70.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Hola, ¿Quién soy? No sé, se me olvidó...

Hoy olvidé las coordenadas de mi destino,

Se me dañó el GPS a mitad de camino,

Y no sé si me raptaron o estoy perdido,

Pero ya son varios días que no hablo conmigo.

No sé navegar con esta oscuridad, siento que estoy algaro

No sé si dejarme llevar, no confío en los faro'...

~RLNDT, Bad Bunny~

Cuando Yoongi entregó la segunda parte de la canción, sintió como si le hubieran quitado un peso de encima.

Suspiró con alivio, inclinándose ante Minhee, Hyuksoo y Woobin. Los dos primeros le dieron las gracias, pero Hyuksoo se mantuvo callado, asintiendo en respuesta, y para Yoongi eso fue suficiente. No esperaba más de ese desagradable hombre.

Se retiró de la oficina, acercándose donde Namjoon.

―¿Voy a poder oírla? ―preguntó cuándo se pusieron a caminar.

―No ―respondió Yoongi―, no hasta que esté terminada. Supongo que ahora debemos ponernos en ello... ―lo miró, arrugando los labios―. ¿Yo podré escuchar la tuya o lo seguirás manteniendo escondido?

Namjoon sonrió, levantando la mano y le revolvió el cabello como si nada, ignorando el quejido del más pequeño.

―No ―le imitó, mostrando sus hoyuelos―, no hasta que esté lista y mejorada.

Yoongi bufó.

―Eres un pesado.

Salieron de la agencia, caminando hacia el paradero de buses y agarrando el que les dejara más cerca del departamento, y se fueron todo el recorrido conversando de otras cosas. Al bajarse, incluso pasaron a comprar algo para celebrar el haber terminado con la segunda parte de la canción.

Pero toda idea de pasar un buen rato con sus amigos se acabó cuando, al entrar a su hogar, escucharon algo rompiéndose.

―¡Vete a la mierda, Taehyung! ―gritó Lisa.

Namjoon y Yoongi se miraron, congelados, sin saber qué hacer.

―¡Me tienes harto! ―replicó Tae―. ¡Tú y tus malditos celos son insoportables!

Hoseok se asomó de la cocina, pues para ir al living se debía pasar por un pequeño pasillo donde estaba también la entrada de la habitación en donde ahora estaba Hobi. Había una expresión asustada en su rostro.

―Llegaron peleando hace una hora ―explicó en susurros―, no se han detenido. Pasaron hacia la habitación de Lisa y ahora han salido...

Yoongi se estaba poniendo algo ansioso por todos los gritos. No le gustaban mucho.

Namjoon lucía preocupado, sin saber si intervenir o no, mientras Hoseok iba a por un vaso de agua para dárselo a Yoongi al ver su expresión levemente descompuesta.

―¡Te la pasas mirando a todas las chicas que conoces! ―acusó Lisa.

―¡¿De qué mierda hablas, Lalisa?! ―soltó Tae―. ¡Siempre he tenido ojos sólo para ti...!

―¡No trates de engañarme!

―¡Es imposible hablar contigo, ya no te soporto! ―se quedaron quietos cuando Taehyung apareció, pero pasó de largo hacia la puerta, con Lisa detrás―. ¡No quiero verte más!

―¡Ándate, imbécil, eres un idiota!

Un portazo y los gritos parecieron alejarse por el pasillo. Los tres se miraron con expresiones atónitas, tratando de comprender lo que ocurrió recién.

Hoseok se adelantó, agarrando el vaso de Yoongi para darle más agua.

―Está bien ―le dijo, agarrándolo de las mejillas―, no van a gritar más.

Yoongi quiso golpearlo por tratarlo así, pero algo dentro de él se sentía bien con su preocupación y cariño que emitía.

―¿Terminaron, entonces? ―preguntó Namjoon.

Hoseok rascó su nuca.

―Tae me comentó que estaban peleando más seguido ―dijo con voz ligera―, pero no creí que llegarían a terminar, ellos se veían lindos juntos... ―se quedó callado un instante, soltando a Yoongi―. Bueno, supongo que simplemente no estaban destinados a eso.

El más bajo de los tres mordió su labio inferior, girándose para dejar el vaso de vidrio sobre la mesita de la cocina. Ahora ya no tenía ganas de celebrar algo, sino de acostarse y dormir, como ocurría cada vez que las cosas parecían derrumbarse a su alrededor.

―Lo mejor es no meternos por ahora ―dijo Yoongi―, la relación es de ellos y lo único que podemos hacer nosotros es tratar de consolarlo, pero sin inmiscuirnos.

Hoseok y Namjoon asintieron con expresiones igual de decaídas que la suya, decidiendo dejar el tema allí. Yoongi murmuró que iría a su cuarto, sin querer hablar más, y una vez sólo, se tiró sobre la cama, suspirando.

Estaba bien. Estaba muy bien, las cosas seguirían yendo mejor.

Los días comenzaron a ir más rápido a medida que su cumpleaños se acercaba, lo que, si era sincero, no quería que ocurriera, no cuando la ansiedad estaba carcomiéndolo otra vez.

Un año. Se iba a cumplir un año desde que le agarraron en el baño de hombres y lo violaron. Se iba a cumplir un año del ataque de Jungkook y EunYoung.

Su cumpleaños se transformó, hace un año, en una fecha horrible que prefería olvidar.

Guardó sus cosas en la mochila, cerrándola poco después para salir de su cuarto. En el comedor, Hoseok ya le estaba esperando con su propio bolso, y Yoongi mordió su labio inferior.

―¿Seguro que quieres ir a Daegu? ―le preguntó.

―Es tu cumpleaños ―respondió Hoseok―, nunca he pasado un cumpleaños sin ti.

Sus manos temblaron. Incluso el año pasado, fue Hoseok quien lo salvó y sostuvo cuando todo ocurrió.

Asintió apenas, pero antes de dar un paso, la suave voz de Lisa lo llamó. Su amiga salió de su cuarto, pálida, ojerosa y con los ojos rojos por el llanto, aunque todavía le sonrió con debilidad.

―Lamento no poder acompañarte ―dijo Lisa, dándole un abrazo―, pero tengo cosas que estudiar...

―No te preocupes ―le devolvió el abrazo, revolviéndole el cabello―, cualquier cosa, siempre me puedes enviar un mensaje.

Lisa asintió, despidiéndose de ellos, y pronto los dos salieron del departamento para ir hacia el terminal de buses. Namjoon viajaría al día siguiente, pues tenía un compromiso con unos amigos, así que ellos decidieron irse juntos para hacer el viaje más ameno. Yoongi le insistió varias veces a Hoseok que no era necesario que fuera, sin embargo, Jung no quería oír queja alguna sobre eso.

Sí, ellos no estaban bien todavía y la tensión en el aire aparecía de forma inevitable cuando se quedaban a solas, pero Yoongi realmente le agradecía que quisiera acompañarlo por su cumpleaños. Más porque Hoseok era una parte primordial de su vida.

Media hora después, estaban viajando hacia Daegu, sentados juntos en un bus.

―Entonces, ¿estarás en la presentación de fin de año de la Academia? ―le preguntó Yoongi.

―Sí ―dijo Hoseok con entusiasmo―, me lo han ofrecido hace una semana, ¡estaré junto a chicos de cursos mayores! Es posible que incluso vaya algún CEO de empresas de entretenimiento para buscar bailarines de apoyo, ¿te imaginas eso, Yoongi? ¡Estaré en primera fila, bebé!

Yoongi sonrió, feliz de verlo tan contento y exaltado por el ofrecimiento que le estaban dando. Pensó que, si no hubiera dado ese paso, Hoseok estaría estudiando medicina para complacer a sus padres y esa felicidad que tanto lo caracterizaba no estaría presente.

―Vas a ir, ¿cierto? ―dijo repentinamente Hoseok, volteándose a mirarlo.

El más bajo parpadeó, enfocando sus ojos en su novio. No, amigo. Amigo.

Hoseok y él eran amigos.

Maldita sea, que desastre era. Sus pensamientos se le confundían mientras la ansiedad le comía por dentro.

Tienes que recortarla ―le dijo Sora el día en que quiso explicarle como se sentía cuando la ansiedad empezaba a invadirlo―, la describiste como maleza, entonces, ¿qué hacemos con la maleza, Yoongi?

La controlamos ―murmuró―. La maleza nunca se elimina, pero si tenemos un ojo sobre ella...

El control es importante ―Sora le sonrió, maternal―, tú lo tienes, eres el dueño de tu vida, Yoongi.

Está bien, podía controlarla, sólo debía respirar con lentitud, ordenar su mente.

―¿Quieres que vaya? ―preguntó algo descompuesto.

La mirada de Hoseok se tornó escéptica, como si estuviera dándose cuenta de su estado. Por supuesto que lo notaría, era Hoseok, dios, la persona que mejor le conocía en el mundo.

―Claro que sí ―afirmó Hoseok, levantando una mano y llevándola a su nuca. Un escalofrío lo recorrió al sentir sus dedos acariciando su piel allí, pero no en un mal sentido―, quiero que estés en primera fila, animándome y gritando sobre lo guapo que me veo.

Se rió apenas, sintiendo el relajo llegando a su cuerpo, el toque del más alto siendo una especie de bálsamo.

Un pensamiento fugaz cruzó su mente: cuando se sentía ansioso, Namjoon siempre parecía desorientarse un poco para calmarlo, poniéndose nervioso e incluso más torpe de lo normal (una vez rompió sus audífonos al desenredarlos tan rápido). Sin embargo, Hoseok siempre mantenía la tranquilidad, su lenguaje corporal era muy distinto y sus palabras parecían ser las correctas.

Hoseok era una tabla en medio del mar.

―Tú siempre te ves guapo ―le soltó entonces.

El más alto puso una expresión sorprendida, con color pintando sus mejillas, causando que Yoongi se arrepintiera de sus palabras. No quería hacerlo sentir incómodo.

Pero Hoseok le contestó con una sonrisa bromista.

―¿Quieres dormir? Cuando tienes sueño siempre hablas tonterías, Yoonie ―le dijo.

Yoongi le dio un golpe en el costado, arrancándole un quejido, y se giró para mostrarle la espalda, enfurruñado por no ser tomado en serio. Aunque agradecía que no lo hiciera, porque eso pondría las cosas más incómodas.

Despertó horas después, con el culo cuadrado por todo el tiempo que estuvo sentado, revolviéndose para mirar por entre sus ojos abiertos a Hoseok. El más alto se entretenía con su móvil, ignorándolo, y era preferible así, porque vio apenas que se estaba comunicando con Jihyo.

Miró por la ventana, frotando sus ojos y viendo que ya estaban llegando al terminal de Daegu.

Luego de quince minutos, estaban ya bajándose, con sus bolsos en sus hombros, y vieron a lo lejos a Jimin y Jungkook. Yoongi se sintió en un extraño déjà vu al acercarse, pues Kook estaba usando una blusa con flecos, falda a cuadros y medias junto con ese bonito broche de mariposa sosteniendo ahora su largo cabello. La última vez que se vieron –para navidad– su amigo comentó que se lo dejaría crecer.

Era la misma vestimenta que usó cuando se conocieron.

Saludó a Jimin con un abrazo, suspirando por la felicidad cuando su hermano mayor le pellizcó la nariz, saludando después a Jungkook.

―Te ves muy bonita ―elogió Hoseok, luego de saludar a Jungkook también.

―Yo siempre me veo bonita ―presumió Jungkook.

Jimin soltó un bufido.

―Se ha vuelto muy egocéntrica el último tiempo ―dijo, agarrando el bolso de Yoongi, y salieron a la calle para tomar un bus que los dejara cerca del nuevo departamento de Jimin y Jungkook.

Yoongi todavía no sabía en qué estaban ellos, pero prefería no preguntar, ya que la última vez que los vio se emborracharon para Nochebuena y casi tuvieron sexo frente a él, aunque al día siguiente se comportaron como si eso no hubiera ocurrido.

―Tú me elogias todos los días ―acusó Jungkook con indignación―. ¡Deja de mirarme el culo, Jimin!

―Es que es muy bonito, bebé ―se disculpó Jimin, pero no lo sentía realmente.

Yoongi y Hoseok rodaron los ojos.

Decidieron viajar el día jueves, ya que el viernes sería el cumpleaños de Yoongi. El de menor estatura podía sentir, a medida que se acercaban al departamento, que la tensión iba creciendo en el aire. Jimin le tomó la mano a Jungkook cuando notó la mirada perdida en su rostro.

―Tienes razón ―le dijo Jimin en un murmullo bajo, llamando su atención―, siempre te ves bonita, princesa.

Jungkook sonrió con debilidad.

Yoongi no sólo quería viajar un día antes de su cumpleaños para poder descansar, sino porque también se cumplía un año desde el ataque a Jungkook y EunYoung. A él lo violaron el nueve de marzo, pero veinticuatro horas antes, dos de sus mejores amigos fueron los abusados.

Yoongi quería estar con Jungkook no sólo en sus momentos buenos, deseaba acompañarlo en los más malos que tuviera.

Llegaron al pequeño pero cómodo departamento que tenían ahora. No quedaba tan central como el anterior, pero Jimin dijo que ya no viviría allí, ya que sus padres se hacían cargo de ello y no quería depender de su familia. Era de dos cuartos, y para ese fin de semana Jungkook se quedaría en la habitación de Jimin. Hoseok y Yoongi estarían en el otro.

―La cama es mía ―declaró Yoongi cuando entraron.

Hoseok puso mala cara.

―¡Entramos los dos ahí! ―reclamó Hoseok.

―Nop, no entramos ―replicó Yoongi.

―¡Estoy seguro que sí! ―insistió Hoseok, casi a punto de hacer un berrinche.

Yoongi le cerró la puerta en la cara para no escuchar sus quejidos, aunque poco logró porque enseguida el más alto la abrió, empezando a reclamar mientras dejaba los bolsos en el suelo. El contrario no soportó mucho tiempo sus protestas infantiles.

―¡Está bien, está bien, puedes dormir en la cama! ―le gritó.

Hoseok chilló con diversión, lanzándose sobre la cama e instalándose un pequeño instante de silencio entre ellos.

―¿No te escuché decir que querías llegar temprano para ver tu animé, maldito otaku? ―dijo de forma repentina Yoongi.

Hoseok se quejó.

―¿Por qué me humillas de esta forma? ―murmuró, para luego bajar más su voz―. Pensaba hacerlo, pero cuando quise ir al comedor, vi a Jungkook llorando mientras Jimin le abrazaba. Tú sabes... no quería interrumpirlos.

Yoongi mordió su labio inferior. Una parte suya quería ir también allí para consolar a su amigo, darle un abrazo y hacerle saber que estaba a su lado, pero también entendía que tanta gente a su alrededor podía ponerlo nervioso, además de que tenía a Jimin con él.

Y, novios o no, ellos dos también tenían una extraña conexión que no quería interrumpir.

Se acostó al lado de Hoseok, ambos mirando el techo.

―Si tú... ―añadió Hoseok en un susurro quedo―, si me necesitas mañana, tú sabes... Yo estoy aquí. Sé que tú y yo tenemos una relación complicada, pero...

Yoongi le agarró la mano, dándole un apretón suave y parpadeando para alejar las lágrimas, sin mirarlo.

―Lo sé ―dijo, con su tono temblando―, lo sé, Hopi.

Hoseok llevó su mano entrelazada a sus labios, dándole un pequeño beso, con el silencio extendiéndose a su alrededor.

Yoongi supo que el día siguiente sería complicado, pero no imaginó cuánto. Lo supo al momento de despertar, con sus ojos hinchados por el sueño, su estómago contrayéndose, una sensación conocida esparciéndose a su alrededor.

Mal día, lo supo desde ese momento.

Se volteó en la cama, quedando contra el pecho de Hoseok, que dormía como un tronco. Tomó aire, sus manos picando, y sin pensarlo mucho las deslizó por la cintura del más alto, sintiendo el momento exacto en el que se despertó. No lo miró.

―¿Yoongi? ―bostezó Hoseok, ronco por el sueño.

―No me siento bien ―fueron sus palabras, sintiendo como si hubiera una nube negra sobre él. Además, cuando sus días eran así, su cabeza dolía como si la estuvieran golpeando, con náuseas en su estómago de manera permanente.

Hoseok no hizo más preguntas u otro comentario, sólo le devolvió el abrazo, estrechándolo contra su pecho. Yoongi olvidó todo su alrededor y deseaba quedarse allí, porque Hoseok olía a hogar, calidez y comodidad.

Se levantaron horas más tarde, decidiendo bañarse antes de ir al comedor, y cuando el agua estaba cubriendo su cuerpo, las gotas filtrándose por entre su cabello, Yoongi bajó la vista, levantando sus brazos. Delineó las cicatrices una por una, escalofríos abriéndose paso por su cuerpo, con los breves recuerdos apareciendo en su mente.

Él boca abajo, peleando contra esos chicos, las lágrimas en sus ojos cuando levantaron su rostro y le desnudaban. El pene en su boca, las manos acariciando su trasero, dos dedos frotándose contra ella. Él.

Tuvo arcadas, pero gracias a dios su estómago estaba vacío, sólo la bilis saliendo de su boca.

Las ganas de comer parecieron desaparecer, aunque sabía que debía comer algo. Su psiquiatra siempre le recordaba que era importante tener el estómago lleno para consumir sus antidepresivos, o podría sufrir una descomposición. Así que, a regañadientes, fue al comedor, unido a una cocina de estilo americana: Jungkook, Jimin y Hoseok ya estaban allí.

―Tardaste mucho ―comentó Jimin.

―Lo bueno se hace esperar ―respondió como si nada, sobresaltándose cuando recibió un abrazo de su hermano mayor.

―Feliz cumpleaños ―le dijo en voz baja―, qué grandes estás, príncipe.

Siempre fui tu princesa, pensó con los ojos lagrimosos, pero ahora seré un príncipe.

Le devolvió el abrazo, asintiendo y algo aliviado de estar con la gente que quería a pesar de todo, en especial en esa horrible fecha.

Hoseok le guiñó un ojo cuando se alejó, pues el más alto le saludó cuando fue medianoche, aprovechando que estaban solos en la habitación. Lo abrazó contra su voluntad, ganándose un golpe en el brazo que de seguro le dejó un moretón, pero poco le importaba porque pudo avergonzar a Yoongi, lo que era muy divertido.

Jungkook le miró de reojo, sin moverse de su asiento, con su rostro congelado.

―Feliz cumpleaños ―le dijo como un graznido, sin hacer el amago de moverse.

Yoongi lo entendió de una triste forma: Jungkook no quería tocarlo porque debía sentir nervios, terror, ansiedad. Jimin le comentó meses atrás que Jungkook estaba en un tratamiento, sin embargo, ciertas cosas no eran fáciles de superar. Al igual que él, Jungkook tendría buenos días en los que no habría problema en ser más afectivo con los demás, y también habría malos días donde prefería no tocar a nadie.

Lo comprendía, así que no iba a presionarlo.

―Gracias, Kookie ―le dijo, tratando de sonreírle.

―Heechul quiere que lo celebres en su café ―se apresuró a decir Jimin para cambiar de tema―, con el resto de los chicos y las chicas, ¿qué dices?

Miró a su hermano mayor, observando el café que Hoseok le puso frente a él junto a las tostadas, su estómago cerrándose ante la perspectiva de comer algo.

Llevaba mucho tiempo sin sentir la grotesca sensación de su boca siendo forzada, pero en ese instante, regresó.

―No tengo hambre ―soltó apenas.

Hoseok lo agarró de los hombros, ignorando su estremecimiento.

―Mírame ―le dijo, y Yoongi no pudo negarse―, respira conmigo, bebé. Inhala... Exhala... Eso, lo haces súper bien... Inhala... Exhala...

Los ojos de Hoseok eran cálidos, devoradores, exigentes de atención, así que Yoongi no podía desviar la vista, no podía ignorarlo, con su mundo estabilizándose con cada respiración. No podía entender, comprender del todo, esa extraña relación que tenía con él. Muchas veces le pesaba.

Pero otras veces, como esta, agradecía tenerla.

―Si no quieres ir ―dijo Jungkook cuando logró calmarse―, entonces no hay problema. Podemos hacer algo pequeño aquí.

―No, quiero ir ―afirmó, mareado―, extraño a los chicos y las chicas.

―Ellos también te extrañan ―respondió Jungkook apenas.

Asintió, echando de menos el toque de Hoseok cuando lo soltó, aunque poco duró porque su celular recibió una llamada. Miró el número, disculpándose para ir hacia el pequeño balcón que tenían.

―¿Mamá? ―respondió.

―Hey, hola Yoonie, ¿cómo estás?

―Bien, ¿y tú?

―Perfecto, cariño, no creas que me olvidé de tu cumpleaños.

Sonrió débilmente.

―No era...

―No termines esa frase ―advirtió Taeyeon―, porque me enfadaré mucho contigo ―soltó un resoplido bajo―. ¿Cómo está Daegu? Me habría gustado viajar con los niños, pero me ha tocado turno en el trabajo, así que lo dejaremos para otra ocasión.

―Está todo bien ―afirmó Yoongi―, te extraño un poco.

―¿Sólo un poco? ―se rió Taeyeon―. Sohyun se la pasa llorando por sus oppas, porque ya no le queda ninguno.

―Cuando la vea, jugaré con ella.

―Eres un buen hermano para ella, ¿lo sabes? ―Taeyeon volvió a reírse al escuchar los quejidos bajos de Yoongi―. Feliz cumpleaños, mi niño hermoso.

Algo se quebró dentro de Yoongi al escuchar sus palabras, al oír la validación en las palabras de Taeyeon. Cada vez que una persona le reconocía, Yoongi sentía como una parte suya parecía apretarse en una extraña sensación dolorosa.

¿Existía el dolor bueno? Yoongi no podía saberlo bien, pero era raro tener esa sensación en un momento como ese.

―¿Te doy orgullo? ―preguntó débilmente.

―Siempre ―dijo Taeyeon sin duda alguna―, desde que llegaste a mis brazos que no has hecho más que darme orgullos, mi vida.

Frotó sus ojos, alejando las lágrimas.

―Gracias, mami.

―Estoy para ti. Ahora, debo ir a trabajar, ¿está bien? Pero si quieres llamarme más tarde puedes hacerlo, Yoongi, no dudes en hacerlo, ¿lo tienes claro? ―el menor asintió en voz baja―. Te quiero mucho.

―Yo también te quiero.

Se despidió de Taeyeon y cortó la llamada, mirando el número en la pantalla del celular, yendo hacia la lista de números con los que intercambió llamada. No había ninguna llamada de ellos.

Por supuesto que no. Jimin y él fueron desheredaros y borrados del árbol familiar por su atrevimiento.

―Estoy feliz por ti.

Se sobresaltó al escuchar la voz de su hermano mayor, mirándolo, así que le dio una sonrisa apretada. Esperaba que no hiciera comentarios sobre las lágrimas secas en sus mejillas.

―¿Qué hablas, hyung? ―le preguntó con la voz ronca por el llanto contenido.

―Eso ―Jimin se apoyó a su lado―, estoy feliz porque estás avanzando ―su hermano mayor suspiró―. Te recuerdo hace un año, ¿sabes? Cuando me lo soltaste todo. Cuando me miraste, destruido, llorando, quebrado mientras confesabas que no podías seguir ocultándote ―Jimin le miró afectado―. No fui el mejor hermano, me faltó ser mucho más comprensivo, pero lograste seguir adelante. A pesar de todo... Sigues aquí, y eso es lo importante.

―¿Qué más puedo hacer? ―dijo Yoongi, dejando que Jimin lo abrazara por los hombros―. Rendirme no es una opción.

―No ―concedió Jimin―, pero podrías hacerlo.

Yoongi cerró sus ojos, apoyando su cabeza contra Jimin, dejando que el amoroso toque le hiciera sentir un poco mejor ese día a pesar de todo.

Jungkook volvió a quebrarse.

Jimin y Hoseok salieron a comprar luego del almuerzo, dejándolos solos, cuando las náuseas volvieron a su estómago y se vio a sí mismo en ese callejón.

Las risas. El olor a sangre. Los gritos. El llanto. Las embestidas.

Una y otra y otra vez, mientras observaba la masa ensangrentada que fue alguna vez el rostro de EunYoung.

Corrió al baño a vomitarlo, llorando, jadeando, apenas soportándolo y de pronto Yoongi estaba sosteniendo su cabello en lo que escupía el almuerzo. Un vaso de agua fue puesto delante de él una vez logró calmarse, bebiéndolo de golpe para quitarse el sabor a vómito, sintiendo las caricias suaves de Yoongi contra su espalda.

Yoongi le llevó a la habitación de Jimin, recostándolo en tanto limpiaba su carita de las lágrimas que no dejaban de salir, para después acostarse a su lado.

―No usé faldas por dos meses ―susurró Jungkook apenas― ni maquillaje ni broches ni nada que pudiera delatarme. Ellos lo destruyeron.

Lo observó, con el dolor en su mirada, entendiendo lo que quería decir. Comprendiendo, mejor que nadie, lo que estaba hablando.

―Sé que lo hablamos, que la ropa no tiene género ―continuó Jungkook―, y es cierto. No lo tiene. Pero para nosotros... la ropa es una protesta. La ropa es señal de resistencia. La ropa guarda un significado más profundo, responde a nuestra realidad. Y ellos lo destruyeron.

Lo abrazó, viéndose también usando esos vestidos luego del ataque, las prendas remarcando sus pechos, mostrando sus piernas, su cintura delgada, el maquillaje sobre su rostro, tratando de no mirar ese otro estilo de ropa que no le correspondía, porque se sentía miserable.

No, la ropa no tenía género, pero Jungkook tenía razón: la ropa, así como el maquillaje, como las palabras, como las acciones, podían ser un símbolo de protesta muy potente para el mundo. La ropa podía llamar la atención, impactar, incomodar. Y eso era lo que ellos querían: que los notaran, porque ellos existían.

―Pero ahora las usas ―le dijo en voz baja―, sigues usando faldas y te ves precioso con ellas, Jungkookie. Les ganaste.

El mayor volvió a llorar ante sus palabras, abrazándolo de costado, pero a Yoongi no le importaba si lo dejaba cubierto de lágrimas y mocos. Había algo extrañamente reconfortante en ese abrazo que se estaban dando, pues ellos siempre tuvieron una conexión rara que no podían explicar.

Desde que Yoongi la vio hace más de un año atrás, esperándolo sentada, luciendo tan bonita y segura, que sintió una atracción incomprensible hacia Jungkook y viceversa. Ellos conectaron sin explicación alguna y ese lazo que tenían era irrompible, ya que ambos se entendían incluso sin palabras de por medio.

Una hora después, Jimin y Hoseok los encontraron dormidos, así que no quisieron interrumpirlos.

Para las nueve de la noche ya estaban llegando al café de Heechul, en pleno karaoke, al menos hasta que ellos aparecieron.

―¡Llegó el cumpleañeros! ―gritó Hyerin en el micrófono, que detuvo su torpe rap pues le tocó una canción de Epik High―. ¡Happy birthdaaaaaaaaaaaaaaaaaaaay, Yoongi!

―Oh no ―Yoongi cubrió su rostro.

Su momento de humillación total comenzó cuando todos lo miraron y empezaron a vitorear y cantar junto a Hyerin, aplaudiendo y riéndose por su expresión. Una vez terminaron comenzaron a felicitarlo, logrando que se relajara un poco gracias al ambiente del lugar. No hostilidad, sólo cariño, amistad y preocupación por el otro.

Namjoon también le saludó, siendo lo bastante educado frente a Hoseok para no besarlo o ser muy cariñoso con él, sólo tomándole la mano y caminando hacia una mesa vacía.

―¡Esperen, esperen! ―dijo Heechul al micrófono cuando Hyerin se bajó, saludando también a Yoongi―. ¿Saben quién debería subirse ahora?

―Si dice mi nombre, me mato ―afirmó Yoongi.

―¡Namjoon, te toca cantar! ―gritó Heechul, haciendo que el público se entusiasmara―. ¡Vamos, pónganle Lucifer!

―¡Heechul, nooooooooooo! ―protestó Namjoon, aunque terminó subiéndose al escenario.

Yoongi se rió al escuchar el desafinado canto de Namjoon, pidiendo una bebida para poder capear el calor del lugar.

―Los diecinueve años son una etapa difícil ―decía Henry a su lado― y una edad alocada.

―Es lo mismo que tener dieciocho años ―replicó Jungkook―, o tener veinte años.

―¿Quieres dejarme parecer sabio una vez, Kook? ―se quejó Henry―. En fin. Esta edad fue difícil para EunYoung, lo sabes.

Un silencio triste se asentó en la mesa. Hoseok le tomó la mano, dándole un apretón, con sus ojos llenos de preocupación.

―Cuando se cumpla un año ―continuó Henry―, haremos una pequeña ceremonia. Estás invitado, Yoongi.

―Gracias ―murmuró, con su voz siendo un graznido cortado.

―¿Podemos hablar de otro tema? ―espetó Jungkook―, es su cumpleaños.

―EunYoung es importante ―le soltó Henry, su expresión rencorosa.

―Por supuesto ―Jungkook se puso de pie, molesto―, pero eso no quita que es su cumpleaños y se trata de él.

Henry levantó sus manos en un gesto inocente y con Yoongi removiéndose un poco incómodo por la situación. Namjoon apareció de pronto, llevando una sonrisa, aunque se notaba algo tensa al sentir el aire pesado en el lugar.

―Necesito aire ―dijo Yoongi, también levantándose―, a solas ―añadió cuando vio las intenciones de Hoseok y Namjoon para seguirle.

Ambos no se veían muy convencidos para dejarle sin compañía, pero terminaron cediendo, así que Yoongi se abrió paso entre sus conocidos y amigos, saliendo al frío aire. Pronto sería primavera, y no podía esperar a que los días fueran algo más cálidos, no le gustaba mucho el invierno.

Encendió un cigarrillo, encendiéndolo y fumando un instante. Sabía que no era una buena forma de controlar su ansiedad porque generaba adicción, pero era eso o hacerse daño. Todavía no podía controlar por completo el morderse las uñas, provocando que siempre tuviera heridas en sus dedos al hacerlo de manera incansable.

Botó el humo pausadamente, escuchando la música proveniente del interior. Cuando salió, Jiyong estaba cantando algo.

Su móvil anunció un mensaje.

Alex

¡Hey!

¡¡Feliz cumpleaños!!

¿Qué tal si cuando regreses, lo celebramos con una lección de coreano avanzado? >_<

Yoongi

Invítame por unos churros y lo pensaré.

Alex

Trato hecho, pretty boy!

¡Churros, coreano y rap! Hell yes!

Sonrió de manera inevitable por su último mensaje, sacudiendo la cabeza y tomando aire profundamente.

Estaba bien, todo iba bien, se repitió. Era su cumpleaños, se cumplía un año desde que lo violaron, desde que atacaron a Jungkook y EunYoung, pero todo iba mejor de lo que esperaba.

Tenía amigos, una familia que le quería, personas que se preocupaban por él.

―¿Sabes qué hay que hacer con todos estos clubes de raritos y maricones? ¡Quemarlo, qué más!

No se volteó cuando esas personas pasaron por detrás de él, gritando y riéndose del pequeño café de Heechul, soltando más palabras groseras que, de alguna manera, dolía. Eran desconocidos, unos imbéciles y tarados, sin embargo, las palabras dichas así siempre hacían que algo doliera.

Terminó el cigarrillo, tratando de ignorar más de esos gritos, porque esos muchachos iban haciendo un show escandaloso que llegaba a ser desagradable. Procedió a apagarlo contra el suelo, tomando un poco más de aire.

Sora estaría orgullosa porque controló bien su ansiedad a ese punto. Ansiedad, mil quinientos veintinueve; Yoongi, dos.

Algo era algo.

Se giró, entrando al pequeño local, dejando que la alegría de la multitud se lo llevara por unas pequeñas horas antes de volver a enfrentar la realidad.

¡gracias por leer!

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