14.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Te quiero, hermano. Conseguí que creciesen

Los sentimientos de los hermanos mayores.

Me convertí en mí mismo.

Así que soy yo.

Ahora soy yo.

~Begin, BTS~

Al levantar la vista, observó su labio roto. Para su propia fortuna, dejó de sangrar muchas horas atrás, aunque eso no quitaba un poco el dolor que sentía.

—No tuviste que haberlo hecho, Yoongi.

Se giró y miró a Jimi, de pie en la puerta del baño y observando la pared con el rostro tenso. Yoongi sabía lo que debía estar pensando, y una parte de él le daba la razón, pero las cosas nunca fueron sencillas. Por mucho tiempo trató de fingir que nunca hubo problemas, sin embargo, esa actitud sólo hacía que todo empeorara gradualmente.

Luego de llegar al departamento de su hermano mayor, después de un largo y agotador viaje, lo primero que hizo Jimin fue ayudarle a curar las heridas en su rostro, que eran las más visibles. Luego, tocó ponerle hielo en el vientre, donde recibió los golpes más fuertes, y murmuró algo de ir a dormir, que fue un día para el olvido. No dijeron nada sobre lo ocurrido, pero Yoongi sabía que tarde o temprano llegaría el momento de hablarlo.

No era como si pudieran fingir que nada de eso pasó, pues la situación era demasiado crítica en ese instante. Ahora que se reveló ante sus padres como la persona que era, tendría que dar explicaciones en todas partes. Él sabía que, si seguía presentándose como ella, sus padres iban a pensar que lo hizo para irritarlos y molestarlos. La sola idea lo ponía enfermo.

—¿Por qué no? No podía mantenerlo siempre oculto —dijo Yoongi, tratando de fingir una tranquilidad que no sentía.

Jimin lo miró y se hizo a un lado, dejando que pasara. En silencio, los dos se dirigieron al cuarto del mayor. Tenía un cuarto de invitados, sin embargo, ninguno de los dos parecía querer dormir sin compañía esa noche. No con la situación en la que estaba envueltos. Los dos tenían un irracional miedo de permanecer solos.

Yoongi se sentó en la cama y los ojos de Jimin se posaron en su ojo hinchado y morado.

—No me malinterpretes —contestó Jimin—, pero... tienes diecisiete años, Yoongi. Sigues bajo el cuidado de nuestros padres, y vivirás con ellos hasta que puedas ir, al menos, a la universidad —Jimin hizo una mueca—. Para eso quedan seis meses.

Yoongi asintió con expresión ausente, sintiendo su corazón latiendo de forma desbocada. La perspectiva de lo que venía era escalofriante, por decir lo mínimo, y no quería imaginarse lo que podría ocurrir.

—Puedo hablar con ellos–

—No, Yoongi —murmuró Jimin, interrumpiéndolo—. Papá y mamá no se van a calmar. Lo que viste hoy... es muy probable que se repita —los ojos de su hermano mayor se llenaron con lágrimas—. ¿Qué haré entonces, Yoongi? No puedo soportar que vuelvan a hacerte daño de esa forma —Jimin tomó aire, con la voz temblando—. Si les dices que estabas bromeando, si les dices que estás confundido, si te comportas como una chica de aquí hasta que te vayas...

Cerró sus ojos mientras la voz de su hermano se desvanecía en el aire, tratando de no romper a llorar, porque en todo ese viaje pensó en lo mismo. En disculparse, decir que se excedió, que no lo decía en serio. Sin embargo, la idea de poner esas palabras en su boca le provocaba un irracional llanto descontrolado.

—No, Jimin, no puedo —la voz de Yoongi también se quebró—. No puedo hacerlo. No me pidas que lo haga. Yo no soy... Yo no puedo seguir actuando de otra forma, lo he decidido. No puedo ser alguien que odio.

—Lo sé —Jimin se sentó a su lado y lo abrazó por los hombros—, pero, ¿no puedes serlo ni siquiera para estar a salvo?

Qué terrible idea, pensó, el tener que mentir para que no le hicieran daño. Qué grotesco y repugnante verse obligado a fingir por más años para poder llevar una vida digna, cuando él ya era digno desde que nació. Él tenía el derecho de vivir con dignidad, a pesar de ser un extraño.

Pero allí no lo iban a comprender. Jamás lo iban a entender.

—¿A salvo de qué? ¿Del rechazo de mis padres? —su tono ahora era lastimoso—. Tarde o temprano seré rechazado, sólo apuré las cosas —cerró sus ojos, levantando su rostro—. No puedo cambiar las cosas, Jimin, lo siento tanto.

El mayor no contestó.

Unos días después, la hinchazón ya bajó y el dolor en su cuerpo se convirtió en una leve molestia fácil de controlar.

Jimin se quedó esos días con él, apenas saliendo, alegando que no tenía ganas de ver a nadie, pero Yoongi sabía que estaba tan afectado como él por lo que ocurrió en su casa. No tenía qué preguntarlo, pero tenía claro que lo que pasó, le recordó a Jimin esos oscuros días en los que tuvo que vivir con esos gritos. En toda la represión que experimentó en esas cuatro paredes que llamaban hogar.

Casa. Ya ni siquiera podía llamar a ese lugar un hogar. Pero ¿fue así siempre?

Jimin estaba viendo televisión cuando entró al comedor, viendo el último mensaje que Jungkook le envió.

—Jimin —dijo, llamando su atención. Su hermano lo miró, enarcando una ceja—, Jungkook me invitó a un café-bar cerca de aquí. ¿Quieres ir conmigo?

Ante la mención de su amigo los ojos de Jimin parecieron iluminarse brevemente, pero su rostro seguía calmado.

—Claro, sólo deja que me arregle...

—Hyung, Jungkook tiene novio.

Jimin se quedó quieto unos segundos.

—Primero que todo, ¿quién dijo que estaba interesado en Jungkook? —preguntó Jimin, ofendido—. Y segundo... es la primera vez que me dices hyung.

Yoongi se encogió de hombros.

—¿No te gusta? —dijo, inseguro—. Si es así, no lo digo.

—No —Jimin le sonrió dulcemente—. Es raro, pero no suena mal, ¿entiendes?

Las palabras de Jimin, en el fondo, le alegraron mucho más de lo que hubiera esperado, pero sólo se limitó a asentir. Ambos fueron a buscar sus abrigos, y minutos después salieron del departamento.

Se dedicaron a conversar tranquilamente en todo el camino de varias cosas, tratando de distraerse de todos los problemas que tenían y, además, Yoongi lo aprovechó para observar el comportamiento de la gente a su alrededor. Nadie le dirigía una mirada grosera, una mirada llena de asco, porque nadie sabía que era una chica. No con ese corte de cabello, esa sudadera que ocultaba sus pechos, esos pantalones sueltos, ese rostro sin maquillaje alguno y ese gran abrigo de Jimin.

Se sentía tan bien ser él mismo sin que nadie lo señalara.

Media hora después de una larga caminata llegaron fuera de un pequeño café acogedor, y gracias a las ventanas transparentes logró ver a Jungkook sentado en una mesa con su novio, además de más personas a su alrededor, conversando y riendo.

Yoongi los reconoció gracias a las fotos que enviaron días atrás, sin embargo, eso no quitó que se asentara un poco de ansiedad en su estómago. ¿Y qué tal si no eran tan amables cómo se presentaron? ¿Qué tal si él no les caía bien? ¿Y si lo rechazaban?

Dudó un instante antes de entrar, aunque al final lo terminó haciendo. No podía simplemente regresarse, además, Jungkook le hizo un gesto cuando lo vio.

—¡Hola, Yoongi! —Jungkook se puso de pie para saludarlo y la sonrisa se tambaleó al ver el moretón en su ojo. No dijo nada, pero su rostro parecía decir que lo iba a interrogar después—. Hola, Jimin hyung.

—Hola hyung —saludó Yoongi, abrazándolo con cariño antes de hacerle una reverencia a Jiyong.

—Hola, Yoongi —contestó Jiyong amistosamente, sin embargo, señaló a Jimin con un dedo—. Espero que ese golpe no te lo haya hecho el pendejo aquí presente.

Jimin enrojeció de rabia, pero para su fortuna, no dijo algo, sentándose al lado de Yoongi. Pero la tensión en el aire fue palpable un instante. Ellos parecían tener una historia que Yoongi no tenía muchas ganas de conocer.

—Pendejo y todo, igual se lo metí a Kookie —masculló Jimin.

—¡Bueno, basta! —gritó Jungkook, fastidiado—. Compórtense como gente madura, idiotas. Ahora, Yoongi, te presento al resto del grupo, aunque ya los debes ubicar por el blog —señaló al chico más cercano, que sonrió dulcemente.

—Junhong —se apresuró a decir Yoongi, reconociéndolo.

—Me siento acosado —bromeó Junhong, guiñándole el ojo—. Jungkook tiene razón, Yoongi es bonito.

—Dios, Junhong, contrólate un poco, ya hemos concluido que pasivo y pasivo no va —regañó una chica que Yoongi reconoció como Hyerin—. Seo Hyerin, un placer.

—Vale —se quejó Junhong—, pero le estaba coqueteando a Yoongi para así llegar a su hermano, que según lo que nos ha contado Jungkook, es activo —Jiyong escupió la bebida que estaba tomando, en tanto Jungkook parecía querer desaparecer de allí—. Jimin, ¿no es así?

—Amigo, no bateo para ese lado —dijo Jimin con amabilidad.

—Eso no fue lo que nos contó Jungkook —dijo EunYoung, riéndose.

Yoongi se le quedó mirando un segundo en silencio, observando los finos rasgos del rostro de EunYoung y reconociéndolo con facilidad.

—Mi nombre registral es Amber —le explicó EunYoung al notar su mirada, sin un poco de vergüenza, y Yoongi bajó su vista por la situación—, pero ya estoy haciendo los trámites para cambiar mi nombre y sexo —el rubio se inclinó un poco—. Mi operación para cambiar de sexo es en tres meses. ¿Hay algo que quieras saber, Yoongi?

A pesar de que los nervios y la ansiedad se lo estuvieran comiendo, los ojos de Yoongi se iluminaron, sintiendo por primera vez en mucho tiempo algo parecido a comodidad, cariño y comprensión por parte del resto. Todos allí lo miraban con diversión amistosa, sin burlarse de él, sin hacer preguntas incómodas, y se sentía tan, tan bien, que Yoongi podía comenzar a llorar sólo por la emoción.

—Me gustaría saberlo todo —dijo, sonriendo levemente.

EunYoung aplaudió con emoción, causando que la gente allí se riera.

—Será una larga tarde, muchachos —bromeó Hyerin.

—No importa —contestó Junhong—, Namjoon nos dijo que debíamos esperar a que se presentara en el escenario, y como van las cosas, creo que será en una o dos horas —rodó los ojos, fastidiado—. Quién lo manda a romper el parlante de Heechul para tener que pagar lavando loza.

—Heechul se estaba quejando de que ya llevaba dos platos rotos —comentó Jiyong, riendo.

—Heechul es el dueño del bar —contestó Jungkook ante la pregunta silenciosa de Yoongi—, y es un amigo también —Jungkook apuntó a la barra, donde un hombre estaba sirviendo unos tragos—. Es gay, ya sabes, así que nos deja usar este espacio para nuestras reuniones clandestinas —la expresión de Jungkook se tornó un poco amarga—. A muchas personas parece que no les gusta que raritos como nosotros estén cerca de ellos.

—Hay que cuidarnos los unos a los otros —dijo EunYoung tranquilamente—. Si nosotros no nos protegemos entre nosotros, ¿quiénes lo harán?

Jimin, en silencio, pasó un brazo por la espalda de Yoongi para abrazarlo de lado, diciéndole de esa forma que lo estaba apoyando.

Yoongi asintió en silencio.

—Heechul nos deja hacer presentaciones en su bar —prosiguió Jiyong como si nada—. Rap, canto, tocar algún instrumento... Es nuestra pequeña cueva para expresarnos —el novio de Jungkook sonrió—. Ah, hablando del Rey de Roma, miren como nuestro Dios de la Destrucción se acerca.

Segundos después, un chico alto, con el cabello castaño y una mirada de pesar se sentó al lado de Yoongi.

—Heechul me echó de la cocina luego del tercer plato roto —dijo a modo de saludo.

Todos comenzaron a reírse.

—Namjoon, te presento a Yoongi —dijo Jungkook entre risas—. Es nuevo en el grupo, así que me lo tratas bien o te daré una patada en el culo. Su hermano es Jimin.

—¿Jimin, el que te folló cuando terminaste con Jiyong? —preguntó Namjoon, enarcando una ceja.

—Nos dimos un tiempo —protestó Jiyong.

—¿Por qué recuerdan sólo eso de Jimin? —se quejó Jungkook, mientras sus amigos se burlaban.

Namjoon se encogió de hombros, mirando directamente a Yoongi, y le sonrió con amabilidad, mostrando dos bonitos hoyuelos en sus mejillas.

—Hey, Yoongi, ¿te gusta el rap? —preguntó como si nada.

Yoongi soltó un bufido.

—¿Es una pregunta con trampa? —bromeó—. Me encanta el rap.

Namjoon hizo un gesto de victoria, y para sorpresa de Yoongi, pasó un brazo por sus hombros, atrayéndolo a su cuerpo.

—Yoongi es uno de los míos —declaró como si nada, causando que sus amigos lo abuchearan e incluso comenzaran a molestarlo.

Pero a Yoongi no le importaba. No cuando, al estar rodeado de toda esa gente, se sintió en familia por primera vez en su vida.

¡gracias por leer!

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