77.

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Advertencias: angst, drama, temas de género.

Pero no te asustes,

Encontré un buen trabajo y voy a trabajar,

Todos los días en mi vieja bicicleta que amabas.

Estoy apilando libros sin leer bajo mi cama,

Y de verdad pienso que no leeré de nuevo.

No hay concentración,

Sólo un desorden blanco,

Todo a mi alrededor.

Tú sabes que estoy muy cansado...

~Monochrome, Yann Tiersen~

Hoseok suspiró cuando caminó por el pasillo, gritándole una despedida a Yoongi, que estaba en la cocina, y fue ignorado por el muchacho. Desde que habían vuelto, días atrás, que andaba con una actitud hosca y apagada, y Hoseok no sabía si quizás él hizo algo malo. Cuando se lo preguntó, Yoongi sólo se encogió de hombros.

Salió del departamento, bajando al primer piso por los escalones y saliendo del edificio. Tenía clases a las tres de la tarde, pero para eso todavía quedaban horas, y se acercó a la chica que le esperaba en la esquina. Jihyo le dijo que no tenía ganas de pasar por el departamento y Hoseok respetaba eso.

―Hola, noona ―saludó, llamando la atención de la muchacha.

Jihyo se giró y Hoseok apreció mejor que se cortó el cabello hasta los hombros. Se veía muy bonita en ese momento.

―Hola, Hoseok ―respondió ella, tranquila―. ¿Vamos a comer?

―Sí, claro.

En el camino al lugar al que Hoseok le invitó a comer, aprovechó de preguntarle cómo le estaba yendo en la universidad. Sabía que quedaba poco del semestre, por lo que no le sorprendió escuchar que la chica estaba a tope con sus exámenes. Hoseok le contó que ya estaban preparando la presentación final de baile que presentarían en la Academia, entusiasmado, y por un instante, las cosas se sintieron como meses atrás, cuando ellos salían y se llevaban bien y no existían problemas.

Pero volvió a la realidad cuando se sentaron a comer.

―¿Cómo está Yoongi? ―preguntó Jihyo, jugueteando con los fideos.

Hoseok quiso decirle que eso no era importante, sin embargo, sabía que existían muchas cosas qué aclarar.

―Está... bien, dentro de lo posible ―dijo Hoseok, pensando en todos los problemas que hubieron sólo días atrás―. Tuvo su primera inyección de testosterona y eso le ha puesto muy feliz.

Pudo notar la tensión en el precioso rostro de Jihyo, esperando el comentario hiriente.

Yoongi no es hombre, es una mujer, qué enferma. Casi podía escuchar a su padre soltándole toda esa mierda para hacerlo sentir mal, para molestarlo, para criticar a Yoongi, como hizo en toda su vida.

―Que bien ―terminó por decir Jihyo, con su tono calmo―, si él está feliz con eso, me alegro mucho.

Hoseok la observó y Jihyo le devolvió la mirada.

―Quería pedirte perdón por todo lo que te dije esa última vez ―se disculpó Hoseok con honestidad―, no estaba pensando bien las cosas y no podía entender tu posición. Sé que tuvo que ser difícil de comprender en su momento.

Jihyo puso ahora una expresión triste y apenada, pero antes de responder, bebió agua para darse un poco de tiempo.

―De alguna forma yo... como que lo sospechaba ―dijo ella, con su voz temblorosa. Hoseok pestañeó por la confusión―, pensé en varios momentos que Yoongi me... me odiaba porque estaba enamorado de ti, o que te había confesado sus sentimientos y tú no le correspondiste.

El chico se vio incapaz de responder enseguida, pues eso era mucha información lanzada de pronto. Es decir... Hoseok pensó que ella se refería al hecho de que Yoongi no era realmente un hombre. Por otro lado, estaba el tema de que Hoseok siempre consideró a Yoongi como el amor de su vida, si es que eso existía, y por lo que recordaba, Yoongi también se lo dijo muchas veces. Él sabía que el tipo de sentimientos que compartieron no iban a desaparecer de un día para otro. A veces, creía que jamás se marcharían.

Y ese era el otro tema... Hoseok quiso besar a Yoongi. De sólo pensarlo, las ganas volvían, y luego aparecía la culpabilidad, porque definitivamente no podía entender un poco que estaba pasando con él.

―Lo lamento también por eso ―agregó Hoseok―, por haberte metido en todo este embrollo. Yo... yo realmente te quiero, Jihyo, aunque te cueste creerlo.

Jihyo le sonrió, tomándole la mano por encima de la mesa.

―Te creo ―dijo ella―, yo también te quiero. Estaba muy feliz con lo que teníamos, Hobi.

Hoseok mordió su labio inferior un segundo.

―Pero...

―Pero sé que también quieres a Yoongi ―continuó Jihyo―, y yo ya te lo dije, Hoseok. Merezco algo mejor que un amor a medias. No... ―titubeó un instante―. No quiero llegar a un punto en el que tengas que verte obligado a elegir a él o a mí por culpa de esto. Los dos no necesitamos sufrir por eso.

―Sí, lo sé ―Hoseok suspiró, comiendo con una expresión de pesar―. Lo siento mucho, de verdad que lo siento. Tuve que ser más honesto contigo, Jihyo.

―Está bien, sé que puede... puede resultar difícil ―suspiró ella―, yo también me comporté mal, decir... Yoongi es un hombre, es así de sencillo. No voy a tratarle de otra forma si le veo.

Hoseok le sonrió a pesar del rumbo que tenía la conversación, porque él sabía que no iba a volver con Jihyo. Luego de lo ocurrido entre ellos, no tenía gana alguna de estar otra vez en alguna relación, y eso se le hacía raro. Desde que empezó su relación con Yoongi, tantos años atrás, que se le hacía normal tener pareja.

Sabía que debía mejorar en muchas cosas, comenzando por su inseguridad, porque fue eso lo que gatilló su separación con Yoongi. Hoseok se proyectó demasiado con él, lo que no resultó bien, y ahora tenía que aprender a estar solo. A pesar de que se le hacía raro, sabía que eso no era algo negativo. La soledad no era mala, aunque a veces añorara el cariño romántico.

―¿Él no... no está enojado conmigo? ―preguntó de pronto Jihyo, observándole con recelo.

―¿Yoongi? ―Hoseok se rió―. ¡No, cómo crees! Yoongi es... ―rascó su nuca―. A veces pareciera tener cara de mal humor, pero no hay que tomarlo muy en serio. Es una buena persona.

Jihyo asintió, pareciendo que no le creía demasiado eso, pero Hoseok no quería darle muchas vueltas a ese asunto.

Yoongi era honesto, leal. Preocupado por sus amigos, apasionado con lo que le gustaba, con un humor un poco ácido y a veces absurdo. Yoongi era mucho más que una buena persona, sin embargo, no quería explicarle eso a ella, porque sentía que era demostrar mucho más lo que sentía.

Había decidido que ya no iba a seguir presionando más sus sentimientos.

Yoongi se volteó sobre la cama, sin tener muchas ganas de levantarse e ir a darse un baño. Sólo quería seguir bajo las frazadas, lamentándose y sintiéndose miserable por el resto de su vida.

Pasó una semana desde lo ocurrido con Namjoon, Jungkook y Jimin. El primero ya no le dirigía la palabra, a pesar de que Yoongi tampoco quisiera hablar con él, además de que ya ni se pasaba por el departamento. El chico estaba seguro de que el mayor se iría de allí en cualquier momento.

Por otro lado, estaba el tema de la letra... Quedaban menos de tres semanas para iniciar la grabación con Dahye, y luego de eso debería editar la pieza musical antes de presentarla. Todavía le quedaba mucho por hacer y no se sentía un poco cerca de terminar.

Ni siquiera podía ir a ver a Alex, porque ella estaba en sus exámenes y muy atareada. Yoongi la extrañaba mucho, así que la chica le aseguró que una vez estuviera libre, podrían ir al club de Harisu a pasarla bien. No es como si eso le entusiasmara demasiado, pero sabía que no podía quedarse en casa siempre.

Arrastrando sus pies, salió de la cama y fue al baño para darse una ducha. Ni siquiera tomó desayuno o almorzó, porque Lisa estaba en casa de unas amigas mientras que Hoseok tenía clases extra en la academia debido a la presentación final. Tampoco es como si sintiera hambre, aunque eso no le aliviaba un poco. Por el contrario, y por muy irónico que sonara, le preocupaba demasiado estar actuando de manera tan despreocupada, porque no era una buena señal.

La semana siguiente tenía una cita con Sora, ahí trataría de arreglarlo.

Se dio un baño y corrió a vestirse rápido, porque ya iba un poco atrasado. Apenas miró su rostro en el reflejo, observando la espinilla que le salió en la barbilla. Frunció el ceño, sacudiendo la cabeza, y agarró su mochila, donde tenía el cuaderno con notas. No tardó en salir del departamento.

Por dios, Yoongi sentía que tenía demasiadas cosas en su cabeza. Apenas se sentía capaz de levantarse todos los días para ir a la empresa, sabiendo que, si decidía faltar, podría ser peligroso para permanecer allí. Por mucho que se sintiera mal y a veces sintiera su garganta apretada, Yoongi no quería perder esa oportunidad.

Sus manos picaron cuando subió al bus, sentándose al fondo. A veces, en los lugares públicos, sentía que la gente se le quedaba mirando y se reía a espaldas de él, susurraban palabras horribles y provocaba burlas. Siempre solía ser cuando iba a solas, porque cuando estaba con alguien más, podía distraerse de esa sensación. Yoongi siempre trataba de convencerse de que eran imaginaciones suyas, de que eso no estaba ocurriendo, pero en muchas ocasiones tenía que buscar un baño en el que encerrarse para lograr respirar mejor. Eso era lo peor de todo: la respiración cortada, el llanto pujando en su garganta, los temblores que no podía controlar.

Una vez no pudo manejarlo, y tuvo que llamar a Hoseok, que estaba en una de sus clases y tuvo que retirarse antes de tiempo para irlo a buscar, encerrado en un baño del centro comercial, sin dejar de llorar y de rascarse los brazos, a tal punto que estaban colorados. Todavía le daba mucha vergüenza recordar ese episodio.

Y sobre Hoseok... Yoongi ni siquiera quería pensar en él, porque se ponía de peor humor. Yoongi no podía entender a la gente que ansiaba una relación, ¡era todo un desastre todo y sólo la pasaba mal!

Suspirando por sus pensamientos deprimentes, Yoongi se puso de pie cuando vio que ya estaba llegando a la cafetería donde quedó en juntarse con Dahye. Tratando de ignorar su mal humor, se bajó del bus y caminó hacia el local, viendo por la ventana a su compañera ya allí, con expresión malhumorada y un gesto de que le iba a regañar. Debido a su estado de ánimo, ella se había hecho cargo de los pequeños avances de la letra, exigiéndole juntarse ese día para trabajar un poco más.

Entró al lugar, yendo directo hacia donde estaba la chica y sentándose frente a ella.

―Hola ―saludó.

Dahye levantó la vista, con el ceño fruncido.

―Tienes una cara horrible ―saludó ella, arrugando los labios―, ¿siquiera dormiste un poco anoche?

No. Yoongi estuvo llorando gran parte de la noche, y lo peor era que ni siquiera sabía por qué. A veces se sentía demasiado inútil, provocando que empezara a pensar cosas que no venían al caso, pero le afectaban terriblemente. Anoche se sintió tan triste, que de pronto recordó lo ocurrido en los baños de su antiguo colegio, y sin poder evitarlo, rompió a llorar.

Estuvo muy tentado de ir al cuarto de Hoseok para recibir un abrazo y dormir con él, sin embargo, Yoongi no quería seguir pidiéndole esas cosas. Sentía que lo estaba usando, que se aprovechaba de él, que no era correcto porque, además, ellos no estaban juntos. Todo eso lo volvió mucho peor, pensando que sus sentimientos eran como una bola de nieve que caía por la montaña.

Algún día iba a explotar.

Antes de poder responder, se le acercó una camarera con una sonrisa deslumbrante, entregándole el menú. Yoongi realmente no tenía demasiada hambre, aunque se recordó que debía comer algo. Mamá Taeyeon siempre le decía que debía cuidar sus comidas y asegurarse de recibir los nutrientes necesarios.

Pensar en ella le puso más triste, así que estaba seguro de que esa noche lloraría por lo mucho que la extrañaba y lo necesitado que estaba de uno de esos abrazos que le hacían sentir que todo iba a estar bien.

Trató de alejar las lágrimas, parpadeando repetidamente, y cuando la camarera volvió, pidió un café junto con unas papas fritas, aprovechando que estaban en el menú. Eso bastaría para llenarlo el resto del día.

Mientras preparaban su pedido, sacó el cuaderno lleno de sus letras, acercando su asiento a Dahye. Para su fortuna, ella no tomó en cuenta su aspecto triste, o decidió que era mejor no ahondar en eso. Yoongi lo prefería así, porque si le empezaba a contar algo, se pondría a llorar una vez más.

―Me gusta mucho el coro ―dijo Dahye, media hora después―. Sé que nos amamos, pero no hablamos juntos...

―Tienes bonita voz ―le dijo Yoongi, haciendo que ella lo mirara―. De verdad. Eres... eres buena rapeando y cantando. Creo que queda bien con tu color de voz, Dahye.

―Gracias ―la voz de la chica sonó sorprendida, sus labios un poco contraídos, como si no quisiera sonreír―. Tú también eres bueno, en esto de componer. Pienso que está quedando muy bien.

A pesar de su bajoneo, Yoongi se sintió un poco mejor ante las palabras de la muchacha. Agarró otra papa frita, más animado, y se la llevó a la boca. Ahora sintió un poco más de hambre.

Nos amamos demasiado...

No, yo te amo demasiado.

Escribió dos estrofas más, pensando en el ritmo que hizo en su mente. Era más sencillo trabajar con el piano frente a él, porque así podía poner la letra con la pista musical que tenía pensada, pero estaban avanzando bien. Incluso pidió un trozo de pastel con un segundo café cuando se quedó sin qué comer.

―Debo ir al baño ―dijo, y Dahye asintió―. ¿Me esperas?

―Sí, claro ―respondió ella, tranquila.

Ya avanzaron demasiado por ese día y Dahye parecía más satisfecha con eso, así que decidieron que lo iban a dejar hasta ahí, para continuar el lunes. Yoongi decidió que, cuando llegara al departamento, iba a llamar a su mamá porque tenía muchas ganas de hablar con ella.

Abrió la puerta del baño de hombres, aprovechando que no había nadie, y se encerró en el cubículo. Una vez estuvo listo, tiró la cadena y salió para lavarse las manos. En ese momento, la puerta fue abierta y entró un hombre adulto.

―¡Oh, lo siento! ―dijo el señor, llamando su atención―. Pensé que era el baño de... Oh.

Yoongi, seco, ni siquiera quiso poner sus manos debajo de la secadora automática, decidiendo que sería lo mejor irse.

―Eres una chica ―dijo el adulto, parpadeando.

Rodó los ojos, pasando a su lado para salir, pero apenas dio unos pasos fuera del baño, el desconocido le agarró el brazo.

―Espera, ¿qué te crees? ―le dijo el señor―. ¿Crees que puedes entrar a un baño de hombres sólo porque te ves un poquito masculino, enferma?

―Suélteme ―le dijo, tirando de su brazo bruscamente―, y váyase a la mierda, por favor.

Pudo notar el rostro del adulto deformarse por el enojo, sin embargo, no podía importarle menos. Yoongi no se sentía de humor para aguantar insultos gratuitos, no en ese momento, no en ese estado.

―¿Y a ti no te han enseñado a respetar a tus mayores? ―el desconocido ni siquiera se molestó en bajar su tono de voz, a punto de gritar, y Yoongi siguió caminando―. ¡Te estoy hablando, estúpida!

Cerró sus ojos brevemente, sintiendo su cabeza doliendo cuando salió a la cafetería y varias personas se voltearon a mirarlo, el grito resonando un instante. Pudo ver a Dahye levantando la vista, dejando de usar su celular.

Lo que le faltaba.

Pero cuando volvió a caminar, el desconocido le agarró otra vez de la muñeca. Por dios, ¿cuál era la necesidad de invadir su espacio personal? ¿Por qué los mayores querían tener la razón en todo y les enojaba que no les tomaran en cuenta?

―¡Usando el baño de hombres, qué repugnante eres! ―insultó el adulto.

―Disculpe, caballero, pero... ―quiso intervenir una camarera al ver la situación, pero eso pareció enojar más al desconocido.

―¡Pero nada! ¿Cómo es posible que estos niños hagan lo que quieran?

―¿Quiere callarse? ―habló una cuarta persona, y Yoongi se giró a ver a Dahye, con una mirada de enojo―. ¡Deje a mi amigo ahora, parece un acosador!

―¡¿Y quién te crees tú para tratarme así, mocosa insolente?!

Tuvo que intervenir otro camarero para que el desconocido no se lanzara a golpear a Dahye, que simplemente tomó la mano de Yoongi y fueron a pagar. El chico apenas se sentía capaz de decir algo en ese momento.

Salieron de la cafetería lo más rápido posible, ignorando los insultos del adulto y algunas malas miradas. A pesar de que fuera plena primavera, Yoongi se sentía un poco entumecido y con los ánimos por los suelos.

―Lo siento ―fue lo primero que dijo una vez se alejaron del lugar. Dahye lo miró―, por arruinarlo. No quería...

―¿Por qué te disculpas? ―preguntó ella, desconcertada―. No fue tu culpa. Mierda, qué fastidiosos son algunos viejos...

Sus palabras le arrancaron una débil risa, que pronto se quebró. Yoongi sorbió por su nariz y ahora la cara de Dahye se tornó llena de preocupación y, quizás, un poco de incomodidad. Él no podía culparla de eso, después de todo, ellos no eran muy amigos. Incluso le sorprendió que ella lo defendiera, considerando el inicio que tuvieron.

―Hablo enserio ―insistió Dahye, sin saber a dónde mirar―, no es tu responsabilidad como actúan las otras personas.

―Supongo que todavía no luzco lo suficientemente "hombre" para las personas ―murmuró Yoongi, y eso sólo lo desanimó más―. Es sólo que... sólo que a veces no lo entiendo. A veces hay personas que no lo notan, pero otras que sí se dan cuenta, y se enojan tanto cuando es así... Es decir... ¿qué me delató hoy?

Dahye se encogió de hombros y lo observó de pies a cabeza. Finalmente, terminó por sacudir la cabeza.

―No lo sé, porque te veo y eres un hombre.

A pesar de su estado de ánimo, esas palabras le hicieron sentir un poquito mejor.

Siguieron caminando un poco más, aprovechando que el sol todavía no se ocultaba. Yoongi ya sentía que había hecho mucho por el resto del fin de semana, pero al día siguiente tenía un turno que cubrir en su trabajo, y sus ganas de hacer algo disminuyeron.

―Lo siento.

Yoongi se giró a mirar a Dahye, que tenía sus manos metidas en los bolsillos y una expresión triste.

―¿Qué?

―Por lo que te dije cuando nos conocimos ―dijo ella, con sus mejillas coloradas por la vergüenza―, por... por haberte tratado tan mal. En su momento no lo pensé, nunca pienso las cosas cuando quiero decir algo hiriente, y lo que te dije fue... fue horrible. Ahora, cuando vi a ese hombre tratándote así, me di cuenta de lo que hice. Lo siento mucho, Yoongi.

El chico bajó la vista un poco, incapaz de sostenerle la mirada y pensando en lo raro que era todo eso. Semanas atrás se estuvo lamentando porque le tocó con Dahye, pero ahora, no sabía si podría trabajar de la misma manera con otra persona. Ella, a pesar de que a veces hablara de forma despectiva, tenía mucho talento y trataba de ayudarlo en lo que fuera.

Si no hubiera sido por las presiones de Dahye, puede que no estuvieran avanzando a ese ritmo y estuviera mucho más atrasado.

―Las acepto ―dijo, viendo la sonrisa tímida que puso―. Gracias por defenderme hoy, Dahye.

―Si se hubiera lanzado a golpearme, lo habría abofeteado ―Dahye levantó su mano, donde sus uñas puntiagudas brillaban―, quise hacerlo realmente, pero quizás terminaría con una uña rota y eso sería una lástima.

Yoongi sonrió.

Al final, ella decidió acompañarlo hasta su departamento, y Yoongi estaba muy agradecido de eso también, porque así pudo distraerse un poco. Sentía que, en el momento en que quedara solo, se vendría abajo. Si eso iba a ocurrir, prefería que fuera en la soledad de su cuarto y no en medio de un autobús.

Se despidió de Dahye, subiendo lo más rápido hacia el piso que le correspondía, y no tardó en entrar. Escuchó a Lisa y Hoseok conversando en la cocina, así que fue hacia allí.

―Hola ―saludó al verlos preparar la cena.

―Te dije que estaría aquí para comer ―dijo Lisa, sonriendo con ánimo―. Oigan, a todo esto, mañana invité a alguien a almorzar conmigo, ¿no hay problema con que venga?

Yoongi sacudió su cabeza. Olisqueó lo que Hoseok estaba friendo, pensando que olía delicioso.

―No importa ―dijo Hoseok, bajándole el fuego a la cocina y volteándose―. ¡Invita a quién quieras! ¿Conoceremos a tu novio por fin?

Ambos notaron las mejillas de Lisa enrojecer, balbuceando una excusa de que iba a ir al baño, y salió a paso apresurado. Yoongi notó que se quedaron solos en ese instante, y Hoseok aprovechó para observarlo.

―No tienes buena cara ―le dijo con amabilidad.

―No he tenido buenos días ―suspiró Yoongi―. ¿Qué estás cocinando?

Kimchi bokkeum bap ―respondió Hoseok, haciéndole un gesto para que se acercara, y Yoongi no pudo negarse. A veces, sentía que el más alto actuaba como un imán a su alrededor―. ¿Estás enojado conmigo?

El de cabello negro lo miró de reojo, sin responder enseguida, porque no estaba seguro de que debía responder. No es como si Hoseok le hubiera dado motivos para enfadarse con él, ¿cierto? Hoseok se portó muy bien con él en todo momento. Sólo se... se sentía un poco resentido, quizás, y no sabía exactamente por qué.

―No ―dijo Yoongi, y decidió seguir hablando antes de que la cobardía le ganara―. Es sólo que... que pasé a escuchar tu conversación con Jihyo, cuando estábamos en casa de Jimin.

―Oh ―Hoseok se vio un poco atónito al inicio―. Sí. Lo que pasa es que estamos volviendo a hablar.

―¿Todavía la quieres? ―preguntó Yoongi.

―Por supuesto ―Hoseok decidió también ser honesto con sus propios sentimientos―, ella ha sido muy buena conmigo, Yoongi... Pero no vamos a volver ―agregó―. Jihyo no se siente cómoda con eso y yo estoy bien con su decisión.

―Lo siento ―se disculpó Yoongi―, no quería...

―No ―le interrumpió Hoseok―, no, Yoongi. No es tu culpa, ¿vale? Por favor, deja de culpabilizarte por algo que no te corresponde ―el más alto le agarró la mano, dándole un apretón―. Lo que pasó con Jihyo es algo que nos atañe sólo a los dos y a nadie más, así que no tomes responsabilidades por eso.

―Está bien ―aceptó Yoongi, todavía sin estar un poco convencido. Antes de pensarlo dos veces, lo abrazó―. Te quiero, Hopi.

Hoseok le devolvió el abrazo, riéndose.

―Yo también te quiero, Yoonie.

Estaba bien. Yoongi sabía que iba a estar bien.

Los días siguieron pasando lentamente para Yoongi.

En la empresa, Namjoon seguía evitándole y eso lo desanimaba mucho. Al menos Dahye siempre encontraba la forma de hacerlo reír, hablando maliciosamente de sus antiguos compañeros de colegio y contándole historias raras.

El viernes pasó demasiado rápido para su propio gusto, llegando al departamento un poco temprano y notando que no había nadie, así que fue a su cuarto. Probablemente Hoseok debía estar en sus clases de baile, estresado por la presentación, y Lisa con su novio, un chico también tailandés al que le decían BamBam. Namjoon no iba a llegar ese día, lo sabía.

Así que, en la soledad del departamento, Yoongi se cambió de ropa. Como ya se había acostumbrado, masajeó sus senos un momento al quitarse el binder, sintiendo sus pechos un poco sensibles. Pronto le llegaría el período.

Sólo en bóxer, se lanzó sobre la cama y se quedó mirando el techo un instante, sintiendo sus pezones endurecerse por el frío del cuarto. El pijama, tirado a un lado, se veía cómodo, sin embargo, no tenía muchas fuerzas para estirarse y cubrirse con él.

Antes de darse cuenta, su mano derecha estaba sobre su vientre, deslizándose un poco más abajo, hasta llegar a su ropa interior. Recordó lo que hizo, ya tantas semanas atrás, sus dedos acariciándose, y sintió un poco de vergüenza ante lo ocurrido, pero...

Se puso de pie, yendo a la puerta para cerrar el cuarto con llave. Rogaba que alguien no llegara temprano ese día, y cuando tomó valor, se quitó el bóxer, echándolo a un lado.

No tardó en acomodarse sobre la cama, con sus piernas cerradas un momento antes de abrirlas lentamente. Sintió la tentación de acomodar el espejo más frente a la cama para así mirarse, aunque luego de pensarlo unos segundos, decidió que no. Eso lo llenaría de más vergüenza.

Con las piernas separadas y dobladas en una V invertida sobre la cama, con él sentado contra el respaldo, llevó su mano derecha hacia su entrepierna. Primero, acarició su vulva con vellos, suaves y finos, antes de continuar. Su primera reacción fue un sobresalto cuando sus dedos tocaron su carne sensible, recordando cómo lucía frente al espejo: rosada, húmeda, tan sensitiva que cualquier roce provocaba que sus piernas temblaran.

Se acarició un momento, sus dedos frotándose contra él, superficialmente, y gimoteó en voz baja cuando pudo sentir la capucha de su clítoris entre su pulgar e índice. Luego de la primera vez que se tocó, decidió investigar a más profundidad sobre su propia anatomía, sorprendiéndose al encontrar una gran variedad de vulvas existentes. En él, su vulva tenía una capucha pequeña, por lo que estaba seguro de que también debía estar acariciando el glande de su botoncito rosado. Nombrarlo así se le hacía un poco raro y tierno, pero no podía dejar de hacerlo.

Los ruidos de su boca no le eran extraños, considerando el historial que tenía con Hoseok. Si bien se sentía incómodo cuando eran más jóvenes, eso no impidió que pudiera llegar a sentir cierto placer con sus besos, especialmente esos que le daba en el cuello. Sin embargo, si le resultó raro tocarse a sí mismo, tocar su vulva, su clítoris, sus labios vaginales, y no sentir asco o repulsión. En realidad... en realidad, se sentía bien.

Se frotó unos minutos más, deslizando sus dedos un poco más abajo, y notó la humedad en su entrada. Sabía que ahora su vulva debía estar hinchada y enrojecida, tan sensible con sus toques y caricias. Mordió su labio inferior un instante, frotándose sólo su entrada vaginal, y recordó de pronto la polla de Hoseok. Por dios, ¿cómo se vería contra su vulva, húmeda por el presemen, frotándose contra él?

Antes de darse cuenta y de pensarlo dos veces, con esa imagen en mente, Yoongi presionó su dedo índice contra su entrada, y lo sintió entrar superficialmente. Era cálido.

Un gemido jadeante escapó al acomodarse sobre la cama, ahora boca arriba, pero todavía con las piernas dobladas. Su dedo entró un poco más profundo con el pequeño empuje, y Yoongi comenzó a moverlo con suavidad, sintiéndolo húmedo pero caliente al mismo tiempo.

―Oh...

Podía sentir algo raro en su vientre, en su cuerpo, sin embargo, también sentía que ese único dedo era muy poco, y lo sacó de su interior, juntándolo al anular. Volvió a presionar contra su entrada, un leve dolor incomodándolo al momento de abrirse, aunque cuando empezó a moverlos, pronto desapareció. Especialmente porque la palma de su mano se frotaba contra su clítoris.

Yoongi jamás tuvo una sensación parecida, reconociéndolo como placer, sus pezones erectos por completo, soltando unos ruiditos bajos a medida que podía sentir que se construía en su cuerpo. Sus dos dedos en su interior, frotándose contra sus paredes vaginales, tan sensibles, mientras que su palma no dejaba de rozar su clítoris tan sensitivo.

Sus dedos parecieron presionar contra su punto G dentro de su vagina, y Yoongi siguió presionando contra lo que sea que hubiera allí, pero mierda, se sentía tan bien, tan bien, como...

Ni siquiera pudo continuar esa idea, porque entonces el placer estalló ante sus ojos y tuvo que presionar sus labios con fuerza para no gemir fuertemente. Sus dos dedos no dejaban de empujarse contra su punto G, su palma frotando su clítoris, y el orgasmo se extendió unos segundos más en los que apenas era capaz de enfocar su mirada, tratando de no gritar, con las piernas temblorosas.

Y así, tan rápido como llegó, pareció desaparecer. No, mentira, que mentira más grande, porque Yoongi volvió a acariciar su clítoris y pudo sentir otra ola de placer, menos intensa, más corta, pero estuvo allí, los restos del orgasmo todavía en su cuerpo.

Soltó un ruido extraño, ¿un maullido?, al sacarse los dedos con cuidado, y los vio cubiertos de sus fluidos, húmedos empapados. Pudo sentir vergüenza otra vez, pero no se concentró en eso, sino en la sensación lejana del orgasmo.

Un orgasmo. Su primer orgasmo.

Alex tenía razón, ¡tenía la jodida razón! Era buenos, ¡demasiado buenos!

Comenzó a reírse sin poder evitarlo, tan escandalosamente, antes de dejar caer el resto de su cuerpo sobre la cama, sus piernas temblando un poco. Su cuerpo desnudo.

Eres válido, siempre serás válido a pesar de todo, se repitió, sin poder borrar la sonrisa de su rostro y agarrando un pañuelo desechable para limpiar sus dedos. Y, otro beneficio, es que ya no se sentía tan deprimido. ¿Es que acaso un orgasmo era capaz de tanto?

No podía esperar para contárselo a Alex y ver la sonrisa en su rostro. Yoongi se sentía capaz de besarla por haberle recomendado eso, y la felicidad volvió a estallar en él.

Él era real y válido sin importar qué.

¡gracias por leer!

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