28.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Estoy un poco lastimado, pero no estoy muerto. Me recostaré para sangrar un rato. Luego me levantaré a pelear de nuevo.

~John Dryden~

Monnie:

¿Cuándo vas a regresar, Yoongi?

D_Boy:

Hey.

No lo sé.

No nos vemos hace una semana, hyung.

Monnie:

¡Tenías que contestar con una foto!

¡Buh!

Ya es mucho tiempo :c

D_Boy:

Probablemente regrese a fin de mes...

No quiero que mis papás crean que Jimin me está apoyando.

Le traería problemas a él.

Monnie:

Tus padres son una mierda, Yoongi.

Lamento sonar así.

Ya sabes, yo quería saber si querías pasar el 14 de febrero conmigo.

Podríamos ir a ver películas o algo así.

¿Crees poder?

¿Yoongi?

D_Boy:

No creo poder, Nam.

Lo siento.

Es lunes, y tengo clases.

Y a mis padres no les agradará eso.

Pero voy a cobrarte la palabra.

Monnie:

No te preocupes.

Pero ¿puedo llamarte ese día?

D_Boy:

No seas idiota.

Claro que puedes.

Monnie:

¡Realmente me gustas mucho, Yoongi!

Yoongi mintió.

No quería pasar el catorce de febrero con nadie, porque toda su vida, esa fecha la pasaba con Hoseok. Ya fuera para comer pastel, para salir, o tener alguna cita, Hoseok estuvo a su lado el día de la amistad y los enamorados. Y pasarlo con alguien más, cuando sólo pasó un mes desde que terminó con él, no le parecía justo. Ni a él ni a Namjoon.

Además...

Además, Hoseok cumplía años cuatro días después, y siempre solían celebrar las dos fechas juntos.

Pensar en eso hizo que algo se estremeciera de dolor en su interior.

—Me gusta como rapeas —dijo Lisa a su lado, mientras comía con una expresión de aprobación.

Yoongi le miró, observando su cabello cortado, resaltando las expresiones de su rostro, y sólo pudo sentir pena cuando la chica, de forma distraída, llevó su mano a su cuello, como si quisiera tocar su cabello ahora desaparecido.

Tanto Tae como Lisa le dijeron que ella quiso cortárselo así, pero Yoongi no era tonto, tenía claro que a su amiga la agredieron de una forma horrible. Se aprovecharon de su vulnerabilidad, atacándola de una manera cobarde y asquerosa, y sólo era su culpa. Sólo porque Lisa era su amiga hicieron aquel acto tan repulsivo y degradante.

A Yoongi no le importaba que lo molestaran a él, pero ¿por qué tenían que hacerlo con otras personas también?

Mordió su labio inferior, desviando la vista, observando la bandeja con comida, y suspiró.

Para el cumpleaños de Hoseok quedaban todavía varios días, cerca de una semana y media, pero se sentía como si fuera el día siguiente, y no sabía qué iba a regalarle. No sabía si tenía que siquiera decirle algo. Si debía acercarse y saludarlo, considerando como habían terminado las cosas, considerando que no hablaban, que...

Sin embargo, Hoseok todavía se preocupaba por él.

No te engañes, advirtió una maliciosa voz en su interior, él todavía debe preocuparse por Yoonji, no por ti. ¿Quién se preocuparía por ti, basura?

Apretó su mandíbula, sin desviar la vista de la bandeja de comida.

—Yoongi, ¿te sientes bien? —preguntó Jin a su lado, con expresión preocupada.

Se limitó a asentir como si nada, a pesar de que se sintiera un poco enfermo.

No quería mentirse, no quería lucir como una buena persona: Yoongi tenía claro que, si iba a hablarle a Hoseok para saludarlo en su cumpleaños, era para tener una excusa y así poder hablar con él. Porque eso era lo que él necesitaba, una excusa y una señal. La excusa para hablarle y la señal para aceptar que todo acabó.

Sabía que si le saludaba por su cumpleaños, Hoseok podía hacer tres cosas: ignorarle, darle las gracias y hacer como que nada ocurrió, o buscarle para hablar. Las dos primeras opciones eran la señal que necesitaba para dar un paso al lado, para aceptar que ya todo acabó sin embargo, si Hoseok llegaba a hacer la tercera opción, si comenzaba a hablarle... bueno, ¿no era suficiente para tener esperanzas?

No, volvió a susurra esa voz cruel, ¿por qué crees que tener esperanzas es bueno? Mírate. Tienes esperanzas en que todo va a mejorar pronto, pero no es así. Nada va a mejorar, Yoonji.

No Yoonji. Yoongi.

¿Oh? ¿Yoongi? No me hagas reír. Por mucho que quieras, sigues siendo una niñita cobarde y asustadiza. Nunca podrás ser Yoongi, nunca serás un chico.

Yoongi. Yoongi.

Acéptalo. Acéptalo. ¿Por qué no ves que así acabará tu sufrimiento? Por favor, por favor, sé esa chica, no quiero sufrir más, has al resto feliz, por favor Yoonji.

No quiero. Soy Yoongi.

Te lo ruego. Estoy cansada. No quiero seguir sufriendo.

Sentía que pronto rompería a llorar.

Se puso de pie, tomando la bandeja con agua y sintiendo los ojos de sus amigos puestos en ella.

No. Él.

¿Por qué todo tenía que ser tan complicado?

—¿A dónde vas? —preguntó Tae, suspicaz.

—Necesito un momento a solas —susurró sin mirarlos—. Por favor, no me sigan.

Jin parecía dispuesto a replicar, pero antes de poder hacerlo, se marchó con una sensación de amargura en su estómago.

Por supuesto que querría acompañarlo, porque estaban en el colegio, rodeados de gente que quería hacerle daño, de gente que no dudaría en golpearlo, y no quería que eso ocurriera. Sin embargo, Yoongi necesitaba que no estuviera nadie a su alrededor, o entraría en un colapso que no podría explicar en palabras.

Necesitaba salir de allí o el pánico se apoderaría de él, y todos iban a reírse de él una vez se quebrara por completo.

Salió del comedor aprovechando que todos estaban allí, pensando en dirigirse al salón de música, a tocar el piano para calmarse, pero de pronto sus pies se desviaron. Fue las escaleras en silencio, sin encontrarse con nadie en el camino. Abrió la puerta, y el frío aire de invierno lo golpeó en el rostro.

Tembló, pero salió a la azotea, con sus lágrimas cayendo por su rostro.

Lloraba. ¿Por qué estaba llorando?

No lo podía entender. ¿Qué estaba mal con él?

Dio unos pasos, sin importarle la leve llovizna que estaba cayendo y mojaba su rostro ya empapado. Tomó aire, acercándose al borde de la azotea y mirando el suelo. Tres pisos le separaban de la tierra.

Inútil. Era un inútil, era algo que tenía claro. Un inútil, un cobarde, un fenómeno que quería ser aceptado a pesar de que no se lo mereciera.

Sabía que no se merecía ser aceptado, entonces, ¿por qué ansiaba tanto que la gente lo comprendiera un poco?

Sus padres lo odiaban. Su hermano lo comprendía a medias. Su exnovio debía despreciarlo. Sus profesores le ignoraban. Sus propios compañeros le trataban como si tuviera una enfermedad contagiosa.

Estaba rodeando de una nube intensa de dolor que parecía no acabar nunca.

¿Por qué todo acabó así?

—¿Por qué no puedo ser normal? —preguntó con la voz llena de amargura.

Miró otra vez el suelo, pensando en lo fácil que sería dar un paso y acabar con todo. Acabar con esa presión en el pecho que parecía ahogarlo todos los malditos días de su vida.

Yoongi no quería seguir sobreviviendo.

Ladeó la cabeza, mirando el suelo, parpadeando, y pensando en lo triste que sería vivir una vida sólo sobreviviendo, arrastrándose para llegar al día siguiente, sin pensar en nada más que desear que todo acabara.

Retrocedió un paso.

Esa era la diferencia. La diferencia entre Yoonji y Yoongi. Yoonji sólo pensaba en sobrevivir. Yoongi quería vivir.

Limpió su rostro con las mangas de su sudadera.

Una vida sobreviviendo no era una vida.

Yoongi no quería ser un sobreviviente. Quería ser más que eso. Sobrevivir y vivir. Seguir adelante. Avanzar caminando, no arrastrándose.

No importaba cuánto doliera, quería vivir, aunque al principio le hiciera daño, aunque al principio costara. Porque tenía que salir de ese agujero, no quedarse allí dentro, por muy cómodo que fuera, por muy acostumbrado que estuviera.

La vida se trataba de vivir, no de sobrevivir.

—Voy a vivir —se repitió, apoyando su frente contra la puerta—, voy a vivir, aunque me lastime —susurró en voz baja, como un mantra, como un deseo.

Caminó hacia el interior, sintiéndose roto por dentro, pero ya iba a curarse. No importaba cuánto llorara, cuánto doliera, iba a reparar todas las partes quebradas de su corazón, aunque quedaran cicatrices, aunque las marcas quedaran para siempre.

—Voy a vivir —se prometió, antes de cerrar la puerta y comenzar a bajar para continuar con su vida, a pesar de que no hubiera nadie esperándolo al otro lado.

¡gracias por leer!

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