37.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Todavía soy quien era antes,

Estoy aquí, soy igual que antes, pero

Una mentira gigantesca intenta engullirme

Atrapado en una mentira,

Encuéntrame cuando yo era puro.

No puedo liberarme de esta mentira,

Devuélveme la sonrisa...

Atrapado en una mentira,

Sácame de este infierno.

No puedo liberarme de este dolor,

Sálvame, estoy siendo castigado.

~Lie, BTS~

Hoseok, a su lado, le miraba con preocupación, pero Yoonji se limitaba a observar por la ventana. Su dedo se encontraba haciendo trazos en el vaho de la ventana, fingiendo estar bien, a pesar de que se sentía mareada, enferma y con ganas de vomitar. En especial cuando el bus llegó a la estación de Daegu y todas las personas comenzaron a bajarse.

—Vamos, tomaremos un taxi hasta el hospital —dijo Hoseok, poniéndose de pie.

Yoonji asintió, acomodándose el abrigo y la falda del vestido con las medias debajo, disimulando bien su odio y asco hacia las prendas que vestía ese día. Pero sabía que, si iba a terminar con toda esa farsa, debía lucir como si a ella le gustara ser una chica, por mucho desprecio que sintiera. Tenía que asumir ese rol que todos le imponían, porque era lo correcto. Era lo que correspondía.

Tomó la mano de Hoseok, dejándose arrastrar hacia la calle, donde tomaron un taxi sin decir otra cosa entre ellos. Qué raro se sentía, pensó en varios momentos, que ahora que todo volvió a la normalidad –supuestamente–, Hoseok y ella parecieron haberse estancado en esa no-relación. Apenas hablaban, con enormes silencios incómodos de vez en cuando, y ella no podía evitar pensar que Hoseok debía despreciarla. ¿Quién querría estar con ella, luego de todo lo que hizo?

Más temprano, su mamá la fue a dejar al terminal cuando iba a tomar el bus, contenta de que Hoseok le acompañara, a pesar de que no fuera su obligación. Con toda probabilidad, creía que el hecho de que Hoseok estuviera a su lado iba a significar que él la vigilaría, para que no se desviara del camino ahora que regresó.

Pero Yoonji no pensaba ir otra vez contra la marea, aunque eso terminara por engullirla completamente. Ya lo hizo una vez, y no soportó todo el daño y el dolor, no soportó seguir sufriendo de esa forma.

Hoseok, a su lado, iba parloteando sobre quién sabe qué, pero sólo le miró cuando se bajaron del taxi, fuera del hospital.

—Hoseok —llamó su atención, haciéndolo callar—, yo voy a manejar toda la situación, no te atrevas a contradecirme.

El chico le observó, confundido, pero pasados unos segundos sólo terminó por asentir en silencio, sin entender demasiado bien a qué se refería con ello. Yoonji no lo dejó preguntar, porque comenzó a caminar, dejándolo atrás. Sabía que, si Hoseok presionaba lo suficiente, le terminaría soltando todo, y no podía quebrarse en ese instante. Debía mantenerse de pie, aunque costara y doliera.

Sabía, por las indicaciones de Jimin, que Jungkook y EunYoung estaban en el tercer piso, en la Unidad de Cuidados Intensivos. No tardó en dirigirse a ese lugar, tomando el ascensor y con Hoseok guardando un pesado silencio. Yoonji no tenía fuerza alguna para tratar de entablar una conversación, no en ese instante.

Cuando llegó a la UCI, los vio a todos, por supuesto. A Jimin sentado en una banca, con un café en su mano, luciendo deplorable y cansado; a Jiyong, sentado más allá, con ojeras en su rostro y aspecto de no haber dormido en días; a Junhong, Hyerin, Yujin y Ailee de pie, conversando en voz baja. Incluso Kyungsoo y Namjoon estaban allí, de pie, al lado de Jimin. Todos reunidos por sus amigos, apoyándose entre ellos.

Yoonji cerró sus ojos un instante, con los labios temblando. Por un instante, deseo que nadie estuviera allí, sólo Jimin, para poder derrumbarse en los brazos de su hermano mayor. Así, tendría tiempo para pensarlo mejor, para darle más vueltas al asunto, para no hacer lo que estaba a punto de hacer.

Sin embargo, debía hacerlo. Tenía qué hacerlo.

El primero en verlo fue Jimin, que se puso de pie y dio unos pasos hacia ella. Pero entonces se fijó en sus ropas, en la mano que sostenía Hoseok, y se detuvo, poniendo una expresión de horror. Esa fue una de las cosas que más dolió en su vida, más que el rechazo inicial de su hermano mayor: ver el desconcierto y el miedo al verlo retomar esa identidad que usó para ocultarse.

Yoonji caminó hacia él, fingiendo no ver las miradas que se estaban dirigiendo hacia ella. No se veía capaz de soportar esos rostros, con suerte podía aguantar bien los ojos de Jimin en aquel instante.

—Hola, oppa —saludó educadamente.

El oppa en su boca supo amargo y duro.

Jimin parpadeó, estremeciéndose.

—Yoongi, ¿qué ocurrió? —preguntó en voz baja—. ¿Por qué... por qué vistes como una chica?

Se encogió de hombros, restándole importancia, como si una parte de su interior no estuviera muriendo en ese preciso instante. Como si su corazón no estuviera roto en miles de pedazos.

—Porque soy una chica, oppa —contestó como si nada—. Tú sabes que soy tu hermanita menor, tú princesa.

El mayor lucía enfermo ante las palabras de la chica.

—Oh, Yoongi —susurró, dando un paso más y poniendo sus manos en los hombros de la menor—, ¿qué te hicieron?

Su garganta se sintió apretada al recordar las manos de Jiho en su cadera, sosteniéndola, mientras su boca era violada sin piedad. El sólo recuerdo le podía provocar arcadas.

—No pasó nada–

—Trataron de abusar de él —soltó Hoseok de pronto, acercándose—, y sus padres lo golpearon. Botaron su computadora, ellos–

—¡Cierra la boca! —le interrumpió Yoonji furiosamente, girándose y empujándole—. ¡Deja de meterte en donde no te llaman, Hoseok!

—¡Necesitas ayuda, Yoongi!

—¡No necesito nada! —le dio otro empujón, sintiendo sus ojos llenos de lágrimas—. ¡Soy una chica, ¿acaso no querías que volviera a serlo para así estar juntos otra vez?!

Hoseok se estremeció y apretó sus labios un segundo, antes de volver a hablar:

—¡No si así eres infeliz!

Se quedó en silencio, enrabiada, antes de bajar la voz:

—Espérame fuera ahora mismo, Hoseok.

El chico hizo una mueca, pero se inclinó un poco, quedando a su altura.

—No eres mi novio, Yoongi, así que no puedes ordenarme qué hacer.

Su rostro compuso un mohín de disgusto, pero antes de poder decirle algo, alguien más habló:

—¿Yoongi?

Se giró, encontrándose con el rostro de Namjoon a pocos centímetros del suyo. Los ojos del mayor, lejos de lucir contentos, tenían una sombra de pena y decepción.

Sabía lo que iba a ver, estaba preparada para eso, pero no quitó que doliera. Iba a doler, como el infierno mismo, porque lo que estaba haciendo no era rechazarse a sí mismo, sino también a ellos. Rechazar todo lo que ellos representaban.

—Namjoon oppa —susurró con la voz temblando, haciendo una pequeña inclinación, y se alejó—. Lamento no haber contestado sus llamadas, pero... pero usted y yo no podemos seguir en lo que teníamos —tragó saliva, su garganta volviendo a doler, y se volteó a mirar a todos sus amigos, que estaban acercándose—. Yo no... no puedo seguir juntándome con ustedes.

—Y una mierda —Junhong habló, pálido—, no puedes hacerte esto, Yoongi, no eres tú–

—Yoongi no existe más —negó con la cabeza rápidamente—, soy sólo Yoonji, ¿lo entienden? Yoonji es una chica, no un chico, Yoonji... —sus labios temblaron—, yo no estoy enferma como ustedes.

Las palabras quemaron en su boca, parecieron arder, y fue como si el peso del mundo se fuera en sus hombros.

Todos soltaron jadeos de horror por sus palabras, pero desvió la vista, encontrándose con los ojos llenos de lágrimas de Jimin.

Jimin, su hermano mayor, a quién tanto le costó asumir su sexualidad, lucía atónito y destrozado, enfermo, como si fuera a vomitar en cualquier momento.

—Entonces tú le dirás eso a Jungkook y EunYoung —dijo de pronto Jiyong con voz grave y su rostro duro—. Cuando por fin mejoren y despierten, tú les dirás a Jungkook que lo violaron porque estaba enfermo y se lo merecía. Tú le dirás a EunYoung que lo golpearon con un bate porque estaba enfermo y se lo merecía.

La bilis subió por su garganta, y las manos de Hoseok estaban en sus hombros, pero sólo podía mirar a Jimin, que sollozaba en silencio.

Desde que decidió ser Yoongi, lo único que hizo era traer miseria a la vida de las personas que quería. Y si seguía así, el dolor no iba a acabar nunca, eso lo tenía claro. Fue la peor decisión que alguna vez pudo haber tomado, porque ¿qué era su felicidad comparada con la del resto?

—Jungkook y EunYoung están enfermos y necesitan ayuda —fue lo único que dijo, mirando a Jimin.

Jimin se volteó, dándole la espalda, cuando leyó el verdadero mensaje en los ojos de Yoonji. ‹‹Aléjate, no te enamores de Jungkook, o vas a sufrir como yo››.

Pero, de pronto, ya no lo estaba mirando y estaba en el suelo, con su mejilla ardiendo y el rostro furioso de Ailee sobre ella.

—¡No te atrevas a repetir esa mierda, Yoongi! —gritó Ailee, desquiciada—. ¡No te atrevas a volver a hablar de Jungkook y EunYoung, maldito malagradecido!

Namjoon tuvo que sostener a la chica para alejarla, quién seguía gritando y llorando en voz alta, mientras Hoseok la ponía de pie, alejándola de allí.

Yoonji tocó su mejilla, el látigo de dolor recorriendo su cara, y sollozó en voz baja mientras, completamente aturdida, era guiada por Hoseok lejos de allí. No podía, sacar de su mente las expresiones decepcionadas de todo el mundo, las caras de rechazo hacia sus palabras. Ni siquiera escuchó a Jimin entregándole la llave de su departamento a Hoseok ni las palabras del chico a su oído, tratando de tranquilizarla.

Yoonji dejó de escuchar palabras de consuelo desde hace mucho tiempo, y sólo podía ver y oír dolor y oscuridad.

¡gracias por leer!

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