60.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Porque el amanecer justo antes de que salga el sol,

Es el momento más oscuro.

~Tomorrow, BTS~

El diez de junio, Min Yoongi se graduó del colegio, pero a diferencia de años anteriores, esta vez no recibió un premio de honor por ser la mejor alumna de la generación.

Primero que todo, debido a la situación inestable de sus últimos meses y por los días que faltó, su promedio de notas bajó un par de décimas que le terminó otorgando el primer lugar a Hoseok. No podía importarle menos, si era honesto.

Y, en segundo lugar, todos allí le ignoraban de forma tan descarada, que a Yoongi le sorprendió que incluso le dejaran ir a su graduación.

Como todos los años, el evento se hizo en el patio escolar, con un escenario instalado en las canchas de fútbol, con el público ubicado en las gradas mientras los estudiantes tenían sillas cercanas a la enorme tarima. Pero a diferencia de otros años, el ambiente era tenso, pesado, todos los ojos puestos en un momento en específico.

Incluso la voz del director estaba tensa, apretada, mientras hablaba sobre lo grandiosa que fue esa generación, lo mucho que esperaban de ellos, sobre el futuro de esos chicos y chicas, palabras que cada año repetía y perdieron significado hace mucho.

Hasta que ocurrió. Hasta que lo nombró.

Vino luego de Lee Sungkyung, después de que el director humedeciera sus labios.

—Min Yoonji.

Apretó su boca, observando al frente, todo el mundo volteando a verlo. Hoseok le tomó la mano, dándole un apretón.

El director lo estaba mirando fijamente, estrechando sus ojos.

—Min Yoonji, pasa.

Una parte suya quería acabar con eso rápido, tentado de ponerse de pie para tomar ese estúpido diploma y volver a sentarse, pero Hoseok lo sostuvo con más fuerza.

‹‹No te muevas››, se auto-convenció, ‹‹no lo hagas hasta que te reconozca, Yoongi››.

—¿Qué estás esperando, Yoonji? —espetó el director, con todas las personas mirándolo, esperando que obedeciera—. ¡No tenemos toda la tarde!

Hoseok le miró con orgullo, y Yoongi trató de concentrarse en ello. De ignorar las horribles miradas que todo el mundo le daba, obligándolo a actuar, a comportarse como hizo durante tanto tiempo. De ignorar los murmullos hablando mal de él, ofendiéndolo como fuera, queriendo quebrarlo, destrozarlo.

El director enrojeció por la rabia, pero la profesora Suran se adelantó. Para cada graduación se les permitía a los estudiantes escoger algún profesor o profesora para que le hiciera entrega del diploma, así que Yoongi la eligió a ella. A la única profesora que parecía quererlo.

La mujer le hizo un gesto al director, y el hombre se hizo a un lado, esperando que la profesora pudiera acabar con toda esa incómoda situación.

—Min Yoongi —dijo ella con voz dulce y suave.

Yoongi se puso de pie, con todo el mundo conteniendo el aire, los profesores mirándose entre sí y el director enojándose más. Los invitados comenzaron a murmurar en voz baja, sus voces volviéndose un zumbido que se obligó a ignorar.

Subió a la tarima, haciéndoles una inclinación al director y a los profesores para no generar más conflicto. El hombre soltó un bufido, molesto, pero sólo lo ignoró, y recibió el diploma por parte de la profesora Suran, que le dio un abrazo para su sorpresa.

Todo el mundo le observaba en frío silencio, juzgando su cabello corto, su apariencia poco arreglada para ser una chica.

Recogió el diploma, volteándose a la cámara.

—¡Bien hecho, Yoongi!

Puso una expresión de sorpresa cuando Taeyeon, sentada en las gradas junto a sus dos hijos y a un hombre (el padre de Taehyung), gritó en medio del silencio.

Sin poder evitarlo, sonrió y en ese momento el flash golpeó sus ojos.

—¡Eres increíble, Yoongi! —gritó Tae, que ya pasó a recibir su diploma.

—¡Oppa es el mejor! —chilló Sohyun.

—¡El hyung más genial del mundo! —apoyó Jongin.

—¡Me llenas de orgullo! —gritó Jimin, poniéndose de pie, aplaudiendo mientras bajaba las gradas, y sus mejillas se colorearon de rojo.

Sus amigos, su familia, la gente que más amaba, estaban allí, y por ellos podía enfrentar toda esa situación.

Se sentó al lado de Hoseok otra vez, que sonreía ampliamente, contento, feliz, y el chico le volvió a tomar la mano.

—Hoy eres la única persona que brilla aquí, Yoongi —le dijo Hoseok, inclinándose y dándole un beso en la frente.

En ese breve momento, ese pequeño instante, Yoongi deseó poder tener una cámara para capturar toda la felicidad que sentía. Pero se prometió que jamás se olvidaría de esos segundos, cortos pero importantes, en donde aceptó que tomó la decisión correcta.

Taeyeon y Hyoyeon decidieron hacer una cena para celebrar la graduación de sus hijos en la casa de la primera, así que sólo estaban allí Jin, Tae, Jimin, Jungkook, Namjoon y Yoongi. Lisa comería con su familia, en tanto Hoseok se vio obligado a ir con sus padres a cenar a un restaurante, así que no pudieron ir (aunque Hobi le comentó que prefería estar con ellos, pero prefería no discutir con sus padres ahora que las relaciones estaban tensas con los adultos).

—¿Qué me trajiste de regalo? —le preguntó Tae a su padre, Woobin.

El hombre se rió, negando con la cabeza, llevando a Sohyun sobre sus hombros mientras Yoongi ponía la mesa y Jin ayudaba en la cocina. Comerían en el patio debido a que eran muchas personas, así que Jongin también estaba ayudando a acomodar las sillas junto a Namjoon.

—Mi presencia, ¿eso no es suficiente, TaeTae? —dijo el hombre, agarrando a Sohyun para bajarla, y la chica protestó.

El hermano mayor hizo un puchero, abriendo los ojos ampliamente para ablandar el corazón de su papá. Si bien no lo veía mucho porque el hombre trabajaba en Seúl, era un buen padre que se preocupaba por sus necesidades, les iba a ver cuándo podía y no escatimaba nunca en gastos gracias a su trabajo.

Woobin volvió a reírse.

—Ochenta y cinco mil wons, ¿es eso suficiente para ti? —le preguntó, sacando de su bolsillo un sobre.

Tae chilló por la emoción, pero antes de poder agarrarlo, Taeyeon apareció y lo tomó.

—Wow, ¿dinero para mí? —dijo con inocencia—. Gracias, bebé —agregó, estirando la mejilla de su hijo.

—¡Mamá!

Taeyeon lo ignoró, llevando la bandeja con dak galbi a la mesa mientras Jimin también llevaba otro plato.

Yoongi observó a Tae, que se tiró al suelo para hacer un berrinche, y sintió una punzada de celos en ese momento, pues sus padres no fueron a su graduación. Por supuesto, le agradecía enormemente a todo el mundo en ese lugar que le apoyó en aquel instante, a Jimin, Jungkook y Namjoon por ir, pero eso no quitaba la triste sensación de dolor que sentía en el fondo.

Por mucho que sus padres le hubieran tratado de forma tan horrible, eso no quitaba que les seguía queriendo. Que los hubiera querido allí.

Sin embargo, otra parte suya le decía constantemente que era mejor así, porque si ellos hubieran ido, de seguro le habrían tratado muy mal.

Jungkook se le acercó, pasando un brazo por sus hombros al observar su rostro triste.

—¿Pasa algo malo? —preguntó el mayor, acariciando su nuca.

Yoongi negó con la cabeza, aunque lo pensó un instante, porque su psicólogo le dijo que tenía que hablar de eso. De esas sensaciones. De buscar formas para expresarse.

Titubeó un instante.

—Es sólo que me puse algo triste porque... —humedeció sus labios, agradeciendo que Jungkook estuviera en silencio, sin presionarlo—, me habría gustado... No sé, ver a papá y mamá allí. Sé que es estúpido, pero...

—No lo es —contestó Jungkook con tono serio, su expresión tranquila—, son tus padres, Yoongi, es comprensible que hayas querido verlos.

Jungkook estimó conveniente no contarle acerca de Jimin yendo a su casa antes de la graduación, encarando a sus padres para que fueran a ver a su hijo. El chico salió enfurecido del hogar de sus progenitores, murmurando por lo bajo, y luego de que se calmara, logró que le dijera qué ocurrió.

En pocas palabras, según lo que le contó Jimin, sus padres no pensaban asistir a la ceremonia para ser humillados, viendo como su hija hacía el ridículo frente a todo el mundo.

El chico sabía que Jimin no pensaba decirle aquello a Yoongi para no hacerlo sentir mal, así que tampoco le correspondía a él mencionarlo.

—No te diré que van a entenderlo algún día, porque sería mentir —continuó Jungkook, observando a Woobin jugando con sus hijos en tanto Tae ponía los servicios—, pero con el tiempo, aprenderás a manejar ese dolor.

Yoongi asintió, tratando de repetírselo para auto-convencerse de ello, pero en el fondo, lo seguía ansiando demasiado.

Jungkook decidió que era mejor cambiar de tema.

—Te traje un regalo —le comentó, llamando su atención—, iba a dártelo más tarde, pero luego de seguro se me olvida.

—¿Qué es? —preguntó.

Jungkook bufó.

—Vamos, acompáñame adentro.

Yoongi siguió al chico hacia el interior de la casa, algo ansioso por saber qué era el regalo. En el fondo, le animaba mucho que Jungkook le diera aquello, así como amó lo que le entregó Jimin también: tres camisas, una roja, otra azul y la última verde. A pesar de que estaba agradecido de que sus amigos le regalaran prendas para poder usarlas, había algo extrañamente íntimo en tener ropa propia, ropa sólo de él.

Le encantaban las camisas y Jimin parecía haberlo adivinado demasiado bien.

Taeyeon también le regaló algo, pero tuvo la tentación de rechazarlo ya que ella ya hizo demasiadas cosas por él, prácticamente le recibió como otro hijo, y que le diera además regalos...

Sin embargo, Taeyeon le dijo que si lo rechazaba la iba a hacer llorar, y no pudo hacerlo. Así que recibió además dos pantalones largos, uno de color negro y otro era un jean rasgado.

¡Incluso la mamá de Jin le dio un regalo! Yoongi nunca se sintió tan conmovido como en ese instante, con todos esos regalos, rodeado de tanto amor. Hyoyeon le dio dos playeras, bastante simples, pero que para él significaron un montón.

—Namjoon quería dártelo —comentó Jungkook, buscando en su bolso—, pero se jode. Yo me he adelantado —sacó una bolsa del fondo—. La hemos comprado entre todos los chicos. Es por parte del blog —una pequeña pausa, y su voz se suavizó—. Incluso Henry colaboró un poco en nombre de EunYoung.

Yoongi sintió sus labios temblar ante la mención de EunYoung, pero se obligó a no romper a llorar, pues sabía que eso llamaría la atención de todo el mundo, y no quería eso en aquel instante.

Se sentó en la cama, abriendo la bolsa, y agarró la prenda de ropa del interior.

Una hermosa, brillante, pulcra chaqueta de cuero quedó extendida frente a él.

Sintió sus ojos llenos de lágrimas y se maldijo por ser tan sentimental.

—Es...

—Todos pusimos dinero para ella —se adelantó Jungkook—. Namjoon, Hyerin, Jiyong, Junghoon, Yujin... Fue un regalo de todos, para ti.

Acarició la tela, sintiendo el cuero de primera calidad, y sorbió por su nariz, todavía tratando de aguantar las lágrimas.

—Gracias —murmuró—, todos ustedes... han sido tan buenos conmigo...

—Somos una familia —le contestó Jungkook—, así que no vas a librarte nunca más de nosotros.

Se rió, divertido, y abrazó la chaqueta, el olor invadiendo su nariz, y pensó que todo ese amor no lo merecía, pero lo iba a conservar. Lo haría suyo, lo guardaría, lo mantendría, hasta que se lo quitaran.

Minutos más tarde, estaba en el patio, sentándose al lado de Jimin y Jungkook, rodando los ojos luego de escuchar uno de los chistes de Jin. Se sirvió comida en su plato.

—Me gustaría hacer un brindis —dijo Hyoyeon, poniéndose de pie—, por estos tres maravillosos chicos que tenemos sentados en nuestra mesa y se han graduado el día de hoy —la mujer levantó su copa—. Son chicos increíbles, fantásticos, y estoy segura de que van a llegar muy lejos, dándonos más orgullo del que ya nos hacen sentir.

Todos levantaron las copas, sonriendo antes de beber.

—¡Mis oppas son los mejores! —gritó Sohyun.

—¿Y cuál es tu oppa más guapo? —preguntó Jin.

—Usted, Jin oppa —respondió la niña con la boca llena de comida.

—Mocosa inteligente —respondió el muchacho, satisfecho.

Yoongi rodó los ojos, comenzando a comer. Esas últimas semanas subió algo de peso por la dieta que estaba siguiendo, sus mejillas algo más gorditas, pero poco le importaba en realidad. Él sólo quería hacer al resto feliz, y si todas las personas que quería le decían que se veía bonito así, entonces estaba bien.

—¿Cómo te fue en las pruebas de la universidad, Taehyung? —preguntó de forma repentina Woobin, luego de varios segundos en silencio.

Tae sonrió, contento.

—¡Bien! Me aceptaron en la Nacional de Artes, así que estudiaré Teatro —contestó, sonriendo—. Vas a recibirme allí, ¿cierto, papá? —agregó con tono inocente.

Woobin suspiró.

—¿Tengo opción? —preguntó—. ¿Y tú, Seokjin?

—Me iré a Daegu —contestó Jin, masticando la carne—. Me aceptaron en la Universidad Nacional de Kyungpook, en la carrera de Medicina.

Yoongi observó el vaso con bebida, sintiendo los ojos de Woobin observándolo ahora. Jimin le dio un apretón en la mano.

—¿Y tú, Yoonji... Yoongi? —corrigió Woobin, algo avergonzado de pronto.

No lo odió, no se sintió mal, porque lo comprendía un poco. Woobin iba pocas veces a ver a sus hijos, prefiriendo que ellos fueran a Seúl por su trabajo, pero en las ocasiones en que fue y lo vio, él había sido ella.

No, en realidad le agradecía, pues Woobin fue bastante educado con él, sin juzgarlo, sin ofenderlo.

Se encogió de hombros.

—No voy a estudiar, al menos no este año —respondió con tranquilidad—, pero estoy pensando en ir a Daegu también. La verdad es que quiero trabajar —admitió—, y tal vez el año que viene entrar a estudiar... Aunque todavía no lo sé.

—Bueno, está bastante bien —señaló Woobin—, si no estás seguro, es mejor que lo pienses dos veces antes de apresurarte.

—Oppa debería ser escritor de canciones —suspiró Sohyun—, ¡escribe muy bonito!

Sus mejillas se colorearon de rojo.

—¡No digas eso! —le regañó—. Además, ¿cómo sabes eso...?

Sohyun miró a Jongin. Jongin la miró.

Ambos tosieron.

—¡Se metieron en mis cosas! —acusó Yoongi.

—¡Estábamos buscando el diario personal de Taehyung y encontramos tus letras! —se excusó Jongin.

—¡¿Ustedes qué?! —farfulló Tae.

—Niños, ¿qué les he dicho? Tae esconde su diario en el armario —suspiró Taeyeon.

—¡Mamá!

Todos comenzaron a reírse por la expresión enfurruñada del muchacho.

—Wow, pero ¿escribes? —preguntó Woobin, con repentino interés.

—Señor Kim... —balbuceó Yoongi.

—Deberías mostrarme alguna de ellas —señaló el hombre.

Antes de que pudiera decir algo, Namjoon se le adelantó:

—Son bastante buenas, de verdad, señor Woobin —dijo su amigo—, me ha vendido algunas para que las rapee y...

—Vaya, ¿cuántos talentos tenemos aquí? —exclamó con impresión—. Namjoon, ¿no es así? —el muchacho asintió—. ¿Sabes en qué trabajo yo?

Namjoon se puso repentinamente tímido, y negó con la cabeza.

—Soy mánager de una empresa de entretenimiento, ¿conoces WA Entertainment?

—¿Todavía sigues siendo un adicto al trabajo, Woobin? —regañó Taeyeon con tono divertido—. ¿Por qué fue que nos divorciamos, en primer lugar?

Woobin, lejos de lucir incómodo, sólo soltó un resoplido.

—Porque yo quería que Sohyun se llamara Choko, pero a ti no te gustó —contestó Woobin.

—¡Kim Choko! —Sohyun hizo un puchero—. Es como un nombre de perro.

—Tu abuela se llama así, Sohyun —señaló Woobin.

—Y ella lo odia —respondió Tae.

Woobin volvió a soltar un resoplido, indignado porque nadie le estaba tomando en cuenta, y su atención regresó a Namjoon y Yoongi.

—En fin, durante el siguiente mes haremos audiciones de baile, actuación, canto y rap —dijo Woobin—, además, estamos buscando integrar a nuevos aprendices para compositores.

Yoongi parpadeó. Namjoon abrió su boca.

Jimin aclaró su garganta al ver que ninguno de los dos chicos dijo algo.

—Pero eso es en Seúl, ¿no es así? —preguntó.

Woobin ladeó la cabeza.

—Sí, es en la capital —dijo, suavizando ahora su voz.

Yoongi se sentía repentinamente mareado.

Hoseok no entendía por qué sus padres querían hacer esa estúpida cena, siendo que la relación con ellos, las últimas semanas, fue un desastre.

En especial ahora que estaban más enfurecidos debido a su negativa de seguir asistiendo a la iglesia, pero no podían obligarlo a ir, así que se limitaron sólo a ignorarlo. No era como si aquello realmente le afectara, en realidad.

Por lo que esa sorpresiva cena le tomó por sorpresa, y no se vio capaz de decirles que no. No cuando su mamá le sonrió, ampliamente, feliz de poder establecer un poco el orden allí. Feliz de que su esposo no la siguiera golpeando por ser una madre deficiente y una esposa descuidada.

Hoseok quería llevársela lejos de allí, pero sabía que ella jamás podría dejar a su padre, que nunca podría pedir el divorcio. Debido a eso, trataba de no pensar demasiado en aquella situación.

—Es una fortuna que hayas sido el estudiante de honor este año —comentó Soowoo en medio de la comida.

Hoseok frunció el ceño, recordando siempre la forma en la que su padre le trataba cuando obtenía el segundo lugar, pues Yoonji era la primera en el promedio de notas. A él nunca le importó, pero a Soowoo eso fue motivo de fuertes regaños, porque no podía creer que ‹‹una mujer le ganara a su hijo››.

Sin embargo, no dijo nada, queriendo terminar pronto con esa incómoda cena para ir a su cuarto. Incluso su hermana mayor apuró la comida, buscando escapar también. Hoseok sabía que para Jiwoo las cosas eran más difíciles, ya que sus padres no querían que estudiara, y poco le ayudaban en los gastos.

Su hermana mayor estaba estudiando Enfermería en Daegu, pero además debía trabajar para poder pagar la pensión dónde vivía. Sus padres estaban esperando que fracasara para que así se devolviera, le buscaran un esposo y se casara pronto.

—¿Ya elegiste una universidad para estudiar Medicina? —preguntó Soowoo, estrechando sus ojos—. Hay que ir a matricularte y...

—Seúl —le dijo con voz firme, viendo cómo ponía una sonrisita de superioridad—. He sido aceptado en la Universidad Nacional de Artes de Corea, en la Escuela de Danza.

Su madre levantó la vista del plato con sorpresa, en tanto Jiwoo sonreía minúsculamente. Pero sólo observó el rostro de su padre, pálido al inicio, y luego poniéndose colorado por la rabia.

—¿Qué?

Honestamente, Hoseok no esperaba ser aceptado, no luego de no haber podido ir a las audiciones que se hicieron en la capital. Se gastó todos sus ahorros para comprarle ropa a Yoongi semanas atrás. Pero hizo un vídeo, grabado por Tae, que envió con poca fe a la universidad.

Sin embargo, siete días antes recibió una respuesta: estaban muy interesados en recibirle, y si podía ir a una audición durante la siguiente semana, podrían darle un cupo para matricularse ese año. Se lo comentó a Jiwoo y fue su hermana la que le dijo que le pagaría los pasajes para la audición.

—¿De qué estás hablando? —gruñó su padre—. ¡Danza! ¡¿Cómo se te ocurre, Hoseok?!

—Es lo que siempre he querido —limpió su boca—, y ustedes lo saben.

—¡No pienses que te vamos a pagar esa estupidez! —espetó Soowoo, su voz llena de rabia—. ¡Te las vas a tener que arreglar tú solo, no creas que...!

Se puso de pie.

—Gracias por la comida, mamá —le dijo a la mujer, que seguía en ahogado silencio, y ella contestó desviando la vista.

—¡Vuelve aquí, Jung Hoseok! —gritó su padre, pero Hoseok lo ignoró.

Subió a su cuarto, haciendo caso omiso de los gritos, y cerró con llave una vez estuvo solo, sabiendo que su padre seguiría despotricando toda la noche por lo ocurrido, pero no le importó.

Sacó su móvil, buscando el número de Yoongi, y suspiró con felicidad al ver la foto con la que guardaba su número.

Hoseok:

Hey

¿Qué tal va todo, precioso?

Yoonie:

Qué fastidioso eres, Seok.

Sonrió, porque sabía que a Yoongi no le gustaba que le dijeran que se veía guapo. Pero no le importaba: él se lo diría mil veces más.

Yoonie:

¿Ocurre algo?

Hoseok:

Quiero verte.

Te extraño tanto.

Y no iba a decírselo, pero estaba celoso de verlo con Namjoon.

Cuando notó que ese amigo de Daegu lo fue a ver a la graduación, Hoseok tuvo que mantener la sonrisa en su rostro, a pesar de que quería hacerlo desaparecer con la mirada.

Yoonie:

Tengo algo importante que decirte.

¿Vienes mañana?

Hoseok:

¡Por supuesto!

Hubo unos breves segundos donde no recibió mensaje, pero luego su móvil sonó, y sonrió al leer la respuesta de Yoongi.

Yoonie:

Yo igual te extraño.

Hoseok se sentía muy feliz, mucho más que antes, y sólo quería compartir esa felicidad con Yoongi.

¡gracias por leer!

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