[22] Forgiveness

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Al día siguiente, me despierto con una luz cegadora que brilla a través de la ventana. Me levanto aturdida del calor de mi cama, estirando mi mandíbula en un largo y satisfactorio bostezo. Al mirar alrededor del dormitorio, me doy cuenta por las camas hechas y vacías, que soy la última de mis compañeras de habitación en despertar. Me froto los ojos con cansancio, y voy al baño a cambiarme.

Una vez que termino de cambiarme, me dirijo a mi primera clase -Pociones- ya que no tengo tiempo para desayunar. Camino por el pasillo, mirando mi mochila mientras la ajusto en mi hombro. La maldita cosa es tan vieja que la correa está gastada. Estoy tan preocupada con mi mochila, que casi salto cuando escucho una voz detrás de mí.

—¡Hola, Ella!

Me doy la vuelta, esperando ver el pelo rubio platino perteneciente a Draco. Pero en cambio, soy gratamente sorprendida por dos gemelos pelirrojos.

—Hola chicos —digo, saludando a Fred, y luego a George. Les doy una sonrisa vacilante, insegura de si los sentimientos de Harry, Ron, y Hermione hacia mí y los de ellos son mutuos. Para mi alivio, ellos sonríen ligeramente hacia mí.

—¿Entonces es verdad lo que nos dijo Ron? ¿Estás saliendo con Malfoy? —pregunta George, mientras los dos caminan hacia mí.

—Oh, vamos, George. Claramente nos estaba gastando una broma.

—No, es verdad —suelto, girando un mechón de mi pelo rubio miel nerviosamente. Veo como ambos levantan una ceja.

—Sabes que es una persona horrible, ¿verdad? —pregunta Fred, mirándome incrédulo. George asiente con la cabeza de acuerdo.

Me encojo de hombros.

—En realidad es muy dulce cuando llegas a conocerlo —más que incómoda con la dirección que ha tomado esta conversación, cambio de tema—. Así que, la segunda prueba está por llegar.

Por un segundo parece que van a hablar más sobre Draco y yo, aunque para mi alivio, no lo hacen.

—Sí, ¿sigues animando a Harry? —pregunta George, dejándome confundida.

—Por supuesto, ¿por qué no lo estaría?

—Bueno, no lo has visto desde que Malfoy y tú os besasteis. ¿Os habéis peleado o algo? —mientras Fred habla, ambos me miran, ansiosos por los detalles del "chisme jugoso".

—Oh, sí- Ellos no me hablan —la declaración sale un poco más amarga de lo que quería. Escaneo sus caras, buscando algún tipo de indicación de que están de mi lado.

—Sí, eso era de esperarse —Fred se encoge de hombros, antes de que George intervenga, dando un codazo a su hermano en el hombro.

—Pero de todos modos, si Malfoy empieza a molestarte, sólo háznoslo saber. Nos ocuparemos de él-

—A menos que tu hermano quiera hacer los honores —Fred termina, con una sonrisa malvada en su cara.

Resoplo.

—¿De verdad crees que el empollón que tengo como hermano golpearía a alguien? —no me molesto en decirles que actualmente él tampoco me habla. Irónico, en serio; estoy trabajando para un posible asesino para mantener a mi hermano con vida, y él me está dando el tratamiento silencioso. Sí, yo también te quiero, hermano.

Después de despedirme de Fred y George, sigo por el pasillo, de camino a la clase de pociones. Ahora gracias a ellos y su buen humor estoy de mejor humor.

Mientras caminaba por el silencio, tarareaba tranquilamente para mí misma en el pasillo vacío, o eso pensaba. Para mi consternación, una Pansy de cabeza alta aparece repentinamente por la esquina y viene pavoneándose hacia mí. Tan pronto como ella ve mis ojos, su cara de bulldog se llena de malicia, e instintivamente aprieto mi agarre alrededor de mi varita en el bolsillo.

—Mucho tiempo sin hablar, Bloomwood —dice ella, su voz aguda y mordaz haciendo que me dolieran mis oídos. Simplemente giro mis ojos.

—Sí, y preferiría mantenerlo así —replico, acelerando mi paso, en un intento de empujarla. Pero antes de que pueda, ella agarra bruscamente mi mano. Hago mi mejor esfuerzo para no hacer una mueca mientras ella clava sus largas uñas en mi piel.

—En realidad, Bloomwood —ella aprieta el agarre en mi mano, momentáneamente evitando que la empuje—, creo que tenemos algo que discutir.

—Como si fuera a desperdiciar mi tiempo hablando conti-

Antes de que pueda terminar mi frase, un fuerte grito escapa de mis labios cuando fui estrellada contra la pared de piedra detrás de mí. Un fuerte dolor me recorre la espalda, y lucho por respirar mientras ella presiona una mano fría contra mi pecho. Estoy tan atrapada en el jadeo (tanto en el dolor, y la respiración corta) que apenas me doy cuenta cuando agarra mi varita de debajo de mis manos sudorosas. Sólo cuando esa varita es lanzada al otro lado del pasillo, y la suya es presionada contra mi cuello, entiendo lo que está pasando.

—¿Qué hiciste para gustarle a Draco? ¿Darle una poción de amor? —su voz furiosa aruñó mis oídos, mientras lucho por alejarla.

—Aléjate de mí —siseo, mi voz un poco áspera por mi falta de aliento.

—¿Qué vas a hacer? Sin varita, sin nadie que salve a la pobre Ella —me encojo de nuevo contra la pared, mientras presiona su varita más fuerte contra mi cuello. Todo dentro de mí me grita mentalmente para que le pegue un puñetazo en su estúpida y pequeña cara de Bulldog, pero yo sé más. Sigo siendo la que no tiene varita, y no necesito hacerla enfadar más. Sin embargo, todavía es difícil contenerme, especialmente con el pánico que surge dentro de mí.

—Ahora veamos cómo le gustará a Draco tu fea carita cuando la haga aún más horrible —deja escapar una pequeña risa estridente, llena de malicia, y eleva su varita, abriendo su boca para pronunciar un hechizo que presumiblemente me romperá. Cierro los ojos con fuerza, esperando lastimosamente el dolor.

Excepto que el dolor nunca llega.

—¡Expelliarmus! —abro los ojos, justo a tiempo para ver la varita de Pansy salir volando de su agarre, en el aire, y cayendo en las manos de... Harry.

Me quedo congelada en mi lugar con incredulidad, viendo como Pansy es arrojada fuera de mí por un hechizo de una Hermione aparentemente furiosa. Ella cae al suelo, aturdida, con un fuerte golpe. Los tres -Hermione, Harry y Ron- se lanzan hacia mi lado.

—¿Estás bien? —pregunta Hermione, los tres mirándome con los ojos muy abiertos y preocupados. No se parecen en nada a las personas que me han estado ignorando durante las últimas dos semanas, sino como tres amigos preocupados. Como si lo fuéramos.

—No lo estaría si ustedes tres no hubieran venido —digo mirándolos agradecida.

—Eso es bueno —afirma Ron, Harry asintiendo a su lado. Por un momento, nos quedamos ahí, moviéndonos torpemente en un incómodo silencio. Abro la boca para decir algo, pero Harry se me adelanta.

—Ella, sobre las últimas dos semanas.. —Harry hace una pausa, y Hermione interviene para terminar lo que iba a decir.

—Lo sentimos mucho.

—Sí, no deberíamos haberte ignorado de esa manera. Es sólo que.. —una mirada de disgusto se forma en la cara de Ron—, ¿Por qué saldrías con Malfoy?

Ahora es mi turno de cambiar torpemente. Vacilo por un segundo, tratando de formar las palabras correctas en mi cabeza.

—Bueno, en realidad él es muy dulce y cariñoso si llegas a conocerlo —al ver sus caras escépticas, rápidamente continúo—. Y está bien, os perdono.

—Bueno, supongo que lo que sea que te haga feliz —dice Hermione, aún luciendo insegura—. Me alegro de que todos seamos amigos otra vez.

Sonrío.

—Yo también.

Con eso, Hermione me envuelve en un fuerte abrazo, incluso los chicos se unieron. Mientras soy aplastada en medio del abrazo de grupo, me encuentro todavía levemente sin aliento. Sin aliento y completamente feliz.

—¿Ella? —salgo del abrazo, reconociendo inmediatamente la voz. A medida que me doy la vuelta y me encuentro con un par de ojos grises brumosos, tengo razón. Draco.

—Sí- nosotros ya nos vamos. Nos vemos luego, Ella —dice Hermione, arrastrando torpemente a Harry y Ron fuera del pasillo. Rápidamente les digo adiós, antes de volverme una vez más hacia Draco.

—Hey —sonrío, acercándome más a él.

—¿Por qué estabas abrazando a Potter y a Weasley? —pregunta, su pálida cara arrugada en cuestionamiento.

—Harry, Ron y Hermione —corrijo, confundida por su tono molesto.

—Es lo mismo —él rápidamente pasa por alto—. ¿Pero por qué?

—Porque son mis amigos- —algo que de repente se me aparece, me interrumpo a mí misma—. ¿Estás celoso?

Levanto una ceja, mientras su pálida cara se ruboriza con un ligero tinte rosado. No puedo evitar sonreír por lo adorable que es. Nunca pensé que sonrojarse era algo de lo que Draco Malfoy fuera capaz.

—¿Y qué si lo estoy? —él responde, con un indicio de incertidumbre en su voz. Mi sonrisa se suaviza, y doy un paso más cerca de él, descansando una mano sobre su musculoso pecho.

—Que no tienes que estarlo.

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