69.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Trabajando todos los días, a este paso moriré,

Pero me encanta esto.

¿Verdad? ¿Esto es adecuado para mí?

Sólo esperaba estar despierta toda la noche,

Mis días estás repletos de dolores de cabeza,

Estoy sobrecargada de trabajo ahora mismo...

~Workaholic, Bol4~

―Yoongi, deja eso ahí, ya tomaste suficiente.

El muchacho soltó un bufido bajo, dejando que Hoseok le quitara el vaso.

―Sólo tomé medio vaso ―se defendió, aunque sabía que no podía reclamar.

―Y no deberías tomar siquiera eso ―replicó Hoseok―, pero sólo te permitieron que tomaras ese poco por tus pastillas.

No dijo cosa alguna, desanimado por completo, agradeciendo en su interior que la novia del chico no estuviera allí, a pesar de que al día siguiente era el cumpleaños de Hoseok. Pero tenía una prueba muy importante así que esa noche estaba estudiando, y Yoongi lo prefería de esa manera, porque él siempre era de las primeras personas en saludarlo por cumplir años.

Lisa y Taehyung fueron a cenar fuera, diciendo que no volverían hasta el día siguiente, mientras que Namjoon también salió a pasear, alegando que tenía una letra en mente, pero necesitaba un instante para él. Estaban, por lo mismo, sólo los dos, sin nadie más, y el ambiente se sentía un poco raro entre ellos.

Se puso de pie, llevando su pulgar a su boca y comenzando a mordisquear el pellejo de su dedo. Sin embargo, Hoseok volvió a moverse y lo sostuvo de la muñeca para impedir que continuara.

―No te hagas daño ―le advirtió.

Soltó un ruido extraño.

―Me has estado jodiendo todo el día ―bufó.

―Has estado inquieto todo el día ―corrigió Hoseok.

Por supuesto que lo estaría. Debía trabajar en la segunda parte de la canción que le presentó a los productores de la empresa, tenía que entregarla a fines de mes, y no llevaba avanzado nada. Su inspiración se cortó por completo, estaba completamente bloqueado y ya no quedaban uñas qué morder en sus dedos.

Además, ahora estaba solo con Hoseok, por primera vez en mucho tiempo, sin nadie en el departamento, y eso le crispaba los nervios.

En menos de media hora Hoseok cumpliría los diecinueve años, y le miró de reojo, viendo su mandíbula marcada, su perfecto perfil, su brillante rostro sin maquillaje alguno. Su rostro ya no estaba tan rechoncho, parecía haberse alargado un poco en ese tiempo, se veía mucho más varonil y menos niño, y no pudo evitar admirar lo guapo que lucía bajo la luz de la cocina.

Dios. Dios.

Desvió la vista, tragando saliva, con sus manos picando en ansiedad.

―Me estoy quedando sin tiempo ―murmuró.

Hoseok bebió de su vaso con cerveza, sus mejillas coloradas.

―Trae la letra para acá ―le pidió―, ¿por qué no me la muestras?

―¿Estás borracho? ―le dijo.

―Pero ¿te das cuenta cómo eres? ―se quejó Hoseok―. Honestamente, no pensaba pasar mi cumpleaños así.

―Lamento ser tan mala compañía, cretino ―bufó Yoongi.

Se miraron un instante en silencio antes de romper a reír, como si hubieran dicho algo demasiado gracioso. Yoongi no tardó en ir a buscar la letra que estaba trabajando, poniendo la composición en el MP4 que tenía. Hoseok la escuchó en silencio, asintiendo, para luego observar a Yoongi que volvió a morder el pellejo de su dedo.

Una vez más, lo agarró de la muñeca.

―Es una buena canción ―alabó Hoseok―. ¿Por qué no me la mostraste antes?

―Porque me daba vergüenza ―dijo Yoongi con desánimo―, cuando le muestro estas cosas a gente que quiero mucho, temo que digan que es buena por respeto y para no hacerme sentir mal.

Se miraron otro instante.

―Oh ―Hoseok lo soltó―, entonces es horrible, creo que rompió mis oídos.

―¡Eres un idiota!

Hoseok se carcajeó sonoramente, inclinándose hacia adelante, y Yoongi quería patearlo, golpear su bonito rostro para así callarlo.

―Vamos, vamos ―animó Hoseok―, ¿quieres que te ayude, precioso?

¿Y por qué, demonios, tenía que decir esas cosas tan a la ligera? ¿No sabía que lanzar comentarios de esa forma provocaba que algo dentro de él se estremeciera?

Se sentó a su lado, gruñendo maldiciones por lo bajo, y Hoseok acercó su silla un poco más, ahora poniendo una expresión pensativa.

―Hace mucho no te escucho tocar el piano ―comentó entonces.

Yoongi arrugó el ceño.

―No tenemos un piano aquí ―fue su respuesta.

―Me gustaba mucho verte cuando lo hacías ―continuó Hoseok―, tu expresión siempre se relaja por completo, te ves más a gusto y algo en ti parece brillar, Yoonie...

Dios, Yoongi en serio lo golpearía.

―¿Te gusta avergonzarme o qué mierda? ―masculló.

Hoseok sonrió. Sonrió como el precioso sol que era.

―No, es sólo que... ―permaneció en silencio un instante―, hace mucho tiempo no hacíamos esto. Sólo los dos ―lo vio tragar saliva―. Te he extrañado mucho, Yoongi.

Los labios del más bajito temblaron al escucharlo hablar de esa manera, con tanta sinceridad, y mordió el interior de su mejilla en un gesto nervioso.

―Yo también te he extrañado ―admitió―, y, supongo... me he sentido muy celoso por Jihyo ―observó la mirada sorprendida de Hoseok―. Ella es tan bonita y perfecta para ti, Seokie... Me... me alegra que te guste mucho.

Hoseok permaneció sin decir cosa alguna por varios minutos y Yoongi temió haberlo arruinado, haber hablado de más. Estuvo a punto de ponerse de pie para salir corriendo a su cuarto, para esconderse allí y ocultarse del mundo mientras lloraba, pero repentinamente, Hoseok le sonrió con pena.

―Me alegra también que Namjoon esté para ti ―dijo Hoseok―, que él sea bueno y comprensivo contigo, así como yo no lo fui ―otro momento de silencio―. Lamento mucho mi actuar. Lamento haberte presionado con ese tema, haberme comportado como un idiota y decirte cosas tan hirientes. Lo siento de verdad, Yoongi.

Yoongi ahora sí quería llorar más, porque Hoseok era un chico increíble a pesar de todo. Podía ser un idiota a veces, actuando de esa forma ya que sabía que le haría daño, pero él no se libraba de eso tampoco. Hoseok no era bueno ni malo. Era... era sólo Hoseok, así como él era sólo Yoongi.

Todos eran idiotas algunas veces en su vida. Todos eran hirientes, unos cretinos y estúpidos. Sin embargo, también todos eran honestos, valientes e inteligentes, pues la vida era una constante montaña rusa que subía y bajaba, que se elevaba por los aires y luego desaparecía bajo tierra.

Todos tenían buenos y malos momentos en este difícil y complicado juego llamado vida.

―Yo también lo siento ―se disculpó Yoongi―, porque también actué como un pendejo, Hopi. No quería ser malo contigo ―su garganta se apretó―. Lamento también haberte evitado y comportarme mal con Jihyo. No lo haré más.

Hoseok le pellizcó la nariz, haciendo que la arrugara, y sintió deseos de besarlo, de llenarle el rostro de pequeños besitos hasta que se irritara, amenazando con golpearlo entre risas, como habría hecho meses atrás.

Pero las cosas no eran tan sencillas. No cuando él estaba con Jihyo y Yoongi con Namjoon.

Así que sólo le volvió a pellizcar esa bonita nariz de botón que tenía.

―Vas a hacerlo bien ―le dijo Hoseok, apuntando a la letra―, siempre lo haces todo bien por tu propia cuenta.

Yoongi sonrió ampliamente, mostrando sus encías y sus ojos arrugándose por completo.

―¿Tú lo crees? ―Yoongi le devolvió el pellizco en la nariz―. No hablemos de esto, SeokSeok. Feliz cumpleaños, ya es medianoche.

Hoseok sonrió, sus labios formando un corazón, con esa preciosa sonrisa que tenía, y Yoongi se sintió cálido a pesar de todo.

A Yoongi nunca le gustó trabajar bajo presión, cuando eso ocurría sentía que todo en su mente se bloqueaba, las ideas dejaban de fluir, como si hubiera un derrumbe en medio de sus pensamientos.

Sin embargo, tenía claro que no podía darse el lujo de no rendir en esas condiciones. No cuando debía continuar con esa letra, debía avanzar, con tantas expectativas sobre él, en especial porque fue la primera persona en terminar y ser felicitada por su trabajo.

Debía hacer un mejor trabajo si quería mantenerse allí. Si quería cerrarle la boca al resto de personas de ese lugar, en especial a Junghwan y Hyuksoo. Tenía tanta presión encima...

Y no estaba avanzando nada.

Llevaba una hora frente a la computadora, observando la letra a medio escribir, su mano derecha moviéndose de forma nerviosa por el escritorio y su pulgar izquierdo metido entre sus dientes, mordiéndolo mientras se hacía daño.

―¿Quieres aplazar tu grabación? ―preguntó Minhee, su rostro sorprendido―. ¿Y eso por qué?

Bajó la vista con vergüenza.

―No tengo la letra lista ―admitió, sus mejillas coloradas ya que todas las personas en la sala voltearon a verlo―, necesito más tiempo, un par de días...

―No, Yoonji ―respondió Hyuksoo, con su tono duro―, ¿sabes cuánto dinero invertimos en pagarles una hora de grabación en el estudio? Debemos pagar por adelantado la mitad, y si cambiamos el día, no nos devuelven el dinero.

Junghwan soltó una risa burlona y Yoongi no lo miró, pues sabía que se echaría a llorar si lo hacía. No estaba teniendo un buen día, y sumado a eso...

Se despertó, sabiéndolo enseguida: hoy no sería un día positivo, la ansiedad carcomiendo dentro de él, porque sabía que debía hablar con los mayores para poder explicarles la situación. Llegó, además, tarde a la empresa, sin tener un momento a solas con Namjoon para poder conversar con él y calmarse, sin querer molestarlo ya que lucía concentrado en su trabajo. Con esto, ahora... Yoongi quería morirse.

―Lo cubriré yo ―dijo, aunque sabía que era un disparate, debido a que esa inversión estaba fuera de sus límites.

―Además ―continuó Hyuksoo, sacudiendo su cabeza―, ¿por qué debemos aplazar tu grabación y no las del resto, Yoonji? ¿No es eso injusto para ellos? Tú tendrás más tiempo para prepararte y trabajar en tu letra y ellos no, Yoonji.

El femenino lo estremeció.

―Debes tenerla lista para ese día o grabar lo que tengas hecho, pero nada más ―respondió Woobin con una expresión de lástima.

―No hay discusión sobre eso, Yoongi ―terminó de decir Minhee.

Asintió con la cabeza gacha.

―Lo siento ―dijo, con su voz apenas un hilo, volteándose para seguir en su trabajo, a pesar de que no podía concentrarse, no con su garganta doliendo mientras sus ojos picaban.

Una hora después los dejaron irse, así que Yoongi guardó sus cosas lo más rápido que pudo, con sus manos temblando, sabiendo que debía apurarse para llegar a su trabajo. Además, no quería hablar con Namjoon, que de seguro empezaría a aconsejarlo con la esperanza de hacerlo sentir mejor. Pero bajo esa situación no quería ver compasión en los ojos de él, así que sólo quería huir.

―Que fracasada ―se burló Junghwan cuando pasó a su lado―, ¿por qué no mejor te vas ya de aquí, Yoonji?

Lo ignoró, aunque su comentario dolió. Esas palabras siempre dolían el triple cuando su día no estaba yendo bien.

Esquivó a Namjoon, apresurándose en salir de la empresa, sorbiendo por su nariz mientras aguantaba las lágrimas. Corrió a agarrar un bus para llegar al trabajo, rogando que ese día fuera lento, con poca clientela para que así él pudiera soltar todo el aire que estaba conteniendo por dentro.

Tenía que controlarse. Tenía que respirar repetidas veces para no permitir que la ansiedad cayera sobre él como un bloque de cemento hasta el punto de aplastarlo. Si lo permitía, entonces el pánico llegaría a él, correría a encerrarse en el baño y romper a llorar, sintiéndose como un idiota débil y patético que sólo daba pena.

Una vez en el bus fue al final, su rostro oculto bajo la capucha, tomando aire para luego botarlo entre suaves jadeos. Si tenía el ataque de pánico todo se iría más a la mierda, porque eso significaba que permanecería acostado por varios días, así que tampoco trabajaría en la letra. Le quedaba poco más de una semana y media, y la grabación sería en tres días, no podía permitirse perder ese tiempo valioso, aunque su letra no estuviera lista.

Se bajó media hora después con las manos temblando, a pesar de que ahora se sentía algo mejor, observando el café de Heejin para luego entrar. Saludó a las dos camareras, Wheein y Yongsun, la última haciéndole un gesto para que se acercara.

―Heejin dijo que debías quedarte en la caja ―le dijo Yongsun luego de devolverle el saludo, siendo la cajera mientras él se preparaba―, te toca cerrarla, además.

Soltó un bufido, asintiendo, pero antes de seguir avanzando, la chica lo detuvo otra vez. Yongsun era preocupada por todo el mundo, siendo la mayor de todos los muchachos y muchachas que trabajaban allí.

―Relájate ―le dijo ella―, si necesitas un descanso, me lo pides a mí o a Wheein, ¿vale, Yoongi?

―Está bien, noona ―le dijo con su voz algo débil.

Yongsun le hizo un gesto de ánimo y Yoongi corrió a cambiarse, poniéndose el delantal negro que Heejin le dio meses atrás, agradeciendo también que le mandara a la caja para sólo atender pedidos rápidos y hacerse cargo del dinero. Otras veces le tocó ser camarero, pero Heejin evitaba ponerlo en esa situación, ya que en muchos momentos tuvo problemas con algunos clientes que notaban que Yoongi no era un chico... típico, como decían los comentarios más suaves.

Eso terminaba, por lo normal, con Yoongi encerrándose un instante en el baño para tragarse las lágrimas. Por mucho que no quisiera llorar, a veces simplemente no podía contener el nudo en su tráquea. Sora le dijo que, si quería llorar, que lo hiciera, que no debía por qué aguantarse su pena, pero eso no evitaba que se sintiera ridículo.

El turno era de seis de la tarde hasta medianoche, y en lo que cerraba caja y ayudaba a sus compañeros a limpiar, terminaba marchándose a la una de la mañana, agotado por completo.

Y en el estado en el que se encontraba, las horas empezaron a ser eternas para él, queriendo llegar a casa, a su cuarto, ponerse el pijama y fingir que podría dormir hasta mediodía. Si es que podía dormir, porque en el estado en el que se encontraba, pasaba la noche girando en la cama, agotado, pero sin poder descansar, su mente trabajando en la letra. En la composición. Ya no tenía uñas que morder, así que se levantaba, iba al balcón y se ponía a fumar para calmar la ansiedad pulsante que moría por salir.

Para su propia fortuna, ese día no fue mucha gente y casi nadie se le acercó a pedir alguno de los caramelos o paquetes de galletas que tenían para vender inmediatamente, manejando las cuentas de dinero, recibiendo y entregando los billetes.

―¿Yoongi?

Levantó la vista del cuaderno con la canción a medio escribir al escuchar su nombre, encontrándose con unos bonitos ojos color miel.

―¿Alex? ―preguntó, su voz algo ronca por el sueño, y miró la hora: las diez de la noche―. Hola...

―No pensaba encontrarte aquí ―dijo ella, con su rostro también cansado, aunque con una sonrisa tímida―. ¿Cómo estás?

―Tengo turno hasta las doce ―explicó con un bostezo―. Todo bien por aquí ―mintió―, ¿y tú? ¿Qué haces fuera a esta hora?

―Vengo de la universidad ―suspiró Alex, un poco lenta mientras trataba de explicarse―, me quedé estudiando hasta tarde y ahora necesito algo de aire para relajarme.

Yoongi levantó la vista una vez más, viendo como la chica no se inmutaba en sostenerle los ojos, tranquila, hermosa, y se estremeció de forma inconsciente, pero no sabía por qué se sentía tan cohibido con ella. Siempre le costaba mucho relacionarse con otras personas, sin embargo, Alexandra actuaba como un imán para él, como si quisiera platicarle de mil cosas, a pesar de que no la conociera.

―Puedes pasar a servirte ―dijo con una sonrisa temblorosa―, las chicas van a atenderte.

―Está bien ―dijo Alex―, pero... ¿qué me recomiendas tú?

Mordió su labio inferior, pensativo.

―Un chocolate caliente para que pases el frío ―le dijo―, y tal vez un trozo de tarta. Hoy tenemos una de frambuesa que está muy buena.

Alex volvió a sonreírle, contenta, y Yoongi bajó la vista, mirando el chaquetón negro que llevaba, como si fuera muy interesante.

―¡Gracias! ―le dijo ella, haciendo una reverencia―. ¡Eres muy amable, Yoongi!

―No fue nada ―dijo, mientras la chica iba a sentarse a una mesa al lado de la ventana.

Los minutos siguieron pasando en cálido y aburrido silencio, oyéndose la suave música en el café, las conversaciones bajas de las personas a su alrededor, Wheein y Yongsun hablando con él de vez en cuando. Pronto dio la medianoche, por lo que Alex se acercó a pagar su consumo, guardando el portátil que sacó para estudiar.

Le entregó el dinero a Yoongi.

―¿Te importa si te espero? ―dijo ella con amabilidad.

Yoongi se vio tentado de decir que podía marcharse sin él, que no era necesario, porque la perspectiva de irse con alguien que no conocía muy bien hacía que su estómago diera mil vueltas, pero ahí estaba otra vez ese imán.

―Debo ayudar a las chicas a cerrar ―murmuró apenas.

―No te preocupes ―dijo Yongsun, secando unos platos―, cierra la caja y puedes irte, Yoongi, ¿te parece? Te ves muy cansado.

En ese tiempo que llevaba trabajando se dio cuenta de eso: Yongsun era muy perspicaz, notando siempre cuando sus compañeros no parecían estar teniendo un buen día, y jamás se hacía problema para decirles que se fueran antes.

Cualquier otro día, Yoongi podría insistir y decirle que era su deber. Pero no ese día. No cuando no avanzó en nada en la escritura, con las letras frente a él pareciendo burlarse de su inutilidad.

―Gracias, noona ―le dijo, haciendo la caja con rapidez para poder irse.

―¡Nos vemos, Yoongi! ―se despidió Wheein, que terminó de recoger unas tazas.

―Nos vemos, chicas ―dijo saliendo del café luego de abrigarse.

―¡Cuídate! ―dijo Yongsun.

Chico y chica salieron al frío aire nocturno, aunque ya no tan helado como lo fue diciembre y enero, pues pronto llegaría la primavera. Yoongi quería que pronto pasara esa estación, detestaba mucho el frío, ya que le daban ganas de estar todo el día acurrucado en la cama, como un gatito listo para dormir.

―Namjoon me comentó la otra vez que también te gusta rapear ―dijo Alex en medio del silencio entre ellos, cuando se pusieron a caminar.

Escondió las manos en sus bolsillos.

―No soy bueno ―dijo con timidez―, lo practicaba a escondidas porque a mis papás no les gustaba que lo hiciera ―desvió la vista―. No les parecía que... una chica se dedicara a eso. Además, mi voz...

Bullshit ―maldijo Alex en inglés, sacándole una mirada sorprendida―. Fucking god, ¿realmente decían eso?

Sin poder evitarlo, sonrió al oírla hablar de esa forma.

―Familia conservadora ―trató de explicar.

―Sigue sin ser justificativo ―suspiró Alex―, antes que la religión está el amor por el otro.

Yoongi mentiría si dijera que eso no dolió, sin embargo, con el pasar del tiempo, iba doliendo menos. Entendió que la familia no era quienes compartían tu sangre, sino quienes estaban allí para ti cuando lo necesitabas.

―Necesito comprar ramen ―dijo Alex, cuando pasaron fuera de un minimarket que estaba abierto veinticuatro horas―, ¿me acompañas?

Se encogió de hombros, siguiéndola, escuchando sus murmullos en inglés mientras escogía sabores, y cuando fueron a pagar, vio como la nariz del cajero se arrugaba en señal de disgusto.

Dios. Dios...

―Los negros tienen un olor tan asqueroso ―lo escuchó murmurar.

Yoongi soltó un ruido de rabia, pero Alexandra no inmutó su expresión, pagando el ramen para marcharse de allí.

―Los coreanos tienen el pene tan chico ―dijo ella antes de salir, en voz alta y fuerte.

Alex le tomó la mano para hacerlo correr mientras rompía a reír, oyendo las maldiciones del hombre que la había ofendido, y no se detuvieron hasta que estuvieron dos cuadras lejos, vapor saliendo de sus bocas, con sus respiraciones aceleradas, jadeando entre risas bajas.

―Oh dios, ¿es qué acaso no tienen insultos mejores? ―dijo Alex cuando volvieron a caminar.

Yoongi sacudió su cabeza, viendo cómo se acercaban a su hogar.

―¿Ya no te molesta? ―preguntó él.

―Por supuesto que sí ―contestó la chica―, pero no les doy el placer de mostrárselos. Cuando llegué fue más terrible, porque me insultaban y yo no lo entendía, sólo sabía que no estaban diciendo algo agradable por sus expresiones, pero ahora... Estoy aprendiendo a manejarlo. En Estados Unidos también me decían comentarios de ese tipo, ya sabes... como que si algo desaparece, es culpa del negro. Que yo debía lavar los platos porque soy negra.

Yoongi la miró, pensando en ese momento que ellos dos, de alguna forma, no eran tan distintos. De otro país, con otro idioma, con características físicas distintas, pero, aun así, tenían que vivir con los insultos cada día, con un estigma sobre sus frentes, fingiendo que no dolía.

―Ahora imagínate... ―ella se rió, a pesar de que no había gracia en su voz―, imagínate ser una mujer negra y bisexual. Algunas personas encontraban que esos eran motivos suficientes para lanzar comentarios como si yo no tuviera sentimientos.

―Eres increíble ―le soltó, llamando su atención, y no la miró a la cara por la vergüenza―, yo... no te conozco muy bien, pero... pero me pareces increíble y genial. Yo jamás... Yo no podría hacer lo que tú hiciste recién, probablemente ahora estaría llorando, así que... fue muy divertido la forma en la que lo manejaste.

Alex no dejaba de sonreírle mientras se detenían fuera del edificio donde Yoongi vivía, y cuando le ofreció ir a dejarla, ella se negó, diciendo que vivía a solo dos cuadras de allí.

―¿Te parece...? ―Alex puso una expresión algo nerviosa―. ¿Quizás...?

Yoongi decidió dar el primer paso.

―¿Quieres que te enseñe coreano? ―dijo, viendo su rostro sorprendido―. Podríamos... juntarnos algún día, hablar de rap y...

―¡Me encantaría! ―la muchacha sacó su móvil para darle su número de teléfono―. Eres genial, ¡de verdad!

Se sintió halagado por sus palabras, con sus mejillas coloradas, intercambiando sus contactos para poder hablar por mensajes, y pronto se despidieron. Se quedó fuera hasta que la vio desaparecer, entrando pronto al calor del interior.

Pensó, repentinamente, que su ansiedad amainó un poco. Ya no se sentía tan triste, sí algo cansado, pero en general, su estado de ánimo pareció haber mejorado un poco. Decidió no darle muchas vueltas al asunto, de todas formas.

Sin embargo, cuando se puso el pijama listo para irse a dormir, un impulso le hizo sacar su cuadernito con composiciones.

Vas a hacerlo bien por tu cuenta.

Recuerdo cuando te conocí por primera vez,

Antes de que lo supiera creciste...

Sacó un cigarrillo, abrigándose para salir al balcón, y continuó escribiendo.

¡gracias por leer!

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