22.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Dame cinco minutos, no te he insultado,

Soy educado y cortés, y estoy jodido.

No querrás tener nada que ver

Con los chicos como yo.

Ojalá me hubieras visto ayer, cuando era

Formidable, formidable...

Tú eras formidable, yo era miserable.

Éramos formidables...

~Formidable, Stromae~

Cuando llegó el lunes, con la nueva semana escolar, se vio obligado a volver al colegio. Con ese simple hecho, todo pareció volver a romperse lentamente.

El día transcurrió con esa tortura dolorosa de escuchar ese nombre salir de la boca de sus profesores. Ellos se negaron con rotundidad a tratarlo de otra forma, así como sus compañeros, que no dejaron de hacerle esas jugarretas maliciosas. Sin embargo, fue distinto también: Taehyung se sentó a su lado e impidió que las cosas se volvieran tan malas.

Yoongi pensó que, tal vez, las cosas no serían tan horribles. Al menos, hasta que llegó la última clase del mediodía, antes del almuerzo, y sintió un retorcijón en su estómago. Fue en medio de la clase de química, y cuando el timbre tocó, se quedó quieto, sin moverse de la silla y perdiendo el color de la cara. Pudo sentir el calor en su entrepierna.

Todos salieron, excepto Tae, que se giró para verlo. El chico más alto frunció el ceño levemente al notar su rigidez.

—¿Ocurre algo, Yoongi? —preguntó, confundido.

Sus labios temblaron ante lo que iba a pedir, pero no tenía opción alguna en ese momento. Taehyung era el único que podía ayudarlo de alguna forma, sin llamar la atención de nadie.

—Taehyung —dijo seriamente—, voy a ponerme de pie, ¿bueno? Y me giraré, y me vas a decir qué ves.

Tae asintió con expresión confusa, y esperó a que no hubiera nadie allí dentro. Una vez quedaron a solas, hizo lo que le dijo a su amigo.

Hubo un pequeño silencio.

—¡Oh, mierda!

Se sentó de golpe, apretando su mandíbula, en tanto Tae se ponía de pie de forma presurosa. No le miraba a los ojos.

—Iré a buscar a Lisa —masculló Tae—, le preguntaré si anda con compresas.

Asintió y Taehyung salió del salón apresuradamente. Llevó las manos a su regazo y maldiciendo a su memoria por no recordar los días de menstruación. Maldiciéndose a sí mismo por olvidar ese importantísimo detalle.

Bajó la vista cuando a la sala entró Joohyun riéndose, con Seulgi y Yerim detrás de ella. Fingió terminar de escribir una tarea, tratando de no prestarles atención.

—¿Así que ya estás saliendo con Hoseok? —preguntó Yerim en voz alta, con mala intención.

—¡Claro que sí! —respondió Joohyun entusiasmada, mirando sus uñas—. ¿Y a qué no adivinan, chicas? ¡Nos acostamos ayer!

La hoja de papel se rompió cuando el lápiz hacía un rayón debido a la fuerza que aplicó.

No dijo nada, mirando de forma inexpresiva el papel, pero sintiendo como iba a vomitar de pronto. Sintiendo que quería estar en cualquier otro lugar, menos allí, escuchando las escandalosas risas de esas chicas. Sin querer sentir ese fuerte dolor en su corazón, que se estrujó ante el pensamiento de Hoseok amando a otra persona.

—¡Mentira! —chilló Seulgi entre risas—. ¿Y cómo es?

—¡Una bestia! —contestó Joohyun—. ¡Me dijo que era increíble en comparación a su antigua novia! Dijo que su exnovia no lo calentaba para nada.

Perra mentirosa, quiso decirle, recordando cuando ambos tenía trece años y Hoseok tenía pequeños accidentes si Yoonji pasaba a tocarle la entrepierna. Recordando esos últimos meses juntos, cuando a Hoseok se le endurecía sólo por unos simples besos.

—¡Y su papá nos dio la bendición! —prosiguió Joohyun, mirando ahora directamente a Yoongi—. Ayer, en el culto de la mañana, me quedé hablando con él y me dijo lo feliz que estaba que yo estuviera interesado en su hijo. ¡Dijo que la grosera e insulsa de Yoonji era lo peor que le pudo haber pasado a su hijo!

Las tres chicas se rieron.

Yoongi no lo soportó más, escuchando los crueles comentarios de sus compañeras. Tuvo que haberse controlado, pensado dos veces, pero no podía quedarse en su lugar mientras ellas se reían. Se puso de pie y se lanzó a golpearla, agarrando a Joohyun de los cabellos y tirando de ella al suelo.

Yerim y Seulgi comenzaron a gritar por el horror, en tanto su amiga gemía del dolor ante los duros golpes que Yoongi le daba, y sólo cuando Tae entró con Lisa pudieron separarlos. Tae logró sostener a Yoongi y Lisa ayudó a Joohyun a ponerse de pie, con el labio roto y los ojos llenos de lágrimas.

—¡Eres una perra! —gritó Joohyun—. ¡Una puta! —Yoongi trató de soltarse, y entonces los ojos de la chica se abrieron por la sorpresa—. ¡A Yoonji le llegó el período! —chilló escandalizada, antes de comenzar a reír—. ¡A un chico le llegó el período! ¡¿Y ahora qué eres?! ¡¿Yoonji o Yoongi?!

Tae tiró de él para que no volviera a pegarle.

—¡A los chicos no les llega el período! —se burló Seulgi, y rebuscó en su mochila, sacando una compresa—. ¿La necesitas, Yoonji? —y sin esperar una respuesta, se la lanzó a la cara.

—¡Espera, que yo igual tengo una! —dijo Yerim, agarrando su mochila—. ¡Hasta te puedo prestar unos pantalones, sólo si prometes no mancharlos con tu sangre!

Antes de que se siguieran burlando, Taehyung lo sacó de la sala, con Lisa pisándole los talones. No lo pensaron bien, pues lo sacaron a un pasillo lleno de gente.

Tae se ganó detrás de él, cubriéndolo, con Lisa tirándolo para llevarlo al baño. Al baño de chicas.

Su estómago se retorció cuando entró, porque todo en él parecía indicar que seguía siendo una chica, por mucho que tratara de luchar contra ello.

La pelea entre Joohyun y Yoonji corrió con velocidad por el colegio, y no sólo eso, sino que también la burla de que a Yoonji le llegó el período en clases y manchó su pantalón.

Hoseok recordaba muy bien la expresión que ponía Yoonji cuando andaba con la menstruación, de completa desdicha y odio. Siempre lo asoció a que esos días eran incómodos para las chicas, por lo que trataba de ser más atento aquellas veces con su exnovia, regalándole chocolates y dándole muchos mimos. Yoonji siempre sonreía ante sus intentos torpes de hacerla feliz, sin embargo, Hoseok también podía ver en sus ojos que la seguía pasando mal y lo único que quería era desaparecer de allí.

Y ahora, como estaban las cosas...

Joohyun estaba lloriqueando a su lado, pintando sus labios para cubrir la herida que tenía, mientras murmuraba maldiciones contra Yoonji, y Hoseok la miró.

Era bonita, preciosa, eso lo sabía. Todos en el colegio lo sabían. Joohyun tenía el cabello negro, largo y sedoso, era delgada y con una sonrisa que volvía loco a cualquiera. Sus pómulos eran un tanto marcados y sus ojos atraían a todo el mundo, además de tener una voz suave y dulce.

Su papá siempre le dijo Joohyun era un buen partido para él.

Incluso Yoonji se lo dijo, cuando ambos tenían sólo catorce años, eran sólo amigos, y Joohyun dio los primeros indicios de que quería algo con él.

Pero a él nunca pudo gustarle. Joohyun era... era demasiado demandante, grosera y con deseos de tener la atención puesta siempre en ella.

Además, Hoseok siempre quiso a Yoonji, desde que tenía memoria alguna. Desde que Yoonji le llenó el rostro de besos cuando lo encontró llorando, porque su papá le azotó las manos el día que le dijo que quería ser bailarín, a los diez años.

Yoonji siempre lo sostuvo cuando las cosas en casa estaban mal, cuando hacía algo que no correspondía ante los ojos de su papá. Siempre estuvo a su lado para sostenerlo, para quererlo, para decirle que no estaba solo en el mundo.

Todo el mundo creía que Joohyun era hermosa, pero ante los ojos de Hoseok, Yoonji, con su expresión agria y comportamiento sarcástico, era brillante y preciosa.

Pensar en su exnovia, siendo humillada y denigrada, hizo que algo se rompiera en su interior.

En ese instante, Taehyung se sentó frente a él, con expresión cansada. Joohyun miró a su amigo con odio mal disimulado.

—Espero que hayas llevado a esa perra al director —le dijo Joohyun entre dientes.

Tae miró a la chica con burla.

—¿Y a ti qué te importa? —replicó con disgusto—. ¿Acaso quieres que le diga que copiaste en el examen de álgebra, Joo?

La chica enrojeció, mirándolo ahora de forma exigente.

—¡Dile algo! —le ordenó.

Hoseok le devolvió la mirada.

—¿Por qué debería? —preguntó, arrugando los labios.

Los ojos de la chica brillaron.

—Porque tu papá ayer prácticamente me trató como tu novia —gruñó, cruzándose de brazos—, y estoy segura de que no le hará gracia saber que no me has defendido ante tu amigo rarito.

Hoseok se tensó y Tae la fulminó con la mirada.

Su papá no sólo detestaba a Yoonji, sino también a Taehyung, y siempre que tenía oportunidad le decía que buscara nuevos amigos. Todo eso debido a que los padres de Taehyung eran divorciados, la mamá de su mejor amigo criaba a sus tres hijos sola y era doctora en el hospital, un cargo que, según su padre, una mujer no debería tener.

Además, la familia de Tae llegó cuando él tenía diez años, y jamás quisieron asistir a la iglesia porque, según la madre de su amigo, los valores se enseñaban en casa, no en un culto.

Cuando su padre escuchó eso, le dijo que tenía que alejarse inmediatamente de ese chico. Pero Hoseok no lo hizo caso, ganándose con ello unas cuántas bofetadas que Yoonji se encargó de cuidar.

Tragó saliva.

—No le hará gracia saber que tú eres una puta —dijo enfadado Tae.

Joohyun le miró con incredulidad.

—¿No lo ves, oppa? —chilló, enrabiada—. ¡El rarito no puede ser más tu amigo! Es amigo de la asquerosa de Yoonji, ¡la defiende y no le importa tu opinión!

Tae dejó salir un resoplido, ignorando las palabras de la chica y centrándose en sus ojos.

—Lalisa está cuidando de Yoonji en la enfermería —fue lo único que dijo antes de ponerse de pie, llevándose su almuerzo.

A Hoseok le llamó la atención que se llevara su bandeja del comedor.

Joohyun parecía a punto de hacer un berrinche.

—Joohyun, detente, por favor —pidió, cansado.

La chica hizo una mueca para luego tratar de poner ojos de cachorrito.

—No me puedes pedir eso, oppa —dijo con voz dulce—, no somos novios.

Ese oppa envió un escalofrío por su espina dorsal.

Yoonji jamás lo llamó oppa, en ningún momento de su vida, a pesar de ser sólo un mes mayor que ella. Siempre fue Hoseokie, Hobi o Seokie. Y para Hoseok, esos tiernos apodos siempre estuvieron bien.

—Joohyun, ya te dije ayer que no estoy interesado en tener novia en este momento —le recordó con amabilidad, aunque por dentro quería gritarle a la chica.

La expresión de Joohyun se volvió lastimosa.

—Oppa, por favor —lloriqueó—, prometo no decirte que soy un chico de un día para otro como esa zorra.

Sus manos temblaron, pero tomó la bandeja y se puso de pie.

—Necesito un poco de aire —masculló Hoseok—, nos vemos en clase.

—¡Oppa!

Ignoró sus gritos y botó el resto del almuerzo, saliendo del comedor mientras pensaba en el rostro pálido de Yoonji ese día, en sus fríos y rotos ojos. Desde que terminaron que no quería mirarla demasiado, porque sentía que si lo hacía, iba a perderse en sus sentimientos, en su mirada, en sus labios.

Hoseok siempre amó besar a Yoonji, porque se sentía como si fuera el lugar correcto para él.

Antes de darse cuenta, se detuvo fuera de la sala de enfermería, con la mano levantada lista para tocar la puerta entreabierta.

—Hablé con el director, pero ha dicho que no te mandará a casa por esto —dijo repentinamente Lisa, con la voz teñida de pena—. Dijo que deberías haber andado preparado para esto, y que no es su culpa que no hayas traído una muda de ropa.

En el lugar resonó una risa sarcástica.

—La semana pasada a Jennie le ocurrió esto mismo y la dejaron salir como si nada —contestó Yoonji, hastiada—. Tae, ¿te comerás eso o qué?

Pudo sentir movimiento en el lugar, pero no se movió.

—Te lo traje para ti —dijo Tae con ternura—, me di cuenta de que no trajiste almuerzo.

Casi podía ver a Yoonji haciendo una mueca.

—Se me quedó en casa.

Y Hoseok sabía que Yoonji estaba mintiendo. No podía verla, no podía observarla, pero por todos los cielos, Hoseok llegó a conocerla mejor que nadie. Hoseok sabía adivinar sus sentimientos con sólo escuchar su tono de voz.

Tragó saliva.

—Gracias de todas formas, TaeTae.

Hubo un momento de silencio mientras podía sentir a Yoonji comer, con toda seguridad, sus amigos observándola.

—Ya verás que todos se olvidan de esto pronto —dijo Lisa.

No, Hoseok sabía que esto no sería olvidado por nadie. Todos en ese lugar parecían de pronto odiar a Yoonji con todo su corazón, a pesar de que unas semanas atrás la trataban de forma amable y dulce.

¿Qué había cambiado? Sólo un corte de cabello y la ropa que usaba.

No, en realidad no. Cambió más que eso.

Yoonji quiso romper los moldes de ese lugar, expresarse y ser ella misma en un lugar que no estaría nunca preparado para eso.

—Sólo son seis meses —dijo Yoonji con calma—, sólo eso debo soportar.

¿Y luego qué?, pensó Hoseok, sintiendo como se volvía a romper su corazón, porque ellos planearon toda una vida juntos, saliendo de la preparatoria, yendo juntos a la universidad, arrendando un departamento para ellos dos, nadie más.

—¿Qué harás entonces, Yoongi? —preguntó Tae.

Yoongi, no Yoonji. Tae ya aceptó esa inevitable realidad.

¿Por qué a él se le hacía tan difícil ver a un chico donde antes estuvo una chica?

—Namjoon me ofreció ir a vivir con él —dijo Yoonji.

¿Quién?

Recordó al chico de hoyuelos, alto y delgado que la estaba esperando el otro día.

Los celos bulleron al recordar también el abrazo que le dio, como los ojos de ese chico parecieron brillar al ver a Yoonji.

—¿Y Jimin?

—El departamento de Jimin lo pagan mis padres —la voz de Yoonji se tornó amarga—, y no me arriesgaré a quitarle su financiamiento por mi culpa. No, deberé salir adelante solo.

Hoseok apoyó su frente en la pared un momento, cerrando sus ojos, tomando aire.

Yoongi. No Yoonji, se repitió.

—¿Quieres que hable con Hoseok?

Taehyung habló en ese momento.

Parpadeó, sintiendo como su respiración se cortaba. Pasaron unos segundos en silencio.

—No —la voz de Yoonji sonó quebrada—, Hoseok se merece a alguien mejor que yo.

No hubo más palabras sobre él, así que no tardó en marcharse de allí.

Hoseok no se merecía a alguien mejor, porque no había nadie mejor que Yoonji.

Yoongi. No Yoonji, se repitió por el resto del día.

¡gracias por leer!

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