52.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

‹‹Descubrí que fue el primer dolor verdadero de mi vida diría a los otros. Y no se pareció en nada a lo que yo suponía. No acabó conmigo como persona. Creo... que me dio una base de comparación. Descubrí que se podía existir dentro del dolor, a pesar del dolor››.

~It, Stephen King~

Yoonji no sabía qué estaba pasando y, si era sincera, no quería averiguarlo.

Apretó una vez más el brazo de Hoseok, sintiendo su estómago encogido debido a los nervios, a la ansiedad, a esa asfixiante sensación que se instalaba en todo su cuerpo cuando pensaba que las cosas no iban bien, y tragó saliva. Fingió no ver el ceño fruncido de la secretaria debido a la salida de Hoseok de clases.

A ella realmente no le importaba: es más, le agradecía que estuviera a su lado, porque no se sentía capaz de hacer ese camino sin colapsar antes.

¿Sus padres acaso cancelaron su matrícula y eso significaba que ya no podía seguir allí? ¿Qué haría entonces? Quedaba sólo un mes de clases, ¿acaso no podría terminar sus estudios? ¿Qué sería de ella entonces? ¿Qué podría hacer a futuro?

―El director te está esperando en su oficina ―dijo la mujer con el ceño algo fruncido―, puedes esperarla fuera, joven Jung.

Yoonji miró de reojo a Hoseok, observando su rostro tranquilo. No pudo evitarlo, y recordó a ese complaciente y sumiso chico de meses atrás, obedeciendo todo con una sonrisa bien dispuesta, aunque no estuviera de acuerdo con algo, y no pudo evitar compararlo con el actual.

Hoseok cambió, así como ella lo hizo, y no sabía cómo sentirse al respecto.

―No ―respondió Hoseok con tono amable, pero firme―, lo acompañaré.

Antes de que la mujer pudiera reclamar, Hoseok abrió la puerta.

Yoonji se estremeció cuando observó el desconsolado, lloroso rostro de su madre sentada frente al escritorio, mientras su padre le acariciaba los hombros. El director, en su silla, lucía igual de triste que ellos.

―¿Señor Jung? ¿Qué está haciendo aquí? ―preguntó el hombre bruscamente.

La chica no pudo evitarlo, y se presionó contra el costado de Hoseok, balbuceante, queriendo ocultarse y desaparecer de allí.

―Yoonji, vinimos a buscarte apenas nos avisaron que regresaste a clases ―dijo su madre de forma repentina, poniéndose de pie―. Jimin se fue, ¿no es así? ¿Eso significa que has recuperado la cordura? No vamos a enojarnos, cariño, pero por favor...

―No ―su voz salió débil, pero fue suficiente para callar a su madre―. Yo estoy... estoy bien. La se-señora Kim está...

―¡Está poniéndote en nuestra contra! ―espetó su padre, sobresaltándola, y Hoseok de forma automática se puso entremedio―. ¡Esa zorra lo único que está haciendo es llenarte la cabeza con estupideces y porquerías!

Sacudió la cabeza, retrocediendo, tragando saliva.

―No es así ―murmuró, conteniendo las ganas de vomitar.

―Por favor, Yoonji ―sollozó Hyeyin con tono destrozado―, somos tus padres, ¿no ves lo mucho que nos estás hiriendo? Sólo queremos que regreses a casa, pondremos nuestros esfuerzos en... en hacerte feliz, pero vuelve, por favor, cariño... ―la mujer levantó la vista, mirando la figura de Hoseok y poniendo una expresión suplicante―. ¿No quieren casarse? Está bien, podemos retrasar la boda lo que quieran, pero Hoseok, por favor, ayúdanos con esto, tu padre...

―Mi padre no maneja mi vida, señora Min ―respondió Hoseok con dureza―, así como ustedes no manejan la vida de Yoongi.

―¡Yoongi! ¡Yoongi! ―gritó Bonhwa―. ¡Es una chica, una estúpida chica! ¡Dejen de insistir en esa mierda, mi hija no es ningún chico, nunca lo será, ¿lo tienen claro?!

Yoonji presionó su rostro contra la espalda de Hoseok, sintiéndose mareada de repente, con puntos negros en su visión haciéndola sentir confundida y enferma, con deseos de vomitar. Sin embargo, se forzó a mantener la comida en su interior porque la nutricionista, Soonkyu, le dio una dieta por su falta de nutrientes y la mujer fue amable y dulce y no quería decepcionarla.

Yoonji no quería decepcionar a todas esas personas que la estaban tratando como si mereciera amor y cariño.

―Hey, hey, Yoongi, cariño, respira por favor.

De pronto, Hoseok la estaba sosteniendo por los hombros, preocupado, con su rostro un poco asustado al verla jadeante, respirando aceleradamente, a punto de romper a llorar.

¿Por qué Hoseok la estaba tocando? ¿Acaso no sabía que estaba sucia, que estaba manchada? Hoseok no debía tocarla, no quería que la tocara, no quería que se asqueara, que ensuciara su alma tan amable y limpia.

―No me toques... ―sollozó, retrocediendo y manoteando sus brazos―, no, Hobi, no me toques...

Hoseok le miró con sorpresa.

―Yoongi... por favor, por favor, inhala y exhala, no dejes que–

―¡No me toques! ―repitió, rompiendo a llorar, golpeando el marco de la puerta con su hombro, sin dejar de retroceder―. Soy malo, estoy... estoy sucio, soy asqueroso...

―No bebé, no lo eres, lo prometo, no eres–

Su estómago volvió a contraerse y cayó de espaldas, sin contener ahora el vómito. Se encontraba asfixiado, enfermo, queriendo escapar de allí, desaparecer, hacerse pequeñito, desaparecer, que nadie le mirara con ojos juzgadores, que nadie le volviera a dirigir palabras crueles, llenas de odio.

Yoonji –Yoongi– no quería eso, no quería sentirse así, no quería–

―Yoongi, mírame, Yoongi–

Tambaleante, trató de levantarse, mirando el rostro desesperado de Hoseok, la confusión en las expresiones de los adultos. Trastrabilló, comenzó a alejarse.

Cuando Hoseok lo tomó, se retorció y gritó que le soltara, que se alejara, que no quería que le tocara, que no valía la pena, que estaba roto, que estaba destrozado, que nadie podía repararlo, que dolía demasiado, que algo dolía demasiado en su interior.

Que se sentía como si estuviera en una cajita de cristal que se hacía más pequeña a cada momento y se estaba asfixiado, que se estaba asfixiando, que no podía respirar, no podía, se estaba ahogando, y Hoseok sólo lo abrazaba y la sensación empeoraba y necesitaba respirar, necesitaba aire, necesitaba que–

―Mierda.

Hoseok lo recostó en el suelo y el espacio era más pequeño. Sus ojos revolotearon por el techo y podía sentir como si las paredes se vinieran sobre su cuerpo y le estuvieran aplastando, y el aire desaparecía mientras su cuerpo temblaba.

Y lloraba y gritaba y sollozaba y su rostro estaba húmedo y algo dolía demasiado y–

Y ahora gente vestida de blanco lo estaban levantando, a pesar de que tratara de soltarse mientras seguía llorando y la sensación de asfixia no desaparecía, sólo empeoraba.

Necesitaba salir, necesitaba respirar, necesitaba aire, necesitaba algo que lo ayudara a escapar de allí y que...

Hoseok estaba con ojos llorosos a su lado cuando lo subieron a una camilla y pusieron una mascarilla en su boca, junto con un pinchazo en su brazo lo hizo chillar.

―Todo estará bien, bebé... ―susurró Hoseok, tomándole la mano.

Mareado, con sus párpados pensando, quiso que fuera verdad.

Yoongi rezó para que fuera verdad.

Hoseok no recordaba a Yoongi tan destrozado desde que trataron de abusar de él, y pudo imaginar que, cuando se dañó, se veía parecido o peor. Eso provocó que se abrazara, con Taehyung a su lado mirándole con preocupación.

Yoongi llevaba sólo dos horas durmiendo, pero se sentía como si hubiera pasado toda la noche allí.

Mordió su labio inferior, mirando a los padres de Yoongi hablando con el doctor, y se maldijo por ser incapaz de manejar la situación. Ahora sus padres no iban a dudar en llevárselo, en tratar de encerrarlo en una burbuja falsa, fingiendo que nada ocurrió, y eso lo hacía sentir desesperado y asustado.

Suspiró, sacudiendo su cabeza.

Yoongi estaría bien, tenía que confiar en eso.

Así que, fingiendo una confianza que no sentía, se acercó hacia sus padres.

―Su hija no está bien ―decía el doctor con voz suave―, hablamos con la doctora Taeyeon...

―Esa mujer no debería ser doctora ―espetó el padre de Yoongi―, si mi hija está aquí en este momento es por culpa de Kim y su negligencia médica.

―Es un castigo, ¿no es así? ―sollozó la mujer, sin levantar la vista―. Es su castigo por comportarse de una forma anormal...

―Señora Min...

―No es culpa de la señora Taeyeon ―espetó Hoseok de pronto, sin poder aguantarlo―. Es culpa de ustedes por no poder comprenderlo. Es culpa de sus compañeros por burlarse de él. Es culpa de esos idiotas que trataron de violarlo. No es culpa de Yoongi ni de nadie más.

Hyeyin le miró por sus ojos llenos de lágrimas, sin dejar de sollozar.

―Hoseok, ¿por qué te... te comportas así? ―lloriqueó, hipando―, ¿desde cuándo has dejado que esa gente te influencie?

Hoseok mordió su labio inferior, pero antes de poder contestar, el doctor Hae intervino:

―No estamos aquí para discutir la culpabilidad de las personas ―dijo con tono duro―, lo importante ahora es tratar correctamente a su hija.

―Hijo ―corrigió Hoseok―, Yoongi es chico.

Hubo una pequeña pausa.

―La persona en la habitación no tiene genitales masculinos, por lo tanto, es una chica ―fue lo único que dijo el doctor, antes de resoplar―. Yoonji sigue durmiendo, pero si la desean ver, pueden pasar.

Hoseok hizo una mueca, mirando a los padres de Yoongi mientras el doctor se retiraba.

―Nos la llevaremos a casa ―dijo Bonhwa con una mueca de rabia―, no es posible que por un simple capricho de niña estúpida la hayan traído aquí ―miró a Hoseok, como queriendo culparlo con los ojos―. Unos buenos golpes le hacen falta para que no se comporte como una loca, cuando yo tenía su edad era lo que mis padres hacían si me equivocaba.

Pero antes de que pudiera dar un paso, Hoseok se interpuso, conteniendo las ganas de golpearlo.

―Yoongi no irá con ustedes, él se fue de la casa ―espetó con una mirada de advertencia―, y si se atreve a ponerle un dedo encima, le juro que le devolveré el golpe diez veces.

―¡Cómo te atreves...!

―Hoseok ―detrás de él, Taehyung lo sostuvo―, vamos, el doctor dijo que podíamos pasar a ver a Yoongi. Nos vemos, señores Min.

―No me hables, bastardo ―gruñó Hyeyin.

Taehyung no lo demostró, pero Hoseok sabía que sus palabras dolían de alguna forma, a pesar de que Taehyung no fuera un bastardo como tal. Aun cuando sus padres estaban separados, mantenía una buena relación con su papá, a quién veía cada cierto tiempo y quien se hacía cargo de la manutención de sus hijos.

Pero eso a nadie le importaba, porque lo que realmente importaba era que Taeyeon se había divorciado.

Hoseok apoyó su mano en el hombro de Tae, atrayéndolo contra su cuerpo antes de revolverle el cabello en señal de apoyo, y su mejor amigo le sonrió a regañadientes. Abrió la puerta donde Yoongi estaba acostado, durmiendo, ajeno a todo lo que ocurría a su alrededor.

―Hablé con Jin y Lisa ―dijo Tae, mientras se sentaba en el sofá del cuarto―, dijeron que vendrían con comida, por si quieres pasar la noche...

―No ―suspiró, acercándose para tomar la pálida mano de Yoongi―, le darán de alta apenas despierte, eso escuché que le decían a sus padres.

―Dios ―murmuró Taehyung―, esto es una mierda, ¿cómo pretenden llevárselo en esta situación? Eso sería retroceder todo, Yoongi no lo soportaría...

―No permitiré que se lo lleven ―dijo Hoseok con firmeza―, tendrán que pasar por sobre mí si van a llevárselo.

Taehyung le miró con sorpresa, y pasados unos segundos, comenzó a reírse.

―Oh dios, ¿desde cuándo dejaste de ser tan cobarde?

―¡Tae!

―¡Antes apenas podías hablar sin tartamudear!

―¡Eres como la mierda!

―Dejen... dormir, pen-pendejos...

Ambos chicos enmudecieron cuando una voz rasposa y titubeante habló, volteándose para ver a Yoongi con los ojos entreabiertos. Pasó su lengua por sus labios para humedecerlos, pues se encontraban resecos.

―Yoongi ―susurró Hoseok, acercándose e inclinándose para acariciar el pálido rostro del chico―, supongo que te sientes mal.

Yoongi hizo una mueca.

―Me... me duele la cabeza...

―Iré a buscar al doctor ―dijo Taehyung, saliendo de la habitación.

―¿Qué pasó?

Yoongi le miró, perdido, y Hoseok agarró nuevamente su mano.

―Perdiste el control.

Una manera elegante para hablar sobre lo ocurrido, sin buscar alterarlo demasiado.

Antes de que Yoongi le dijera algo más, la puerta volvió a abrirse, y el doctor Hae entró, seguido de Taeyeon.

Hizo una mueca cuando los padres de Yoongi entraron detrás, mirando hoscamente a la mujer, que les ignoraba por completo.

―¿Cómo te sientes, cariño? ―preguntó Taeyeon, sentándose a su lado y acariciando su rostro.

Como si fuera un gatito, Yoongi cerró sus ojos antes el contacto.

―Quiero irme a casa ―pidió como un niño pequeño.

―No te preocupes ―dijo Hyeyin, dando un paso―, vas a volver con nosotros, Yoonji.

Yoongi le miró, aturdido unos segundos, pero terminó por sacudir la cabeza.

―No quiero ―murmuró con ojos llenos de lágrimas, y de forma sorpresiva, se aferró al brazo de Taeyeon.

―¿De qué estás hablando? ―su padre parecía desquiciado―. ¡Tu casa es donde estamos nosotros, Yoonji!

―Les pido bajar la voz, por favor ―pidió el doctor Hae.

―No ―insistió Yoongi sin mirarlos―, le pro-prometí a Jimin cuidarme.

―¡Jimin sabrá qué es lo mejor!

―No griten, estamos en un hospital ―dijo Taeyeon con calma.

―¡Cierra la maldita boca, puta barata!

Luego de eso, hubo un silencio.

El doctor Hae parecía ahora realmente enojado.

―Les pido con amabilidad que se retiren ―pidió, sin tacto en su voz―, no permitiré que se comporten de esa forma en un lugar como este. Claramente, ustedes no comprenden un poco la situación aquí.

―¿Cómo puede...?

―No lo repetiré dos veces ―agregó el hombre―, o salen ahora, o llamaré a seguridad. No permitiré que mi paciente sufra un ataque de pánico otra vez por culpa de sus negligentes padres.

Ambos mayores miraron al doctor con rabia contenida en sus ojos, pero no les quedó de otra que girarse. Sin embargo, antes de salir, Hyeyin miró una vez más a Yoongi en la cama, que sollozaba contra el brazo de Taeyeon.

―Te estaremos esperando fuera para retirarte.

Luego, cerró la puerta.

El doctor suspiró.

―Cuando me hablaste sobre ellos, Taeyeon, no pensé que fueran así ―dijo el hombre, acercándose a la camilla.

La mujer hizo un gesto despectivo con la mano.

―He visto peores ―comentó, quitándole importancia y volviendo a acariciar el cabello de Yoongi―. Cariño, ya pasó, de verdad. No voy a dejarte solo ahora.

Yoongi ocultó su rostro contra las sábanas.

―¿Lo promete? ―murmuró débilmente.

―Por la garrita ―agregó Taeyeon, sonriendo.

Pero a Yoongi no pareció importarle, porque asintió, mordiendo su labio inferior.

El hombre suspiró una vez más.

―Tu psicólogo estuvo hablando conmigo hace unos minutos, Yoonji ―dijo Hae con calma en su voz―, no lleva mucho tiempo contigo, ¿no es así?

―Sólo dos sesiones... ―dijo, sin levantar su cara.

―Pero me ha dicho que va bien contigo, ¿te gusta él, Yoonji? ―siguió preguntando el doctor, sonriendo.

Yoongi permaneció un momento en silencio.

―Me gusta ―concedió Yoongi.

―Eso está bien ―prosiguió el hombre―, bueno, Jo me dijo que eres una persona muy ansiosa ―hubo un pequeño momento de silencio mientras Hae se sentaba en el borde de la cama―. Tuviste un ataque de pánico, Yoonji.

―¿Estoy loca? ―preguntó Yoongi con los labios temblando.

Hoseok quería tomarlo en brazos, abrazarlo y nunca soltarlo.

―No ―el doctor negó con la cabeza―, sufrir ataques de pánico por la ansiedad no significa que estés loca, sólo que necesitas ayuda y vamos a solucionarlo. Voy a darte el alta ahora porque ya estás despierta, pero te daré un calmante para que puedas dormir bien, ¿te parece? Y vas a seguir yendo a tus sesiones con el doctor Kwon y le harás caso a Taeyeon en todo.

Yoongi parecía querer decir algo, sin embargo, decidió asentir en silencio, jugueteando con sus manos.

El doctor suspiró, haciéndole un gesto a Taeyeon para que la acompañará fuera de la sala, y la mujer se puso de pie, prometiéndole volver enseguida. Tae comentó algo de que Lisa y Jin estaban fuera así que iría a buscarlos, quedando ellos solos.

―¿No te doy asco? ―preguntó Yoongi en voz baja.

Hoseok le miró.

Yoonji realmente se sentía enferma en ese instante, con su estómago revuelto mientras su cabeza punzaba y una sensación de pesadez, de cansancio, de tristeza, parecía extenderse por toda su alma.

Quería estar acostada ahí todo el día, sin moverse, sólo mirando la pared mientras los días pasaban y ella envejecía. Eso era mucho mejor que salir y observar todos esos ojos juzgadores sobre sí que tan desesperada la ponían.

Hoseok se sentó a su lado.

―¿Por qué me darías asco? ―preguntó con verdadero desconcierto en su voz.

Yoonji se encogió de hombros, como queriendo quitarle importancia.

―Porque no sé quién soy. Porque estoy confundida. Porque estoy enferma ―hizo una mueca―. Te mereces algo mejor, Hoseokie, alguien que no tenga problemas o necesite ayuda. Alguien que no esté sucia.

Los ojos de Hoseok se suavizaron, aunque cuando habló, su voz sonaba firme:

―Tú no estás sucio ―le dijo―, no me importa si estás enfermo o necesitas ayuda, Yoongi. No me importa si eres un chico o una chica ―hizo una pequeña pausa―. No me importa si te gustan los chicos o las chicas, porque siempre serás Yoongi para mí, la persona más bonita y pura del planeta.

―No ―gimió Yoonji―, no soy bonita ni pura. Soy un desastre. No estoy cerca de ser perfecta.

El chico la abrazó, suspirando.

―No quiero que seas perfecto, bebé ―le dijo en voz baja―, porque ya lo eres, así como eres. Con todos tus defectos, con todas tus imperfecciones, eres ya la persona perfecta para mí.

Yoonji le devolvió el abrazo, sintiendo como los cálidos brazos de Hoseok la rodeaban, la sostenían, la hacían sentir segura y protegida por un instante.

―¿Aunque... Aunque sea un desastre... ―preguntó, mientras lo apretaba contra su cuerpo―, vas a estar ahí, Hobi?

Hoseok alejó su rostro, mirándola con una sonrisa enorme, y antes de darse cuenta, el chico se movió.

No tuvo tiempo para rechazarlo, pero los labios de Hoseok le estaban dando un beso pequeño, corto, superficial en la boca, apenas un roce. Esa pequeña presión envió un torrente de sensaciones en todo su cuerpo, y sus mejillas se colorearon de rojo cuando Hoseok se alejó, sin borrar esa tonta sonrisa de su rostro.

―Aunque tú ya no me quieras a tu lado ―contestó Hoseok―, yo estaré allí siempre para ti, Min Yoongi.

Min Yoongi. Eso sonaba tan bien.

Eso sonaba perfecto.

¡gracias por leer!

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