57.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Donde hay esperanza,

Siempre habrá dificultades.

~Sea, BTS~

Hoseok pasó los dedos por su cabello, y lo miró por entre sus ojos medio cerrados producto del sueño. El chico le sonrió, su sonrisa de corazón iluminando todo a su alrededor, y se enderezó de a poco, tratando de orientarse.

Podía escuchar los gritos de los estudiantes a lo lejos, jugando en la cancha de fútbol.

―¿Qué hora es? ―preguntó, bostezando.

―Serán pronto las dos de la tarde ―dijo Taehyung a su lado, jugueteando con el cabello de Lisa que ya estaba creciendo―. Ya debemos ir a clases, Yoongi.

Asintió algo ausente, su estómago apretándose por la ansiedad.

―¿Ocurre algo? ―preguntó Jin, dejando de estudiar.

Sacudió su cabeza en una torpe negativa, sonriendo con un poco de vergüenza.

―Las cosas han estado... tranquilas ―dijo en voz baja.

―Ah, eso es porque faltaste los últimos días ―contestó Lisa como si nada―, y te perdiste a Hoseok golpeando a Jiho. Fue muy divertido.

Yoongi parpadeó, volteando su vista hacia Hoseok, que rascó su nuca con los ojos bajos.

―¿Hoseok? ¿Desde cuándo peleas? ―preguntó con sorpresa.

Hoseok se cruzó de brazos.

―Desde que ese idiota se atrevió a tocarte ―contestó Hoseok con rabia en su voz, asustándolo―. Se lo merecía y debía hacerlo. La próxima vez que un idiota se atreva a molestarte, voy a golpearlo.

Yoongi sintió su corazón apretándose ante las palabras de Hoseok, la conmoción provocando que sus labios temblaran gracias a lo que dijo. Antes, Hoseok siempre evitaba todos los conflictos, diciendo que pelear no llevaría a nada, pero al verlo actuar así, algo cálido se asentó en su estómago.

Le dio un golpe en la cabeza, escuchando su quejido.

―No pelees, Hoseokie ―regañó, aunque estaba sonriendo―, te podrían haber expulsado...

―Soy su mejor estudiante ―replicó Hoseok, poniéndose de pie―, no pueden hacerlo. Además, Jiho me provocó ―frunció el ceño―. Su sola existencia me provoca.

Se rió, dejando que Hoseok le ayudara a ponerse de pie.

Regresó al colegio el día miércoles, luego de haber faltado por el funeral de EunYoung, y aunque la herida seguía fresca, aunque el vacío seguía siendo inmenso en su interior, se prometió que no permitiría que la muerte de quién consideró su hermano lo rompiera, lo destrozara, le impidiera seguir avanzando, porque sabía que EunYoung no estaría feliz con verlo caer otra vez.

Seguiría caminado, aunque doliera, aunque sufriera, porque EunYoung lo hizo, y él quería hacerlo sentir orgulloso.

Y esos malos pensamientos seguían a su alrededor, el miedo seguía carcomiendo en su interior, pero aprendería a enfrentarlo. A manejarlo.

Hoseok lo miró, encandilado.

―Me encanta verte sonreír ―le dijo―, eres tan hermoso...

El color pintó sus mejillas.

―Oh dios, me harán vomitar... ―se quejó Jin, causando que Tae y Lisa se rieran a carcajadas.

Ambos se observaron, avergonzados.

―¿Por qué lo arruinas todo? ―farfulló Hoseok.

Las carcajadas aumentaron mientras entraban, y Yoongi los miró, sonriendo, viendo cómo se molestaban entre ellos.

Todavía dolía. Todavía estaba esa vocecita en su interior que murmuraba que todo iba a arruinarse pronto, que estaba destinado al dolor, que nunca sería feliz hasta que aceptara ser ella, pero por ese instante, por ese pequeño instante, se permitió tener esperanza.

Ya luego se preocuparía del resto. Pero por ahora, iba a disfrutarlo, aunque durara un instante.

―No entiendo.

Taehyung sonrió con disculpa, acariciando su mejilla.

―Bueno, yo tampoco entiendo ―contestó con nervio.

Yoongi frunció el ceño.

―Pero tú viniste a clase, Tae ―le dijo, fastidiado.

―Me quedé dormido ―explicó Tae, tratando de defenderse―, además tú sabes que no soy bueno en Física. Todo se me confunde ―hizo una pequeña pausa―. Es como cuando te pregunté eso de que si Isaac Newton no hubiera descubierto la ley de gravedad ahora estaríamos flotando...

―¿Es así? ―preguntó Sohyun con verdadera curiosidad, terminando de pintar―. ¿Antes flotábamos?

―No seas tonta ―regañó Jongin―, por supuesto que no. ¿Cierto, mamá?

―En realidad sí ―dijo Taeyeon, terminando de lavar los platos―, todos flotábamos antes, pero llegó el idiota de Newton y lo arruinó todo con su ley.

―¡Maldito Newton! ―refunfuñó Sohyun.

―En fin ―suspiró Taeyeon, sonriendo―, ¿cómo es eso de que te quedaste dormido en clase, Taehyungnnie?

Taehyung tosió.

―¿No deberían salir para el psicólogo? ―se apresuró a decir Taehyung―. Estoy seguro de que ya van atrasados.

Su mamá rodó los ojos, limpiando sus manos con el mantel mientras Yoongi se ponía de pie, todavía con el ceño algo fruncido antes de girarse a buscar un suéter con el que salir. El verano estaría llegando en poco más de un mes, pero ya estaba sintiendo demasiado calor con el sol diario, y comenzó a pensar con algo de preocupación que iba a necesitar ropa especial para aquellos días. Para que no se vieran sus pechos con las playeras.

Ya lo solucionaría después. En algún momento. Y si hablaba con Jo...

―Cuando regresemos ―estaba diciendo Taeyeon con su característica voz amable―, quiero que ya hayas entendido los ejercicios, ¿está bien, TaeTae?

―Sí, mami ―murmuró su amigo con voz compungida.

―Y tú, Nini, cuida a Sohyun. Que no trate de flotar ―agregó como si nada.

―¿Es eso posible? ―preguntó Jongin.

―¡Me lanzaré del árbol del patio a ver si resulta! ―gritó Sohyun con emoción.

Taeyeon parecía dispuesta a decir algo más, pero decidió no hacerlo pues ya iban algo atrasados para la cita con el psicólogo, y no podrían ir en auto ya que lo tenía en reparación.

Minutos después, salieron de la casa, con el sol de primavera calentando sus rostros, y se acercaron al paradero para tomar un bus. Yoongi quería aprovechar ese momento a solas con Taeyeon para poder hablar con ella, aunque la vergüenza estaba quemando un poco en su interior.

―Gracias, señora Kim ―dijo en voz baja, llamando su atención―, por todo lo que ha hecho estas últimas semanas por mí.

Taeyeon le sonrió, pasando un brazo por los hombros de Yoongi, y revolviéndole el cabello.

―No deberías darme las gracias, cariño ―le contestó como si nada.

Pero Yoongi quería hacerlo. Quería agradecerle por haberse preocupado tanto por él. Por haberlo recogido sin duda alguna y acogerlo en su casa cuando no debía hacerlo. Por darle una cama donde dormir, comida y cariño sin nada a cambio. Por estarle pagando un psicólogo sin vacilar.

Por haberlo dejado llorar en sus brazos cuando regresó de Daegu, luego del funeral de EunYoung, permitiendo que durmiera a su lado, abrazándola, como si fuera una madre consolando a su hijo.

Por hacerlo sentir tan amado que se sentía afortunado.

―Sí debo ―insistió, mientras el bus se detenía frente a ellos, y subieron―, usted ha sido... ―su garganta se apretó un instante―. Usted ha sido como una mamá para mí.

Taeyeon lo observó con ojos llenos de cariño y ternura, y Yoongi sólo quería abrazarla, hacerle saber cuán importante era ahora en su vida.

Por supuesto, siempre iba a ansiar que un día su verdadera mamá lo pudiera comprender, pudiera entender en algún momento todo lo ocurrido y lo recibiera con sus brazos abiertos. Sabía que quizás ese día nunca llegaría, qué sólo era una ilusión, pero de todas formas...

De todas formas, quería pensar que podría ocurrir en algún momento.

―Me siento honrada que me consideres alguien tan importante, Yoongi ―le dijo dulcemente―, cuando yo sólo te he querido tanto.

―Eso es suficiente ―dijo con voz entrecortada―, eso basta para mí. Ha hecho más por mí que muchas otras personas que decían quererme.

Taeyeon le sonrió, abrazándolo una vez más, y Yoongi inhaló su perfume, sintiéndose feliz. Sintiéndose en casa.

Minutos después, se bajaron en el centro de la pequeña ciudad. Taeyeon tenía ese día libre, así que lo aprovechó para acompañarlo a su cita al psicólogo, dejándolo con Jo mientras ella iría a comprar algunas cosas.

―Estaré aquí en una hora ―le dijo Taeyeon, dejándolo en la entrada del edificio―. Si no estoy aquí, me llamas y nos juntamos, ¿está bien?

Asintió, dejándose abrazar una vez más por la mujer, y Yoongi no tardó en girarse, entrando al ascensor para marcar el piso donde estaba la oficina de su psicólogo. Llegó en un instante, saludando a la secretaria, y se sentó a esperar su turno.

Jo Kwon apareció en unos segundos, despidiendo a otro paciente, y le hizo un gesto para que entrara.

―Hola, Yoongi, ¿cómo estás? ―preguntó, dándole la pasada.

Se quedó un momento de pie, sin saber dónde sentarse, y terminó dirigiéndose al sillón, echándose sobre él.

―Estoy... aquí ―dijo con voz pausada, medio ahogada por la almohada en la que estaba ocultando su rostro.

―¿Quieres beber algo?

―¿La sangre de mis enemigos caídos en batalla? ―aventuró.

―Oh, eso sí suena interesante ―respondió Jo, sentándose frente a él y enarcando una ceja―. Ahora, si quieres ser serio...

Soltó una risa seca.

―Hay días donde me siento bien ―dijo con cuidado―, y hay días donde todo se siente mal. Es un constante sube y baja.

Jo lo miró, asintiendo mientras anotaba algo en su libreta.

―¿Cómo estuvo el funeral de EunYoung? ―preguntó con suavidad.

Mordió su labio inferior.

―Fue una procesión bonita ―dijo, su tono algo roto―, dentro de lo posible, fue todo muy bonito ―su garganta se apretó―. No creí que fueran a hacerlo en una iglesia, considerando todo lo que representaba EunYoung, pero Namjoon me contó que el obispo Choi fue un gran amigo de EunYoung y que no se negó al funeral en la parroquia. Que Choi ha sido un gran apoyo para ellos ―ladeó la cabeza―. No creí que pudieran existir personas así, fue tan... extraño...

Kwon asintió, enderezándose un poco.

―Bueno, no has tenido buenas experiencias con la religión, ¿no es así? ―Yoongi asintió, algo ausente.

―Pero no quiero sonar prejuicioso ―insistió, suspirando―. Digo, yo sé que no todas las personas creyentes son iguales, que no todos piensan de forma tan... tan grotesca, pero... pero Choi habló con tanto amor que no podía evitar sentirme mal por odiar la religión...

―No te persigas demasiado, Yoongi ―le llamó la atención Jo―, mientras tú respetes sus creencias, y él te respete a ti, entonces no deberías sentirte mal ―hizo una pausa, pensativo―. ¿Y tus amigos?

―Jungkook era el que peor se sentía, si es posible, por detrás de Henry y los padres de Eun ―dijo, sin poder ocultar la tristeza en su voz―. Él no podía dejar de sentirse culpable por lo ocurrido, y no quería hablar con nadie. Jimin trató de hacerlo querer recapacitar varias veces, pero Kookie estaba enfurecido con todo el mundo.

―Supongo que él está yendo a un psicólogo ―dijo cuidadosamente Jo―, tanto por lo ocurrido en el ataque por la situación de ahora. Es esencial que cuente con un apoyo médico en este caso.

―Odio esto ―murmuró sin mirarlo―, odio que tengamos que vivir con miedo, vivir escondidos. No es justo ―su voz se quebró―. No es justo.

―Yoongi...

―Los odio ―soltó sin vergüenza alguna―, odio todo lo que han hecho. Todo lo que me han hecho ―una pequeña pausa―. ¿Eso me convierte en un monstruo?

Jo Kwon lo observó unos instantes, quedándose en silencio varios segundos eternos, mientras parecía pensar en una respuesta que pudiera dejarlo satisfecho. Que pudiera dejarlo tranquilo.

―No, no eres un monstruo ―le dijo con voz pausada―, porque tienes todo el derecho a odiarlos, Yoongi. Hay cosas que simplemente no tienen perdón ni deben ser olvidadas ―el mayor rascó su nuca―, pero tampoco deberías vivir en base a ese odio, porque vas a terminar convirtiéndote en alguien que no eres. Ya no vas a odiar al resto, sino a ti también.

Yoongi miró el suelo.

―Me odié ―admitió temblorosamente―, me odié en muchos momentos. Todavía me odio. Una parte de mí se echa la culpa por todo, por no poder ser... ser normal, pero otra parte insiste en que esto es lo que soy ―miró sus piernas―. Soy un chico, aunque trate de negármelo.

El psicólogo sonrió ampliamente al escucharlo decir la última frase en un tono bajo pero lleno de seguridad, sabiendo que todavía le quedaba un largo camino a Yoongi. Sin embargo, las cosas estaban mejorando. Iban cuesta arriba.

―¿Y cómo va...?

―En realidad ―le interrumpió Yoongi amablemente, comenzando a mover su pie de forma errática contra el suelo en una señal de nerviosismo―, yo quería... um, hablarle de algo importante...

―¿Oh? ―aquello le llamó un montón la atención, porque Yoongi no solía comenzar a hablar por iniciativa propia, así que trató de mantener a raya su emoción, y sólo sonrió tratando de animarlo―. ¿Y eso qué sería?

El labio de Yoongi iba a acabar roto de tantas mordeduras que se estaba haciendo, aunque si era sincero, no se estaba dando cuenta de ello.

―Yo... lo pensé mucho... sobre lo que me dijo la otra vez... ―balbuceó de forma torpe, sin mirarlo a los ojos por la vergüenza que estaba sintiendo.

Jo frunció el ceño, algo confundido.

―¿Sobre...?

―Sobre lo de ir a un psiquiatra ―soltó de golpe Yoongi, como si estuviera a punto de colapsar―. Que usted me... me derivara. Lo analicé y... y está bien ―su voz fue algo aguda y torpe―. Está bien. Quiero... quiero ir.

―Oh ―Jo parpadeó, atónito, antes de sonreír ampliamente como si le estuvieran dando un regalo de navidad―. ¿Estás hablando en serio, Yoongi?

Humedeció sus labios.

―No ―gimoteó―. Estoy nervioso y pensarlo demasiado hace que la ansiedad me coma, pero... pero sé que es lo mejor ―tomó aire antes de soltar el resto―. No quiero ir sólo por... por ver lo de mis pensamientos, sino también porque... porque quiero empezar un tratamiento. Quiero... quiero iniciar un tratamiento para reasignar mi sexo. Para poder ser el chico que deseo ser.

Hubo un silencio luego de sus palabras.

Jo Kwon tenía cara de sorprendido, y Yoongi temió haber ido demasiado lejos. Tal vez haber puesto demasiadas esperanzas. Quizás no tenía que cambiar tanto y sólo vivir en ese cuerpo que poseía, ese cuerpo en el que no se sentía cómodo, en el que...

―Eso me parece fantástico ―dijo Jo, volviendo a sonreír―. Me llenas de orgullo, Yoongi.

Sonrió con un poco de torpeza, y Yoongi se prometió que haría las cosas bien ahora. Por mucho que costara, trataría de no perderse una vez más.

Y si se perdía, buscaría el camino a casa como fuera.

Al salir, Taeyeon no estaba esperándolo y marcó su número de teléfono, suspirando porque sabía que la madre de su amigo probablemente se atrasó en las compras. Sohyun estaría de cumpleaños al día siguiente, así que debía estar en el supermercado buscando todo lo que la niña quería para su fiesta.

―Se me hizo tarde ―fue lo primero que dijo Taeyeon al otro lado de la línea.

―Me lo imaginé, señora Kim ―contestó Yoongi―. ¿Voy para allá?

―Por favor, Yoongi, llevo muchas bolsas y debemos irnos en taxi ―agradeció Taeyeon antes de cortar.

Yoongi guardó su móvil, caminando por las calles atiborradas de gente, mirando siempre al suelo por los nervios que sentía en su interior. Luego de tantas conversaciones que tuvo con Jo, llegó a comprender que quizás sufría de fobia social, lo que le dificultaba un montón salir sin compañía alguna para algo tan simple como ir a comprar. Sin embargo, se prometió mejorar, y trataría de controlarlo de alguna forma. Trataría de que eso no le ganara, por mucho que rendirse fuera una tentadora opción.

Agradeció que nadie le dirigiera una segunda mirada, con toda probabilidad todo el mundo pasándolo por alto pues le debían confundir con un chico, y eso le hacía muy feliz. Saber que nadie le estaba mirando feo ya que no le conocían. Porque...

―¿Yoonji?

Se detuvo cuando una voz enfurecida habló detrás de ella.

No, de él. De él.

Trató de mantener su rostro neutro cuando se giró, encontrándose con la enojada cara de su padre. De la llorosa expresión de su madre.

¿Cuánto tiempo llevaba sin verlos? Casi dos semanas.

―¿Ocurre algo? ―preguntó, retrocediendo dos pasos.

―¿Si ocurre algo? ―repitió su padre incrédulamente―. ¡Eres una descarada, una puta descarada!

Se estremeció ante su ofensa, pero más aún cuando notó que todo el mundo se volteó a verlos al escuchar los gritos.

―Nos vemos ―murmuró ,girándose para seguir caminando hacia el supermercado, que estaba a una cuadra.

―¡No te criamos así! ―sollozó su madre con voz quebrada―. ¡Vistiéndote como... como un hombre, con ese corte horrible y ese rostro feo! ¡No eres más que una decepción, siempre lo fuiste! ¡Ya verás, cuando regreses...!

―No pienso regresar jamás ―les soltó con la respiración entrecortada―. Papá, mamá, los quiero, pero no quiero volver a verlos nunca más.

―¡No somos más tus padres! ―escupió Bonhwa―. ¡Nosotros no tenemos una hija! ¡Tú no eres más que una perra!

Apretó sus dientes, asintiendo y fingiendo que aquello no dolió, y siguió caminando, sintiendo los ojos acusadores de sus padres en su espalda, las miradas de pena y curiosidad de todo el mundo.

Yoongi sabía que éste encuentro no sería el único. Sabía que vendrían más encuentros dolorosos, pero debía aprender a manejarlos, a dejar de esconderse, a mirar siempre al frente con la cabeza en alto, porque rendirse ante ellos era darles lo que querían.

Y Yoongi no quería darles nada a ninguno de esos bastardos.

Entró al supermercado, comenzando a caminar por los pasillos para encontrarse con Taeyeon, y la descubrió mirando las bebidas a llevar.

Antes de que se diera cuenta, la abrazó por el costado, sobresaltándola. Pero la mujer se rió en señal de respuesta, pasando su brazo por el cuello del chico en una señal de cariño.

―¿Todo bien, Yoongi? ―le preguntó, sonriendo.

Le devolvió la sonrisa.

―Sí, mamá ―dijo.

Taeyeon sólo volvió a reírse, sin decir nada ante su respuesta, y Yoongi se dijo que haría lo que fuera por seguir caminando hacia adelante. Aunque tuviera que correr, trotar, gatear, arrastrarse, avanzaría sin importar qué.

Avanzaría, aunque hiciera daño porque sabía que iba a valer la pena al final.

¡gracias por leer!

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