83.

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Advertencias: drama, temas de género.

Antes de la lectura, me gustaría comentar lo que está pasando con Stigma.

Stigma es una historia que empecé a escribir desde el año 2016 aproximadamente. Siempre estuve muy entusiasta con la historia en general y la planifiqué, desde sus inicios, como un fic muy largo. Amo mucho a Stigma y lo que significa, y por encima de todo, lo que significa para muchos lectores. 

Sin embargo, con las constantes eliminaciones de mis cuentas (una el 2018 y otra el 2021) la motivación que tenía se fue dilatando. Fue... desmotivante la pérdida de lecturas, votos y comentarios que Stigma llegó a tener en su momento: en su peak, tenía más de 700k lecturas, es decir, estaba pronto a llegar al millón, y tenía más de 100k votos y comentarios. Y, de pronto, no tenía nada. De pronto, tenía que resubir más de 50 capítulos desde 0, a sabiendas que nunca recuperaría esas lecturas, votos y comentarios y, por encima de todo, que tampoco recuperaría lectores con las cuentas eliminadas. 

Frente a eso, de manera inevitable le fui perdiendo interés a Stigma. No era sólo el hecho de que pocas personas lo leían, sino también que me enojaba y me enrabiaba con la plataforma, porque como digo, Stigma lo empecé a escribir el 2016. Es decir, llevo 7 años con la historia, 7 AÑOS, y no he podido acabarla porque me la han eliminado dos veces, por lo que me veo en la obligación de resubirla y resubirla, y cada vez estaba más desencantada con eso, con volver al inicio y nunca acabar. Se siente como un círculo vicioso del que no puedo escapar y, por muchos momentos, me sentía agobiada por lo mismo, sólo pensando en que la historia ya estaría acabada si no me hubieran cerrado mis cuentas. A eso se le sumaba, por supuesto, que de pronto tenía proyectos nuevos a los que quería dedicarme.

Esto lo he hablado mucho en los lives que hago, pero nunca lo llegué a comentar por aquí, más que nada por vergüenza y miedo. Quiero pedir disculpas por la espera y también por las personas que han esperando tanto por una actualización y, quizás, se sientan tristes por lo que les cuento. Me habría gustado que las cosas hubieran sido distintas, pero hay sentimientos que son difíciles de controlar y, por lo mismo, tengo un pequeño anuncio.

Para las personas que lo saben, Stigma cuenta con cinco partes a lo largo del fic. En este momento estamos en lo que es la cuarta parte, que llegará hasta el capítulo 85 probablemente. Luego de eso, la historia quedará en hiatus. He pensado en bajarla porque, siendo sincera, no me gusta tener historias incompletas en mi perfil. Siento que no es justo para nadie. Sin embargo, por consideración a ustedes no lo he hecho. Sé que hay muchas personas que aman Stigma y es su lugar seguro y no quiero quitarles eso. Me da mucha pena quitarles eso.

En fin, agradecería comentarios y votos. Sé que esto no es el gran capítulo, pero espero que al menos lo disfruten un poco.

Me conoces como nadie más lo hace...

No lo muestras, pero,

Me miras como nadie más lo hace,

Y creo que me gusta tu punto de vista.

Puedes volver a mí cuando lo desees,

No me importa lo que digan los demás.

No me dejes ir,

Somos el ensueño del otro...

~Cool With You, New Jeans~

―En una escala del uno al diez, ¿cuán ansioso te has sentido estos días?

Yoongi escuchó la pregunta en silencio, y decidió pensarlo un largo momento, analizando bien las situaciones en las que se había envuelto últimamente.

―Un cinco.

―Eso es nuevo ―comentó Sora, asintiendo―. ¿Y cuán feliz?

Yoongi también volvió a pensarlo.

―Quizás un siete ―respondió, aunque se veía algo inseguro con esa respuesta.

―¿Y eso por qué? ―consultó la mujer.

―Es decir, me he sentido feliz. Reamente feliz ―aceptó Yoongi―. Y estoy acostumbrándome a la sensación de ser feliz durante más tiempo. Antes no era así, era... Era distinto... ―Sora le animó a seguir―. Ojalá... Pienso que la felicidad es algo que deberíamos experimentar siempre.

―Claro, es a lo que debemos aspirar ―apoyó Sora―. Merecemos ser felices y aceptar cuando esa felicidad aparece. Cuando llegaste, creías que la felicidad no era para ti.

Esas palabras le sacaron una sonrisa débil, porque no podía evitar darle la razón. Tiempo atrás, en esos años en los que vivió esa mentira, pensaba que no se merecía un poco de alegría, más cuando esa felicidad iba ligada a su identidad. Sin embargo, ahora, si bien esa idea a veces seguía apareciendo en su cabeza, era un pensamiento que ya iba en retirada. Permanecía allí, pero ya no era algo invasivo.

―No ―admitió―, creía que... que no lo merecía. Pero ahora entiendo que... que no se trata de merecerlo. Yo puedo ser feliz y recibirla no debe ir de la mano respecto a quién soy.

―Me alegra mucho escucharte decir eso ―Sora no podía borrar su sonrisa―. Ahora, ¿qué pasa respecto a sentirte deprimido? No triste, Yoongi ―añadió a último momento la mujer―. La tristeza es distinta a la depresión. Puedes sentirte triste, pero la diferencia radica en la intensidad y duración. En nuestra primera sesión, declaraste en la escala un diez.

El muchacho asintió, tomándose su tiempo para darle vueltas a esa pregunta.

―Diría... un cuatro ―admitió―. Tengo algunos pensamientos invasivos de vez en cuando, aunque ya no es como antes, no... no son fuertes o demoledores.

―Eso es bueno, mantenerlos a raya. ¿Y sobre la autoestima?

―Seis.

―Eso es un poco bajo ―la mujer lució un poco preocupada―. ¿Por qué?

Yoongi trató de ponerlo en palabras simples. A veces, se ponía a divagar con sus ideas y pensamientos, provocando que se distrajera de lo que debía responder.

―No me veo a mí mismo como alguien sobresaliente o increíble ―confesó.

―Entonces debemos trabajar en eso ―Sora le apuntó con su lápiz―. Es importante, para enfrentar trastornos como la depresión o la ansiedad, trabajar en la autoestima. Por lo normal, estas dos enfermedades son maestras en tirarnos hacia abajo, haciéndonos incapaces de vernos a nosotros mismos y las habilidades que poseemos. Especialmente, las maravillosas personas que podemos ser.

―Es un poco gracioso ―dijo Yoongi con voz pausada―, cuando... cuando compongo con Namjoon o con Dahye, ellos solían... solían decirme mucho lo genial que era haciendo eso. Lo bien que lo hacía. Pero luego, cuando lo escuchaba a solas, pensaba que no era así. Que no era lo suficientemente bueno y que, además, ellos lo decían sólo para no hacerme sentir mal.

Sora hizo una señal de comprensión por lo que escuchó, aunque enarcó una ceja al escuchar lo último que dijo.

―Hay un fenómeno psicológico que llamamos "síndrome del impostor" ―dijo la mujer luego de unos segundos en silencio―, donde alguien no cree en su propia competencia, alguien piensa ser un fraude ante sus logros y no puede asimilarlos, a pesar de que las pruebas están frente a él. En tu caso, mira hasta donde has llegado, Yoongi... Y, aun así, crees que no eres bueno para la composición.

Escuchó esas palabras y reflexionó sobre ellas, tratando de encontrarle sentido. Debía ser eso lo que pasaba, pues aquellos pensamientos le invadían al menos una vez al día y no le dejaban en paz. Incluso le carcomían la cabeza y le hacían sentir ansioso. No como antes, pero sí era molesto no poder controlar todo lo que pasaba por su mente.

Sora agarró la pequeña pizarra portátil que tenía en su oficina y destapó el marcador de pizarra que tenía para esos casos. Escribió la palabra MIEDO en el centro.

―El síndrome del impostor se basa, la mayoría de las veces, en el miedo. El miedo es una emoción natural que nos permite reaccionar ante lo que consideramos peligro, es la advertencia que nos previene ante algo. Pero los miedos podemos dividirlos en dos ―hizo dos líneas y escribió, bajo una, REALES, y en la otra, escribió IRRACIONALES―. Los reales se asocian a algo tangible, por ejemplo, ser atacado por algún animal peligroso o el fuego. Los irracionales, en cambio, son algo que no se puede tocar, existen en nuestra mente y, la mayoría de las veces, no nos pueden hacer un verdadero daño, como la oscuridad... o el fracaso. ¿Le tienes miedo al fracaso?

Por supuesto, ¿quién no? Para muchos en esa sociedad, el fracaso era una condena. Era sinónimo de ser una persona mediocre. Por lo mismo todo el mundo estaba desesperado para que las cosas funcionaran, salieran bien, fueran un éxito. Más en Corea. Sus padres les impusieron lo mismo a él y a Jimin, y sobre todo a él. Así que cuando él no pudo cumplir esas expectativas (ser una chica dulce, una chica femenina, una novia dedicada y una futura esposa complaciente), Yoongi lloraba y colapsaba de manera inevitable por sentirse un fracaso.

Sora pareció adivinar sus pensamientos, pues la expresión de su rostro se suavizó.

―Está bien estar asustados por el fracaso ―le dijo con voz amable―, el problema es cuando hacemos que los fracasos o el temor a esos fracasos, nos condicionen toda la vida. Fracasar es de humanos, y también lo es seguir adelante a pesar de ellos. Entonces, volviendo al miedo ―apuntó a la palabra en su pizarra―, el síndrome del impostor suele basarse en miedos irracionales que aparecen ante una situación. En tu caso, lo podemos extrapolar a "¿es mi composición buena?". Es normal hacerse una pregunta, pero a veces, los miedos irracionales nos llevan a pensar que lo que estoy haciendo no es para nada bueno y estoy fracasando en el proceso. Es, en este momento, donde debemos obligarnos a detener los pensamientos y dar paso a la racionalidad y, en especial, a los hechos. Por ejemplo, vamos a la última situación que viviste con Dahye y la canción que hiciste, ¿qué fue lo que pasó?

―No nos fue demasiado bien ―dijo Yoongi, recordando el episodio que había ocurrido varios días atrás en la empresa―, esperábamos una mejor calificación. Tampoco nos fue tan mal, pero...

Pero Yoongi había creído, casi, que era el fin del mundo al pensar que había fracaso. Tuvo ese pensamiento de "no soy bueno en esto, no soy lo suficientemente bueno", y mezclado con el ataque de ansiedad que estaba sufriendo, se sentía como que iba a morirse.

―A pesar de que no fue lo que esperabas ―razonó Sora―, ¿qué te dijeron tus sunbaenims?

―Hyuksoo primero me criticó ―recordó Yoongi, obviando el título al no encontrarse el hombre presente―, y luego Woobin y Minhee lo apoyaron.

―¿Y luego...?

―Luego ―Yoongi titubeó―, luego, Hyuksoo dijo que no era una mala canción, que era del estilo de Dahye, sólo que no era lo que ellos pidieron. Y, al día siguiente, él también... ―otra vacilación―, dijo que estaba bien hecha y era atractiva, y me dio las felicitaciones.

―Entonces ―ahora Sora habló más pausadamente―, ¿lo hiciste bien o lo hiciste mal?

―Lo... lo hice bien ―barboteó Yoongi, y su voz fue temblorosa, pues le era difícil reconocer a sí mismo sus logros. Era... era una sensación extraña y desconocida, un poco vergonzoso y raro, y a pesar de eso, también había cierta complacencia hacia él―. No fue... no fue un mal trabajo.

―Fue un buen trabajo ―su psicóloga le sonrió―. Ahora, ese es el primer paso para enfrentar este síndrome y lo que vamos a trabajar de ahora en adelante. Cada pensamiento que sientas como catastrófico, que mine tu autoestima, lo vamos a poner en una balanza y lo compararemos con hechos. Tenemos que ser lógicos ahora, Yoongi.

Lógicos, sí. Claro. Se veía sencillo y fácil, sin embargo, Yoongi sabía muy bien que muchos de esos ejercicios costaban un mundo, en especial porque, a veces, creía que no servirían de nada y sólo funcionaban como placebo.

Pero no. Ese era un pensamiento catastrófico. Y los sentimientos catastróficos tenía que enfrentarlos.

―Eso sí ―le dijo Sora―, esto no significa que vamos a ignorar cómo nos sentimos ante los pensamientos angustiantes. Nada de reprimir y evadir, Yoongi, recuerda. Si nos sentimos así, podemos llorar, gritar, conversarlo con otra persona, anotarlo en un cuaderno... No lo guardamos, ¿bueno?

―Sí, lo sé ―aceptó Yoongi, respirando profundamente para tratar de que sus pensamientos catastróficos lo volvieran loco―. No... no guardarme todo lo que siento.

Conversó un poco más con Sora antes de que la sesión se diera por finalizada, y no tardó en despedirse de la mujer, pensando en lo que había pasado las últimas semanas en su vida: estaba el tema de la canción, por supuesto, que le desmotivó un poco a pesar de que la calificación recibida no fue mala. Sin embargo, esa desmotivación pronto pasó cuando ocurrió lo de Álex. El hecho de que ellos hubieran hecho... eso fue un gran logro para él, y más porque a pesar de lo ocurrido, ellos seguían siendo amigos. A Yoongi todavía le sorprendía un poco la forma en que las cosas podían ser fáciles a veces, y en otras ocasiones, eran tan difíciles.

Oh, y no sólo eso. Estaba la situación con Hoseok, además.

De esos besos que compartieron habían pasado tres días. Mayo se había ido en un abrir y cerrar de ojos, y junio había llegado con un anticipo de los calores de verano. Tal vez se debía a eso el hecho de que Yoongi, cada vez que veía a Hoseok, se coloreaba más de lo normal.

Él recordaba que cuando ellos estuvieron en esa relación no-relación, Hoseok era muy pegajoso y quería siempre estar con él, abrazándolo o besándolo. Yoongi sabía que se debía a una forma de posesión, de marcar territorio frente a Namjoon, y muchas veces pelearon sobre su actuar. Sin embargo, ahora... Ahora Hoseok no había tomado esa misma actitud. Seguía abrazándolo de la nada, pero eso era normal: Hoseok era un chico de mucha piel y contacto, le encantaba tocar a las personas que amaba, y no era sólo con él, era algo que también hacía con Taehyung, por ejemplo. No había tratado de besarlo otra vez y, a pesar de que no lo conversaron, las cosas no estaban tensas o incómodas entre ellos. Resultaba un poco extraño, por supuesto, pero Yoongi no le daba muchas vueltas a ese asunto (aunque, si era sincero, le habría gustado tener otros besos por parte de Hoseok).

Bueno, realmente no importaba. Álex tenía razón en el hecho de que las relaciones sentimentales lo eran todo en la vida, y quizás no era sano para él ir de relación en relación. Hoseok primero, luego Namjoon, otra vez Hoseok... Sonaba un poco tóxico, si era sincero, y él no necesitaba ese tipo de problemas en su vida. Además, ¿para qué complicarse? Ya era muy claro que ellos eran, por encima de todo, mejores amigos.

Esa tarde le tocaba turno en el trabajo, así que una vez llegó a la cafetería, saludó a sus compañeras y se puso el uniforme. Le tocaba ser barista ese turno, por lo que para su fortuna, no lidió con clientes molestosos o irritantes y, por encima de todo, que juzgaran su identidad.

―Te ves distinto ―le dijo Wheein más tarde, cuando faltaba poco para cerrar y había sólo una pareja como clientes―, ¿te has hecho algo en el cabello?

―¿Teñírmelo? ―Yoongi frunció el ceño en confusión―. No me he hecho nada...

―Te estás dejando barba ―sugirió Yongsun, y Yoongi bufó, mirando su reflejo en el metal de una de las cafeteras.

¿Barba? ¿Qué estaba diciendo la chica? A él no le crecía todavía eso, era...

Aunque, si era sincero, tal vez Wheein tenía algo de razón. Se veía distinto. Es decir, seguía siendo él, pero había algo diferente. Su rostro se notaba más... más duro. No en el mal sentido de la palabra, como si estuviera tenso o molesto. Sólo que sus facciones ya no parecían tan... femeninas. Parecían más... varoniles.

―¿Me veo guapo, al menos? ―preguntó, un poco desconcertado.

―¡Tú siempre estás guapo, oppa! ―animó Wheein y Yongsun asintió con la cabeza en señal de aprobación.

El resto de lo que quedaba del turno se lo pasó más pensativo de lo normal. Probablemente esos cambios se debían a la testosterona y no pudo evitar sentir algo de emoción por lo que significaba. Todavía faltaba mucho para la tercera inyección, por lo menos tres meses más, pero le era revelador estar viendo ya esos cambios. Su período, por otro lado, debería llegarle pronto y quería ver qué iba a ocurrir con eso.

Cuando estaban ya cerrando, revisó su celular para ver que tenía unos mensajes de Hoseok.

Hobi

Oyeeeee, te tengo una gran noticiaaaaaa

¿Puedes pasar a comprar una bebida para celebrar?

¡Me muero por contártelaaaaaa!

¿Una gran noticia? A pesar de que fueran sólo mensajes, la forma de expresarse de Hoseok era muy expresiva y casi podía imaginárselo rebotar por la felicidad frente a él. Por lo mismo, pasó a un supermercado que estaba abierto las veinticuatro horas y compró una Sprite (la bebida favorita de Hoseok) y unas papitas para compartir. Terminó llegando al departamento cerca de las once de la noche, encontrándose con Hoseok hablando animadamente con Lisa en la sala de estar.

―¡Yoooooongi! ―saltó Hoseok, yendo a abrazarlo―. ¡¿A qué no adivinas?!

Lisa trataba de no sonreír, pero estaba fallando miserablemente en el intento. Yoongi arrugó las cejas ante la confusión.

―Mmm ―trató de pensar, soltándose del abrazo―, pues no sé, Hobi...

―¡Haz el intento, hazlo! ―insistió Hoseok, puchereando mientras lo sacudía de los hombros―. ¡Ni siquiera te esforzaste!

―Va a salir una nueva figurita de KAWS ―trató de adivinar.

―¡No! ―Hoseok sonrió ahora con fuerza―. ¡Me han contactado de Huge Hit!

―¡¿Queeeeeeeé?! ―Yoongi parpadeó―. ¡¿Huge Hit?! ¡Debes estar de broma!

―¡No, no! ―Hoseok no dejaba de saltar―. Me han llamado cerca de las ocho de la noche. Bueno, no a mí, a la Academia de Baile. Fueron a la presentación que tuvimos y han pedido si podemos participar del vídeo musical de la nueva canción que un grupo va a sacar...

―¡¿Qué grupo?! ―abriendo sus ojos con fuerza, Yoongi soltó un grito ahogado―. ¡No me digas que es VTS! ―que era la banda más famosa de la empresa y una de las más populares de Corea.

―¡Sí! ¡Yo y otros tres chicos de la Academia vamos a ser parte de la coreografía oficial! ―los ojos de Hoseok brillaban por la emoción y se veía a punto de llorar―. ¡¿Puedes creerlo?! ¡Te lo dije, bebé, voy a ser un gran bailarín!

Yoongi comenzó a reírse con fuerza y lo abrazó con emoción, sintiendo su corazón henchido por la felicidad debido a la noticia. No cabía en su orgullo y sabía que Hoseok se merecía, más que nadie, esa gran oportunidad que le estaban ofreciendo, pues se había esforzado mucho esos meses para poder hacerse con un lugar en la Academia de baile. Había comenzado más tarde que muchos estudiantes allí, y sin embargo, estaba sobresaliendo por su talento natural.

―¡Felicitaciones, Hobi! ―le dijo sin dejar de sonreír―. ¡No sabes lo orgulloso que estoy de ti!

―¡¿Lo juras?! ―Hoseok lo abrazó por la cintura, levantándolo y haciéndolo reír con más fuerza.

―Le estaba diciendo a Hoseok oppa ―comentó Lisa con felicidad también―, que en una de esas, le termina gustando a los managers de la empresa y lo engatusan para que se haga idol con ellos. ¡Tendría el puesto de bailarín principal!

―¡Y de centro, por supuesto! ―apoyó Yoongi, sin alejarse de Hoseok―. ¡Y el visual, además! Mi Hoba es el chico más guapo del universo.

―No, mentira ―Hoseok ahora se coloreó ante las alabanzas―, el más guapo siempre serás tú, Yoonie...

Yoongi rodó los ojos ante esas palabras, sin embargo, se estiró a darle un beso en la mejilla a Hoseok, sintiéndose tan feliz por la gran noticia recibida.

Lisa también llevó algo para comer y aprovechando el momento se pusieron a platicar de lo que había pasado los últimos días. Fue agradable e, incluso, media hora después llegó Namjoon, que también se unió luego de que le contaran sobre la celebración. A pesar de lo ocurrió entre ellos tres, decidieron por ese momento simplemente hacerlo a un lado para disfrutar de esa junta y celebrar el logro de Hoseok. Incluso bebieron un poco de soju, hasta que Hoseok pareció aturdirse por el alcohol en su cuerpo y decidieron detenerse antes de que el chico entrara en ese estado catatónico y silencioso que lo caracterizaba cuando bebía demasiado.

―No sé por qué bebes si luego te pones así ―bufó Yoongi, ayudando a llevar a Hoseok a su cuarto, que iba arrastrando los pies―, ¡de verdad, Hoba...!

―Yaaaah, no me regañes ―lloriqueó Hoseok, echándose en la cama como si fuera un saco de papas―. De-deberías darme un regalo por lo... lo que conseguí...

―Suficiente premio es que te esté ayudando a colocarte el pijama ―regañó Yoongi, y Hoseok gimoteó, aunque dejó que Yoongi le quitara los pantalones cortos y la playera―. ¿Dónde está tu pijama?

―Ya no duermo con pijama ―barboteó Hoseok―, está haciendo demasiado calor...

―Exhibicionista.

Hoseok soltó una carcajada ahogada y Yoongi, sin pensarlo, se sentó en el borde de la cama. Hubo un instante de silencio en la habitación, no incómodo o tenso, sólo tranquilo y algo relajante. Yoongi se preguntaba qué pasaría si se subía en Hoseok para besarlo, con esas locas ganas apareciendo como ocurrió noches atrás, en el bar al que fueron. ¿Ese deseo innato sería por la testosterona? ¿O por qué era un idiota? Grandes preguntas que, quizás, nunca tendrían respuesta.

―¿Qué sigues haciendo aquí? ―pregunté Hoseok luego de unos minutos―. Ya es tarde, Yoonie...

―¿No me quieres aquí? ―bufó Yoongi.

―No es eso ―Hoseok tenía la voz ronca―, es que no estoy en mis cinco sentidos y sólo pienso en besarte.

La confesión hizo que su rostro se coloreara en rojo aunque, para su fortuna, el cuarto estaba a oscuras. Apenas era capaz de distinguir la cara de Hoseok por ello, pero podía imaginarse la expresión que debía tener: esa mirada intensa, los ojos serios y los labios haciendo una mueca extraña.

Quizás, por lo mismo, por estárselo imaginando así (y Yoongi debía tener un serio problema con eso, pero lo resolvería después con Sora), ahora decidió tomar él la iniciativa y, sin pensarlo demasiado ya, se acercó para besarle en la boca. Fue un poco torpe, pues Hoseok realmente no se lo esperaba ya que se atragantó y apenas pudo seguirle el beso. Y, sin embargo, no lo empujó lejos.

Al alejarse, Hoseok jadeaba.

―Ten cuidado ―barboteó el más alto―, no estoy lo suficientemente borracho para que luego digas que fue culpa del alcohol.

―¿Culpa del alcohol? ―se rió Yoongi, y se movió para subirse sobre Hoseok―. ¿Por qué tendrías que echarle la culpa a eso? ¿Acaso no te gusta besarme?

Hoseok no contestó. O, bueno, si lo hizo, sólo que le respondió atrayéndolo para besarlo con más fuerza ahora. Esta vez el beso fue más profundo y salvaje, con Yoongi acomodándose con ambas piernas abiertas, sentado en la entrepierna de Hoseok. Las manos de Hoseok lo tenían firmemente agarrado de la cintura, y Yoongi abrió más su boca para que la lengua de Hoseok entrara en su cavidad bucal.

Se alejaron por la falta de aire. Ambos jadeaban y Yoongi comenzó a mover sus caderas en especial cuando sintió la dureza bajo él.

―Yoongi ―susurró Hoseok, con su voz algo ahogada―, ¿puedo... puedo tocarte, por favor?

Fue extraño escuchar la petición y la pregunta se sintió como... como un ruego dicho a un dios, una súplica temblorosa hacia un santo. A pesar de la oscuridad, los ojos de Hoseok se veían por el brillo, quizás por la excitación o por las lágrimas, y Yoongi no pudo evitar preguntarse el motivo de que hubiera preguntado. Antes, cuando ellos se enrollaban, Hoseok no solía preguntar nada. Las cosas sólo... se daban.

No, tampoco se daban. Esas veces, cuando Yoongi vivía ese infierno y Hoseok no sabía nada, él se obligaba a responder a pesar de que no se sintiera cómodo o excitado. Hoseok lo notaba siempre y se detenía, y la distancia entre ellos aparecía. Después, cuando ellos lo intentaron otra vez en esa relación abierta, Hoseok le decía que quería tocarlo y él le respondía que no, que todavía no, y luego terminaban discutiendo.

Yoongi agarró la mano de Hoseok y, con lentitud, la llevó hacia su entrepierna. Creyó que los dedos comenzarían a moverse encima por sobre el pantalón, pero no fue así.

―¿Estás... estás seguro, Yoon? ―volvió a preguntar Hoseok.

―Lento ―respondió Yoongi―, lento...

Su palabra se perdió en un suave jadeo cuando los dedos de Hoseok empezaron a moverse, un poco torpes al inicio, pero pronto haciendo un poco más de presión.

―¿Puedo darte vuelta? ―jadeó Hoseok―. ¿Puedo quitarte el pantalón, bebé?

El dulce apodo hizo que se estremeciera y asintió con la cabeza. Hoseok alejó su mano sólo para enderezarse y besarlo en la boca; así, entre besos más lentos y dulces, le quitó el pantalón y lo echó a un lado, antes de empujarlo en la cama, bajo él. Yoongi lo abrazó por el cuello y, casi sin pensarlo, le separó las piernas para que se acomodara entre ellas.

Mientras volvió a besarlo, hubo un pensamiento que había aparecido mucho, mucho tiempo atrás, un déjà vu de esa situación. La misma sensación que tuvo en esa otra vida hizo eco en su cabeza: los labios de Hoseok eran como seda sobre los suyos, tan cálido y cariñosos, tocándolo con lentitud. Como si fueran el lugar correcto para él.

Sí. Él, él, él...

Hoseok deslizó su boca por su cuello y Yoongi se sentía en el cielo, temblando y gimoteando por el escalofrío que lo recorrió ante los besos en esa zona sensible de su cuerpo. Los gemidos sólo aumentaron cuando Hoseok se acercó más, chocando ambas entrepiernas, y el bulto duro se presionó contra él.

Donde antes hubo tensión, ahora sólo había placer. Hoseok se alejó sólo para mirarlo y, sonreírle, los ojos brillando por ternura.

―¿Está todo bien? ―preguntó roncamente.

―Sí ―aceptó Yoongi, y le sonrió también―. Te quiero.

Hoseok le besó la punta de la nariz.

―Yo también te quiero, chico guapo.

Su corazón se hinchó por el amor al escucharlo decir eso, la validación en sus palabras, la forma en que el amor se filtraba a través de ellas.

Otro nuevo beso y el calor no hizo más que aumentar. Hoseok separó su cuerpo, sin dejar de besarlo, sólo para deslizar una mano nuevamente hacia su entrepierna. Así, sólo besándolo, mordiendo, chupando sus labios, sus dedos se abrieron paso por debajo de la ropa interior. Yoongi jadeó al sentir como se frotaron contra su sensible y húmeda carne, tocando primero con un poco de timidez antes de empezar a hacerlo con más atrevimiento.

Su suave jadeo pronto empezó a subir de volumen a ahogados gritos de placer. Hoseok le besó con más fuerza para callarlo, y a pesar de que no lo penetró, no era necesario. Los dedos de Hoseok sólo se frotaban y le acariciaban su hinchado y sensitivo clítoris, hasta que el placer estalló de golpe en Yoongi. El chico más bajo ahogó su grito contra la boca de Hoseok, que gruñó en respuesta y siguió tocándolo para extenderle el orgasmo lo más posible, hasta que Yoongi sólo era un manojo de gemiditos llorosos.

―Bonito, bonito ―tarareó Hoseok contra su boca―, eres un chico tan bonito, Yoon...

Soltó un par de risas cuando nuevos besos fueron dejados en su mejilla ahora.

―¿Necesitas que... que te toque...? ―preguntó Yoongi cuando logró calmarse (un poco).

―Mmm ―un nuevo beso en la mejilla―, si tú quieres...

No fue necesario que dijera otra cosa: Yoongi llevó su mano hacia la entrepierna de Hoseok, metiéndola bajo la ropa interior y agarrándole la polla endurecida. Entre nuevos calientes besos, lo masturbó hasta que se derramó en su mano.

Se limpiaron con las toallas húmedas que el más alto tenía en su escritorio. Yoongi pensó, algo adormecido, en ir a su habitación a dormir, pero la idea desapareció cuando Hoseok lo abrazó por la cintura, atrayéndolo contra él, y dejó un beso debajo de su oreja. Yoongi, simplemente, se acurrucó contra él y suspiró, sintiendo que ese era el lugar perfecto para dormir.

La mañana llegó con sus piernas enredadas y la temperatura alta. Estaba soleado, se dio cuenta Yoongi, y frunció el ceño, dándose vuelta para que el sol no le llegara a la cara. Eso pareció despertar a Hoseok, que lo abrazó con más fuerza.

―No me abraces ―se quejó Yoongi―, estoy acalorado.

―Que malo eres ―murmuró Hoseok, soltándolo con un resoplido―, no me pidas más abrazos, pesado.

Yoongi soltó una risa ahogada antes de estirarse a besarle en la comisura de la boca.

―Hobi ―suspiró―, esto que hacemos...

―Shhhh ―Hoseok abrió los ojos para observarlo y Yoongi le sostuvo la mirada. El silencio se instaló entre ellos, cómodo y tranquilo, y escucharon el ruido proveniente del exterior: los pájaros cantando, los vehículos andando, algunas conversaciones lejanas que apenas se entendían. Y ellos dos, en su burbuja, en ese pequeño cuarto, sólo compartiendo una mirada―, sé que no quieres nada serio y está bien.

―¿Seguro que está bien? ―preguntó Yoongi, un poco preocupado.

―Claro ―Hoseok sonrió y lo besó con ternura―, no sé si te lo he dicho alguna vez, pero eres mi alma gemela. Siempre has sido y serás mi alma gemela ―le agarró la mano y se la apretó―, y nunca nos vamos a separar, no importa si somos amigos o novios o cualquier cosa. Yo estoy aquí para ti, así como sé que tu estás ahí para mí, y eso es suficiente. Siempre será suficiente.

―Sí ―aceptó Yoongi, y se acercó a abrazarlo―, mi alma gemela.

Más que lo que hicieron la noche anterior, más que los besos que ellos compartieron, ese abrazo significaba y explicaba lo que eran el uno para el otro: ese amor que nadie les iba a arrebatar, sin importar lo que pasara. 

¡gracias por leer!

pd: ¿qué les pareció el guiño de VTS? JAJAJAJAJ la vdd, me reí mucho cuando lo escribí XDDD

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