25.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Cállate, no hables,

Cuando escupes tu veneno mantén la boca cerrada.

Odio cuando siseas y predicas sobre tu nuevo mesías,

Porque tus teorías se incendian.

No puedo encontrar tu parte buena,

No tengo intención de juzgar, pero cuando lees tu discurso,

Es agotador, ¡ya basta!

Me cubro los oídos como un niño,

Cuando tus palabras no significan nada,

Yo digo la, la, la.

Subo el volumen cuando hablas,

Ya que mi corazón no puede pararlo,

Encuentro una forma de bloquearlo diciendo la, la, la...

~La la la, Naughty Boy ft. Sam Smith~

Nochu:

¡Adivinen quién ha estado jugando con mi móvil!

¡Este idiota!

Im:

Oh Dios...

¿Se pelearon otra vez?

GD:

¡Nos tomamos un tiempo, otra vez!

¿Así estamos jugando, Jungkook?

¡Pues miren a quién le gusta jugar antes del sexo!

Mochi:

Uf, men, mira esas piernas...

GD:

¡¿QUÉ DEMONIOS HACES AQUÍ, MIN?!

Mochi:

Consolando a Kookie, qué más.

Nochu:

¡Los dos son un par de cavernícolas!

¡Simios!

Monnie:

Ya que todos pasan imágenes, yo igual lo haré

¿No soy lindo?

Stitch:

No.

Im:

No.

Delfín:

No.

D_Boy:

Muy lindo.

Mochi:

Khe.

Nochu:

Khe

Im:

Khe

D_Boy:

Fue un accidente.

Pasé a derramar jugo sobre el teclado.

Stitch:

Ajá, claro.

Monnie:

Gracias, Yoongi <3

D_Boy:

No fue nada.

Uy, ahora un gato entró por la ventana y envió esta foto.

Nochu:

¿Ese gato empieza con Yoon y termina en gi?

D_Boy:

Baia baia, pero qué tenemos aquí

Nochu:

¡MIN YOONGI!

GD:

¡JEON JUNGKOOK!

Mochi:

¡PASEN EL PACK DE JUNGKOOK!

Nochu:

Básicamente, me estás pidiendo que cante una de tus canciones

D_Boy:

Sólo el coro.

Nochu:

¿Y qué gano yo con ello?

D_Boy:

El pack de Jimin

Nochu:

En el hipotético caso de que quisiera ese pack (que no quiero)

¿Vienen fotos de sus abs? (pero no quiero, recuérdalo)

D_Boy:

De sus abs, su traserito cuando era bebé y cuando hacía danza moderna

Nochu:

Envíame la canción.

La profesora Suran terminó de leer la composición que hizo, sin dejar esa expresión pensativa, y Yoongi sintió como el dolor en su estómago se volvía más y más pesado a medida que los segundos pasaban.

Quizás no lo hizo bien. Quizás no fuera una buena canción. Quizás no era bueno en eso y tenía que retirarse y no–

—Es demasiado hermoso, Yoongi.

Parpadeó, enfocando su atención en la expresión emocionada y conmovida de su profesora, antes de fruncir el ceño en señal de desconfianza, negando con la cabeza.

—No es tan bueno —murmuró, mientras paseaba sus dedos sobre las teclas del piano—. Es sólo el primer borrador, nada demasiado grande.

La mujer arrugó los labios, negando con la cabeza, y se estiró a tirarle levemente de su cabello.

—Es bueno, muy bueno —leyó la letra otra vez—. Así que quieres grabar lo instrumental, ¿no es así?

—Sí —contestó Yoongi—, pero también quiero grabar con su voz, profesora. Una primera prueba, para ver si se oye bien, si... si puedo hacerlo —lo último lo dijo en voz baja, casi de forma inaudible, pero la mujer lo escuchó.

Shin Suran siempre vio un enorme potencial en Yoongi, no sólo por su forma de tocar el piano, sino también por la manera en la que se expresaba mediante éste. Por como sus dedos se movían por sobre las teclas, por la pasión que podía mostrar con esos simples movimientos. La forma en la que Yoongi tocaba el piano era más que simple gusto, era un verdadero amor, una verdadera conexión que no vio en ningún otro estudiante.

Por eso, cuando Yoongi se disculpó a los trece años, diciéndole que no iba a volver a tocar más, ella pudo sentir como una estrella se apagaba en el cielo. Y lo observó de lejos, viendo la pena, el dolor en su rostro, la distancia, el muro que parecía crear con todos a su alrededor, incluso con su novio. Suran podía ver que algo no estaba bien con Min Yoonji, pero ahora, cuando veía a Min Yoongi, sólo veía a un chico tranquilo y feliz.

—Lo podrás hacer, Yoongi —animó ella, sonriendo—. No sabes lo talentoso que eres para esto, ¿no? —el menor sonrió con pesar—. Haremos que suene perfecto, estarás orgulloso de tu trabajo porque yo ya estoy orgullosa de ti.

Los ojos de su estudiante brillaron.

—¿De verdad? —preguntó con inseguridad.

Antes de que pudiera contestar, la puerta del salón fue abierta. Y un furioso Seokjin entró.

Yoongi soltó una maldición.

Jin venía con el labio sangrando, un moretón en su mejilla izquierda, y la ropa llena de basura, además de que su mochila estaba rota.

—¡Esos imbéciles no tienen nada mejor que jodernos la vida! —gritó, rabioso.

El de cabello negro abrió la boca para decir algo, pero de forma rápida, los ojos de Jin se llenaron de lágrimas y se derrumbó.

Yoongi alcanzó a abrazarlo contra su pecho a pesar de ser más bajo, acariciándole el cabello y escuchando su suave murmullo:

—Por qué, por qué, por qué...

Y Yoongi podía comprenderlo, sin necesidad de preguntar, a qué se refería con eso.

Por qué hacían eso cuando no hicieron nada malo. Por qué hacían eso sólo por tener gustos distintos. Por qué hacían eso sin darse cuenta de lo crueles que podían llegar a ser. Por qué no notaban sus acciones. Por qué hacían eso cuando ellos nunca se metieron en sus vidas.

Por qué, por qué, por qué.

La dolorosa pregunta sin respuesta que jamás podría ser contestada.

—¡Piernas de mujer, Yoonji tiene piernas de mujercita!

Ignoró el grito burlón de Jiho mientras pasaba un paño por su nariz, deteniendo el sangrado luego de que la pelota hubiera llegado a su rostro, y se limitó a hacerle un gesto con el dedo.

—¡Min Yoonji, no hagas esos gestos!

Pero, por supuesto, el entrenador Kim lo pilló, y le llamó la atención sólo a él, no a la panda de simios que lo agredió de esa forma tan cobarde. No, porque los hizo jugar a los quemados, lo escogieron a él como víctima y lanzaron las pelotas tan fuertes como pudieron, sin importar a donde lo iban a golpear. Y cuando llegó una a su rostro, tan fuerte que incluso le sacó sangre en la nariz, el juego se detuvo, el entrenador les dijo que al rostro no y lo mandó a la banca sin decir otra cosa.

Suspiró, mirando al frente, notando que el sangrado ya había pasado, y tomó la botella que Tae le tendió. Su playera estaba llena de sangre, pero poco le importó, porque luego tendría que cambiarse. Iba a tener que esperar a que todo el mundo se marchara antes de poder entrar a una ducha, porque no iba a bañarse con esos monstruos allí metidos.

—Podría preguntarle al entrenador si nos deja ir a la enfermería —dijo Tae con expresión preocupada.

—Está bien —hizo un gesto despectivo—, no fue nada grave, me siento mejor.

Su amigo no parecía convencido, pero no dijo algo más para su propio beneficio.

Mientras estaba todavía sentado, pudo observar a sus compañeros aprovechando el poco tiempo libre para hacer lo que fuera. La gran mayoría estaba jugando un partido de fútbol, con las chicas dando ánimos, y sus ojos se fijaron en Hoseok, sentado en la banca, tomando agua.

No habló con él desde ese día en la iglesia, unas semanas atrás, aunque a veces se sorprendía observándolo en silencio, analizando sus facciones y pensando en lo que se sentiría volver a tenerlo a su lado, besarle y quererle sin barrera alguna. Por supuesto, esos pensamientos se evaporaban cuando Joohyun llegaba, sentándose a su lado y llamando su atención, como pasó en ese momento.

Desvió sus ojos cuando la bonita chica prácticamente se arrimó al lado de Hoseok.

—La clase ha terminado —dijo el entrenador, llamando la atención de todo el mundo—, ¡vayan a bañarse y quítense ese apestoso olor, mocosos!

Yoongi suspiró mientras sus compañeros pasaban a su lado, ignorándolo, camino a las duchas, y comenzó a recoger sus cosas.

—Yoonji, no entiendo —dijo Jackson, deteniéndose a su lado y mirándolo con falsa comprensión—. No tienes pene, pero tampoco pechos, ¿qué eres acaso?

El resto de sus compañeros se rieron y Tae gruñó una maldición en voz baja.

—Jackson —contestó Yoongi con falsa dulzura—, tu pene es tan inexistente como mis pechos, así que cállate.

Hoseok pasaba a su lado en ese momento, y cuando lo escuchó, comenzó a reír. Joohyun le miró, ofendida, y tiró de Hoseok que seguía carcajeándose.

Jackson lo tomó de la camisa, furioso.

—¿Te crees muy lista, puta? —le gruñó, asqueado—. Ya verás que vas a dejar de reírte cuando...

—Basta —Tae lo empujó, haciendo que lo soltara—, no quieres que llame al entrenador.

Jackson hizo un gesto grosero, dándole la espalda, y caminó hacia los camerinos.

Dejó salir el aire, frotando su cabeza, y Tae le miró con clara preocupación. Por un momento, quiso decirle a su amigo que no era necesario que le vigilara, que podía cuidarse solo, que no era un niño pequeño para que estuviera todo el tiempo encima de él, sin embargo, sabía que eso sería ser grosero y malagradecido, pues Taehyung tenía buenas intenciones y quería cuidarlo.

Además, sabía que si estaba sin alguien a su lado, no dudarían en agredirlo.

Tae le dijo que iría a darse una ducha y lo esperara, así que se quedó sentado en la banca, pensando en todo lo que tendría que hacer durante la semana. Debía esperar a que Taehyung llegara y todos se hubieran ido iba de las duchas para irse a bañarse, con su amigo cuidando la puerta para que nadie entrara. No iba a bañarse con todo el mundo allí, esperando que bajara la guardia en algún momento.

Su amigo llegó diez minutos más tarde, diciéndole que las duchas se vaciaron, y tranquilamente fue a los baños masculinos, ahora vacíos. Dejó su ropa sobre la banca, desnudándose, y procedió a encender la ducha, dejando que el agua sacara la sangre y las malas sensaciones de ese día.

Mientras, Tae se encontraba fuera del baño jugando con su móvil cuando sintió unos pasos acercándose. Frunció el ceño, fastidiado, creyendo que sería algún idiota que lo quería molestar, pero levantó la vista y se encontró con su novia.

Su primer pensamiento fue de alegría al verla allí, pero luego algo se quebró al notar a Lisa llorando.

Y después se dirigió a su cabello.

Ahogó un grito de horror.

—Lisa, ¿qué ocurrió? —preguntó preocupado, acercándose para abrazarla, con sus dedos acariciando su nuca, sus cabellos cortos y macheteados.

—Ahn Hyojin —sollozó Lisa contra Taehyung—, me agarró y me preguntó si me juntaba con Yoonji porque era lesbiana —Tae se alejó, con la mirada oscurecida—. Ella con Jeonghwa, Sunmi y Tiffany me llevaron al baño y cortaron el cabello, y dijeron que si le decía a alguien, la próxima vez no tendrían compasión.

Tae murmuró una maldición, abrazándola con más fuerza y tratando de tranquilizarla a pesar de que Lisa estuviera llorando sin control alguna, gimiendo en voz baja por la horrible experiencia que pasó. Tae estaba seguro de que Jiho y Jackson les dijeron a sus novias, Hyojin y Jeonghwa respectivamente, que le hicieran eso a Lisa por haber defendido a Yoongi.

Miró a la puerta del baño, pensando en lo culpable que se sentiría Yoongi cuando viera a Lisa con ese horrible corte de cabello, y sabía que tenía que evitarlo.

—Lo arreglaremos —murmuró Tae—, vamos a ir a la enfermería, y te arreglaré el cabello —le dio un beso pequeño, saboreando sus lágrimas—. Te pondré más hermosa de lo que ya eres, Lalisa Manoban.

Lisa sollozó.

—¿Sigo siendo bonita para ti?

Tae le sonrió con esa cuadrada sonrisa que tenía.

—Lisa, podrías vestir una bolsa de basura, y seguirías siendo la chica más linda del universo —la chica asintió, todavía con lágrimas en los ojos.

Tae dio un paso, mirando de forma indecisa el baño, y observó los pasillos, vacíos. No iba a pasar nada malo si dejaba a Yoongi solo unos minutos, ¿cierto? Ya debía estar terminando de todas formas.

—Vamos, bebé —le murmuró, alejándose con Lisa a su lado, que todavía lloraba.

Dentro del baño, mientras, Yoongi estaba limpiando su cabello, ya terminando con la ducha, cuando escuchó que alguien abría la puerta.

Se quedó quieto.

—¿Taehyung? —preguntó en voz alta.

No hubo respuesta.

Frunció el ceño, quitándose el bálsamo de su pelo, y cerró la llave, suspirando de placer debido a lo limpio que se sentía ahora.

Entonces, oyó la puerta cerrarse.

Agarró la toalla con rapidez, cubriéndose con ella.

—¿Tae? —volvió a preguntar.

Otra vez el silencio contestó. De seguro el idiota de su amigo le estaba haciendo una mala broma, Taehyung a veces hacía esas bromas tontas.

Dispuesto a darle una reprimenda apenas pudiera, salió de la ducha, y sus ojos se posaron en la banca donde dejó sus cosas. Y donde ya no había nada.

Sólo unas braguitas, unas panties y el horroroso uniforme femenino del colegio, con la falda una talla más pequeña que la suya, y sin señal alguna del pantalón que usaba y que perteneció a Jimin.

Con las manos temblando, levantó el papelito que estaba sobre la prenda.

¡Espero que te guste nuestro regalo, Yoonji!

Tus cosas están en el salón de clases, ¡ven a buscarlas!

Cubrió su boca con su mano, horrorizado, arrugando el papel.

Buscó por el resto del camerino sus cosas, rogando que todo hubiera sido sólo una tonta broma, pero no había nada. La única prenda de ropa era esa horrible falda con la chaqueta escolar.

Soltó un sollozo, y caminó hacia la puerta. Al abrirla, se encontró con un pasillo vacío. Tae no estaba por ningún lado.

Mierda, ¿le habrán hecho algo?

Tragó saliva, cerrando el camerino cuando el timbre para el receso tocó. Quince minutos de receso.

Ni siquiera tenía su móvil para llamar a alguien, a Jin para pedirle ayuda. Se lo llevaron todo, no dejaron nada más que esa horrible prenda, puesta sobre la banca para reírse de él. Para verlo humillado, para avergonzarlo frente a todo el mundo.

Pensó en que, quizás, podía quedarse toda la tarde allí. Si Tae no lo veía regresar a clases, entonces iría a buscarlo. Sí, quizás eso serviría, quizás...

No. Otro curso tenía clase de deporte en la hora que venía, e irían a los camerinos para cambiarse. Y estaba en los camerinos de hombre. Mierda, ¡mierda!

Comenzó a llorar al darse cuenta de la situación. No había forma alguna. No la había. Tendría que usar ese vestido.

Miró la prenda con asco, sin dejar de soltar lágrimas, y no pudo evitar pensar que eran unos hijos de puta.

Tomó las bragas en sus manos, empujando la bilis hacia abajo cuando notó que era de encaje, de color blanco, casi transparentes. La falda apenas iba a cubrirlas, lo sabía.

Sollozó, negando con la cabeza.

No, ¿por qué le hacían eso? ¿Por qué tenían esa manía de molestarlo, de arruinarle los días, de torturarlo de esa vil y cruel forma? ¿Por qué no podían ser un poco más empáticos, más amables? No pedía que lo comprendieran, que lo aceptaran, sólo que lo dejaran en paz. ¿Acaso le hacía daño a alguien?

Entonces, alguien tocó la puerta.

Se tensó de forma irremediable, aferrándose a la toalla que lo envolvía, y miró hacia la puerta, pensando lo peor. Sin embargo, nadie entró.

Lentamente, caminó hacia la entrada, y sacando valentía de quién sabe dónde, abrió la puerta. No había nadie.

No, pero al bajar la vista–

Casi se puso a llorar del alivio cuando encontró su mochila con todas sus cosas allí.

Las agarró tan rápido como pudo, entrando al camerino, cerrando y comenzó a corroborar frenéticamente que todo estuviera allí. La camisa y los pantalones del colegio, el bóxer que Jimin le regaló, el binder, ¡hasta su celular!

Cuando sacó la ropa de forma frenética, un papelito cayó, y lo tomó en sus manos.

Cuando me di cuenta de lo que hicieron, no dudé en devolvértelo.

Lo siento mucho.

La hoja no tenía firma, y soltó un lloriqueo de alivio, de felicidad, pues aunque no tuviera firma, Yoongi no necesitaba saber quién había sido.

Porque reconocer la torpe letra de Hoseok siempre fue fácil para él.

¡gracias por leer!

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