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—Hey, espera un momento —habló la rubia, siguiendo a Kim por toda la extensión del pasillo.

La mencionada rodó los ojos, estaba cansada de la insistencia de Rosé desde hace ya dos días. Resopló conteniendo su enojo y giró sobre sus talones para encarar a la adversa.

—¿Qué quieres, Park? —intentó notarse neutral y tranquila, pero tal vez las facciones de su rostro no demostraban tan bien aquello.

—Yo solo quería avisarte que hablaré con Lisa —carraspeó incómoda—. En verdad lamento todo lo que hice, en serio lo lamento.

—¿Por qué dices esto? —frunció el entrecejo—. No debes preocuparte. A nadie debe interesarle lo que pase y haga con mi vida. Solo déjame tranquila —hizo el ademán de irse, más la mano de la neozelandesa en su brazo la detuvo.

—Solo quiero arreglar las cosas. Así como tú me lo dijiste... —se detuvo y dio un leve suspiro—... Somos humanos y cometemos errores como tal.

Jennie hizo un pequeño mohín, lo que Rosé había dicho era muy cierto.

—Lo reconozco, sé que hice mal —la miró fijamente, tratando de transmitir la realidad de sus intenciones.

La castaña tenía aún el beneficio de la duda. ¿Podía ser cierto lo que Park le decía? Ya no sabía que pensar, estaba tan cansada física como mentalmente.

Aquellos dos días después de la discusión con Lisa fueron realmente complicados. Por más que la buscaba para darle la verdadera razón de todo, la pelinegra no hacía nada más que evitarla.

Jennie se sentía perdida. ¿Cómo llegaron a tal punto? Si antes a la castaña le hubieran dicho que estaría completamente enamorada de una chica totalmente diferente a ella, de seguro se reiría estruendosamente. Pero a veces siempre pasa cosas inesperadas. ¿Cierto?

—Solo quería decirlo —culminó la rubia, soltando a Kim para irse por el camino contrario.

Lisa dio un suspiro cansino, por fin la clase de Trigonometría había terminado. No quería ver más de fórmulas y números por ese día, su cuerpo pedía a gritos ir a su apartamento y acurrucarse con Luca. Aquello sí que sonaba perfecto.

Para la pelinegra era extraño, se sentía extraña. ¿Desde cuándo le aburría uno de sus cursos favoritos?

Lo único que podía merodear por su cabeza era todo lo relacionado con Jennie. Y realmente se maldecía internamente por eso. Se sentía ridícula por no poder dejar de pensar en aquella castaña y en lo que Jisoo le había dicho después.

Se sentía confundida, desorientada en las millones de posibilidades de lo que pasaría si hacía algo o no. Sumado a ello, Lisa tenía algo de vergüenza el conversar o estar cerca de Jennie, por lo que se le ocurrió tratar de evitarla. Siempre se recriminaba el haberle reclamado por algo que no tenía sentido. Después de todo la pelinegra sabía que no había algo oficial o, al menos para ella. Y si se ponía a pensar, aquello realmente la decepcionaba, la hacía sentir herida.

Suspiró fuertemente, asegurándose como más de mil veces que su vida era un completo desastre. Para Manoban todo sería más fácil si nunca se hubiera atrevido salir de su zona de confort, si no habría aceptado el arriesgarse por alguien más en contra de todas sus inseguridades.

Guardó todas sus cosas en la mochila y esperó a que los demás salieron del salón. Se sintió aliviada al notar que el lugar ya estaba vacío y sin más que esperar fue a buscar a Jisoo en la planta baja de la facultad, específicamente donde estaba el aula de Historia Universal.

Ajustó el tirante de la mochila y empezó a caminar apresuradamente, temiendo chocar con Jennie.

—¡Lisa! —la nombrada sintió por un momento que se había quedado sin escapatoria, sin embargo pudo reconocer la voz. Suspiró sintiéndose liviana, al menos no era Kim. La pelinegra esperó a que Rosé terminara por acercarse, saludándose ambas de manera amigable.

—Lisa, necesito que me ayudes con algo.

—¿Sobre qué? —cuestionó curiosa, si bien no era tan cercana a la rubia, era su compañera de clase y le tenía cierto aprecio.

—El profesor Byun me pidió que recogiera los exámenes del salón B -097 para llevarlo a la sala de profesores —carraspeó levemente, esperando a que Lisa no se negara—. Pero no puedo porque ahora mismo voy para la práctica de natación, no tengo casi nada de tiempo y aún no me he alistado. Por favor, solo por hoy.

Lisa arrugó su naricita, un tanto disconforme porque la petición de la rubia arruinaba el itinerario de su tiempo de descanso.

—Por favor, solo te tomará menos de tres minutos. El aula y la sala de profesores están en el primer piso. Solo gira la perilla ya que no usé su llave —juntó sus manos y las apegó a su pecho.

—Bueno, supongo que no es algo tan difícil —habló lentamente, accediendo antes de arrepentirse siquiera.

—¡Gracias! —Rosé sonrió ampliamente—. El salón ya debe de estar vacío, solo entra y saca el portafolio de exámenes. ¡Gracias! ¡Te debo una!

Sin mas, la rubia tomó su mochila entre sus manos y se fue corriendo al tercer nivel del edificio. Desapareciendo del campo visual de Lisa.

La pelinegra se encogió de hombros, restándole importancia y yendo de una vez hacia dicho salón. Bajó los escalones uno a uno con pereza, sujetándose de la barandilla mientras por su mente divagaba la preciosa sonrisa de la chica por la cual cayó enamorada.

Entró por el segundo pasillo, leyendo la placa de cada puerta. Unos cuantos pasos más por toda la extensión y suspiró aliviado al encontrar dicha aula. La puerta se encontraba levemente abierta, por lo cual solo sujetó la perilla delicadamente, empujando en silencio para no interrumpir a alguien si es que estuviese adentro. Una vez que estuvo dentro, la imagen de una chica de espaldas ante ella, la sorprendió.

—Jisoo, no encuentro el maldito portafolio.

La tailandesa dio un respingo ante aquella firme y melodiosa voz.

Era Jennie.

—Joder, Kim. No juegues y habla —la castaña se quejó estresada y dejó los papeles en el escritorio, dando media vuelta para encarar a la contraria. Sus ojos se abrieron desmesuradamente, no creyendo que la presencia de Lisa frente a ella fuera real.

Con tan solo dar un paso, la pelinegra se puso demasiado nerviosa, retrocediendo para salir lo más rápido posible. Tomó la perilla, pero extrañamente alguien fuera del aula hizo lo mismo, y de un fuerte jalón la cerró por completo. Con las palmas de sus manos, empezó a golpear la puerta, casi con rapidez y desesperación.

—¡Abran la puerta! ¡Quién quiera que seas, no puedes hacer esto! —elevó la voz, entrando en pánico al estar encerrada solamente con Jennie. Su día no podía empeorar.

Kim se acercó a la pelinegra y la tomó delicadamente por la cintura.

—Déjamelo a mí.

Ante el contacto, la menor se alejó al instante, totalmente ruborizada y apenada.

—¡Oigan, abran la puerta! ¡No estoy de ánimos para una estúpida broma! —dictaminó tratando de sonar enojada.

—¡Lo siento chicas!

Jennie maldijo entre dientes, sabiendo a quien le pertenecía aquella grave voz.

—¡Kim Jisoo! —gritó—. ¡¿Es enserio?! ¡No vuelvo a hacerte algún favor!

—Yo también les debo unas disculpas.

—¿R-Rosé? —preguntó esta vez Lisa con confusión. ¿Qué clase de estúpido cliché era todo esto?

—Roseanne Park, abre la maldita puerta —gruñó Jennie totalmente fastidiada—. Su maldita broma está incomodando a Lisa.

La pelinegra bajó la mirada hacia sus manos, sintiendo la cálida y profunda mirada de Jennie sobre ella.

—No pueden jugar con su bienestar —agregó—. Lisa, en serio lo siento por haberte mentido, pero no puedes alargar algo como esto con Jennie. Ella en verdad está enamorada de ti —habló la rubia.

—Park —le advirtió la castaña—. No puedes dejarnos aquí —ignoró lo dicho por la mencionada.

—¡Cállate Kim! —defendió Jisoo—. ¡Lisa! Solo escucha a Rosé, tiene algo importante que decirte.

La pelinegra algo más que confundida, se puso al lado de Jennie y se apegó a la puerta.

—¿Sobre qué?

—Sobre algo estúpido que hizo. ¡Auch! ¡Pero es la verdad! —se escuchó la queja de la azabache.

—Bueno... quizás no es la mejor manera de decírtelo, pero debo hacerlo de igual manera con Jennie presente.

—No estoy entendiendo nada —musitó Lisa.

—La razón es que... Uh, pues yo... —titubeó la más alta de todas.

—¡AHH, KIM NO BESÓ A ESA MALDITA CHICA! ¡ESO ES TODO! —se escuchó el grito irritado de Jisoo en todo aquel lugar. Callando a Rosé y haciendo que la pelinegra se descolocara por completo. ¿Eso era parte de una broma o le decía en serio?

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