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—Es fácil, HyeSun —sonrió brevemente Rosé—. Kim es tan descuidada que cuando te acerques no va a dudar en seguirte el juego. Siempre ha sido así y no va a cambiar.

La joven tendió a reír brevemente, emocionada con todo lo que la rubia le estaba contando.

—¿Estás totalmente segura?

—Claro que sí. Ella nunca se va a negar ante una chica tan linda como tú.

La pelirroja sonrió tímidamente, cruzando los brazos a la altura de su pecho y haciendo miles de ideas ante la posible relación que pudiera tener con la atractiva e inalcanzable Jennie Kim.

—Cuenta conmigo, haría todo por ella.

Rosé sonrió una vez más con falsedad, evitando a toda costa rodar los ojos ante lo estúpido que sonó aquello.

Quiero ponerte a prueba Kim. Veamos cuanto te dura.

—¡Oh y mira! —exclamó Park dirigiendo su mirada al inicio del pasillo—. Allá viene la dizque parejita —soltó con sarcasmo.

—Agh, en serio detesto a esa chica. Creo que solo ha ido detrás de Jennie unnie para rogarle que esté con ella —HyeSun hizo una mueca de disgusto y las miró con enojo.

Rosé rió ante lo dicho. Lo que realmente le fastidiaba era que Kim siempre obtenía lo que quería.

—Ya, Nini. Debo ir a clases —comentó algo cohibida.

Resulta que habían llegado temprano como de costumbre y ambas iban por el pasillo con los meñiques enlazados. Sonriendo y conversando con naturalidad.

—Pero aún es temprano —puchereó mientras miraba a Lisa de manera preciosa.

—Tienes examen en Química, debes ir a repasar un poco al menos —contestó mientras apegaba aún más el libro de dicho curso que le pertenecía a Jennie.

—Pero ya tengo suficiente con lo que repasamos ayer —la castaña se deshizo del agarre y se puso detrás suyo. Rodeando con sus brazos aquella pequeña cintura y acomodando su mentón en el hombro adverso—. Eres la mejor profesora del mundo~ —canturreó dulcemente, besando su sonrosada mejilla.

—Hey —se quejó falsamente. Porque la verdad era que Lisa adoraba cuando Jennie la consentía demasiado.

Siguieron caminando lentamente, conversando con complicidad y cariño. Quien quiera que las vea podía juzgar que eran una pareja más en aquella universidad. Una pareja dulce y especial.

Una pareja única a las demás.

Ya que emanaban un aura tan cálido y especial que entre los ojos de Jennie y Lisa solo podían transmitirse paz y felicidad genuina.

—¿Nos veremos en el receso verdad? —inquirió la mayor, interrumpiendo el breve lapso de silencio entre ambas.

—¿Cuando hemos estado separadas? —bromeó, mientras en su rostro se surcaba una leve sonrisa.

—Sí, tienes razón —Jennie empezó a frotar su nariz delicadamente en el cuello de la contraria. Sintiendo la suavidad de su piel y la dulce fragancia que podía aspirar de esta. La pelinegra solo se sonrojó más—. Es inevitable, no me quiero separar de ti —depositó un corto beso ahí. Sin embargo, fueron interrumpidas por el timbre de la campana.

Kim siseó por lo bajo, no era mentira el no querer estar lejos de Lisa.

—Ya escuchaste, es mejor que vayas, estudies un poco y traigas la mejor nota —habló dulcemente.

Jennie asintió separándose aunque no quisiera. Durante el transcurso de los días tuvo que reflexionar que si quería borrar aquellos malos aspectos de su persona, tenía que mejorar en ciertos ámbitos. Uno de ellos era el académico, que aunque no era grave, sabía que tenía que ponerle más empeño y dedicación a sus estudios, exposiciones y trabajos. Tampoco es como si quisiera decepcionar a su preciosa
tailandesa.

—Bien, tú ganas.

Lisa sonrió complacida y cerró sus ojitos al sentir de nueva cuenta el casto beso de Jennie en su coronilla. Una costumbre muy dulce y que adoraba tanto.

—Te deseo mucha suerte, Nini. Nos vemos luego.

La mencionada la miró con ternura y se ajustó la mochila al hombro.

—Te buscaré a tu salón.

Y así, ambas fueron por caminos distantes hacia sus respectivas clases.

—¿Qué pasó, Lisa? —cuestionó la azabache—. Tú siempre llegas puntual a las clases.

—Hola Soo. Sí, estoy bien, gracias por preguntar —bromeó.

—Ay, lo lamento —sonrió angelicalmente—. Pero qué pasó. ¿Otra vez Jennie? —esta vez sus gestos fueron más sugestivos, claramente con el objetivo de fastidiarla. Lo único que recibió fue un zape en su frente—. ¡Hey!

—Ya señorita fastidiosa —sonrió ella esta vez—. Pero bueno, sí estuve conversando con ella. Hoy tiene un examen muy importante.

—Ustedes desparraman azúcar por doquier. ¿Por qué siempre comen delante de los pobres como yo?

—Yah~ —le reprochó cohibida y la mayor sonrió ampliamente, soltando leves risitas—. No digas esas cosas.

—Está bien —concluyó—. Oye, creo que el profesor de Economía no vendrá.

—Sí creo que sí, él siempre llega puntual. Ni un minuto antes ni un minuto menos.

—Ojalá sea así, no dormí bien anoche y dudo poder prestar atención a sus clases.

Lisa solo rodó los ojos. Apostando a que fue causa del Xbox.

—Y dijiste que Jennie tiene examen. Lo lamento, pero sabes que aún me cuesta creer que está comenzando a ser más responsable.

—¡Oye!

—Las cosas como son —se encogió de hombros.

—Pero es lo mejor. Aún sea difícil para ti, ambas sabemos que es lo mejor para Jennie.

—Tienes razón. ¿Y de qué curso tomará?

La pelinegra acarició con su pulgar el borde del libro que minutos antes dejó en la carpeta, lentamente bajó su mirada.

—Pues Química —Jisoo asintió con calma—. ¡Ay no! —sus ojitos se abrieron en sorpresa mientras gritaba aquello.

—¿Qué pasa? —ahora la coreana sonó alarmada.

—Me olvidé entregarle su libro. ¿Cómo va a repasar? ¡Soy una distraída!

—Tranquila, solo ve a su aula. De seguro ya se dio cuenta y quizás está caminando hacia acá también.

—Sí, en hora buena el señor Choi no asistió hoy —suspiró.

—¡Apresúrate y no juegues con tu suerte!

Lisa asintió, tomó el libro y rápidamente salió de su salón. Agradecida de saber que no corría riesgo alguno. Bajó por las escaleras, tratando de no demorar pero a la vez ir con cuidado. Volvió a tocar la superficie del piso e hizo un pequeño esfuerzo en tratar de recordar por donde era exactamente el salón de Química.

—Aula B-089, sí ese es —murmuró, corriendo esta vez hacia el lugar.

Se detuvo al saber que estaba cerca al pasillo correcto, trató de regular su respiración y se dispuso a caminar.

Unos cuantos pasos fueron los que Lisa avanzó. Hasta que una imagen que realmente no hubiera querido ver, se plantó ante sus ojos.

Sus redondos labios se entre abrieron y, ahora los golpeteos de su corazón empezaban a ser pesados y dolorosos.

Jennie se estaba besando con una pelirroja.

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