16.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Cántame...

Cántame...

Ya no quiero despertar

Por mi cuenta nunca más...

No te sientas mal por mí.

Quiero que sepas,

Que profundo en la celda de mi corazón,

Realmente quiero irme.

Hay otro mundo...

Hay un mundo mejor...

Bueno, debe haberlo...

~Asleep, The Smiths~

La mañana siguiente llegó con la calle cubierta de nieve, pues hubo una intensa nevazón la noche anterior. En la bruma del sueño, Yoongi buscó su celular y miró la hora. Las nueve y media del dos de enero.

Cerró sus ojos un instante, pensando en lo que iba a venir más adelante. Volvería a clases al día siguiente, así que tenía que hacer eso en ese instante, por mucho que costara. Por mucho que doliera.

Tomó todos sus esfuerzos levantarse e ir a la ducha. Pudo escuchar el ruido viniendo desde el piso de abajo, de seguro era su madre, que ya debía estar preparando el desayuno. Unos minutos después, salió de la ducha, envuelto en la toalla antes de ir lo más rápido que pudo a su cuarto. Una vez allí, estuvo unos segundos mirando su cuerpo en el espejo.

A veces, tenía momentos en los que se veía incapaz de mirarse de esa forma, desnudo por completo. En sus peores momentos, incluso cubría el espejo con una frazada y así no verse. Sin embargo, también tenía otros momentos, como ese, en el que se observaba y decía que no era tan malo. Tal vez se debía a la discusión que tuvo el día anterior con sus padres y las palabras de que iba a operarse. Yoongi nunca lo consideró realmente, es decir, a veces la idea aparecía en su cabeza como algo fugaz y rápido, pero ahora, si se detenía a considerarlo...

Es decir, ¿era necesario? Yoongi creía que no. Quizás para algunas personas trans lo era, y él lo respetaba totalmente, pero para él, todavía no podía decir que era un hecho concreto. Yoongi sentía que tenía que darle muchas vueltas a ese pensamiento, porque era una apuesta arriesgada.

Dejando el espejo, buscó en su mochila un regalo de navidad que le dio Jungkook antes de irse. Al sacarlo de su bolsa, sonrió suavemente, acariciando la tela con ternura. Luego de unos segundos de secarse el cuerpo, se lo puso, y al volver a ver su imagen en el espejo, no pudo evitar sentirse feliz y aliviado.

Porque el binder cubría muy bien sus pechos, comprimiéndolos, ocultándolos. Reduciendo sus mamas al máximo posible.

Y cuando se puso la playera encima, casi se puso a llorar al ver que casi no había volumen en su torso. Al ver que ahora lucía como un pecho de hombre.

La sensación era maravillosa, y se dijo que eso sí quería hacerlo en algún momento. Si pudiera, buscaría quitarse los senos, porque no le gustaba como se veía con ellos.

Terminó de vestirse y observó su figura una vez más, apreciando por completo que la imagen que veía ahora le era mucho más cómoda. A pesar de sus rasgos delicados, seguía siendo un chico, y él estaba feliz con el hombre que le devolvía la sonrisa en el espejo. Se sintió mucho más feliz que en meses.

Recordó a EunYoung hablándole sobre las hormonas masculinas, sobre el tratamiento que estaba siguiendo, y se dijo que apenas se marchara de su casa, comenzaría con ello.

Bajó a la cocina con el corazón latiéndole a mil, encontrándose con Jimin tomando desayuno. Cocinando, estaba su mamá. Su papá no se veía por ningún lado.

—Buenos días —saludó como si nada.

Jimin le devolvió el desayuno, pero su mamá no contestó, aunque si volteó a mirarlo con ojo crítico. Pudo ver la forma en que su rostro se transformó, de la calma absoluta al máximo enojo. Conocía esa expresión demasiado bien.

—¿Qué demonios estás usando? —preguntó, con la voz temblando por la molestia—. ¿Esto lo haces para llamar nuestra atención? —el rostro de la mujer se veía duro, apretado, como si le estuviera costando todos sus esfuerzos no lanzarse a darle un golpe—. ¿Qué es lo que quieres, Yoonji? Puedes dejar este capricho ahora, ya nos rompiste el corazón lo suficiente con tu actitud tan malagradecida.

Se forzó a moverse, cruzando la cocina y abriendo el refrigerador. No tardó en sacar la leche para servirse un vaso, fingiendo no haber escuchado lo que dijo su mamá.

—Quiero ser feliz —contestó, volteándose a mirarla y entornando los ojos—. Y mamá, ya te lo dicho. Mi nombre es Yoongi. Yoonji está muerta.

Hubo un extraño silencio en la cocina, hasta que su mamá lo interrumpió con un bufido de total desprecio. Apagó la cocina con rabia, dejando lo que estaba haciendo.

—¡Eres una deshonra para nuestra familia! —respondió ella, saliendo de allí.

Jimin suspiró, poniéndose de pie también.

—Ya van a entender —masculló sin convicción.

Yoongi terminó de beber la leche en silencio, tratando de alimentarse, aunque fuera un poco. Anoche apenas comió algo por la situación en la que estaba, y sabía que las cosas no iban a cambiar demasiado los siguientes días. O meses.

Le hizo un gesto a Jimin.

—Vamos, ya voy tarde —murmuró con el estómago apretado.

Afortunadamente, Jimin no dijo nada y terminó de comer con rapidez.

Diez minutos después, ambos estaban saliendo de casa para dirigirse a la plaza de la ciudad. Como era domingo las calles no estaban muy llenas, lo que favorecía enormemente a los dos para ahorrarse miradas incómodas o encuentros con personas desagradables. Yoongi sabía que tendría que enfrentar a sus conocidos en algún momento, pero primero, tenía que cumplir con eso.

Su celular vibró y leyó el mensaje de Hoseok:

Hobi:

¡Estoy aquí, bebé!

Su mano tembló cuando puso un emoticón como respuesta.

Varios minutos más tarde, llegaron al centro de la plaza, y Yoongi vio a Hoseok columpiándose en los juegos para niños, sin fijarse en él. En ese preciso instante, fue como si el mundo se detuviera ante él, ante lo que iba a hacer, y deseó haber tenido un poco más de tiempo para poder prepararlo todo. Ojalá las cosas las hubiera hecho de forma distinta.

Pero ya no había tiempo para el arrepentimiento. Si Yoongi empezaba a pensar que tenía que retroceder, entonces todo su esfuerzo se habría ido al tacho de la basura.

Jimin lo observó.

—Volveré en media hora, ¿bien? —le dijo con suavidad—. Si todavía estás ocupado, entonces no me acercaré —Yoongi asintió, sin mirarlo, y sintió un beso en la frente—. Yoongi... todo estará bien.

No. No lo estará. No al menos por ahora.

No contestó.

Su hermano mayor se marchó, y cuando Yoongi lo vio desaparecer, comenzó a acercarse a Hoseok. A medida que se estaba acercando, podía sentir los nervios carcomerlo por dentro, y una voz gritando en pánico que no lo hiciera. Tragándose todo el miedo que sentía, antes de que Hoseok pudiera girarse, tapó los ojos del chico con sus manos.

—Adivina quién soy —dijo, sorprendiéndose al notar que su voz no salió estrangulada a pesar de que por dentro se sentía morir. A pesar de que su estómago estuviera revolviéndose, agitándose, haciéndole sentir como si fuera a vomitar.

—¡Bebé! —gritó Hoseok, riéndose para echar su rostro hacia atrás, estirando sus labios en una trompita, sin importarle si sus ojos seguían cubiertos—. ¿No me darás un besito, bebé?

Yoongi quería llorar, pero se contuvo, y se inclinó dándole un último beso a Hoseok, pequeño, corto, lleno de amor. Lleno de miles de sentimientos que nunca pudo expresarle, pero siempre sintió por él.

¿Cuánto lo amaba? Yoongi no lo sabía, nunca podría decirlo en alguna frase. Yoongi lo amaba de mil maneras distintas difíciles de explicar, difíciles de contarle al otro. Quería decirle que amaba sus ojos, tan expresivos y sonrientes. Que amaba sus mejillas con hoyuelos tan hermosos que daban ganas de besar todo el día. Que amaba la forma de sus labios, como jugueteaba con ellos, lo suaves que eran, cómo parecían acoplarse a los suyos tan bien que a veces dolía.

Decirle que amaba su sonrisa, como parecía dispuesto a alegrar a todo el mundo a pesar de que estuviera triste por dentro. Decirle que amaba su fuerza para lucir siempre feliz, aunque a veces no se sintiera así. Decirle que amaba acurrucarse en sus brazos, porque ese lugar parecía perfecto para él, para sentirse protegido, a salvo de cualquier persona que quisiera hacerle daño. Decirle que amaba que Hoseok se mostrara triste e infeliz con él, porque sacaba a relucir su verdadero yo que sólo Yoongi conocía.

Pero por sobre todo, decirle que amaba que lo amara, a pesar de que amara a Yoonji, porque Yoongi fue también afortunado de probar ese amor en algún momento. Aún si fue dirigido a otra persona, se sintió muy amado y siempre agradeció que Hoseok le hubiera llenado de todo ese cariño.

Se alejó, sacando sus manos.

Hoseok se giró, y notó el momento en que sus ojos se fijaron en él, frunciendo levemente el ceño.

Sin embargo, casi de inmediato, sonrió.

—Te ves preciosa —dijo, aunque con toda probabilidad no quería decir eso. Pero se contuvo, claro, porque Hoseok no quería discutir con su novia.

Yoongi se sentó a su lado en el columpio.

—¿Cómo estuvieron tus navidades, Hoseokie? —preguntó con voz ligera.

Hoseok le imitó, sin dejar de sonreír.

—Pues bien, ya sabes, papá dirigió el acto de Navidad en la iglesia, mamá cocinó para mí y Jiwoo, hubo muchos regalos... —se encogió de hombros—. Lo mismo de siempre. Lo que me sorprendió fue cuando dijiste que te marchaste a casa de tu hermano luego de Navidad, ¡yo quería entregarte tu regalo!

—Oh, pero Hoseok, te dije que no era–

—¡Anda, no importa, yo quería dártelo! —Hoseok entonces le entregó una bolsa de plástico donde se veía dentro un papel de regalo—. ¡Ábrelo, quiero ver tu cara!

Yoongi sonrió levemente, sintiéndose enternecido, aunque su ansiedad aumentó, y comenzó a abrir el regalo para tratar de distraerse un poco, como fuera, porque tarde o temprano rompería a llorar.

Dentro de la bolsa había un peluche de Kumamon, sosteniendo un corazón, y Yoongi comenzó a reír al verlo. Sin embargo, terminó por enmudecer al leer la frase que estaba en un corazón, en medio del peluche.

¡Kumamon te ama!

(¡Pero Hobi Hobi lo hace más!)

Yoongi sintió sus ojos humedecerse.

—Es para que siempre recuerdes que tu novio soy yo, no Kumamon —dijo Hoseok, un tanto enfurruñado.

Yoongi parpadeó para alejar las lágrimas, y luego besó a Hoseok en la mejilla.

—Es hermoso, Hoseokie —contestó con la voz quebrada—. Gracias. Muchas gracias —tomó aire, abrazando al peluche con fuerza, como si de esa forma pudiera expresar todo lo que estaba sintiendo en ese preciso instante.

—Pero no llores —dijo Hoseok lastimosamente—, no estamos aquí para llorar. Dijiste que teníamos que hablar, así que cuéntame lo que querías decirme.

Cerró sus ojos un momento, tomando aire una vez más, con su labio temblando. Por mucho que se hubiera repetido que no iba a llorar, era más fácil pensarlo que hacerlo, y pudo sentir la forma en que sus ojos se ponían más y más lagrimosos a cada momento.

—Hoseokie, perdóname por favor —murmuró, su tono roto—. Perdóname, no me odies.

—¿Yoonji? —Hoseok lucía confundido—. ¿Qué ocurrió, bebé?

—Lo haré fácil, ¿bien? —Yoongi lo observó, notando el atónito rostro de su novio—. Tú y yo vamos a terminar.

Sus palabras provocaron un silencio entre ellos, tan repentinas que descolocó a Hoseok por completo. La expresión confundida en su rostro era inigualable, y si hubiera sido por cualquier otro motivo, tal vez Yoongi se habría reído.

Sin embargo, ahora sólo permaneció en tenso silencio.

Luego de unos tortuosos segundos, Hoseok desvió la vista y comenzó a jugar con sus manos, sonriendo nerviosamente.

—Pero qué dices —dijo entre pequeñas risas—. Yoonji, sabes que no me gustan estas bromas...

Yoongi no dijo nada, espero a que se detuviera, y cuando Hoseok notó su rostro serio, percibió el hecho de que no se estaba riendo, puso una mueca de pánico. Sus ojos se llenaron de terror ante lo que estaba escuchando.

—¿Terminar? —preguntó, ahora con la voz agitada—. ¿Por qué? ¿Hice algo mal? Yoonji, no podemos terminar, no podemos... Tú me quieres, ¿no es así?

—Te amo —admitió Yoongi.

—¿Ves? Yo igual te amo, ¡cómo vamos a terminar! —Hoseok soltó una risa forzada—. Vamos a seguir juntos hasta que ambos vayamos a la universidad, hasta que saquemos nuestro título, hasta que nos casemos, hasta que tengamos hijos, ¡hasta que seamos ancianos! Porque nos amamos, y la gente que se ama... la gente que se ama no termina —Hoseok tomó su mano—. Me prometiste que siempre estaríamos juntos, entonces, ¿por qué estás diciendo esto ahora?

Le dio un suave apretón, como si de esa forma pudiera hacerle entrar en razón, sin embargo, Yoongi retiró su mano. No sabía cómo explicárselo bien, cómo decirle la verdad sin que sonara extraño o repulsivo para su novio, pero tenía qué hacerlo. No podía seguirle mintiendo de esa forma, no era justo para ninguno de los dos. A pesar de que doliera, era lo mejor para ambos.

—Hoseok —habló, pensando que usar alguna metáfora estaría bien—, Yoonji te prometió que siempre estaría junto a ti. Y tú prometiste que siempre estarías junto a Yoonji. Se lo prometiste a ella, no a mí.

Su novio se puso de pie, arrugando el ceño, sin dejar esa expresión confundida que adornaba su rostro. Quiso seguir hablando, tratar de explicárselo de otra forma, pero no tuvo tiempo para ello, porque Hoseok volvió a hablar:

—Te lo prometí, por eso no vamos a terminar, por eso vamos a seguir juntos–

—Hoseok, escúchame.

—¿Es por lo último que ha pasado? —continuó, ignorándolo—. Bebé, realmente no me importa tu corte de cabello ni cómo vistas, ¡no me tomes en cuenta! No me importa como luzcas, de verdad, pero por favor–

A pesar de que Hoseok lo estuviera diciendo para hacerlo sentir mejor, logró todo el efecto contrario. Además, le estaba poniendo más nervioso también, sin dejarle hablar, sólo especulando lo que estaba ocurriendo, e incluso insistiendo en que ellos no podían terminar. Todo eso estaba desordenando sus ideas, provocando que las palabras que tenía preparadas se mezclaran entre sí.

—Hoseok, cállate.

—Por favor, no terminemos, te amo demasiado. No puedo estar sin ti, no me dejes, te lo ruego, ¡te lo ruego Yoonji!

—¡Hoseok, soy un hombre! —soltó, sin poder evitarlo y sintiendo más ganas de llorar ahora.

Hoseok enmudeció al escucharlo, mucho más sorprendido y desorientado, tan perdido que parecía un animalito callejero.

Yoongi respiró, derrotado, y se puso de pie, porque las cosas no estaban saliendo como él lo planeó alguna vez. Todo estaba saliendo horriblemente mal.

—Soy un chico, Hoseok —continuó, ahora con la voz suave—. No soy una chica. Soy... sé que luzco como una chica, que tú... que tú creciste junto a mí y te enamoraste de ella, pero ella... ella sólo fue un disfraz —quería tomarle la mano, pero sabía que no era lo correcto, no correspondía hacerlo—. Por dentro yo... yo soy un chico. Soy Yoongi, un chico. No Yoonji.

Hoseok retrocedió, negando con la cabeza, antes de sonreír incrédulamente. Era una sonrisa extraña, incómoda, una que nunca vio en el rostro de su novio. Exnovio.

—Yoonji, ¿qué estás diciendo? —murmuró Hoseok—. Es una broma, ¿no? Para castigarme por haber sido tan malo con tu amigo, Jin... Está bien, está bien, no lo haré más, Jin me agrada, así que tranquila, no...

—Hoseok —su tono ahora se volvió grave, sin poder entender para donde estaba yendo la conversación—, no estoy bromeando. ¿Por qué no...? —suspiró, bajando la vista—. Mírame, Hoseok, ¿qué es lo que ves? Mira como luzco. Yo ya no soy Yoonji, la dejé atrás, ahora soy esto, lo que ves ahora. Ahora soy un chico, como tú.

—¡Basta, Yoonji! —Hoseok sollozó, mirándolo—. Eres una chica, eres mi novia, ¿por qué dices esto? ¡Crecimos juntos, somos mejores amigos, somos novios, nos conocemos desde pequeños! Yoonji, he visto tu cuerpo miles de veces cuando vamos a la playa y puedo asegurar que eres una chica, no un chico.

Yoongi hizo una mueca, abrazándose, desviando la vista. El tono de Hoseok no era acusador, no era cruel, era sólo confundido, triste, atónito, incrédulo. Incapaz de creer lo que le estaba diciendo, incapaz de ceder a la penosa verdad.

—Lo siento, Hoseok —dijo Yoongi, levantando sus ojos—. Soy un chico. Estos últimos años he querido negármelo, pero... pero ya no puedo hacerlo más. No puedo negar quien soy. He sido un chico desde que tengo memoria, pero quería mentirme a mí mismo. ¿Por qué crees que no he dormido contigo? Porque esto —apuntó a su cuerpo—, esto no me gusta, no me siento bien con él. No me siento cómodo con mi cuerpo de mujer. Odio el cabello largo, odio los vestidos, odio la ropa de encaje, los sostenes, el maquillaje, odio mis pechos, odio todo de mí —comenzó a llorar en silencio—. ¿Acaso no has visto lo infeliz que he sido todos estos años? ¿Acaso no ves que ser Yoonji me ha matado por dentro? No quiero ser ella. Quiero ser Yoongi, quiero ser quién soy en verdad.

Hoseok no dijo nada, viéndolo, sus ojos llenándose de lágrimas. La incredulidad parecía haber desaparecido, sin embargo, seguía viéndose fuera de sí, tan perdido por lo que estaba ocurriendo frente a él.

—Pero tú eres mi chica... —balbuceó—, tú eres Yoonji... tú eres mi novia...

—No lo soy, Hoseok —Yoongi cubrió su boca, sin dejar de llorar—. No soy tu chica. No soy una chica, ya no más. Soy Min Yoongi, un chico.

—No —siguió negando Hoseok—, no, Yoonji, por favor... Quizás... quizás sólo estás confundida, ¿no es así? Está bien, bebé, voy a ayudarte, lo prometo, no te preocupes...

—¡Basta, Hoseok! —Yoongi se rompió por completo—. ¡No estoy mal, no necesito ayuda, no estoy confundido!

—Yoonji...

—¡Soy un chico, ¿por qué no lo ves?! —dio un paso, y sin poder evitarlo, lo empujó. Hoseok cayó al suelo—. Yoonji ya no existe, Hoseok, esa chica que quieres ya no está y no va a volver, no volverá nunca más. Yoongi soy yo, Yoongi es lo que soy ahora —limpió sus ojos—. Y te amo, Hoseok, te amo, aunque tú no me ames. Lo siento mucho, lo siento tanto...

Hoseok comenzó a llorar en silencio, poniéndose de pie, viéndose encorvado y tan, tan desesperado por lo que estaba ocurriendo frente a él. Yoongi jamás le vio esa expresión, ni siquiera cuando el padre del chico lo corregía.

—Por favor, Yoonji... —lloró Hoseok—, por favor... Si tanto me amas, ¿por qué me haces esto?

El llanto pareció detenerse ante su pregunta, y una irracional rabia lo recorrió.

Porque todos querían a Yoonji, la buena hija, la leal amiga, la dulce novia. Todos la querían, a pesar de que fuera infeliz, a pesar de que fuera una máscara, a pesar de que no existiera. Todos le exigían algo, esperaban algo de ella, pedían que se quedara, aunque eso lo destrozara por dentro.

Y nadie quería a Yoongi, ese niño pequeño en su interior, ese niño roto, quebrado, asustado del mundo. Esa verdadera parte suya que lo hacía feliz, que era real. Nadie lo quería porque nadie lo comprendía.

—No se trata de ti —susurró Yoongi, mirándolo a los ojos—, se trata de mí, Hoseok. Se trata de ser feliz, aunque pierda a la gente que quiera. Y lo siento, lo siento mucho por ti, por haberte mentido tanto tiempo, por no ser lo que querías, pero ya no lo soporto más —tomó aire, su garganta apretada, sus ojos aguados, sus mejillas encharcadas—. Desde ahora seré Yoongi, aunque me odies por eso, pero lo seré.

Hoseok negó con la cabeza, sin dejar de llorar.

—Yo no... —Hoseok apretó sus labios, confundido, apenas consciente de sí mismo—. ¿Tú no estás...? ¿Estás hablando en serio?

—Jamás bromearía con esto.

Hoseok miró a su alrededor, limpiando sus ojos varias veces, pero parecía que el llanto no podía hacerlo desaparecer de un día para otro. Pasaron unos segundos en silencio, hasta que el chico le miró otra vez, con los ojos enrojecidos.

—Está bien, Yoonji —susurró con la voz rota—, si eso es lo que quieres, está bien —aturdido, Hoseok retrocedió—. Entonces tú y yo terminamos —sus labios temblaban, sus ojos estaban hinchados, pero aun así asintió—. Tú no... no me busques, por favor, yo no lo haré. No luego de...

Yoongi volvió a asentir, pero Hoseok ya no lo veía, se había girado.

—Lo siento, pero siempre te voy a amar, Hoseok —dijo Yoongi, abrazando con más fuerza a Kumamon, aferrándose a él como si fuera su salvavidas.

Hoseok comenzó a caminar, pero, aun así, lo escuchó cuando habló:

—Yo igual siempre te voy a amar, Yoonji.

Cinco minutos después, Hoseok ya no estaba allí.

Sólo cuando Jimin llegó, Yoongi se permitió derrumbarse en sus brazos, desgarrado por dentro, su alma rasgada por dentro, pensando en que era su obligación hacer eso, a pesar de que doliera y rompiera su corazón.

Pero, aunque fuera su obligación, no hacía las cosas más fáciles, y Yoongi sabía que esa herida en su alma no curaría en mucho, mucho tiempo, o quizás nunca curaría por completo. Porque las heridas sanaban, pero la cicatriz quedaba siempre allí como un recuerdo de lo que había ocurrido, un recuerdo que llevaría sobre su piel toda su vida, y tendría que aprender a vivir con ese dolor por mucho que costara.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro