26.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Está bien, vivo porque no puedo morir, pero no hay que desee hacer,

Estoy con tanto dolor y soledad,

Pero la gente a mí alrededor me dice que recupere mi conciencia.

Trato de expresar mi enojo, pero sólo me tengo a mi mismo así que,

¿Cuál es el punto de expresar mi enojo?

Tengo miedo de abrir mis ojos cada día y empezar a respirar,

Incluso mis amigos y mi familia se están alejando mientras el tiempo pasa.

Me siento ansioso,

Se siente como si estuviera sólo, por mi propia cuenta.

Espero que todo desaparezca cuando estoy sólo,

Espero que las cosas desaparezcan como un espejismo,

Espero que mi maldito yo desaparezca.

Estoy abandonado en este mundo,

En este momento me estoy alejando del cielo.

Estoy cayendo...

~So Far Away, Agust D ft. Suran~

Cuando subió al bus miró hacia el terminal, y se recordó a sí mismo dos meses atrás, cuando iba a ver a Jungkook por primera vez, y Hoseok lo fue a dejar, diciéndole lo mucho que lo iba a extrañar.

¿No fue ese el principio del fin?

Tembló, desviando la vista y tratando de mirar a cualquier otro lado mientras el bus partía hacia Daegu, para ver a Jimin y juntarse con sus amigos.

Horas después, cuando Jimin le dio un abrazo, cerró sus ojos y trató de repetirse que estaba bien, que ahora ya no vivía una mentira, que allí podía ser quién era en realidad sin miedo a que le hicieran daño.

Nadie le haría daño, no como en el colegio. No como todos esos compañeros que buscaban hacerle la vida imposible.

—¿Cómo se han portado mamá y papá? —preguntó Jimin al alejarse, mientras comenzaban a caminar.

Se encogió de hombros como si nada, tratando de no pensar en la helada mirada que su padre le dirigía todos los días, en la expresión de desprecio y asco que su mamá ponía cuando lo veía bajar las escaleras camino al colegio. Ninguno de los dos le dirigía la palabra más de lo necesario, excepto cuando el pastor Jung se pasaba por su casa, tres veces a la semana, y le decían que se quedara a conversar con él.

Pero no podía. Ver esos ojos tan parecidos a los de Hoseok, sin embargo, llenos de repugnancia y aversión, hacía que su estómago doliera y algo en su interior se agitara.

Tampoco habló algo con Hoseok, a pesar de que quería agradecerle por lo que hizo por él días atrás, por haberle llamado Yoongi a pesar de toda la historia personal que tenían. Por sobre todo, agradecerle que todavía le quería de alguna forma, y no sentía asco por él.

Sin embargo, cuando lo veía, el aire parecía irse de su cuerpo, sintiéndose incapaz de mirarlo a los ojos, de siquiera dirigirle la palabra.

Era un cobarde, lo sabía, pero poco le importaba.

Mientras caminaban por las calles para el departamento de Jimin, una persona chocó con él.

Soltó un jadeo bajo de dolor que no pasó inadvertido para su hermano mayor. Los ojos de Jimin se oscurecieron.

—¿Tienes un golpe en tu cuerpo? —preguntó con voz grave.

Hizo una pequeña mueca.

—No fue papá —respondió, tratando de quitarle peso al asunto.

No, sus padres no le levantaron la mano en ningún momento. El golpe en sus costillas era cortesía de Jiho, cuando lo tiró contra un casillero al momento de pasar a su lado.

—Si tus compañeros te están pegando, deberías decirle...

—Hyung —le interrumpió Yoongi, con expresión cansada—, todos saben allí de esto, hasta el director, pero no harán nada —su voz se quebró—. Nunca hacen nada.

Jimin no contestó.

Pero, silenciosamente, pasó un brazo por su espalda antes de darle un beso corto en la frente, queriendo decirle de esa forma que lo estaba apoyando.

Que no importara cuanto odio recibiera, él siempre lo estaría apoyando.

Jungkook se sentó a su lado, murmurando por lo bajo y dejando la taza de café que pidió. Pasados unos segundos, se inclinó con suavidad, ignorando olímpicamente la mirada insistente de Jiyong sentado en otra mesa junto a sus amigos.

—Así que... ¿te peleaste con Jiyong? —le preguntó Yoongi, revolviendo su café.

Jungkook arrugó el ceño.

—¡No nos peleamos, nos tomamos un tiempo! —reclamó Jiyong en voz alta.

Namjoon comenzó a reírse en voz baja, mientras Junhong aplaudía como si lo que acababan de decir fuera algo importante.

—¿Es como la quinta vez que se toman un tiempo en sus dos años de relación? —meditó EunYoung, pensativo.

—La sexta —corrigió Jungkook.

—Yo creo que deberías conseguirte un nuevo novio —señaló Jimin, enarcando una ceja.

Jungkook humedeció sus labios, en tanto Yoongi rodaba los ojos.

—Sí, creo que saldré con un chico de mi facultad —comentó Jungkook, haciendo que Jimin se enderezara, poniendo una expresión de interés—. Se llama Yugyeom, ¿lo conoces, hyung?

Todos comenzaron a reírse, menos Jimin y Jiyong.

—¡Sal con ese gigante, y te daré unos buenos azotes, Jeon Jungkook! —protestó Jiyong.

—Por primera vez estoy de acuerdo con el cabeza de flama —secundó Jimin, arrugando los labios.

Jungkook suspiró, resignado, sin agregar algo más, y se pusieron a conversar de otros temas. Unos minutos más tarde, el dueño del local, Heechul, subió al pequeño escenario, llamando la atención de todas las personas en el café. Como era un sábado por la noche, y era costumbre que esos días hubiera esos eventos, el local estaba bastante lleno, por lo que todo el mundo se quedó callado esperando a que Heechul hablara.

—Esta noche tenemos al parecer varios shows nuevos —dijo sonriendo, leyendo la lista que tenía en la mano—, pero vamos a comenzar por el clásico, ¿no? —algunos se rieron—. Vamos, suban al escenario, chicos. Este día tienen como nombre G-Dragon Y Los Otros Cuatro.

Ahora las risas llenaron más el lugar cuando Jiyong y sus amigos se pusieron de pie, todos ellos abucheando al exnovio de Jungkook, quien se encogió de hombros caminando hacia el escenario.

—Ustedes dijeron que le pusiera un nombre ahora, no se quejen —reclamó Jiyong con expresión digna.

Segundos después, en medio del silencio del local, se pusieron a cantar una triste balada.

Yoongi pudo notar como Jungkook a su lado se tensaba cuando las notas de la guitarra comenzaron a sonar.

—Este imbécil quiere que lo perdone —masculló Jungkook, entre dientes, enojado.

Yoongi se inclinó un poco.

—¿Por qué pelearon? —preguntó con seriedad, cuando uno de los amigos de Jiyong comenzó a cantar, Choi Seunghyun.

—Jiyong es posesivo —susurró Jungkook con la voz llena de tristeza—, me hace una escena de celos por cualquier motivo, hasta por salir con amigos —suspiró, negando con la cabeza—. Si sabe que lo quiero, ¿por qué no confía en mí?

El de cabello negro no respondió, pero cuando se echó hacia atrás, desviando sus ojos del escenario, se encontró con la anhelante mirada de Jimin posada en Jungkook.

Yoongi no era idiota, y sabía que su hermano estaba todavía enganchado de su menor a pesar de que lo negara con todas las fuerzas del mundo. Era bastante obvio, notando la mirada que ponía sobre él cuando podía, y la forma en la que se crispaba cuando Jungkook estaba junto a Jiyong. Quería decirle que lo mejor era no ilusionarse o terminaría con el corazón roto, sin embargo, quizás era mejor dejarlo solo en cuanto a temas del amor.

Después de todo, ¿no seguía Yoongi enamorado de Hoseok a pesar de todo?

Minutos más tarde, la triste canción de desamor terminó y todos aplaudieron.

Jiyong parecía querer acercarse a Jungkook para hablar, pero a último momento se arrepintió, y se sentó otra vez junto a sus amigos.

Heechul subió al escenario otra vez.

—Ahora tendremos una presentación nueva, así que espero que sean buenos y les den mucho amor a estos chicos. Yoongi, por favor, sube al escenario, y tu igual Jungkook, no se te ocurra escapar que hemos bloqueado la puerta.

—¡Ya escapé una vez, no lo haré dos veces! —se quejó Jungkook, causando que todos se rieran.

Su estómago dio un vuelco de ansiedad cuando se puso de pie, sintiendo sus manos sudar y temblar. Era la primera vez que iba a presentarse frente a tantas personas de esa forma, que mostraría esas letras que con tanto dolor guardó para que nadie viera.

Más que eso, era la primera vez que abriría su corazón de esa forma, y temía no ser escuchado.

—Lo harás bien —le dijo Jungkook, parándose.

Dio un paso, y Namjoon le agarró el brazo.

—Sé que puedes hacerlo, Yoongi —dijo Namjoon, sonriendo—, confío en tus habilidades.

Le dio una sonrisa de vuelta, y por un miserable segundo, deseó que esas palabras se las hubiera dicho Hoseok.

Jimin también le sonrió de forma alentadora, aunque sus ojos lucían un poco inquietos. Lo normal, considerando que nunca antes dio indicios de siquiera dedicarse a escribir canciones o rapear.

Era algo tan secreto que a veces se sorprendía de lo que era capaz de hacer.

Se puso de pie detrás del micrófono, respirando aceleradamente, sentándose en el piso redondo, y cerró sus ojos un momento. Podía sentir a Jungkook ubicándose a su lado, aclarándose la voz, y tomó aire, sabiendo que lucía más pálido de lo normal, que todos lo estaban mirando, pensando quizás en que lucía asustado, temeroso de todo.

El pánico que estaba sintiendo en ese instante atenazaba su estómago de forma potente, revolviendo todo. Su corazón latía a mil, pequeñas gotitas de sudor escurrían por su cara y sus manos temblaban sin control alguno.

—Yoongi —la voz de Jungkook se oía lejana, un poco asustada—, si te da una crisis ahora, te juro que tú y yo dejaremos de ser amigos.

Sus palabras lo hicieron soltar una risa ronca, pero sirvió lo suficiente como para hacerlo reír un poco y relajarlo.

Entonces, la música comenzó a sonar.

Las notas del piano resonaron en el local, la pista que grabó con la profesora Suran días antes lo invadió de pies a cabeza.

Podía hacerlo, de eso estaba seguro.

Yoongi sabía que podía hacer cualquier cosa que se propusiese, hasta tocar el cielo si se lo proponía, y eso, de alguna forma, era lo que más le asustaba de todo. Ser capaz de hacer tanto, para luego caer al suelo de forma estrepitosa.

Abrió su boca y las palabras fluyeron de su boca, al principio de forma torpe, temblando, pero la letra de la canción que tituló como So Far Away resonó con claridad en ese pequeño café.

No miró a nadie, permaneció con los ojos cerrados, agarrando fuerza con cada nueva palabra pronunciada y sintiendo como el pánico parecía irse de a poco. Todavía permanecía ahí, claro, porque vivió con miedo gran parte de su vida, pero la sensación ya no era tan intensa como antes. Ya no era tan fuerte.

Cuando la primera estrofa acabo, Jungkook llevó el micrófono a sus labios, y le sonrió con total confianza antes de cantar el coro, cerrando sus ojos también.

Sus latidos se calmaron un poco, ayudándolo con esa parte, y sonrió de regreso, levemente.

Cuando comenzó la segunda estrofa, se puso de pie, sintiendo la música fluir por su cuerpo. La letra en su cabeza estaba con total claridad, las palabras que escribió dos años atrás, a los quince años resonando con fuerza, palabras que escribió cuando estaba llorando luego de haber ido a comprar con su mamá y se vio obligado a probarse un vestido con escote, revelando sus curvas.

Al mirarse al espejo, fue inevitable comenzar a llorar, porque se odiaba por completo, porque lo único que podía ver era un chico destrozado y roto, encerrado y alejado del mundo, incapaz de ser él mismo. Su mamá, al final, no le compró la prenda, aludiendo a que no le quedaba bien luego de ver sus lágrimas, y al volver a casa, Yoongi hizo cortes en sus piernas. Los primeros cortes.

Y luego, con las manos ensangrentadas, mientras sollozaba de dolor, la letra nació de lo profundo de su alma, como si siempre hubiera estado allí.

El primer borrador quedó sucio gracias a las manchas de sangre y las lágrimas, pero poco le importó.

Jungkook volvió a corear, poniéndose de pie también, mirándolo de frente, y le devolvió la mirada con la voz agitada.

Entonces, se dio cuenta de que también estaba llorando, pero ¿qué le importaba? En ese momento, sólo era él y la canción, nadie más.

Sólo era Yoongi haciendo algo que amaba. Y eso se sentía tan, tan bien, que algo pareció encajar en su interior.

Yoongi no podía arreglarse, porque estaba roto, y una vez roto, siempre quedaría cicatrices. Pero podía aprender a amar esas cicatrices y seguir caminando hacia adelante.

Su voz se apagó a medida que terminaba, y Jungkook bajó el micrófono cuando finalizó, sin dejar de mirarlo.

De forma repentina, su amigo le dio un beso en la frente, limpiando sus lágrimas con sus manos, y sonrió.

—Todo estará bien, Yoongi —le susurró.

Y, por primera vez en su vida, Yoongi le creyó.

¡gracias por leer!

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