27.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

El pasto era más verde,

La luz era más brillante,

El sabor era más dulce,

Las noches de maravilla,

Rodeado de amigos,

La bruma del amanecer brillando,

El agua fluyendo,

El río sin fin,

Por siempre y para siempre...

~High Hopes, Pink Floyd~

Cuando Yoonji tenía diez años y salió al parque a jugar, se encontró a Hoseok llorando, sentando en los columpios. Como era día domingo, en la tarde, no había casi ningún niño allí, porque todos estaban haciendo sus tareas atrasadas, tareas que Yoongi hizo el día anterior para tener así el parque para ella sola.

Pero no esperaba encontrarse con Hoseok. Si hubiera sido un día como cualquier otro, Yoonji lo habría ignorado, como hacía siempre, fingiendo no haberlo visto, porque a veces Hoseok era demasiado estresante para ella y la seguía a todas partes, agarrándola de la ropa para así no perderla de vista.

No importaba cuántas veces Yoonji le gritara que lo quería lejos de ella, Hoseok siempre seguía a su lado.

Por eso, al verlo llorar, no pudo evitar acercarse.

—¿Por qué lloras, niño ardilla? —preguntó, enojada. Enojada con Hoseok, porque no le gustaba verlo llorar, ya que algo se sentía mal.

Hoseok pasó su muñeca por su nariz, quitándose los mocos, antes de dirigir sus ojos llorosos hacia Yoonji.

—Déjame solo —dijo con la voz quebrada.

Se enojó más de ser posible, y se sentó en el otro columpio, fastidiada por haber sido ignorada de esa forma.

—Te ves más bonito sonriendo —soltó de pronto, sin mirarlo.

Hoseok dejó de llorar.

Hubo un pequeño silencio entre ellos.

—Le dije a papá que quería ser bailarín cuando grande —sollozó Hoseok, y enseguida mostró sus manos, de color rojo, llenas de marcas finas y largas—, pero no le gustó y azotó mis manos con la varilla. Luego me dijo que no podía llorar, porque los hombres no lloran, pero... pero duele tanto...

Yoonji lo miró, sin dejar de fruncir el ceño, pensando en los horribles ojos del pastor Jung sobre ella, juzgándola, diciéndole sin palabras que era sólo una niñita problemas y que no valía nada para él.

Luego pensó en Hoseok, riéndose a su lado, tratando de sacarle una sonrisa, abrazándola por la cintura y haciendo esa irritante vocecita chillona que fingía odiar, pero en el fondo le gustaba.

Se puso de pie, y con cuidado, tomó las manos de Hoseok. Las podía notar frágiles, hinchadas, y suavemente, le dio tres besos a cada palma, cerrando sus ojos.

—Puedes llorar —replicó Yoonji, levantando la vista—, yo soy hombre y también lloro.

Hoseok parpadeó, ladeando la cabeza, sin entender un poco sus palabras, pero no le tomó importancia, no comprendió realmente su significado.

—¿No... no soy maricón si lloro...? —susurró, sin alejar sus manos de Yoonji.

La chica arrugó los labios.

—No, pero... —su voz vaciló un poco—, Jung Hoseok me sonríe sólo a mí, así que sus lágrimas también son sólo para mí —ahora la chica le acarició las mejillas encharcadas, todavía un poco enfadada—. Deja de llorar, tonto, ahora estoy contigo.

Sacó un rollo de papel higiénico de su bolsillo, sonándole la nariz a Hoseok. Si el chico hubiera tenido la capacidad de hacerlo él sólo, lo habría hecho, pero Yoonji no era tonta, y sabía que a Hoseok le tenían que doler las manos, y hacer cualquier movimiento con ellas debía de dolerle mucho.

—Ahora debes pensar que soy un bebé llorón —balbuceó Hoseok, dejando que Yoonji le limpiara la nariz—, ¿cómo voy a enamorarte así, Yoonji?

La chica soltó una carcajada divertida a pesar de la expresión compungida de Hoseok. Se inclinó y le besó la mejilla.

—Vamos a hacer un trato —dijo Yoonji, llamando su atención—. Tú serás sólo un bebé llorón conmigo, ¿bien, Hobi? —los ojos del chico brillaron ante el apodo—. Si tienes ganas de llorar otra vez, vas a venir conmigo, y me llorarás siempre —Yoonji le dio otro beso en la mejilla—. Serás mi bebé llorón, ¡así me gusta Hoseok! —lo hizo reír, y al ver su sonrisa, se animó a continuar—. A cambio, ¡prometo contarte mis más oscuros secretos! —Hoseok parpadeó cuando Yoonji sonrió tristemente—. Algún día, Hoseokie, ¡vas a conocer a Yoongi!

—¿Yoongi?

—¡Y vas a enamorar a Yoongi también!

—¡No! ¡Yo quiero enamorarte a ti! —dijo Hoseok, cruzándose de brazos.

Yoonji se rió.

—¡Pero si a mí ya me tienes enamorada! —Hoseok abrió la boca y Yoonji le dio un último beso en la frente—. Pero te contaré todos estos secretos, ¿está bien? ¿Es un trato?

Hoseok se puso de pie, abrazándola de golpe, sin alejarse y chillando por completo de la emoción.

—¡Lo prometo, lo prometo!

Por supuesto, Hoseok cumplió su promesa al pie de la letra. Cuando se sentía muy triste, cuando su papá lo hacía sentir una decepción, cuando las cosas solían sobrepasarle, y necesitaba llorar, Yoonji siempre puso su hombro para que llorara a su lado, sin juzgarlo, sin preguntarle nada, sólo acariciando su cabello mientras se desahogaba.

Pero Yoonji nunca cumplió su palabra.

Nunca le habló de Yoongi.

Nunca le habló de sus más oscuros secretos.

Nunca le habló de las letras que escribía.

Bajó el móvil, deteniendo el vídeo que Tae le envió minutos atrás, donde Yoongi, en un pequeño escenario, con un chico a su lado, rapeaba y cantaba con voz suave una melodía capaz de romperle el corazón por completo, de hacerle ver que Yoongi era un chico roto y solitario por dentro, un chico que necesitaba ayuda.

Esa canción era un grito de auxilio que nadie escuchó.

Hoseok sintió sus ojos húmedos al recordar todas las veces que Yoonji parecía retraerse, no decir nada, perdida en su propio mundo mientras su mano se movía por el cuaderno, escribiendo en silencio. Siempre sintió mucha curiosidad por saber qué estaba haciendo, sin embargo, cuando le preguntaba, Yoonji negaba con la cabeza antes de murmurar un "tonterías" y cerrar el cuaderno.

Hoseok sólo sonreía y le cambiaba de tema.

Aunque por dentro moría por seguir insistiendo, preguntarle, saber todo de ella, de esa persona a la que consideraba el amor de su vida, su compañera de alma, su todo. Quería recordarle también esa tonta promesa que se hicieron cuando niños, pero sabía que Yoonji apenas debía recordarlo.

Y no quería pelear con ella, no quería presionarla, porque a veces escuchaba a sus papás discutir sobre la fecha de su matrimonio con Yoonji, cómo Hyeyin, la madre de su novia, les decía que esperaba impaciente el día que Hoseok se pusiera los pantalones y le pidiera un compromiso, para así evitar que Yoonji saliera de casa y continuara con sus estudios.

Esa idea ni siquiera se le pasaba por la cabeza, pues su su novia le dejó en claro que no creía en el matrimonio y no deseaba casarse nunca, que una vida en pareja estaba bien para ellos. A Hoseok no le importaba, no mientras Yoonji estuviera a su lado.

Y no quería presionarla, no quería hacerla enojar y pelear, porque cuando ambos peleaban, Hoseok temía que Yoonji encontrara a alguien mejor y lo dejara. Alguien con unos padres menos exigentes, alguien más comprensivo y atento. Alguien que borrara esa sombra de tristeza que parecía consumir todos los días un poquito más de ella.

—No sabía que Yoongi podía rapear —comentó una voz en el vídeo cuando lo siguió reproduciendo, una voz que reconoció como Jimin, el hermano mayor de Yoonji. Yoongi.

El vídeo se movió, enfocando brevemente al chico que vio el otro día, semanas atrás, cuando salió del colegio, y abrazó a Yoongi como si fueran amigos de toda la vida.

Ah, ¿no crees que es magnífico? —dijo el chico que abrazó a Yoongi—. Desde que lo conozco, lo veo realmente feliz de hacer algo por sí mismo.

Hoseok sacó el vídeo, sintiendo sus lágrimas caer por sus mejillas.

Y por primera vez en siete años, no tenía ese conocido hombro en donde llorar.

¡gracias por leer!

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