58.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Después de la tormenta,

Quiero ser valiente,

Y mantener el calor,

Y no desvanecerme...

~Enter One, Sol Seppy~

Todos en el colegio le ignoraban, pero Yoongi lo prefería de esa forma, porque así no tenía que responder preguntas incómodas o estúpidas.

Incluso Jiho dejó de molestarlo, sólo mirándolo con rabia mal disimulada cuando volvió a clases con un parche en la nariz. Hoseok se limitó a bufar, ignorando a Jiho cuando pasó a su lado, y Yoongi no pudo evitar sentir algo de admiración, pues Hoseok no parecía el mismo de meses atrás.

El Hoseok de antes jamás habría golpeado a alguien hasta romperle la nariz, ni habría discutido con sus padres, ni decidido estudiar Danza.

Pero a Yoongi le gustaba más éste Hoseok, ya que parecía más sincero, más brillante, más feliz.

Para él estaba bien.

Quedaban tres semanas de clases y ya estaban dando los exámenes finales. Luego de eso estarían las vacaciones, y debería preparar su documentación para entrar a la universidad, si deseaba hacerlo. Pero Yoongi no estaba seguro de ello. No estaba convencido de ir a otra institución donde, con toda probabilidad, iban a discriminarle.

Aunque, por otro lado, entrar a la universidad quizás sería comenzar de nuevo. Nadie allí sabría quién era Yoonji. Allí sólo verían a un chico llamado Min Yoongi, y tal vez las cosas podrían mejorar.

El primer paso sería comenzar los trámites para cambiar su nombre, para que ese personaje que fingió ser tanto tiempo desapareciera por completo.

―Estás distraído.

Sus dedos se deslizaron por las teclas de forma sorpresiva al verse interrumpido, resonando un ruido desagradable, y se volteó para ver a la profesora Suran. La mujer estaba sentada tras el escritorio, terminando de revisar unos trabajos, pero le miraba con expresión indescifrable.

Rascó su nuca.

―¿Se nota demasiado? ―preguntó, volviendo su vista hacia la partitura.

―Estás tocando, pero suena vacío ―respondió ella calmadamente―, ¿hay algo que te acompleja, Yoongi?

Escuchar su nombre de los labios de su profesora envió una sensación agradable por su cuerpo, acostumbrado a que el resto de los docentes del lugar le llamaran por su nombre femenino, pues no lo reconocían como hombre. Pues no entendían que, un simple cambio de nombre, para él significaba algo importante.

Y dolía, dolía que no se dieran cuenta de ello: ¿tan difícil era entender que un nombre lo hacía sentir mejor?

Rascó su nuca. Esa tarde estaba solo, porque sus amigos estaban estudiando, pero Yoongi no tenía ganas de hacer eso, y decidió ir a tocar el piano. Se sentía algo extraño, y cuando eso ocurría, no se concentraba en los estudios. Tampoco le importaban demasiado, ya que no veía la universidad como algo importante, pero a veces se sentía mal por eso mismo, por ver a todo el mundo preocupado de qué estudiar, mientras él permanecía allí.

Estancado.

Trataba de no darle demasiadas vueltas al asunto, pues sabía que pensar demasiado las cosas haría que la ansiedad se lo devorara, pero a veces no podía evitarlo. A veces no podía soportarlo.

―Tengo algo de miedo ―confesó, bajando la voz―, por el futuro, tengo demasiado miedo.

Suran ladeó la cabeza, diciéndole en silencio que podía continuar, y Yoongi humedeció sus labios.

―La próxima semana tendré mi primera cita con un psiquiatra ―prosiguió, haciendo una mueca―, y tengo demasiado miedo de las cosas que pueda decirme. Además, estoy pensando en que deberé conseguir un trabajo para poder mantenerme una vez salga del colegio, no puedo seguir dependiendo de mamá Taeyeon, pero...

―Hey, hey ―murmuró Suran, llamando su atención―, estás diciendo muchas cosas de pronto, Yoongi, necesitas calmarte.

Yoongi llevó su mano a su frente, frotándola para tratar de tranquilizarse un poco, tomando respiraciones profundas como Jo le enseñó para que el pánico no lo consumiera por completo.

―¿Ahora mejor? ―preguntó Suran, tratando de no lucir preocupada―, ¿quieres un vaso con agua, Yoongi?

Sacudió la cabeza en una negativa, tomando más aire.

―Es sólo que... tengo tanto miedo ―murmuró, desanimado―, a veces me siento tan bien, como si las cosas estuvieran mejorando, pero otras veces es como si... como si no fuera así, todo se da vuelta tan rápido, y no sé cómo manejarlo bien...

―No tienes que hacerlo solo ―le dijo Suran, llamando su atención―, tienes a Hoseok, a Taehyung, a Jin, a Lisa. Tienes a Taeyeon, a Jimin, a tus amigos de Daegu. Me tienes a mí, Yoongi ―le acarició el cabello―. No tienes por qué enfrentar estas cosas solo, cariño.

Yoongi asintió, cerrando sus ojos un instante y recostando su rostro contra el hombro de la mujer. Deseó, en ese instante, sentirse bien por mucho tiempo. Que las cosas malas desaparecieran, se fueran, le dejaran en paz.

Suran deslizó sus dedos por las teclas, comenzando a tocar una pieza tranquilizante, y Yoongi continuó con ella, escuchando la suave voz de la mujer cantar a su lado.

Suran sonrió al observarlo, notando la forma en la que Yoongi expresaba sus emociones a través del instrumento, su rostro tranquilo y enamorado del piano, y sus ojos brillando por el gusto. Se dijo que haría lo posible para que ese chico que tanto quería, ese chico que merecía mil oportunidades en la vida, pudiera irse de allí y comenzar de nuevo.

Pudiera vivir siendo la persona que tanto amaba ser.

Yoongi salió horas más tarde del colegio, observando el cielo todavía claro gracias a la próxima temporada de verano que se acercaba. Los días estaban cada vez más calurosos, por lo mismo, ya casi ninguno de sus compañeros usaba el suéter escolar, mientras que las chicas estaban dejando de lado las medias.

Odiaba el calor, pues solía usar vestidos durante esa época para capear el calor, o pantalones cortos y playeras más ligeras, que mostraban sus hombros y marcaban sus pechos. Usar aquella ropa no se sentía cómodo para él, se sentía mal y desagradable, y Yoongi quería ser capaz de enfrentar ese verano de otra forma, aunque no sabía cómo.

El binder que Jungkook le regaló meses atrás le ayudaría a no lucir con curvas tan pronunciadas, sin embargo, él deseaba más. Ansiaba más.

Al menos, pensó mientras caminaba hacia la casa de Taeyeon, su cabello corto le ayudaba más a enfrentar su verdadero yo, a aceptarlo sin tanto conflicto, y aunque adultos y sus compañeros le miraran como un bicho raro, a Yoongi no le interesaba demasiado, siempre y cuando la gente más cercana a él entendiera todo eso. A pesar de que él tampoco lo podía entender por completo.

EunYoung estuvo contestando gran parte de sus preguntas, pero ahora que se marchó, Yoongi se sentía un poco perdido, un poco desorientado. A veces, todavía se sentía confundido por dentro, se sentía como si lo que estuviera haciendo fuera algo malo.

―¡Eh, pequeña zorra!

Ignoró la voz de Jiho, apretando la tira de su mochila, en tanto seguía caminando como si no hubiera pasado nada, queriendo alejarse de aquel bastardo.

Pero Jiho parecía resuelto a hacerle la vida imposible.

El chico lo alcanzó, agarrándolo del brazo, y lo volteó.

Observó sin expresión en su cara el parche sobre su nariz, tratando de no sonreír, ya que sabía que aquello le enfurecería más.

―¿Ocurre algo? ―preguntó, tratando de lucir tranquilo, aunque podía notar como se crispaba por el agarre en su brazo.

Un flashback cruzó su mente: Jiho sosteniéndolo de la cintura, impidiendo que pudiera ponerse de pie, separando sus piernas.

Se estremeció de forma inevitable, alejando su brazo de golpe, con su labio temblando.

Notó el gusto en el rostro de Jiho.

―¿Te doy miedo, Yoonji? ―preguntó, remarcando su nombre―. ¿Por qué eres así conmigo?

Se giró, dispuesto a seguir caminando, alejarse lo más posible, pero Jiho no se lo permitiría. Jiho parecía dispuesto a hacerle la vida imposible, y no podía entender bien por qué. Ellos nunca se llevaron bien, pero tampoco mal, el chico siempre le fue indiferente, ¿por qué se comportaba así ahora?

Jiho le agarró el hombro, pero Yoongi volvió a soltarse.

―¿Por qué eres tú así conmigo? ―preguntó bruscamente―. ¿Qué demonios quieres de mí, pedazo de mierda?

Jiho lo miró con furia, sus ojos brillando con rabia.

―¿Qué que quiero de ti? ―gruñó, molesto―. Al único jodido chico que siempre has mirado ha sido al imbécil e inútil de Jung, ¿y tienes el descaro de preguntarme que qué quiero de ti, perra inútil?

Lo abofeteó, su mano picando, pero sintió satisfacción al escuchar el golpe. Jiho llevó su mano a su mejilla, haciendo una mueca por el repentino dolor de su nariz.

―Eres repulsivo ―espetó con asco.

―¿Repulsivo? ―Jiho se controló para no golpearlo, sabiendo que estaban en público, que por mucho que quisiera, le iban a llamar la atención por golpear a una mujer―. A ti lo que te hace falta es que te den una buena follada, Yoonji, para que aprendas que lo que tienes ahí es un coño.

Apretó sus labios en un rictus de rabia, sin embargo, se obligó a girarse, volviendo a caminar. Jiho, para su fortuna, no le siguió, a pesar de que sabía que los ojos del chico permanecieron sobre él en todo momento.

Llegó a casa minutos más tarde, tratando de controlar la ira en su interior, tratando de que las palabras hirientes del chico no le afectaran. Entró, escuchando enseguida los gritos de Sohyun y Jongin desde el comedor.

―¿Oppaaaaaaaaaaa? ―preguntó Sohyun entre risas.

Se asomó, encontrándose con Jongin haciéndole cosquillas a su hermana menor, y sonrió con debilidad.

―¿Cómo les fue? ―preguntó, dejando su mochila en el suelo―. ¿Dónde está Taehyung?

―Salió con Lisa noona ―respondió Jongin, enderezándose.

Sabía que Taeyeon no estaba en casa porque debía trabajar, pero en ese instante, le hubiera gustado que estuviera para poder abrazarla y dejar de sentirse mal. Los abrazos de ella siempre le hacían sentir bien.

―¿Ocurre algo, oppa? ―dijo Sohyun ante su silencio.

―¿Ah? No, claro que no ―contestó un poco distraído, sentándose en el sofá.

Jongin se ubicó a su lado, llamando su atención.

―Hyung, ¿no tiene calor con toda esa ropa? ―dijo, sin malicia en su voz.

Yoongi se miró: pantalones largos, el suéter enorme. Ropa para cubrir curvas, para cubrir pechos.

Rascó su brazo, sintiendo las cicatrices bajo su tacto. Cicatrices.

Extrañaba el dolor.

Parpadeó, queriendo despejarse.

―Estoy bien ―fue su respuesta―, es mejor así.

Sohyun se subió al sillón, abrazándole repentinamente.

―No importa el cuerpo que tengas ―le dijo la niña de pronto―, está bien si eres oppa ―agregó.

―Yoongi hyung suena mucho mejor ―agregó Jongin, como si fuera un sabio.

Sintió sus ojos picar por las lágrimas contenidas.

―Gracias, chicos ―murmuró, su voz quebrada.

―¡Yoongi oppa puede ser un chico, así como yo soy un unicornio! ―apoyó Sohyun, feliz.

―Que unicornio más feo ―replicó Jongin.

―Pues tú serías el rey de los unicornios feos ―dijo ella.

―¡¿Qué dijiste, mocosa?!

Las risas de Sohyun volvieron a resonar, y Yoongi los miró, sonriendo, limpiando sus ojos y tratando de concentrarse en eso, en las sensaciones buenas. En las risas, los abrazos, los toques amorosos.

Si se concentraba en eso, las cosas iban mejor.

Hoseok levantó dos prendas de ropa, y Yoongi ladeó la cabeza, negando en silencio.

―¿Por qué escoges ropa tan horrible? ―preguntó en un suspiro.

El chico soltó un bufido de indignación.

―¿Horrible? ¡Es ropa genial! ―dijo, moviendo los colgadores con ropa.

Yoongi hizo un ruido extraño, medio risa, medio chasquido.

―Esas camisas te quedarán enormes ―replicó, poniéndose de pie.

―¡Bueno, a mí me gusta! ―dijo Hoseok como un niño pequeño.

Rodó los ojos, encogiéndose de hombros, y le hizo una seña a Hoseok.

―Venga, anda a probarte la ropa, y si te gusta la llevas, pero a mí no me consultes más ―le dijo.

Hoseok refunfuñó por lo bajo, sin embargo, decidió obedecer, ya que sabía que si los dos empezaban a buscarle ropa iban a terminar discutiendo, pues sus gustos para escoger prendas eran muy distintos.

Yoongi, por otro lado, estaba preguntándose por qué aceptó acompañar a Hoseok a comprar ropa siendo que odiaba hacer eso. Su mamá solía llevarle a comprar ropa cuando veía que se estaba apropiando de las prendas de Jimin, y podían estar toda la tarde metidas en esas tiendas, buscando ropas que se adecuaran a una linda chica como ella.

Fue acumulando, de esa forma, un montón de prendas que se negó varias veces a usar: pantalones de talla alta, playeras apretadas y de colores brillantes, faldas y vestidos, medias y suéteres ajustados. Yoongi detestaba esas prendas porque nunca se sintió cómodo con ellas, nunca pudo gustar de ellas, pues su mamá las compró para reafirmar que era una chica.

Mientras Hoseok se probaba las prendas, Yoongi comenzó a hurgar entre el montón de ropa de la tienda. Se detuvo entre un montón de marcas donde había chaquetas de cuero y pantalones rotos, sus dedos deslizándose por la tela. Camisas a cuadros, playeras grandes, ropas con colores oscuros.

Bóxeres. Ropa interior masculina.

Delineó las prendas, sus manos picando por agarrar alguna, pero se contuvo porque no tenía dinero para ello. Además, ¿para qué quería más ropa? Las prendas usadas que Jimin, Taehyung, Jin y Hoseok le daban, era suficiente para él.

Rascó su nuca.

―¿No quieres llevar algo?

Se sobresaltó cuando Hoseok habló con voz suave detrás de él, y se giró con expresión algo culpable.

―No, ¿qué dices? ―se rió con falsedad―. ¿Escogiste una o prefieres que sigamos viendo?

Hoseok colgó las dos playeras, encogiéndose de hombros.

―No me quedan bien ―mintió, ya que en realidad Hoseok no quiso ir a comprar ropa para él―. ¿Seguro que no quieres probarte algo?

Se removió, algo inseguro y mordiendo el interior de su mejilla.

―No tengo dinero ―contestó.

Hoseok sonrió.

―Bueno, te debo un regalo de cumpleaños ―dijo con voz suave―, puedes comprarte algo.

Yoongi recordó, entonces, que su cumpleaños fue un infierno: el día anterior Jimin le había dicho que atacaron a Jungkook y EunYoung, y al día siguiente, en el baño del colegio, Jiho y su grupo lo agarraron y...

Observó las prendas.

―¿Estás seguro, Seokie? ―preguntó en tono bajo.

Hoseok se encogió de hombros.

―Es mi regalo para ti ―contestó el mayor, revolviéndole el cabello.

Algo titubeante, agarró una camisa negra, mangas largas y suave. Luego agarró unos pantalones rasgados en las rodillas, también oscuros. Hoseok sonrió ampliamente.

―Vamos a que te los pruebes ―dijo Hoseok, empujándolo hacia los probadores.

―¿Seguro? ―insistió Yoongi―. No quiero...

―¡Es mi regalo! ―Hoseok le pellizcó la nariz y la arrugó, asintiendo. Entró al probador.

En silencio, inseguro y afectado, comenzó a desnudarse. Evitando mirar su reflejo en el espejo, Yoongi se puso la camisa, abotonándola en silencio. Prosiguió con los pantalones, metiendo la camisa en el interior, y se obligó a observarse.

Sus rasgos eran delicados, suaves, femeninos, pero con esa ropa se veía más... más chico. Más cómodo.

Con una mirada incierta, salió del probador.

Hoseok se le quedó mirando. Se removió, apenado.

―¿Me veo muy mal? ―preguntó en voz baja.

El chico pestañeó.

―Qué dices ―dijo, sonriendo ampliamente―. Te ves genial, Yoongi, wow... ¡Eres un chico muy guapo!

Sus mejillas se colorearon de rojo, avergonzado, y le dio un golpe en el costado.

―No digas esas cosas ―le dijo, queriendo desaparecer de allí.

―¡Es cierto! ―Hoseok parecía querer saltar en su lugar―. Estás increíble, ojalá yo...

―Oh, señorita, esa ropa corresponde a la sección de hombres.

Se congeló mientras la sonrisa de Hoseok desaparecía, una vendedora apareciendo con expresión de incomodidad en su rostro. Yoongi se sintió, de forma repentina, demasiado ridículo vestido así, con esas ropas que claramente no eran para él, que no debían ser usadas por él.

Dios, ¿en qué estaba pensando?

―Disculpe ―dijo en voz baja―, voy a...

―Nos las llevaremos ―interrumpió Hoseok con seriedad―, me gusta cómo te ves en ellas, Yoongi.

El rostro de la vendedora se desencajó, confundida, atónita.

―Pero...

―O podríamos ir a otra tienda ―prosiguió Hoseok en voz alta―, donde no nos digan qué usar.

El rostro de la mujer se tornó colorado, murmurando una disculpa y retirándose de allí con rapidez.

Hoseok observó a Yoongi.

―Tú puedes usar la ropa que desees ―le dijo con tono claro, firme―, no dejes que nadie te impida qué usar, Min Yoongi.

Asintió, aturdido, sorprendido, sin saber qué decir.

Cuando estaban en la caja pagando, Hoseok agarró un paquete de ropa interior: unos bóxeres de color negro, y los agregó a la caja.

―Para ti ―dijo el chico como si nada, sonriéndole―, tienen que combinar con tu nueva ropa.

Yoongi sonrió, feliz, y le dio un beso en la mejilla, porque Hoseok era la persona más pura en el mundo, y él definitivamente no se lo merecía.

Pero lo disfrutaría, lo querría, siempre y cuando Hoseok también estuviera de acuerdo con eso. Sólo esperaba que el chico nunca se cansara de él, pues él jamás iba a cansarse de su presencia tan hermosa, tan bella.

Tan sanadora.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro