62.

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Advertencias: angst, drama, temas de género.

Pese a todo, habrá que salir adelante... Habrá que salir de aquí, de esta sangre, de este barro en el que te hundes... No va uno a tumbarse y dejarse morir... No, ¿verdad? Sería una enorme estupidez. Hay que agarrarse... agarrarse... agarrarse... —murmuró, y de pronto se vio aferrado al almohadón, sentado en la cama con los ojos muy abiertos, mirando la noche de luna llena, la noche perfumada, silenciosa, la noche cuajada de estrellas, tan agradable tras el calor del día que la granja, contrariamente a su costumbre, tenía abiertas todas las puertas y ventanas, para refrescar y calmar al herido.

~Suite francesa, Irène Némirovsky~

—¡Hyuuuuuuuung, estás haciendo trampa!

—¡No es mi culpa que seas un enano!

—¡Atácalo, Minseok!

—¡Qué se creen...! ¡No, Jongin, a mi cabello no!

Taehyung cayó al suelo cuando Minseok lo agarró de la pierna, haciendo que se desequilibrara, y Jongin lo aprovechó para tirarle el cabello a su hermano mayor.

—¡No traten mal a oppa! —chilló Sohyun—. ¡Sólo yo puedo tratarlo así!

—¡Ayuda! —chilló Tae desde el suelo, tratando de luchar contra los dos niños—. ¡Me están matando! ¡Lalisa!

—Esto irá directo a Youtube —dijo Lisa, grabando la agresión contra su novio.

El resto de sus amigos ignoraron los gritos de Tae, más pendientes de otros asuntos que de ayudar al pobre muchacho que estaba luchando contra los dos menores.

Yoongi miró de reojo a Minseok, que de pronto se convirtió en el mejor amigo de Jongin cuando se lo presentó, y sonrió con algo de felicidad al verlo reír sin preocupación alguna, con sus uñas pintadas de rosado. Le gustaba verlo así, sin ningún rastro de miedo o temor. Incluso dejaba que Sohyun se colgara de él como un mono, alegando a que Minseok era ahora su oppa favorito.

—¿Qué tienes ahí?

Se sobresaltó al escuchar la voz de Hoseok, cerrando su cuaderno de forma automática al verlo tan cerca de él. No le prestó demasiada atención, ya que asumió que estaba conversando con Jin y Kyungsoo, pero esos idiotas ahora estaban enrollándose a su lado, ruidos asquerosos de besos resonando, y no dudó en alejarse unos centímetros.

Aunque estaba algo avergonzado, pues él nunca besó a nadie de esa forma, y sabía que ellos dos probablemente ya experimentaron... intimidad, así que no tenían problema alguno en ser tan expresivos.

Pensar en eso envió una ola de vergüenza por su cuerpo, en especial cuando Hoseok volvió a mirarlo.

Perder la virginidad. Estar con alguien de esa forma tan personal. Antes nunca le pareció relevante, pero a veces pensaba en tener sexo, y la idea cobraba más y más fuerza, porque ¿quién querría acostarse con él?

Namjoon decía ser bisexual, sin embargo, eso no significaba que Yoongi le gustara de esa forma. Y Hoseok...

Bueno, a Hoseok siempre le gustaron las chicas. Antes de que ellos salieran, el chico dijo algunas veces que le gustaba Joohyun sólo para ponerla celoso, y aunque nunca tuvieron algo serio, Yoongi si notó las miradas que les dirigía a las mujeres cuando a veces salían.

Deseo. Admiración. Gusto.

No quería sentirse mal por esa situación, pero no podía evitarlo, ya que era todo muy extraño. A veces despertaba con buen ánimo, pero otras veces, como esa, amanecía lleno de inseguridad y temor.

—Estoy arreglando una letra —murmuró con las mejillas rojas por la vergüenza.

Hoseok parpadeó.

—Oh —una pequeña pausa, sólo oyéndose los gritos de los niños, Taehyung y Lisa—, ¿puedo leerla, Yoonie?

Mordió su labio inferior, titubeante un instante, para luego tendérsela con demasiada timidez y terror. Todavía le costaba eso, mostrarle lo que hacía. Sólo se las enviaba a Namjoon porque su amigo sabía rapear y componer, así que quería una opinión de él sobre lo que escribía. Además, Namjoon siempre buscaba las mejores palabras para hacerle sentir bien: si una letra no le gustaba o necesitaba una corrección, se lo decía de una forma dulce y amable, nunca como si creyera ser superior a él.

Hoseok se acercó más a su lado, su ceño fruncido en algo que no pudo entender bien.

—Esta es la letra que rapeaste en el café con Jungkook —afirmó el chico, y Yoongi rascó su nuca—. So Far Away...

Se crispó sin saber por qué, y apretó sus manos en puños, tratando de controlar su respiración para que el pánico no lo dominara.

—¿Cómo sabes de eso? —preguntó, con la voz temblando.

Hoseok lo miró, parpadeando.

—Taehyung me mostró un vídeo —admitió el chico—, y lo hiciste muy bien, Yoongi. Realmente bien. Eres increíble.

Soltó una risa baja, incrédula y nerviosa.

—¿Qué estás diciendo? Fue un desastre...

El más alto negó con la cabeza, soltando un bufido.

—Fue magnífico —le corrigió—, eres muy bueno rapeando y componiendo, Yoongi.

Cubrió su rostro con ambas manos, queriendo ocultar su expresión avergonzada.

—Y esta letra... —continuó Hoseok, bajando la voz para que la conversación quedara entre ellos dos—, es realmente una mierda no tener algo que quieras hacer, sé que parece patético, no tener un sueño como cada persona. Si vas a la universidad y haces lo que te dicen, todo estará bien, creía en esas palabras... —el tono del chico se quebró—, pero vivo porque no puedo morir.

Yoongi no se veía capaz de mirarlo, de observar su rostro, pues temía ver lo que podía haber allí. Temía ver repugnancia, asco, desprecio, por escribir cosas tan terribles y depresivas.

—Perdón.

Levantó su cabeza, chocando con los ojos tristes de Hoseok, y parpadeó por la sorpresa que estaba sintiendo.

—¿Qué?

—Perdón —murmuró Hoseok—, por todo. Por no haber sido capaz de notar lo que tú realmente querías, Yoongi. Llevo... llevo tanto tiempo a tu lado, y realmente nunca te conocí, ¿no es así?

—No, no digas esas cosas —masculló Yoongi, sorprendido por sus palabras—, no tienes que pedir perdón, no cuando...

—No es sólo eso —le interrumpió Hoseok, acariciándole la mejilla con suavidad—. Perdón por no haber sido capaz de comprenderlo, no al inicio. Por haber... Por permitir que mis papás tuvieran poder sobre mí y no haber pensado un poco en ti —sonrió de forma algo temblorosa—, pero estoy orgulloso de ti. Estoy orgulloso de que hayas podido salir adelante, a pesar de todo. Y estoy feliz de estar a tu lado para verlo.

Ahora sentía sus mejillas coloradas y menos podía verlo, sintiendo su corazón latiendo desbocadamente por lo que dijo. De alguna forma, Hoseok siempre supo qué palabras exactas decir para hacerle sentir mejor, para sacarle una sonrisa.

Él siempre lo odió por eso, por ser una persona tan... tan iluminadora.

—Es por eso por lo que me gustaría que aceptaras la oferta del papá de Taehyung —continuó Hoseok—, porque sé que tú podrías lograrlo, Yoongi. Porque podrías dedicarte a lo que te gusta, porque podrías comenzar de nuevo —una pequeña pausa—. Porque tus comienzos serán humildes, pero tu futuro será próspero, Yoongi.

No se dio cuenta de que estaba llorando hasta ese momento, pero Hoseok limpió las lágrimas de su rostro con cariño, con dulzura, y él definitivamente no se lo merecía. No se merecía nada de ese amor, sin embargo, lo iba a cuidar para siempre, para poder pensar en algo bueno cuando fueran malos momentos.

Los días se estaban volviendo más y más calurosos. A mitades de julio, Yoongi se vio en la obligación de comenzar a usar short junto con playeras para poder capear el calor, a pesar de lo mucho que le disgustara, pero era eso o morir por las altas temperaturas.

Se tiró aire con un cuaderno que sostenía, gruñendo al escuchar todos los gritos. Su cabeza dolía un poco por lo tarde que se había acostado anoche.

—No seas así —le regañó Jimin a su lado, sonriendo al ver corriendo a Minseok mientras Sohyun lo seguía—, tú igual te portabas de esa forma con Hoseok.

—No sé de qué hablas —dijo, haciendo un leve mohín.

—Te gustaba perseguir a Hoseok con insectos para hacerlo llorar —recordó Jimin.

—¡Eso es mentira! —chilló Hoseok.

—Oh, sí —Yoongi le miró con una sonrisa perezosa—, aún recuerdo lo mucho que lloraste cuando metí una cucaracha en tus pantalones.

Las mejillas de Hoseok se pintaron de rojo gracias a sus palabras.

—O también como lloraba cuando le gritabas que no te casarías con él —prosiguió Jimin.

Hoseok parecía querer hundirse en el sofá.

—¿Eso es cierto? —preguntó Jin, riéndose—. Oh, dios...

—Yo le llamaba Lloronseok —continuó Yoongi, provocando que la risa de Jin aumentara—. Una vez lo asusté por la espalda y estuvo a punto de hacerse pipí.

—¡Yoongi! —reclamó Hoseok.

El chico se rió, sacudiendo su cabeza, para luego mirarlo con evidente cariño.

—Está bien —le dijo—, siempre me ha gustado que seas sensible, Hobi.

Ocultó su rostro contra la almohada del sofá cuando escuchó a sus amigos soltando silbidos para avergonzarlo, en tanto Hoseok se ponía más colorado.

—Deberíamos ir a bañarnos al río —sugirió entonces Jimin, luego de varios segundos en silencio—, creo que me estoy asando.

Yoongi le miró de reojo, agradeciéndole en silencio por haber ido a verle aun cuando tenía que trabajar. Desde que ambos cortaron sus relaciones con sus padres, que debían sobrevivir con el trabajo que consiguió su hermano, pues los adultos se negaron a pagarle el departamento a Jimin, a menos que recapacitara sus acciones. Jimin le aseguraba que estaba bien, que no se acomplejara por ello, pero no podía evitar sentirse culpable por ello.

Se lo devolvería. Todo lo que estaba haciendo Jimin por él, iba a devolvérselo sin duda alguna.

—Ir al río implica salir de casa —dijo Tae—, y no estoy tentado de eso... ¡Por dios, cállense! —regañó hacia Jongin y Minseok, que estaban rodando por el suelo.

Sohyun le lanzó una pantufla.

—¡No le grites a mi oppa bonito! —gritó, subiéndose a la espalda de Minseok.

El ojo de Tae parecía tener un tic.

—Deberías tener una piscina, Tae —dijo Yoongi.

—Siempre podemos mojarnos con la manguera —sugirió Taehyung.

—No seas idiota —masculló Yoongi—, cómo...

—Es una buena idea —apoyó Lisa, mirándolo con un brillo extraño en los ojos—. Hace mucho calor, ¿no?

—Ustedes pueden...

—Oh, sí —le interrumpió Jimin, sonriendo macabramente—. Vamos, Yoongi, mojarte no te hace daño.

Los observó un instante en silencio.

—Si se atreven...

—¡A ÉL! —gritó Jin, y de pronto todo se volvió un caos cuando trató de ponerse de pie para huir, pero Jimin lo agarró de la cintura mientras se veía rodeado por sus amigos.

Malditos traidores.

Gritó para que lo soltaran, en especial cuando de pronto se vio alzado en el aire, Hoseok agarrando una de sus piernas en tanto Jin sostuvo la otra. Tae ayudó a Jimin agarrándolo de uno de sus brazos, y de pronto lo llevaron al patio entre carcajadas y risas, ignorando sus chillidos y amenazas.

Lisa agarró la manguera, haciendo correr el agua.

—Un poco de agua te hará bien —le dijo con dulzura.

—¡Los mataré, ¿me oyen?! —amenazó Yoongi—. ¡Si se atreven yo–!

Se atrevieron, por supuesto.

Lisa no dudó en echarle el chorro de agua en el rostro, callándolo por el agua fría que lo empapó en segundos, cerrando sus ojos y boca, y de pronto estaba en el suelo, gritando para que se detuviera.

Su amiga alejó el agua, lanzándosela ahora a Hoseok, que gritó también.

Yoongi se puso de pie cuando ahora Lisa mojó a Tae, los gritos resonando en el patio junto a las risas, y se lanzó contra la muchacha para quitarle la manguera, empapado por completo, el agua escurriendo por sus ropas, y de pronto se unieron Minseok, Jongin y Sohyun, llevando pistolas de agua, sin dejar de reír.

Minutos después Yoongi se apoderó de la manguera, y mientras empapaba a todos sus amigos, a su familia, pensó en lo feliz que era en ese momento. Y deseó tener una cámara para poder retratar ese pequeño instante, que tantos sentimientos positivos le estaban causando.

—¿Cómo te has sentido estos días?

Observó a su psicólogo con una ceja enarcada, frunciendo sus labios, y bebió el agua que Kwon le ofreció al entrar para su sesión.

—Muy bien —dijo, algo desconcertado—. Es extraño, porque... porque no estoy acostumbrado a ello. No es normal tener tantos buenos días.

Jo la observó, asintiendo y anotando algo en su libreta. Yoongi tenía curiosidad por leer todo eso, pero a veces creía que su psicólogo sólo fingía anotar esas cosas para mantener el misterio del tratamiento.

—Es normal tener buenos días —le corrigió Kwon, llamando su atención—. Te ves más feliz y contento, y eso está bien, Yoongi. Ahora luces como si pudieras iluminar el mundo. Antes parecías andar con una nube negra sobre ti.

Arrugó el ceño al escucharlo hablar de forma tan descarada sobre él, y soltó un bufido.

—Pero insisto —recalcó—, no estoy acostumbrado a esto. Estoy casi esperando que ocurra algo que lo arruine todo, es como si... —hizo una pausa, balbuceante—, a veces siento que necesito auto-sabotearme, porque el dolor lo sé manejar. La decepción, la desilusión, esas cosas... Sé cómo controlarlas. Pero esto...

—Si te atreves a hacer eso —le dijo Jo—, voy a enojarme mucho contigo, Yoongi —su psicólogo se inclinó unos centímetros—. El auto-sabotaje es malo, muy malo, ¿no lo hemos hablado?

—No —se defendió Yoongi—, ni siquiera me lo has mencionado.

—Bueno, te lo digo ahora —Kwon le pellizcó la oreja, sacándole un quejido—. ¿Por qué querrías hacer algo como eso? Es como observar la piedra con la que tropezaste, sin quitarla de en medio, sabiendo que volverás a tropezar con ella, pero sin que te importe. ¡Eso es terrible!

—Es por costumbre —insistió Yoongi—. Esas emociones las sé manejar. Pero estas...

—¡Son emociones buenas! —le interrumpió su psicólogo—. Sentirse feliz, contento, bien, no sólo es bueno para ti, sino también para toda la gente que te quiere, ¿no lo crees, Yoongi?

Se quedó en silencio varios segundos, pensando en las palabras que le dijo el mayor, para luego recordar todos esos últimos días.

Jimin se iría dentro de unos días porque debía volver a trabajar, así que estaba aprovechando todo el tiempo posible junto a su hermano, y decidieron ir a bañarse al río para soportar el sol. Y a pesar de que él no se bañó (no era fan del agua fría, además que se sentía algo incómodo porque la ropa se pegaría a su cuerpo), sí se divirtió bastante junto a sus amigos.

Y ellos parecían contentos, emocionados y felices de verlo a él tan estable. Al verlo actuar sin miedo o temor o vergüenza. Al verlo ser, otra vez, un chico normal con ellos.

Yoongi quería mucho eso: ser normal, que le trataran como a cualquier otro chico, sonreír sin preocupación alguna.

—Me gusta esto —admitió en voz baja, viendo como Jo sonreía ahora.

—Sabes, a mí también me gusta —dijo Kwon—, me enorgullece verte así —la sonrisa del hombre se tambaleó—. He estado haciendo algunas averiguaciones junto a Jungsoo para derivarte a otro psicólogo y psiquiatra en Seúl.

Yoongi tragó saliva, su primer impulso siendo huir de ahí, pero se obligó a permanecer quieto.

—Pero yo quiero seguir con usted y con Jungsoo —le dijo con voz apagada—. Podría viajar para mis sesiones o...

—No, Yoongi —contestó Jo con dulzura—, eso es mucho dinero, y ambos sabemos que no puedes permitirte eso. Los dos estaríamos felices de continuar atendiéndote, pero estamos conscientes también de que en Seúl llevarás otra vida —Yoongi parpadeó para alejar sus lágrimas—. Sin embargo, tampoco te dejaremos a la deriva. Contactamos con antiguos colegas que están dispuestos a atenderte y continuar con nuestro trabajo.

—Pero...

—Yoongi —insistió el mayor firmemente—, tienes que salir de tu zona de confort, ¿entiendes eso? Sí, en Seúl tendrás a Hoseok, a Namjoon, a Taehyung, pero también estarás rodeado de gente nueva, y necesitas estar preparado para ello —Yoongi hizo un mohín—. Tu psicóloga se llama Lee Sora, fue mi profesora en la universidad y es una mujer fantástica, Yoongi. Por otro lado, tu nuevo psiquiatra se llama Lim Jaebeom, fue compañero de Jungsoo durante sus estudios superiores, así que vas a estar en muy buenas manos.

El menor sorbió por su nariz, queriendo todavía protestar, pero más por capricho personal ya que sabía que Kwon tenía razón. Era momento de salir de todo ese barro que le estaba atrapando, hundiendo, para comenzar a su vida como quería. Como siempre soñó.

El miedo seguía ahí, sin embargo, sabía que debía luchar contra él, porque ya no podía permitir que siguiera dominando su vida.

Tragó saliva, asintiendo, y la mirada en los ojos del adulto se suavizó.

—Te entregaremos nuestros números de teléfono de todos modos —continuó su psicólogo, con su voz dulce—, en caso de que lo necesites, puedes llamarnos. Siempre vamos a atenderte.

Volvió a asentir, y Kwon sacó su celular para ver el calendario.

—Tendremos nuestra última sesión el quince de agosto —le dijo el mayor—, te vas a Seúl el veinte, ¿no es así?

—Sí, a principios de mes iremos a Seúl para ver un departamento —contestó—, además, el padre de Tae va a presentarnos en la empresa —el sólo pensamiento provocó que se pusiera nervioso, pero trató de no demostrarlo.

Jo Kwon le sonrió, orgulloso.

—Entonces, es mejor que tengamos otra sesión el día antes de que vayas a Seúl, ¿eso está bien, Yoongi?

Asintió, forzándose a respirar con calma.

Su psicólogo le tomó la mano, dándole un apretón, y bajó su voz.

—Estoy muy orgulloso de ti, Yoongi.

Yoongi rompió a llorar ahora, incapaz de soportarlo, pero no por la pena y el dolor, sino porque siempre quiso oír esas palabras de las personas que quería.

Y aunque sus padres ya no le quisieran, aunque mucha gente le tratara como si tuviera una enfermedad, esas otras personas que ahora eran su familia le miraban con orgullo, con felicidad, con cariño, y se sentía demasiado bien.

Si ellos le trataban de esa forma, sentía que todo eso estaba valiendo la pena.

/

Hoseok gritó, sobresaltándolo, y le dio un golpe en el costado.

—Lo siento —balbuceó Hoseok, cubriendo sus ojos con una de sus manos—. ¡Pero odio las películas de terror, Yoongi! ¡Tú sabes que– AAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAAH!

Jimin soltó un chasquido de reprobación, poniéndose de pie.

—Es imposible ver la película con Hoseok gritando como si fuera un cerdo en el matadero —se burló su hermano mayor—. Me voy a dormir.

Yoongi se despidió del chico, acurrucándose contra el costado de Hoseok, que tenía un brazo por su espalda, y luego de diez minutos decidió pausar la película. El chico estaba, básicamente, llorando por el miedo.

—SeokSeok, sabes que eso es falso —le recordó, agarrando las servilletas sobre la mesa donde tenían papas fritas para limpiarle las mejillas.

—Puedo hacerlo yo solo —farfulló Hoseok, pero permitió que Yoongi quitara sus lágrimas.

—Por todos tus gritos terminamos viendo la película solo los dos —regañó dulcemente.

Hoseok lucía avergonzado, pero Yoongi tenía razón: Jin se fue temprano ya que tampoco disfrutaba de ese tipo de películas, luego Tae y Lisa decidieron irse a dormir pues los gritos de Hoseok asustaban más que la trama, y ahora Jimin también les abandonó.

—Les dije que viéramos La Princesa y el Sapo —dijo débilmente, y Yoongi se preocupó un poco, porque Hoseok lucía demasiado asustado todavía.

—La próxima la escogerás tú —le dijo, volviendo a recostarse a su lado, apoyando ahora su cabeza en su estómago—. O podríamos ver vídeos graciosos en Youtube...

—Mmm...

—Como de bebés golpeándose y cayéndose por accidente —continuó, acurrucándose más aún.

—Mmm...

—Esos siempre me hacen reír...

Su voz se fue apagando cuando notó algo duro cerca de su cabeza.

Algo como...

Oh, dios.

Hoseok lucía más avergonzado aún y Yoongi se enderezó, sus mejillas cubriéndose de color rojo.

—Lo-lo si-siento —balbuceó Hoseok—. Yo no... Um... No qui-quiero...

—Oye, oye, no pasa nada —se apresuró a decirle, y se sintió extrañamente complacido de sentir que Hoseok se excitaba con él. Con él—. Es una reacción normal, Seokie.

—Pero no debería...

Yoongi no quería oírlo hablar.

En su lugar, lo besó de sorpresa, y el chico se sobresaltó cuando ambas bocas chocaron en un torpe beso, jadeando en voz baja.

Yoongi sintió el agarre titubeante de Hoseok en su cintura, pareciendo olvidar el miedo que sentía minutos atrás, y profundizó el contacto, apegándose más al chico. Una de sus manos se deslizó por la entrepierna de Hoseok, apretándola con suavidad por sobre sus jeans, y sonrió con gusto al escucharlo gemir.

—Yoongi... —murmuró Hoseok al separarse, sus ojos nublados por el placer, soltando ruidos extraños mientras seguía masajeando su entrepierna—, ¿qué...?

—Deja que te complazca —le dijo con un gruñido bajo—, yo... um... qui-quiero agradecerte todo...

—Pero...

—Sólo... sólo quiero tocarte, Seokie, nada más —juntó ambas frentes, su voz temblando—, déjame tocarte, por favor.

Hoseok titubeó un instante para luego asentir, afirmando su agarre, pero sin mover más sus manos. Yoongi le agradeció con un pequeño beso, no sólo que cediera, sino que también no hiciera otro movimiento para tocarlo, dejando sus dedos tranquilos.

No se sentía seguro, en ese instante, para permitirle ir más lejos, pero Yoongi quería... quería probar unas cosas. Quería un contacto más íntimo con el chico luego de pensarlo mucho.

Algo inseguro, desabrochó el pantalón de Hoseok, deslizando su mano derecha por el interior y bajo el bóxer, oyéndolo gemir cuando tocó su polla.

El color pintó con más fuerza su rostro al agarrarlo con suavidad, casi con temor, y deslizó sus manos por todo su tronco. Miró hacia abajo, mordiendo su labio inferior al verlo goteando presemen, hinchado y duro. El pene de Hoseok en su mano.

Levantó la vista, pero antes de poder decir algo, recibió otro beso que le hizo jadear, volver a mover su mano por toda su extensión, sintiéndola más húmeda.

—Eres hermoso —murmuró Hoseok contra sus labios—. Eres... he-hermoso..., e increíble..., y el chico más genial que he co-conocido, Min Yoongi...

Hoseok volvió a gemir cuando aceleró el movimiento de su mano, y Yoongi se sorprendió a sí mismo al encontrarse a sí mismo húmedo y excitado con la situación.

Pero contrario a otras veces, no había asco ni desprecio ni odio. Sólo... sólo se sentía un poco caliente y extraño y deseado. Interesante.

Hoseok no duró mucho mientras era masturbado, corriéndose en la mano de Yoongi unos minutos después, ahogando el gemido contra los labios del chico. Una vez logró recuperar el aire, besó su mejilla.

—Ahora se ve triste —bromeó Yoongi, todavía algo avergonzado de observar el pene flácido de Hoseok, quien se veía torpe en ese instante.

—Eres terrible —contestó Hoseok, entregándole unas servilletas y poniéndose de pie—. Iré al baño a limpiarme.

—Yo iré al cuarto de Taehyung —Yoongi no le miró, titubeante—. ¿Irás?

Hoseok sonrió de lado.

—Sí.

Primero fue a la cocina y se lavó las manos. Una vez en la pieza, vio a su amigo durmiendo en el suelo con Lisa acurrucada a su lado, así que trató de no hacer ruido, acostándose en la cama. Pasados unos segundos, Hoseok apareció y se puso pijama, acompañándole. Yoongi le abrazó, ocultando su rostro en el pecho de él.

—¿Te gustó? —preguntó en voz baja.

Hoseok acarició sus cabellos.

—Fue increíble —contestó Hoseok con total honestidad—. Gracias, Yoonie.

Se miraron un instante antes de besarse.

—Iugh, asco —susurró Tae.

El grito de Taehyung recibiendo un almohadazo resonó en la casa, despertando a todo el mundo.

¡gracias por leer!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro