de Jin, palabras teñidas de asco, pero sólo hubo silencio.

Al levantar la vista, chocó con el tranquilo rostro de Jin.

—Yoongi —repitió, pensativo—. Suena mucho mejor que Yoonji, sabes.

Asintió sin decir algo más.

Luego de unos segundos, comenzó a sollozar y los cálidos brazos de Jin lo rodearon.

Con el tercer golpe en su estómago, Jimin se lanzó sobre su papá, tirándolo al suelo.

Yoongi, en el suelo, trató de enderezarse. Su boca sabía a metal mientras se ponía en sus pies, y retrocedió, aturdido.

—¡Sal de aquí, Yoongi! —gritó Jimin, sosteniendo los brazos de su papá.

—¡Suéltame ahora, Jimin! —ordenó Bonhwa, rabioso.

—¡Jimin, suelta a tu padre!

—¡MIERDA, YOONGI, SALE!

Yoongi se enderezó, tambaleante, y retrocedió unos pasos, ignorando el dolor en su cuerpo, en su cara, en su alma.

Su papá lo observaba con asco tallado en el rostro.

—¡No te atrevas a irte, Yoonji! —espetó su papá—. ¡No he terminado contigo!

Sollozó, sin dejar de retroceder.

—¡Vuelve acá, Yoonji! —ordenó su mamá, poniéndose de pie también.

—¡YOONGI, VETE AHORA MISMO! —volvió a gritar Jimin.

—Lo siento —susurró, antes de girarse—. Lo siento...

Salió de casa con los gritos de su familia detrás.

Le envió un mensaje a Jimin diciéndole donde estaba, mientras Jin limpiaba su labio roto.

La mamá de su amigo le sirvió un plato con caldo, preocupada también.

Yoongi quería preguntar dónde estaba su papá, pero recordó que los padres de Jin eran separados. Según lo que le contó, su mamá pidió el divorcio luego de que el padre de Jin lo hubiera agredido varias veces por su sexualidad.

—Así que... un chico —murmuró Jin como si nada—. Ya sabía yo que había algo raro en ti.

Yoongi soltó una risa entrecortada, bajando la vista.

—Entre raritos nos conocemos, sabes —continuó Jin, tratando de distraerlo—, pero no porque se te notara, sabes, Yoongi, sino porque... tus ojos decían lo infeliz que eras. Lo triste que estabas.

Asintió en silencio, siendo consciente de que la mamá de Jin los estaba escuchando, pero no parecía ni incómoda ni molesta.

—¿No me odias? —preguntó Yoongi lastimosamente.

Jin frunció el ceño, confundido.

—¿Por qué tendría que hacerlo? —Jin suspiró, sin alejarse—. ¿Por querer ser feliz? ¿Cómo voy a odiarte por eso, Yoongi?

Su nombre sonó tan bien en sus labios que quedó aturdido unos segundos.

—No le digas a Tae o Hoseok —pidió de pronto—. Les diré cuando volvamos a clases.

—No te preocupes —contestó Jin—, no le diré a nadie —Jin le sonrió dulcemente—. Oh, y no te lo he dicho, pero... puedes contar conmigo para lo que sea, Yoongi.

Antes de poder arrepentirse, abrazó a Jin a pesar de que no era un chico de mucho contacto. Pero en ese momento necesitaba hacerlo, necesitaba sostenerse de alguien. Jin le devolvió el abrazo con dulzura, murmurándole que todo estaría bien, que podía contar con él, y volvió a derramar unas dolorosas lágrimas por lo que significaba.

Segundos después, tocaron a la puerta de la casa.

Yoongi se encogió, esperando lo peor, y un momento después la mamá de Jin regresó con Jimin detrás, que tenía el labio partido también. Sin embargo, en sus manos llevaba una mochila.

—¿Jimin? —preguntó Yoongi, temblando.

Su hermano lo miró y esbozó una pequeña sonrisa, aunque sus ojos lucían cansados.

—Vamos, hay un taxi fuera —dijo como si nada—, te quedarás unos días conmigo hasta que... las cosas en casa se calmen.

Yoongi asintió poco convencido, pero no podía hacer algo más excepto obedecer. Se puso de pie antes de mirar a Jin, que le guiñó un ojo y le dio un beso en la frente.

—Anda, ya verás que las cosas estarán bien —dijo Jin, acompañándolo a la entrada.

Antes de salir, le hizo una reverencia de disculpas a la mamá de Jin.

—Lamento las molestias —dijo avergonzado.

La mujer sonrió con amabilidad.

—No pasa nada, cariño —le contestó—. De todas formas... si necesitas un lugar donde quedarte, Yoongi, las puertas de mi casa siempre estarán abiertas para ti.

Quería volver a llorar al escuchar el masculino saliendo de la boca de esa mujer, sin embargo, se apuró en salir detrás de Jimin.

Apenas quedaron a solas, su hermano mayor le dio un abrazo.

—Las cosas estarán bien —le susurró Jimin con la voz rota.

Yoongi sabía que era una mentira, sin embargo, no dijo cosa alguna.

¡gracias por leer!

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