[20] The Yule Ball

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❝ Fuimos víctimas de la noche, la química, kriptonita física. Indefensos frente a la grave y desvaneciente luz. Oh, estamos destinados a estar juntos— 

En los últimos meses, he llegado a la conclusión de que el tiempo tiene una manera divertida de cambiar las cosas. Por ejemplo: hace un par de meses, estaba más que emocionada por el Baile de Navidad, y contaba los días. Hice que mi madre me enviara mi vestido meses antes, así que lo recibiría con mucho tiempo de sobra.

Y ahora, honestamente estoy temiendo que llegue ese día.

No es por el hecho de que soy la única de mis amigas que no tiene pareja para el baile, o porque odio las fiestas. Sino porque, de las últimas dos semanas, he aprendido que hay cosas más serias que un baile tonto. Como, oh no sé, tal vez un profesor malvado, ¿quién me amenazó con matar a mi hermano?

Mientras tanto, estoy sentada en la sala común, admirando el fuego de la chimenea. A pesar de que la habitación es bastante caliente, un escalofrío corre por mi espalda y cruzo los brazos. No es por la temperatura, sino por los recuerdos.

Entré en la biblioteca iluminada por las antorchas, con cuidado de no molestar a la malhumorada bibliotecaria. Rápidamente observando una figura encorvada, lentamente me acerqué a él. Se da la vuelta y finalmente nota mi presencia.

—Hola —saludé, mostrándole una sonrisa. Cedric me devuelve la sonrisa, sosteniendo un libro rasgado en su mano.

—Has venido —afirma.

—Sí, no me digas, Sherlock —bromeo, golpeándolo en el brazo como si hubiéramos sido amigos por años. Me dio una sonrisa, que pareció más una mueca, antes de transformar su expresión en una más seria.

—¿Dijiste que tenías información excesiva sobre la segunda prueba? —preguntó, frunciendo sus cejas.

Asentí.

—Sí, mi padre está ayudando con el Torneo, así que me ha contado un par de cosas al respecto —en este momento me alegro de que estemos en la parte más oscura de la biblioteca, de otra manera él adivinaría de inmediato mi mentira por la cantidad en la que muevo mis ojos por alrededor. Es un hábito que suelo hacer cuando miento.

—Ella, acabo de conocerte, ¿por qué debería creerte? No te ofendas —agrega él rápidamente, mirándome con ligera sospecha.

—¿Qué daño podría hacer sólo escuchar lo que tengo que decir? Siempre podrías simplemente no seguir mi consejo —aunque por fuera parezco calmada mientras me encojo de hombros, por dentro estoy en modo de pánico. ¿Y si él no me escucha? ¡No puedo fallar! Una parte de mí quiere ponerse en pie y rogarle que haga lo que le digo, pero entonces pensaría que estoy loca y definitivamente no me escucharía.

—Bien, eso suena razonable —parece un poco menos sospechoso—. Entonces, ¿qué sabes?

—Bueno —empiezo recordando el guión mental que había hecho para mí—. La segunda prueba será subterránea. Como en túneles.

Haciendo caso omiso de la culpa que me invade, lo miro. Realmente no tengo ni idea de cuál es la segunda prueba, pero estoy bastante segura de que no será en túneles.

—Oh —se ve pensativo—. Pero también tengo este huevo de oro. Todavía no lo he abierto, pero se supone que me da una pista.

Trago saliva.

—Eh- Sí, te dirá más sobre el túnel y esas cosas.

Me tragué el nudo en la garganta, sabiendo que estaría metida en problemas cuando realmente abra el huevo.

Moviendo la cabeza, traigo mi mente de vuelta al presente. Aunque el recuerdo en sí no es tan malo, es la sensación que viene con él lo que me agita. El solo saber que mi vida se está convirtiendo en una gran mentira. He aprendido que cada vez que mientes, siempre vuelve para atraparte. Y esta seguramente también está obligada a hacerlo.

—¡Hola Ella!

Giro mi cabeza, como esperaba, viendo a Katrina pavonearse a través de la puerta de la sala común. Por el momento está vacía, ya que todo el mundo está afuera disfrutando de la primera nevada, mientras esperan a que empiece el Baile de Navidad.

—Hola —sonrío, sacudiendo los pensamientos oscuros de mi mente.

La veo desconcertada mientras camina hacia donde estoy sentada, y me pone de pie, con una expresión excitada en su cara.

—¡Vamos, tenemos que empezar a prepararnos para el baile! —chilla, su lado femenino corriendo supremo. Giro mis ojos.

—No es hasta dentro de otras dos horas —gruño, soltando un suspiro.

—¿Qué te tiene de tan mal humor? —pregunta ella, levantando una ceja.

Si tan solo ella lo supiera.

Mordiendo una réplica punzante, que Katrina no merece oír, me encojo de hombros.

—No sé.

—Bueno, creo que prepararte te levantará el ánimo —una sonrisa traviesa cruza su cara—. Además, supongo que querrás hacer que Draco lamente no haberte pedido que fueras su pareja, ¿no?

—¿Qué? ¡No me importa! —balbuceo, mientras mis mejillas se tornan del color de una fresa madura.

—La mirada en tu cara dice lo contrario —se burla, con su sonrisa digna de Draco.

Suspiré.

—¿Por qué siempre tienes que tener razón?

—Porque, soy tu mejor amiga.

Durante las próximas dos horas procedimos a: ducharnos, peinarnos, maquillarnos y vestirnos. En otras palabras, nos preparamos para el baile de Navidad.

Una vez que terminamos, pasamos unos diez minutos admirándonos a nosotras mismas. Sé que suena presumido o incluso mezquino pero no pudimos evitarlo. Katrina, que por lo general sólo llevaba una camiseta vieja y unos pantalones, parecía realmente impresionante en su vestido azul medianoche. Jamás la había visto tan elegante. Theodore Knott -la pareja de Kat- es un chico con suerte.

Y luego estoy yo. No soy la persona más modesta del mundo, así que te lo diré directamente; me veo absolutamente hermosa. Mi vestido rojo sangre combina perfectamente con la tez de mi piel pálida. Me queda muy bien, y abraza las curvas que nunca supe que tenía.

Muy bien, basta de fanfarronear.

Juntas, salimos de la sala común, y fuimos hacia el Gran Comedor, justo a tiempo para el inicio del baile. Miro alrededor de la sala con asombro. La habitación descomunal está iluminada con docenas de luces colgantes, bellamente encadenadas a lo largo de las paredes. Un par de mesas largas se extienden a lo largo de los lados, llenas de docenas de platos de comida. Los estudiantes caminan alrededor, charlando juntos felizmente. Suelto un suspiro que tenía contenido. Sólo por esta noche, libraré mi mente de mis pensamientos oscuros y pasaré un buen rato.

Al descender por las escaleras plateadas, siento unos ojos sobre ambas. Ya sea sobre Kat, o yo, no puedo evitar sonreír ante la atención que estamos recibiendo. Una divertida sonrisa llega a mi cara cuando veo a Theodore Knott, mirando a Katrina, con los ojos bien abiertos. Mientras nos saluda, hago una nota mental para burlarme de ella más tarde.

—¿Me concedes éste baile? —le pregunta Theodore, inclinándose ante mi amiga con la cara roja como un tomate. Katrina se vuelve hacia mí, inclinando su cabeza como para preguntarme, "¿te importa?" Rápidamente la alejo, empujándola un poco más cerca de su pareja.

—Vosotros dos divertíos —una sonrisa traviesa tira de mis labios—. Eso sí, cuando os caséis, seré la dama de honor, ¿de acuerdo?

Caminando hacia la mesa de las bebidas, dejo a los dos de pie, nerviosos y sonrojados. Asumo que mañana, estaré escuchando un largo delirio de lo gran besador que es Theodore para Katrina. El pensamiento me hace sonreír. No de una manera espeluznante ni nada, solo creo que serán una adorable pareja.

Bebiendo un poco de ponche, me apoyo contra la mesa, viendo pacíficamente a las parejas bailando. Tengo que admitir, que es un poco solitario venir sola a un baile. Mis ojos vagan alrededor de la habitación, antes de aterrizar en una sola pareja. Que solo hace que esa soledad rápidamente promueva a los celos.

Al otro lado de la sala, una alegre Pansy tiene sus brazos envueltos alrededor de Draco, bailando salvajemente. Inmediatamente aprieto los puños, la envidia apoderándose de mí. No puedo ver la cara de Draco, pero la expresión engreída de Pansy se puede ver desde una milla de distancia. Ella está en el lugar de casi todos los sueños de las chicas, y ella lo sabe. Por mucho que me avergüenza admitirlo, ver a los dos juntos duele. Mi pecho está apretado, y se siente como si un pedacito de mi corazón estuviera destrozado. Todo por un chico que debería odiar.

—¿Ella?

Giro la cabeza, saltando casi físicamente ante la voz. Mientras me calmo rápidamente, veo a la persona a quien le pertenece la voz.

—Hola, Seamus —forzo una sonrisa tensa, jugando nerviosamente con una tira de mi pelo rubio miel. Para mi alivio, él no parece sospechar nada.

—Mira, Ella, te tengo que hacer una pregunta. Realmente es de último minuto, y debería haberte preguntado hace un tiempo —mientras divaga, no puedo evitar inclinar mi cabeza con ansiedad. Ya puedo adivinar lo que está a punto de preguntar. Dándose cuenta de que no voy a responder, continúa.

—Ella, ¿quieres.. quieres ser mi pareja para el baile?

La mirada de pura esperanza en su cara, me destroza completamente. Con toda honestidad, preferiría no ir con él, pero la expresión inocente y ilusionada en su cara me desgarra. Siempre se me ha dado mal estar bajo presión, especialmente cuando se trata de responder a una pregunta. La situación me recuerda mucho a cuando Ryder me invitó a salir.

—Sí —mi voz vacila algo temblorosa, las palabras escapándose antes de que pueda decidir completamente. Cuando su cara se ilumina de felicidad, sólo hace que culpa aumente. A pesar de que puede ser ajeno, es bastante obvio para mí que tiene sentimientos más fuertes por mí que yo por él.

—Genial —se inclina un poco—. ¿Quieres bailar?

Asentí con la cabeza en silencio, y él tomó mi mano llevándome a un lugar entre las parejas. Para mi consternación, el lugar que elige resulta ser cerca de una cierta pareja. Una que resulta que me está volviendo loca. Una pareja que me ha convertido en una perra celosa. Si aún no lo has adivinado, déjame iluminarte: Draco y Pansy.

Sólo cuando Seamus pone su mano sudorosa en mi cintura, y empezamos a girar, ellos miran hacia nosotros. Pansy simplemente se burla, mientras que Draco nos mira fijamente. Por una fracción de segundo capto su mirada, antes de mirar hacia otro lado.

¡No Ella, tu pareja es Seamus, no Draco!

Forzando mi atención lejos de los dos, me enfrento a Seamus de nuevo. Aunque su agarre sobre mí es gentil, siento que estoy atrapada; encerrada en una jaula, golpeando desesperadamente los barrotes para poder salir.

Sacudiendo mi cabeza, saco la oscura imagen de mi cabeza. Mis ojos comienzan a vagar, y los encuentro aterrizando en Harry y Parvati Patil. Harry tropieza, claramente sin saber bailar, mientras que Parvati se ve molesta. Distrayéndome de mi actual estado de incomodidad, me encuentro sonriendo con diversión a los dos.

Para mi consternación, cuando volteo mi cabeza hacia Seamus, parece haber malinterpretado mi sonrisa. Mis ojos se abren con sorpresa, mientras él lentamente comienza a inclinarse, con sus ojos cerrados y sus labios separados. A medida que se acerca más y más a mí, otras parejas se detienen a ver el beso que pronto pasará. Me quedo allí, mis pies congelados en el suelo, gritando mentalmente. Todo parece ir en cámara lenta a medida que se acerca más y más. Todavía incapaz de moverme, simplemente me quedo allí parada tontamente. Bueno, eso es, hasta que me empujasen hacia atrás.

Me tropiezo, casi cayendo, cuando una fuerza fuerte me empuja hacia atrás. Mis ojos se abrieron aún más, miro hacia arriba y casi caigo otra vez. De pie frente a Seamus, hay un Draco de mirada furiosa. Durante un largo momento, los dos chicos se quedaron allí, ambos fulminándose enfadados. Junto a mí, una gran multitud de personas han dejado de bailar para ver cuál es toda la conmoción. Lo que sucede después, casi me desmaya; Draco se aleja de Seamus, mira a la multitud de personas, y luego me empuja contra la pared más cercana. Antes de que pueda comprender lo que está pasando, me besa. Y antes de darme cuenta, me encuentro a mí misma besándole.

Ignorando las miradas y los jadeos de la gente que nos observaba, entrelazo mis dedos a través de su suave cabello, mientras él me acerca aún más a él apasionadamente. Mi corazón late a un millón de kilómetros por hora, y estoy segura de que él puede sentirlo contra su pecho. Nuestros cuerpos se mueven en sincronía, mientras sus suaves labios tocan los míos. Una manta agradable de calor se extiende por mis entrañas, y me encuentro disfrutando del beso. Es decir, hasta que la realidad me afecta. Me estoy enrollando con Draco Malfoy. Delante de todos.

Con un jadeo, lo empujo, rompiendo nuestro beso. Durante un largo momento, me quedé allí parada, jadeando y congelada en estado de shock. Todos los ojos están sobre nosotros y la habitación está en silencio mortal. Y luego, haciendo lo único que se me ocurre, corro. Salgo corriendo del Gran Comedor, y lejos de mis problemas. Me apresuro, dejando mis problemas en el baile. Aunque, por ahora puedo haberme salvado temporalmente de la ira, sé que volverá a mí. Me perseguirá y me encontrará. Siempre lo hace.

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