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—¿D-de qué hablas? —logró pronunciar Lisa.

—¡De que Jennie no tiene la culpa de lo que pasó! —alzó la voz la azabache—. ¡Roseanne, dilo ya!  

—Pero primero tengo que salir —se quejó la rubia, no aguantaba estar unos minutos más ahí con Kim, su corazón latía demasiado rápido y los nervios estaban a flor de piel.

—Sé que puede ser incómodo, pero quiero aclararlo con ustedes juntas.

—Pero esta no es la mejor manera —respondió Jennie, con voz neutra y segura. Por un momento, creyó que sería una gran oportunidad para poder conversar con la pelinegra, pero al verla distante y totalmente incómoda, supo que quizás su presencia le era desagradable.

—Ya cállense ambas, por favor —pidió Jisoo mientras recostaba su espalda en aquella puerta. Para ella estaba más que claro que no las dejaría salir hasta que arreglen todo ese enrollo innecesario entre ambas.

—Lisa, yo solo quería decirte que nada de lo que tú viste esa mañana fue a causa de Jennie.

—¿Esa mañana? —frunció el entrecejo—. ¿De qué hablas exactamente?

—Aquel en donde viste a HyeSun besando a Jennie.

Lisa enmudeció sorprendida y la castaña tampoco se quedó atrás. ¿En verdad Park iba a cumplir con lo que dijo? Rápidamente sus ojos fueron a analizar todas y cada una de las facciones de la pelinegra, anhelando que esta por fin pudiera creerle.

—Y si te preguntas de cómo es que lo sé. Pues es tan simple y quizás decepcionante para ti... —sonrió apenada, siendo únicamente observada por la mayor de todas que estaba a su costado—... Pero es que todo esto fue a causa mía. Nadie más que yo tuvo la culpa lo que pasó aquella vez.

—¿Qué? No te entiendo nada. Rosé, no estoy para tus juegos y Jisoo, eso también va para ti —alzó la voz al reprocharles por la conversación.

—No, Lis —dijo la castaña, evitando no entrar en pánico por la actitud de Manoban—. Por favor, escucha lo que te va a decir Rosé, por favor —suavizó su voz ante la última frase.

La tailandesa sintió como sus manos fueron delicadamente tomadas por las de Jennie, ambas mirándose fijamente. Con aquel brillo especial reluciendo el sincero amor que se tenían.

—Y lo lamento en verdad —prosiguió—. Yo fui quien le dio la idea a HyeSun para que besara a Kim. Ella está casi obsesionada con Jennie y no se negó.

—Yo también soy consciente del cambio de Jennie —la voz de Jisoo se hizo presente—. Y ya te lo dije aquella tarde en tu apartamento. Las personas más cercanas a ella nos hemos dado cuenta. Es tan tonta cuando se trata de ti —canturreó como si lo que dijo fuera lo más obvio.

Lisa sonrió tímidamente, haciendo de sus ojitos se achicaran medianamente. La castaña sentía que su cuerpo no podía soportar tanta dulzura, su chica era simple y llanamente hermosa.

Ambas bajaron las miradas, una más apenada que la otra. Sin siquiera soltarse de las manos.

—Yo también lo entendí y es por eso mismo que me di cuenta que había cometido un error —aclaró Rosé esta vez—. Aquel beso fue contra su voluntad y no pienses en lo que dijo HyeSun, como te lo dije, ella está loca y sería capaz de hacer cualquier cosa como lo que yo se lo propuse.

—Así que tienen mucho tiempo para poder conversar sobre esto, estaremos pendientes —finalizó Jisoo, colocando su mano en la boca de la rubia—. Cuando salgan, si es necesario se lo dices todo con exactitud —susurró para alejar a Rosé de la puerta.

La más alta asintió varias veces.

—¿Cuánto crees que demoren?

—No lo sé, pero volvamos en, ¿media hora? —se encogió de hombros—. Lo importante es darle privacidad.

Rosé pareció aceptar la idea, por lo que junto a Jisoo, se fueron alejando del salón para dirigirse a la entrada de aquel pasillo.

Un silencio profundo se hizo presente en toda el aula. Jennie inhaló hondamente todo el aire que pudo en sus pulmones, para luego exhalar con lentitud. Decidiendo hablar y aclarar todo de una buena vez o, eso pensó hasta ser interrumpida por la suave voz de Lisa.

—¿Entonces es cierto lo que dijeron? —la coreana alzó la vista, chocando con aquellos preciosos orbes oscuros

—¿Sobre qué?

—De que eres despistada cuando se trata de mí —respondió con una leve sonrisa y un lindo rubor en sus mejillas.

—No, despistada no —sonrió de lado, ganándose la confundida mirada de la contraria—. Yo soy una tonta por ti, Lis.

El sonrojo se hizo más efusivo, haciendo que Lisa se tensara y diera por terminado el contacto visual, llevando su mirada hacia algún otro punto en la pared. Jennie sonrió ampliamente, soltando las manos de la pelinegra para atraerla hacia ella, sujetándola suavemente por la cintura y haciendo que Lisa recostara su ruborizado rostro en su cuello.

Las delgadas manos de la tailandesa se detuvieron en el pecho de Kim, sintiendo como el aura era tan cálido y perfecto. La había extrañado demasiado.

Jennie más que complacida y enamorada, acercó su rostro al contrario, rozando con su nariz la tersa mejilla de Lisa, dejando un casto y corto beso ahí también. Su boca fue hasta la oreja de la menor, haciendo que su acompasada respiración alterara más el corazón de la contraria. Sonrió al verla cómoda y susurró: —Soy una tonta por ti —una vez más.

Lisa arrugó su nariz, removiéndose un poco al sentir como una cálida y hermosa sensación embriagaba todo su ser, haciendo que su corazón siguiera su latir de manera suave y acompasada.

Porque Jennie podía causar tantas sensaciones en ella y de eso no había duda.

—Lamento por los días que te evité —habló bajito, acurrucándose adorablemente—. Por haber dudado de ti.

—No, no te disculpes. Yo creo que estuviste en todo tu derecho —suspiró—. El problema en un comienzo fui yo. Siempre tuve aquella ideología de que el amor no era más que una pérdida de tiempo, un desorden emocional que al fin y algún día terminaría.

Jennie se separó apenas unos centímetros, esta vez para acunar entre sus manos el precioso rostro de Lisa. Conectando ambas miradas, y sonriendo levemente por el simple hecho de que la pelinegra también lo hacía.

—Pero llegaste tú e hiciste que rompiera mis propias reglas —la mirada de Lisa brilló, sintiéndose conmovida—. Me descolocaste por completo y comprendí también que alguien como tú merecía lo mejor. Tengo mis defectos, pero aun así quise mejorar aquello para ti, para poder merecerte —acercó su rostro al de la tailandesa, juntando ambas narices y rozando con una dulce sutileza sus labios con los finos belfos contrarios—. Sé que no soy perfecta y que mi manera de ser no fue la mejor antes de que llegaras. Pero cuando te digo que estoy enamorada de ti, es porque en verdad lo estoy y, si antes tenía miedo, ahora no puedo pensar en otra cosa que no sea vivir esta y las demás etapas junto a ti. ¿Me darías tan solo una oportunidad para demostrarlo?

Lisa sonrió con algo de emoción y timidez, colocando sus manos sobre las de Jennie.

—Sí, sí quiero.

La sonrisa de la coreana se hizo más amplia y pidiendo cierto permiso con la mirada fue acortando la distancia. Uniendo ambas bocas en un sincero, acompasado y casto beso. Los brazos de Lisa rodearon el cuello contrario, elevando un poco el rostro para un mejor acceso, sintiendo las suaves caricias que las manos de Jennie hacían sobre sus mejillas.

Sus corazones tomaron una carrera más agitada, el tacto de sus labios se movían de manera sutil y acompasada, como delicadas caricias en terciopelo. Sus respiraciones se fundieron cálidamente hasta que se les hizo falta el aire. El ósculo culminó con un breve chasquido, ambas mirándose con profundo amor.

—Gracias por todo esto —susurró Kim, abrazándose a la fina cintura de la pelinegra y llevando su rostro al cuello adverso.

Lisa sonrió levemente, con las manos reposando en su pecho. Una vez más se dio cuenta que estaba equivocada, que a veces hay dificultades cuando uno decide atreverse a realizar nuevas cosas y sentir nuevas experiencias. Pero cuando uno sentía que estaba con la persona correcta, tan solo era cuestión de seguir por aquel extenso y conocido camino; el camino del amor.

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