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—Bien, yo voy por la mochila y unas cuantas cosas —habló Jennie bien entraron al lugar—. Tú anda por los snacks y las galletas.

—¿Y las frutas? —alzó una ceja.

—¿Qué? No, Lisa —se quejó apunto de parecer una pequeña niña.

—No pienso comer solo esas cosas —esta vez se cruzó de brazos, mirándola fijamente para poder ganar la diminuta discusión.

—Ah... —suspiró hondamente—. Está bien. Compra las necesarias para ti.

—Tú también comerás, Kim, ni creas que dejaré que te llenes con solo esa clase de cosas.

—Sí, lo que tú digas —volteó para poder rodar los ojos, sonriendo con diversión al estar totalmente segura que no le haría caso en absoluto—. Nos vemos en la sección de bebidas.

Lisa asintió levemente y terminó por irse a tomar una canasta. Una vez lista, emprendió camino hacia los estantes repletos de frituras que a la mayor le encantaban. Pasó bastante tiempo cuando pensó que tenía lo suficiente, yendo después a la sección de frutas para llevarse envases de manzanas, naranjas y duraznos frescos.

Los minutos pasaron, soltó un suspiro sintiéndose satisfecha y recordó ir a la sección que justamente Jennie le había indicado, esperando a la vez que Jennie ya hubiera concluido con sus respectivas compras.

Grande fue su sorpresa al no verla ahí. Simplemente se encogió de hombros y decidió caminar por los pasillos hasta poder encontrarla.

Kim relamía sus labios, analizando con la mirada los productos que estaban frente suyo. Resopló, tomando un par de bloqueadores y cremas humectantes para poder acomodarlas en la canasta juntos a algunos accesorios que ya había escogido.

Sacudió su cabello con normalidad y justo antes de dar media vuelta, una aguda voz tuvo que detenerla.

—¡Hola! —dirigió su mirada a la joven chica, sintiéndose confundida ante el atrevimiento que esta tuvo.

—Ah, hola —realmente dudó. ¿Era buena idea seguirle la conversación?

—Hey, Jennie unnie. ¿A dónde vas con todas estas cosas? —sonrió ampliamente, tomando un mechón de su cabello para hondearlo con sus dedos. Un claro acto de coquetería y dulzura.

La mencionada frunció el ceño.

—¿Cómo sabes tú mi nombre? Lo lamento, pero no tengo idea alguna.

La chica soltó una suave y armoniosa risa.

—¡Oh, vamos unnie! Tal vez no sepa de mi existencia pero ambas asistimos a la misma universidad. Usted es la chica más popular y guapa de ahí.

—Oh —calló tajantemente.

—Y bueno. ¿A dónde va con todas estas cosas?

—De paseo.

—¿Sola? —inquirió mirándola con ansiedad.

—¡SunHee! ¿Dónde diablos estabas? —una pelinegra se acercó con rapidez, tirando del brazo de su amiga.

—No hagas ruido, YoungMi —le recriminó, para luego susurrarle al oído:—. Ella es la chica de la que te estaba hablando.

La pelinegra agrandó los ojos en sorpresa y se disculpó con ambas, excusándose con que le faltaban muchas cosas por comprar.

—Wow, es una gran coincidencia el habernos encontrado —Kim la sentía tan fingida. ¿Porqué no podían ser tan sinceras como Lisa? Ah, desde la primera vez que coincidieron en la misma clase, Jennie supo que ella era diferente.

—Uh, sí —la castaña se estaba incomodando. No tenía interés en absoluto de seguir hablando—. Mira yo ahora estoy sa- —fue interrumpida.

—No me has contestado.

—¿El qué?

—¿Piensas ir de paseo sola? —sonrió juguetonamente, acercándose de a poco.

—No, en realidad yo- Detente —las delgadas manos en su pecho la pusieron en el alerta. O lo fue hasta que sintió un tirón en su brazo izquierdo, haciendo que su cuerpo se desnivelara levemente por la fuerza ejercida.

—¡Jen! —la suave voz de Lisa hizo acto de presencia. La castaña abrió desmesuradamente sus ojos, no sabiendo si aquel encuentro era bueno o malo.

—L-Lisa —habló como pudo—. No es lo que parece, yo... —la chica se separó notoriamente, observando con confusión la actitud de Kim, quién ahora estaba detrás del cuerpo de la tailandesa.

—Hey, espera. ¿Desde cuándo te comportas así? —cuestionó ella, aludiendo como si todo aquello solo fuera una simple broma.

—Desde que es mi novia —respondió Lisa, con firmeza y una seguridad que hasta ahora ella misma no lo creía. Pero es que simplemente aquella escena y el comportamiento de la chica la
habían sacado de sus casillas. Manoban por fin había dado con el paradero de la mayor y justo antes de siquiera acercarse, notó como la pelirroja fue rápidamente hacia ella también, ganándole en la carrera de por sí.

—¿Disculpa? —habló nuevamente, sonriendo con burla—. Debes estar jugando, es un pésimo chiste.

—No, no te disculpo —resopló con fuerza—. ¿Crees que tengo tiempo cómo para jugar con personas tan aventadas como tú? —casi gruñó, viéndose sumamente adorable para cierta coreana.

—Hey, ya. No le hagas caso —Jennie acortó la distancia y aun estando detrás de Lisa, la sostuvo de la cintura suavemente.

—¡Ella empezó!

Kim sonrió sintiéndose extraña y a la vez muy feliz, había pensado que Lisa malinterpretaría todo. Pero grande fue su dicha al saber que aquella preciosa chica estaba simplemente celosa. Era la primera vez que la veía así y le causaba mucha curiosidad.

—¿Entonces es cierto, Jennie? —para ese entonces la pelirroja estaba empezando a enojarse.

—Iba a decírtelo —se encogió de hombros—. Lo iba a hacer hasta que te me acercaste de manera fea y rara —intentó bromear, viendo el horrorizada rostro de la joven.

—Agh, estúpidas —fue lo último que dijo, volteando cual diva y caminando a paso seguro; pero a pesar de todo, su ego había sido tocado cruelmente por la humillación y ella lo sabía.

—¿Estúpidas? —preguntó indignada—. Ella viene fresca tal cual lechuga a sobrepasarse contigo. ¿Y nosotras somos las estúpidas? —frunció aún más el entrecejo, a la par que su naricita se arrugaba con ternura.

—Ya, tranquila —intentó rodear el cuerpo de Lisa.

—No, tú tampoco me toques. ¿Por qué permitiste que se te acercara?

—Simplemente no quería ser tan grosera.

—Ajá, sí —desvío la mirada para cruzarse de brazos.

—Entonces... ¿Ya soy tu novia? —arqueó una ceja, con una sonrisa ladina y la diversión en su voz. Ignorando el leve enojo que tenía la pelinegra.

Las mejillas de Lisa se encendieron de un lindo color carmesí, mordiendo suavemente su labio inferior.

—Oh, ya cállate. No, no te me acerques —advirtió al ver que dejaba la canasta en el suelo y volvía a extender sus brazos—. No, Jennie —la mencionada no obedeció y apresó su cuerpo en medio de un difícil abrazo debido a la fuerza que esta oponía.

La menor podía enojarse miles de veces, pero Jennie siempre iba a verla con pura adoración.

—Estabas celosa. ¿Cierto? —prosiguió cuando Manoban ya estaba más relajada, decidiendo por fin soltarla.

—No, simplemente no me gustó la actitud de esa chica —se encogió de hombros.

—Sí, claro.

—Yo no soy como tú —se defendió.

—Yo no dije eso y además eso está más que claro —aceptó sin dificultad—. Tú eres como todo un pollito pequeño y adorable, hasta cuando te enojas lo eres —picó con su dedo índice en su mejilla.

La tailandesa trató de no avergonzarse, dándole un suave golpe en la mano para que no la tocara.

—No soy ningún animal —habló inconscientemente con puchero.

—Ahora vamos, que a decir verdad hasta ya me está dando hambre.

Lisa volvió a ponerse a la delantera. La castaña sonrió ampliamente, tomando su canasta y corriendo para poder alcanzarla, envolviendo su cintura con firmeza, acomodando su mentón en el hombro adverso y así seguir el camino que les quedaba.

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