2.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Tengo que liberarme,

Dios lo sabe,

Dios sabe

Que quiero ser libre.

~I Want to Break Free, Queen~

Al llegar a casa, notó enseguida que estaba vacía.

No lo dudó, entonces: lo primero que hizo fue encender la PC, abriendo Youtube, y poniendo la primera canción que salió.

Ahogada, desesperada, se quitó el vestido y cerró sus ojos.

I want to break free —cantó en voz baja quedando sólo en ropa interior, cerrando la puerta con llave—, I want to break free... I want to break free from your lies, you're so self satisfied, I don't need you, I've got to break free... God knows... God knows I want to break free...

Observó la imagen de Freddie Mercury vestido como mujer, cantando mientras pasaba la aspiradora; a Brian May con los tubos en su cabello, llevando un pijama largo encima; a John Deacon fingiendo ser una anciana, la abuela del grupo; y a Roger Taylor... Yoonji amaba como se veía Roger Taylor vestido como una chica, como si calzara perfecto, como si no estuviera incómodo en ese papel.

Se tiró sobre la cama mientras la voz de Freddie Mercury resonaba en los parlantes, cantando en voz baja.

Sus papás odiaban esa banda. Odiaban a Queen y todo lo que representaba.

A pesar de estar casi en el 2011, a pesar del potente activismo gay, todos en ese pueblo de mierda parecieron haberse quedado cincuenta años atrás, y todo lo que tuviera relación con la palabra homosexual estaba fuertemente rechazado. Y no sólo con esa palabra, sino con todo lo que se alejara de la palabra religión.

Y Queen, Freddie Mercury, era todo lo que sus padres odiaban.

Irreverente. Libertino. Homosexual.

Miró sus manos, pensando, y luego se puso de pie.

A continuación, sonó Don't Stop Me Now, y tarareó en voz baja mientras abría una página de internet. Se quitó el brasier y buscó entre el montón de su ropa unos pantalones anchos y una sudadera que Jimin dejó cuando se marchó a la universidad. Su mamá odiaba que se pusiera la ropa de su hermano mayor, diciéndole que esas prendas no iban con ella, pero hacía oídos sordos alegando que era sólo para estar en casa.

Se acurrucó, pensando en lo cómoda que se sentía así, con esa enorme sudadera masculina, con ese estilo que sus padres rechazaban.

Movió el mouse por la pantalla, y se quedó un momento en blanco, su mente pensando en lo que podía escribir.

Sintiéndose mareada, comenzó a escribir en la pequeña barra de Google.

Transgénero.

El navegador arrojó un montón de resultados, por supuesto, y mordió su labio inferior cuando leyó los títulos de cada página.

No era la primera vez que buscaba ese término por internet. Cada pequeño momento a solas, lo utilizaba para buscar términos así. Como un pequeño desahogo, como una pequeña forma de comprenderse mejor.

Luego, al lado de la palabra, marcó otra cosa.

Ayuda transgénero.

Nuevos resultados. Páginas, blogs, periódicos dedicados a ayudar a las personas que fueran acosadas, molestadas.

Pero también páginas religiosas ofreciendo eliminar aquella enfermedad, aquel sufrimiento que causaba dolor.

Yoonji sintió su estómago revuelto.

Marcó un blog de ayuda, pero para poder interactuar con los demás integrantes era necesario un usuario, y Yoonji nunca llegó tan lejos para eso.

Demasiado arriesgado. Demasiado imprudente. ¿No era osado hacer eso, sabiendo que sus papás podrían descubrirlo en cualquier momento? Y si lo pillaban, ellos iban a enloquecer.

Pero quería hacerlo. Deseaba hacerlo.

Fue a su cuenta de correo y se creó una cuenta falsa que luego ingresó al blog. Al pensar en su nombre de usuario, lo único que se le ocurrió fue D_Boy.

Respiró profundamente mientras la página cargaba, para luego ir al chat del grupo. Había sólo unas pocas personas conectadas que conversaban algo sobre la nueva canción de un grupo. Con las manos temblando, escribió su primera palabra.

D_Boy:

Hola.

Esperó unos segundos, sintiendo su estómago encogerse y rogando que no la ignoraran. No quería sentirse más enferma de lo que ya se sentía.

Jenny:

Oh vaya, tenemos un nuevo. ¿O nueva?

Nochu:

Eres terrible, H.

Sonrió minúsculamente, sintiendo sus labios temblando, y ocultó su rostro entre sus manos. Bien. Bien. No debía asustarse, dar rienda suelta a su histeria.

D_Boy:

Lamento si interrumpí su conversación...

Nochu:

No te preocupes, no pasa nada. Todos son bienvenidos/as aquí.

Jenny:

Eres tan dulce, J., mereces un premio.

Stitch:

Me están asustando al nuevo/a. Compórtense, monstruitos.

Ante las palabras del nuevo integrante al chat soltó una suave risa, bajándole el volumen al parlante mientras Innuendo resonaba en el cuarto.

Algo llamo su atención, entonces. Un pequeño mensaje personal.

Volvió a sentir la ansiedad comiendo su estómago, pero abrió la ventana, y vio que al parecer era un mensaje de bienvenida de uno de los integrantes.

Dejando el chat de lado mientras los usuarios se enfrascaban en una inocente discusión, abrió el mensaje de Nochu:

¡Hola! Bienvenido/a a este pequeño grupo, espero que te sientas cómodo/a con todos nosotros y nosotras. Somos una pequeña familia dispuesta a recibirte con los brazos abiertos si gustas.

Ahora, quizás esto te parezca un poco apresurado, pero me gustaría conocerte. No pude resistirme y verifiqué tus datos, lo siento, ¡sin embargo, la notica buena es que vives cerca de Daegu! Si algún día gustas, y estás por esta ciudad, puedes contactarme. Siempre le ofrezco esto a la gente nueva porque sé lo difícil que es todo esto.

No estás solo/a, ahora nos tienes a nosotros y nosotras.

Mi nombre es Jungkook, tengo 19 años y soy una persona de género fluido.

Si crees que es muy apresurado, ¡puedo entenderlo! Así que no te preocupes si no deseas responder ahora.

¡Bienvenido/a, D_Boy!

Yoonji no se dio cuenta de ello hasta que terminó de leer el mensaje, pero estaba llorando. No sabía realmente el por qué. ¿Acaso era por la clara amabilidad en el pequeño mensaje enviado por ese chico? ¿Acaso se sentía tan vacía, tan sola, tan... tan despreciada, que una simple muestra de cariño, de comprensión, la estremecía por completo?

No lo sabía, no tenía respuesta para esas preguntas, sin embargo, tampoco le interesaba mucho el poder contestar algo imposible.

Secó sus mejillas llenas de lágrimas antes de tomar aire y teclear una respuesta.

Hola Nochu, muchas gracias por tu bienvenida, pero por sobre todo, gracias por querer aceptarme en este pequeño grupo.

Soy Yoongi y tengo 17 años.

Soy un chico.

Me gustaría conocerte algún día, si no es mucha la molestia, pero mientras, podemos hablar por aquí, ¿está bien?

Espero tu respuesta.

Yoonji suspiró, cerrando sus ojos un momento, y salió rápidamente de la página, sacando la música, cuando escuchó a su mamá avisando que estaba en casa. Se hizo una breve nota mental de eliminar las páginas del historial una vez volviera a encender el computador, y bajó a ir a saludar a su progenitora, disimulando que todo estaba bien.

—¿Otra vez con la ropa de Jimin, Yoonji? —regañó su mamá al verla vestida de esa forma—. Ya te he dicho miles de veces que así luces como una vaga.

La chica pasó por alto sus palabras, encogiéndose de hombros con indiferencia.

—Es cómoda —fue lo único que dijo de forma estoica.

Su madre negó con la cabeza, llevando las bolsas del supermercado a la cocina mientras Yoonji le seguía.

—Imagínate si te cortaras el cabello, ahí si lucirías como un chico —su mamá se estremeció, mirándola de golpe—. Tal vez deberías dejarte crecer el cabello, lo tienes demasiado corto–

—No.

La única palabra fue dura, casi enojada, llena de disgusto e incomodidad.

Su cabello no era demasiado largo, llegando sólo hasta los hombros, liso y corto. A Yoonji le gustaba de esa forma, porque cuando podía agarrarlo, lucía como un chico, no como ella. Si fuera más largo, con toda probabilidad luciría más femenina, y eso... eso le hacía sentir asco por sí misma.

Su mamá la observó, y Yoonji pudo leer la sorpresa y la angustia allí.

Mierda. Mierda.

Si la estaba mirando de esa forma, como si estuviera intranquila por un simple corte de cabello y ropa de su hermano mayor...

—Este fin de semana iremos a comprar ropa para ti —dijo de pronto Hyeyin, tratando de lucir calmada—, más bonita para una chica como tú.

Joder.

Su mano tembló.

—La ropa es ropa —barboteó atropelladamente—, y no quiero más, mi clóset ya tiene mucho, y siempre puedo usar la ropa de Jimin aquí–

—No —ahora fue la voz de su mamá la que salió fría y dura—, eres una chica, Yoonji, no vas a utilizar la ropa de tu hermano. Ahora, ven a ayudarme a cocinar —continuó, cambiando de tema antes de volver a sonreír de manera afable—, ya verás que le puedes hacer estas recetas a Hoseok cuando se vayan a vivir juntos y se casen —Hyeyin desvió la vista—. Serás la esposa perfecta para tu novio.

Yoonji parpadeó, tratando de enfocar su vista en cualquier otro lugar que no fuera su madre. Tratando de desviar sus pensamientos de lo que acababa de decir, de sus ojos cubiertos por una sombra de inquietud y desazón.

Eso sólo significa una cosa.

Su mamá tenía sospechas de que había algo mal con su hija.

Pero, por supuesto, en lugar de hablarlo con ella, hizo como si nada de eso existiera. Echando agua al fuego, pero sin preocuparse de las brasas que podían quedar y que, en algún momento, harían volver a arder todo.

Y una vez que todo ardiera otra vez... Yoonji tendría sólo dos opciones. Quemarse o salvarse a sí misma.

¡gracias por leer!

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