Dieciséis: Conociendo a los Sim p.2

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

+18 en la parte final del capítulo. Aleluya por estos dos, por fin se les quitaron las ganas. Disfruten:P.


Sunghoon mira con ojitos brillantes cada una de las cosas a su alrededor. Los enormes árboles y animales paseando libremente lo hacen abrir la boca con sorpresa, teniendo que resistir los deseos correr por todas partes tal cual niño pequeño. Se voltea hacia su novio con los ojos bien abiertos en el instante en el que un hombre pasa a su costado arreando un rebaño de borregos.

—Cuando dijiste que vendríamos a casa de tu abuela, me imaginé algo totalmente distinto —dijo, aun analizando los alrededores con incredulidad. Estaban en una maldita finca, una que le pertenecía a la familia Sim. Jake rio ligeramente y después se alzó de hombros.

—¿Sorpresa? —bromeó. El pálido lo miró reprochante solo para acabar riendo segundos después. El mayor nunca dejaba de sorprenderlo —. Este lugar en realidad pertenece a mi abuela y mis tíos, a mi papá le gustaba colaborar de vez en cuando, pero trabajar en la finca toda su vida no era su pasión.

Sunghoon asintió, entendiendo.

—Su verdadera pasión era la música, ¿No?

Jake sonrió pequeñito.

—Exactamente —respondió, deslizando su brazo sobre los hombros de su novio. Lentamente fueron acercándose con la intención de unir sus labios en un beso tranquilo, sin embargo, chillidos eufóricos los hicieron sobresaltarse.

—¡Tío Jake!

Pequeñas pisadas y risitas infantiles llenaron el ambiente. El moreno abrió sus brazos para recibir a todos sus sobrinos, quienes corrieron emocionados hacia él. Sunghoon sonrió enternecido al verlo interactuar con el trío de niños.

—¡Están enormes! —Sim soltó alegremente, abrazando a cada niño para después revolverles las cabelleras con cariño. Minhyung, Yejun y Hani rieron para después posar cada uno sus ojitos sobre el pálido a su costado.

—¡Qué bonitos ojos! ¡Mamá! ¿Por qué yo no los tengo así? —chilló Hani, corriendo a los brazos de una mujer castaña quién rio ante las palabras de su hija. Sunghoon enrojeció en cuanto comprendió lo que la niña había dicho. Park había dejado de usar sus lentillas desde hace mucho tiempo, llevando orgullosamente sus ojos bicolor descubiertos y construyendo poco a poco su confianza. Aunque aún se apenaba cuando las personas decían halagos sobre su heterocromia.

—Tío Jake, ¿Él es tu novio? —Minhyung le pregunta, tirando suavemente del borde de su pantalón. El Sim de cabellos grises asiente, tomando la pálida mano bajo la atenta mirada de todos los Sim.

—Familia, él es Sunghoon. Mi novio.

Él hizo una corta reverencia, apretando con un poco más de fuerza la mano del mayor cuando fueron envueltos por un silencio sepulcral. Jake, sabiendo que ese acto era una de sus señas de nerviosismo, buscó pasar su diestra de su mano a su cintura, acariciando un poco la zona para calmarlo.

—¡Ay, qué lindo! Está nervioso —chilla una de sus tías, provocando que las tiernas mejillas de su novio se calienten.

—Tranquilo, muchacho. No te haremos nada. Nos han hablado mucho de ti —Dokyeom, uno de sus tantos tíos le dice a su novio en un intento de darle confianza. Sunghoon agradece internamente el gesto pues casi llora ahí mismo ante tanto silencio.

La matriarca Sim interviene al notar que la familia ha empezado a rodear a la pareja. Por Dios, debían darles un respiro antes de que el verdadero interrogatorio comenzara.

—Sunghoon, muchacho. Bienvenido a la finca Sim —la anciana le dice al pálido, quien asiente y agradece en voz baja. Se siente un poco cohibido pues hay muchas miradas puestas en él, pero la mano de su novio sobre su cintura le infunde gran calma. Saber que Jake está ahí dándole soporte siempre le daba el valor para enfrentar cualquier cosa —. Pasen, pasen. Tenemos toda una celebración por delante.

La mujer los invita a ingresar a la gigante casa rústica pero enormemente costosa. Sunghoon casi se siente mal de estar pisando su suelo, hasta que voltea de reojo y se encuentra con la sonrisa alegre de su novio. Sin soltar el agarre entre sus manos, los dos obedecen, internándose en la casa hasta llegar al comedor, dónde más miembros de la familia están esperando por ellos.

—Familia, nuestro pequeño Jake por fin se dignó a aparecer —la mujer soltó en cuanto ambos atravesaron el umbral. Jake enrojeció y aún tomado de la mano de su novio, rezongó.

—Abuela... Ya les dije que no había podido venir por mi agenda —protestó con un mohín presente en sus labios. Varios presentes rieron al notar sus gestos enfurruñados.

—Que ya presente al chico —exclamó Roseanne, una de sus primas que estaba sentada junto a un pecoso quién al ver a Sunghoon, sonrió ampliamente.

—¿Sunghoon?

Park enrojeció.

—¿Félix?

Jake parpadeó confundido.

—¿Ustedes se conocen?

Roseanne había arrastrado a su novio con ellos, por lo que ahora veía al pálido de frente. Jay estaba a su derecha palmeándole el hombro con alegría. Estaba totalmente divertido de ver la manera en la que mordía su labio ansioso.

—No esperaba verte aquí, Sung —Lee le dijo, haciéndolo esbozar una sonrisa torpe —. ¿Cómo está el pequeño Jo?

El peligris tenía dos signos de interrogación bien puestos en la cabeza mientras paseaba su vista hazel de su novio hacia su hermanastro. ¡Pero era que no entendía nada! ¡Incluso Félix conocía al menor aun cuando el heterocromático era totalmente receloso con su hermanito!

—Quita esa cara, parece que quieres enterrar a Félix tres metros bajo tierra —Jay le señaló, dándole un sorbo a su bebida de limón. Jake dio un respingo y empezó a sacudir sus manos de manera frenética.

—¡No! No...

El rubio rio.

Jake tragó en seco, notando que su novio lo veía fijamente. Sunghoon le dio una pequeña sonrisa antes de buscar su mano para entrelazarlas por encima de la mesa.

—Sunghoon trabajó conmigo en la pastelería por casi cinco años. Era un excelente empleado, amable y servicial —lo elogió, él rio torpemente cuando recibió varias palmadas en los hombros de parte de varios Sim.

Esperen un segundo. ¿Park Sunghoon era ese chico amable del que su hermanastro siempre hablaba? ¿Quién había estado trabajando con él casi desde sus inicios? Wow, tal parecía que siempre habían estado más cerca el uno del otro de lo que creyó.

Park pudo distinguir la sorpresa en sus ojos porque se alzó de hombros. Él también recién estaba procesando eso.

—Bueno, parece que eso le da puntos. Si sigue así pronto tendrá la bendición de la abuela para que vivan juntos y después la boda —Roseanne lo señaló , haciéndolo sonrojar con fuerza. Jake casi se ahoga con el agua que estaba bebiendo.

—E-en realidad...

—Pff, esos dos ya hasta tienen un hijo.

—¡Jay! —el rubio se alzó de hombros, dándole una sonrisa burlona al peligris. El azabache deseó que la tierra se lo tragara cuando sintió que todas las miradas caían sobre ellos. Jun y Jinyoung, quienes ya sabían todo al respecto simplemente fingían desconocimiento bebiendo de sus propios vasos.

Jake suspiró, dándole un corto vistazo a su novio. Le estaba cuestionando si podía explicarlo, así que Sunghoon asintió suave. En algún punto tendrían que enterarse así que era mejor que fuese más temprano que tarde.

—Sunghoon y yo vivimos juntos con su hermano menor. Los dos somos sus tutores —cuando lo dijo, el comedor se llenó de un abrumador silencio, incomodando a su novio. Jake rápidamente lo notó por lo que le dio un apretón a su mano —. Puede parecer apresurado, pero vamos muy en serio. Ya lo discutimos.

Hace una pausa, mirando a su pareja directamente a sus ojitos de dos tonalidades que brillaban de manera hermosa. Sim sonrió, pues incluso si los demás no estaban de acuerdo, él no se arrepentía de ninguna de sus acciones.

—Amo a Sunghoon y deseo estar a su lado todo el tiempo que él me permita, ser su soporte y su lugar seguro.

La matriarca de los Sim llevó sus ojos miel al pálido.

—¿Y tú, muchacho?

Él ni siquiera titubeó.

—Amo a Jake. Él es todo lo que siempre quise y mucho más. Yo quiero... Deseo que él esté conmigo siempre.

Todos en la mesa sonríen.

—Que así sea, hijo. Jay cámbiale el lugar, deja que Jake esté junto a su novio.

—Pero... —hizo el amago de quejarse, sin embargo, fue totalmente en vano.

—Sin protestas, anda —la mujer de cabellos blancos ordenó y el rubio asintió a regañadientes, Sunghoon se apenó, pero acabó accediendo pues deseaba en el fondo estar al costado de a su novio, quien de inmediato lo tomó de la mano al tenerlo cerca. Él recostó su cabeza sobre su hombro, feliz.

No se había equivocado, la familia Sim era casi tan cálida como Jake.

—¿Y cuándo conoceremos al pequeño bajo su cargo? —Roseanne les cuestionó. La pareja se miró brevemente antes de responder.

—Quizás en las vacaciones —Sunghoon contestó, sonriendo alegremente al final. Seguro Jo amaría ese lugar con toda la naturaleza y animales libres y aunque podría sentirse un poco cohibido al principio, estaba seguro de que los Sim lo harían sentir igual de acogido que a él.

Seguido a su respuesta, trabajadores de la familia comienzan a acarrear todos los recipientes y platos necesarios para la comida. Algunos de sus miembros se incorporan para ayudarles con ello. El ambiente es tranquilo y la fraternidad se siente en el aire, Jake está susurrándole palabras cariñosas y también, de vez en cuando le da pequeños besos en la mejilla, hasta que su abuela lo llama para ayudar con algo en la cocina. Él accedió algo atontado pues Sunghoon recién lo había besado y estaba totalmente enfocado en ello. Park lo deja ir y unos minutos después, se encuentra rodeado de todos los primos y el hermanastro de su novio, quienes le cuentan historias familiares y también, una que otra aventura de Jake adolescente. Él ríe divertido a cada palabra, es emocionante ver la dinámica entre ellos, pues él nunca conoció a su familia paterna o materna. En cierto instante aquello lo hace entristecer, pero el sentimiento se desvanece tan pronto como llega cuando la abuela Sim regresa junto al resto de familiares. La comida empieza tras un breve discurso dedicado al próximo cumpleañero de parte de todos los parientes y una vez que la sala se llena de los ruidos de cubiertos y una que otra risotada alegre, Sunghoon confirma una vez más que hizo la elección correcta.









El peligris se asegura una vez más de que la silla de montar esté perfectamente asegurada antes de ayudarle a su novio a subirse a aquel caballo blanco que era de su propiedad. Una vez que Sunghoon se encuentra sobre el calmado corcel, Jake le indica de dónde sostenerse y él obedece, dejando que Sim guíe al animal desde el suelo. Park ríe alegremente, haciendo que el corazón de Jake se infle con felicidad.

—Todo esto es increíble, me siento como un príncipe —dice, refiriéndose específicamente al fino animal de sangre pura. El hombre deja salir una corta risa y desde el suelo, le pide su palma para después, depositar un beso sobre el dorso de su mano.

—Si tú eres el príncipe, entonces yo soy el caballero de brillante armadura.

Sus mejillas se pintaron de carmín ante su gesto, cosa que enterneció por completo al mayor. Sonrió ávido, dispuesto a continuar con aquello.

—¿Le gustaría un paseo, mi majestad? —ofreció, sin dejar de repartir caricias en su diestra. Sunghoon aunque tenía la cara roja por completo, accedió al asentir suavemente. Jake no esperó más y se subió con facilidad al caballo, indicándole al pálido que se abrazara a su cintura tras haberle colocado un casco de equitación. Su abuelo había sido gran aficionado a ella, por lo que los caballos y el múltiple equipo regado por toda la finca fue obra suya. Fue el mismo hombre quien le enseñó tanto a su padre como a él a montar a caballo y aunque actualmente no lo hace tan seguido, es habilidoso en ello y lo disfruta.

Sim termina de abrochar su propio casco y una vez que todo está bien asegurado, le indica al caballo que avance a paso tranquilo. Park está bien sujeto al torso de su novio, aunque de vez en cuando afloja el agarre para apreciar cosas que le llaman la atención en el camino, cómo los trabajadores maniobrando en el campo, los enormes pastizales repletos de flores que en el clima frío de la estación en la que están relucen maravillosas y uno que otro caballo ingiriendo pasto libremente. Se siente como un niño de paseo y eso lo hace sonreír felizmente.

—¿Quieres ir a ver algo antes de que anochezca? —Jake le cuestiona, recibiendo rápidamente un asentimiento de parte del menor —. Bien, aférrate más fuerte que voy a acelerar, amor.

Sunghoon no objeta y aprieta sus brazos alrededor de la cintura y parte de los abdominales de su novio, no pudiendo evitar sonrojarse al sentir su cuerpo bien trabajado. Alza sus ojitos, dispuesto a distraerse con el paisaje del atardecer alrededor de ellos, pero acaba enfocándose en pocos segundos en la imagen de su novio. Su cabellera grisácea ya algo desteñida y larga se ondea con el viento, su perfil luce serio pues está concentrado en sus acciones y su ceño se encuentra ligeramente fruncido dándole un porte aún más atractivo. Park agradece estar sentado pues si se encontrara de pie, seguramente sus piernas ya le habrían fallado. A veces se le olvidaba que su novio era un hombre de ya casi veinticuatro años malditamente atractivo.

Hundió su cara hecha un tomate en la espalda del mayor, hasta que sintió que la velocidad era lentamente reducida consiguiendo poco a poco el frenar. Jake empezó a descender y una vez que pisó el suelo, le extendió la mano para ayudarlo a bajarse.

—Hemos llegado, mi príncipe —le dijo, dedicándole una sonrisa ladeada. El avergonzado menor le asestó un débil golpe en el pecho a lo que él respondió dando una carcajada.

—¿Dónde estamos? —preguntó, paseando sus ojitos por todos los alrededores hasta que dieron con el tronco y las hojas de un enorme roble adornado con lindas extensiones de luces que caían de las ramas como un rocío de lluvia. Sunghoon también notó que de cada ramificación, colgaban tablas con nombres escritos en ellas.

Volteó a ver a su novio, quien se encontraba observándolo con completa fascinación.

—Mi familia le dice el árbol de la eternidad —explicó, quitándose su propia bufanda para enredarla en el cuello de su chico pues había sentido como una brisa fría los golpeaba. Era invierno ya y no deseaba que el menor se enfermara por nada del mundo. Sunghoon se deja hacer pues amaba ser consentido por el mayor.

—¿Por qué se llama así? —preguntó. Jake suspiró y una diminuta sonrisa se formó entre sus labios.

—¿Ves las tablas en las ramas? —Sunghoon asintió así que continuó —. Este árbol tiene más de cien años existiendo, jamás ha enfermado y menos caído. Generaciones enteras lo han visto crecer y él también a nosotros, en algún tiempo, alguien tuvo la idea de hacer esto. En cada tabla están escritos los nombres de una pareja —Jake busca abrazarlo por la cintura, cosa que él le permite aunque se estremece un poco pues el aliento del mayor le hace cosquillas en el oído —. Dicen que cada pareja enamorada que lo hace, bendice su amor para que sea idéntico a este árbol. Fuerte, indestructible y eterno.

Sunghoon abrió sus párpados con sorpresa, oh, eso era muy lindo.

—Eso es hermoso —musita, ladeando un poco su cabeza a un costado para darle más acceso al mayor a su cuello, quien se encuentra repartiendo cálidos besos por toda su blanca piel.

—Mhm —respondió, dejando ahora un suave contacto en su mejilla —. Mis padres escribieron sus nombres en una de ellas. Aunque el desenlace no fue el esperado, estoy seguro de que ellos están felices en el más allá amándose con fuerza.

Jake lo soltó lentamente y aunque quiso quejarse y demandar que se quedara cerca, no lo hizo pues éste lo sorprendió al arrodillarse al frente suyo, extrayendo algo del bolsillo que no alcanzó a visualizar hasta que este se lo mostró.

—Jake... ¿Qué?

Sim se apresuró en explicar.

—No es lo que piensas, amor. Quiero decir, claro que me gustaría pero sé que no es el momento —aclaró, relajando al menor quien se quedó sin palabras en cuanto apreció el lindo anillo con dos bandas de metal y una hilera de piedras entre las manos de su novio. No era que no quisiera en algún punto de su vida contraer matrimonio, si fuese con Jake, ni lo dudaría incluso si ocurriera en ese mismo instante, pero se había propuesto primero terminar su universidad y obtener un trabajo sólido antes de todo que aquello lo sorprendió en demasía. Jake lo sabía y sobre todo, respetaba su decisión, pero en uno de esos días en los que acompañó a sus amigos a unas cuantas tiendas, entre ellas, una joyería, terminó viendo ese bonito juego de alianzas con un hermoso significado que no dudó ni un segundo antes de pedirlas. Aunque luego se apenó cuando Nicholas y Euijoo lo atraparon en ello y lo molestaron todo el camino de regreso a su empresa.

Esconderlas tanto de los ojos curiosos de su novio como los del pequeño bajo su cargo fue toda una odisea, Jo terminó descubriendo la cajita aterciopelada en un descuido suyo y tuvo qué contarle y sobre todo, explicarle su significado para que no existiera ningún malentendido. El Park menor aceptó guardar el secreto con la condición de recibir a cambio un peluche, aunque nunca esperó que Sim llegaría con uno de más de tres metros para él. Eso alcanzaba para que guardara el secreto por toda una vida.

Jake habló ante el silencio.

—Es un anillo de eternidad —explicó —. Se dice que quienes se lo regalan, harán todo lo posible por estar siempre juntos. Yo... Cada palabra que dije hace unas horas fueron ciertas, Sunghoon. Quiero estar a tu lado todo el tiempo que tú me dejes.

El moreno le pidió su mano, cosa que él aceptó de inmediato. Pero Jake no se movió ni le colocó el anillo, pues estaba esperando su respuesta así que habló.

—Siempre. Deseo que estés en mi vida siempre.

Seguido a ello, se lanzó a sus brazos. Ambos cayeron al suelo riendo felizmente. Sunghoon buscó conectar sus labios con los del moreno, perdiéndose en una batalla de lenguas que culminó únicamente para que Sim pudiese colocar esa bonita pieza de joyería sobre su anular, enseñándole cómo se veía el otro a juego. Se tomaron un par de fotos juntos, las cuales de inmediato enviaron a sus amigos para presumirles lo sucedido y una vez que la noche cayó, antes de retirarse para volver a la calidez de la construcción, dejaron sus nombres grabados en una de las tantas tablas colgadas en ese árbol que había sido testigo de las más preciosas historias de amor a lo largo de cien años.

Cuando regresan a la finca, corren presurosos tomándose de las manos. La familia simplemente les da las buenas noches dejando que se pierdan entre los largos pasillos hasta dar con la vieja habitación del moreno. Sunghoon ha demandado su atención desde el instante en el que, mientras devolvían el caballo a los establos, una de las trabajadoras pareció ver de más a su novio y también coquetearle sin pudor alguno junto a su hermano. Los dos chicos pasaron por completo de su existencia, pero él por supuesto que no se iba a quedar solo viendo como querían llamar la atención de su distraído hombre, por lo que lo llamó y una vez que lo tuvo enfrente, lo besó con demanda, sonriendo triunfante en cuanto vio al par retirarse refunfuñando. Jake se sorprendió un poco, pero no le costó mucho entender lo que había sucedido, su pequeño se había sentido celoso, por lo que lo alzó para sentarlo sobre una de las tablas de los establos y poder continuar con el contacto deseoso de sus bocas.

Hasta que el menor metió sus frías manos por debajo de la tela de su camisa y ahí ya ninguno pudo frenarse, arrancando a correr para llegar a la vieja habitación de la infancia del mayor de los dos para finalmente volverse uno. Ya no podían contenerse más, se necesitaban con urgencia.

Sunghoon jadea de manera incontrolable pues la pelvis de Jake no tiene piedad y se encuentra dándole embestidas en falso a su trasero, tentándolo cada vez más. Se abraza al cuello de su novio en busca de conectar sus labios nuevamente en un beso desordenado y lleno de saliva, sus bocas están rojas y sus labios hinchados, pues se besan con furor, pareciendo dos animales necesitados. El pálido siente su miembro punzar de manera dolorosa, está muy despierto y necesitado, por lo que gimotea, llamando la atención del mayor quien lleva esos ojos oscurecidos y cargados de deseo a él, notando rápidamente el bulto bien formado entre sus pantalones de charol. Esa prenda lo había estado tentando desde que la vio temprano en la mañana antes de partir ambos directo a la finca, pues se adhería perfectamente al cuerpo bien formado de su chico volviéndolo loco por completo y justo ahora, Sunghoon resentía eso de manera tortuosa, la tela le apretaba y él estaba desesperado por llevar sus manos a su falo y comenzar a darse placer. Pero Jake no se lo permitía al tenerlo bien sujeto de las muñecas, lo había tumbado sobre la cama de mantas rojizas y diseños quizás algo infantiles que quedarían completamente sucias por lo que estaban a punto de hacer, Park se retorcía ansioso, los dedos de sus pies se arrugaban y su cuerpo pedía porque el extranjero se dejara de juegos y finalmente le diera todo lo que quería.

—Mierda, Jake, te necesito —gruñó, mordisqueando el labio del mayor de manera lasciva, siendo ahora él quien buscaba restregarse contra la bastante notoria erección del hombre.

Sim no dijo nada, se mordió los labios, enderezándose para contemplar con detenimiento la imagen que tenía delante de él. Su novio jadeando debajo suyo, rojo hasta las orejas y completamente excitado, con sus ojitos heterocromáticos vidriosos y pidiendo por él. Joder, su pene punzó de solo verlo.

Se estiró hasta la mesita de noche para alcanzar las cosas que iba a necesitar para satisfacer a su chico, sacando un par de preservativos y una botella de lubricante que HueningKai le había regalado para molestarlo desde que se los había topado besándose en los pasillos de la empresa, aunque ahora se lo agradecía profundamente. Vaya que les iba a dar un buen uso.

—Silencio, bebé, Félix vendrá y tocará la puerta en unos instantes —dijo y procedió a abrir la botella de líquido espeso y translúcido para mojar sus dedos, sin dejar de rozar sus entrepiernas. Sunghoon sentía que podía correrse con solo verlo siendo autoritario. Mordió sus labios, ahogando sus gemidos cuando tal como Sim predijo, escuchó pasos y seguido a ello, unos toquidos resonaron contra la puerta de madera que afortunadamente, estaba asegurada, aunque el australiano tampoco tuvo intenciones de abrirla.

Cubrió su boca con su mano en el momento en el que sintió los dígitos del mayor iniciar a tantear el borde de su entrada. El líquido que mojaba sus dedos estaba frío, pero aquello se sentía jodidamente bien, le enviaba corrientes por todas partes. Sin dejarlo procesar siquiera, introdujo un dedo de golpe y fingiendo normalidad, llevó sus orbes hazel a la puerta.

—¿Sí, Hyung? —habló, sonando completamente sereno, como si en ese instante no tuviese sus dedos dentro del trasero de su novio, haciéndolo delirar de placer. Ninguno sabe en qué momento las prendas comenzaron a faltar y ahora el único que quedaba semivestido era Jake, quien aún tenía su camisa abierta y su pantalón puesto. Pero eso no duraría por mucho tiempo más, Sunghoon iba a arrancarle todas las prendas en cuanto el pecoso se alejara.

—Vamos a ir a un parque de diversiones en el pueblo a pasear a los niños, la abuela quiere saber si tú y Sunghoon quieren venir. Probablemente no regresemos hasta mañana temprano.

Un segundo dedo se introdujo en el interior del pálido, quien inhaló con fuerza.

—Nah, no gracias, Hyung. Sunghoon está un poco cansado. Nos quedaremos a ver películas y a dormir.

El menor contuvo un chillido cuando fueron tres los intrusos estirando todo su esfínter. Su entrada se contrajo, apretando de manera deliciosa los dedos del moreno, quien se sintió aún más ansioso, no podía esperar a que fuera su miembro el que estuviese siendo tan bien recibido y apretado de esa manera.

Maldición, Félix, vete ya.

A Sunghoon se le escapó un gemido cuando sus dígitos parecieron alcanzar un punto demasiado satisfactorio. Enrojeció de vergüenza, pero por alguna razón, terminó por sentirse más excitado de pensar que alguien sabía lo que estaban haciendo.

—Bueno —respondió, carraspeando un poco con torpeza. Qué juventud la de ahora —. Sé cuidadoso con Sunghoon y usen preservativo.

—Ajá, sí —contestó ido, viendo cómo el menor buscaba alinearse con su entrada tras haberle quitado los pantalones con movimientos temblorosos, pero el peligris lo frenó pues aún no se había colocado el preservativo.

Sunghoon lo miró intrigado y suplicante hasta que notó sus intenciones.

—Córrete en mí. Estoy limpio —dijo y aunque la petición lo hizo enrojecer por unos instantes, la idea de venirse dentro de su novio en su primera vez le pareció jodidamente deliciosa, por lo que asintiendo y dándole un suave beso en la mejilla, dejó el paquete de condones a un costado y se enfocó en su chico, de todas maneras, él también estaba limpio, sus chequeos de salud rutinarios lo comprobaban.

Jake se hundió de golpe en él, haciéndolo soltar todo el aire en un suspiro y abrir su boca en una perfecta "o". Había olvidado el dolor inicial, por lo que fue incómodo y lo hizo quejarse en voz baja, sin embargo, Sim fue totalmente paciente y de manera amorosa llenó cada rincón de su carita de besos y parte de su cuello y sus clavículas, hasta que el dolor desapareció y fue lentamente reemplazado por el placer y necesidad. Sunghoon quiso llorar de amor ahí mismo, pues ninguna de sus exparejas lo había tratado tan bien, estando al cuidado de que él disfrutara y amándolo profundo con cada toque. Solo lo querían para darse placer, botándolo a un lado en cuanto todo terminaba y destrozando su autoestima en cada una de esas ocasiones, pero ahí estaba Jake, completamente centrado en hacerlo gozar y jodiéndolo con completa delicadeza.

El moreno jadeó.

—Maldición, Sung —masculló, besando el hombro del pálido que se había coloreado levemente de rojo al igual que otras partes de su cuerpo —. Eres tan delicioso, bebé —murmuró, lamiendo descaradamente el lóbulo de su oreja. Sunghoon lloriqueó, conmovido y acalorado, su cuerpo ardía y tener a Sim arriba de él penetrándolo una y otra vez hacía que todo le diera vueltas. Abrió sus labios, gimiendo en voz alta pues desde hace rato se había escuchado cómo la casa se vaciaba, por lo que podían hacer todo el ruido que quisieran. La cama se movía al compás de las estocadas y acompañando a esa melodía estaban los jadeos de placer del mayor.

Sunghoon alzó sus caderas, quería que el idol llegara más profundo, pues sentía un cosquilleo comenzar a presentarse en su abdomen, pero Jake, previniendo que no resistiría mucho más pues era su primera vez, salió de él, sacándole un gemido frustrado.

—¿J-Jake? —soltó, ido y temeroso. ¿Por qué se había detenido? Quiso llorar y golpear el pecho canela del mayor, pero ahí fue cuando sus ojos se encontraron con la tinta del dibujo sobre su piel tostada y deseó tocarlo, pues le gustaba mucho delinear sus bordes, sin embargo, Sim lo tomó del mentón y lo atrajo a él, besándolo con demanda, mordiendo sus labios y metiendo su lengua. Sunghoon lo recibió gustoso, sintiéndose derretirse aunque aún se encontraba enfurruñado por su orgasmo incompleto. Estúpido Jake.

—Date la vuelta —ordenó, sonrojando de inmediato al pálido.

—¿Q-qué? —chilló incrédulo. Sus manitas iniciaron a temblar e hizo el amago de cubrirse el rostro. Aquello le traía malos recuerdos, escenarios en donde era sometido de manera humillante y dejado de lado una vez que había satisfecho necesidades ajenas, empero, los suaves besos que Jake dejó sobre sus palmas y después, en sus labios hinchados lo trajeron de vuelta a la realidad, dónde sólo estaban el mayor y él.

Sim, cauteloso, colocó una almohada para que el menor pudiera recostarse y con la misma suavidad, acarició la extensión de su cintura, delineando los bordes con las yemas de sus dedos.

—Confía en mí, amor —susurró en su oído, haciéndolo estremecer —. Te amaré en cada momento y te haré ver las estrellas, te lo juro —dijo y tras dar un suspiro, asintió, dándose la vuelta y exponiendo su pomposo trasero al mayor, quien sonriendo llevó sus manos a él y comenzó a amasar su piel, disfrutando por completo la fácil manera en la que sus dedos quedaban marcados.

Sunghoon chillo cuando, sorpresivamente, esas fuertes manos que podían derretirlo con un solo toque separaron sus nalgas y sintió algo tibio pasar por toda la extensión de su esfínter. ¡Mierda! ¿Acaso Jake...?

Agradecía haberse dado una profunda y larga ducha antes de ir a conocer a la familia del mayor.

—¡Jake! —chilló cuando su lengua empujó en su interior. Ahí su cerebro hizo cortocircuito y solo pudo balbucear incoherencias.

—¿Te gusta? ¿Lo estoy haciendo bien? —preguntó, intercalando ahora entre su lengua y su pulgar, empujando y apreciando la manera en que su entrada se contraía.

Sunghoon asintió con fuerza, apretando la tela rojiza de las sábanas entre sus dedos. En ese instante no existía nada más en su mente que el moreno dándole todo el placer y amor que merecía. Por un demonio, ¿Dónde estuvo ese hombre toda su vida? Era jodidamente perfecto.

—¡Jake, ya! —ruega entre jadeos, su abdomen pica, pero él quiere correrse teniendo al mayor en su interior, no sus dedos aunque se sienta malditamente bien —. P-por favor.

—¿Por favor qué, amor? —juega con su paciencia, metiendo y sacando su pulgar de su entrada, en ese instante, teniendo por completo en control en sus manos se olvida de que es solo un primerizo, pues la excitación puede más. Sunghoon se retuerce sobre las sábanas y se siente muy tentado a llevar sus manos a su propia erección, pero se contiene —. Dilo y lo haré.

Sus ojos brillan de deseo, ansioso por escuchar aquella petición salir de esa boquita enrojecida. Park lame sus labios, maldiciendo en todos los idiomas que conoce al mayor, pero completamente acalorado y necesitado, cede, no le importa ser sumiso ante el idol.

—¡Métemela ya, Sim! ¡Quiero correrme contigo, mhm... dentro!

En cuanto lo grita, siente los largos dedos del mayor abandonarlo para aferrarse a su cintura y tomarlo con completa posesividad. Si antes estaba caliente, con esas palabras había alcanzado la cúspide de la excitación.

—Como órdenes, precioso.

Dice y se entierra de nuevo en él, arrancándole un fuerte gemido. Por la posición, Jake podía alcanzar una profundidad que puso a delirar al menor, quien hasta lagrimeaba de placer. Maldición que el hombre no le había mentido, sentía que veía las estrellas.

Comienza a mover su cadera siguiendo el compás establecido por el peligris.

—Más... Rápido —ordenó sonrojado por completo. Jake sonrió ladino, feliz de ver a su chico gozando, sentía que podía alcanzar el orgasmo de solo verlo disfrutar tanto. Se agachó un poco para dejar un beso sobre su espalda y aceleró la velocidad de las estocadas, volviendo al menor todo un desastre —. Jake...

Sim comprendió lo que quería con solo escucharlo, por lo que llevó su diestra a su miembro desatendido y comenzó a bombearlo de arriba a abajo. Park sintió sus brazos que le servían de apoyo temblar, pero continúo moviéndose descaradamente contra el mayor, haciéndolo hundirse cada vez más profundo.

—Mío, mío, mío. Sólo mío.

Pensaba entre cada estocada. Jake era suyo, solo con él podía hacer esas cosas y nadie más, todo Sim le pertenecía y nadie podía cambiar eso, lo había reclamado desde el primer vistazo sin saberlo, ellos estaban destinados a encontrarse en algún punto de su vida y eran el uno para el otro. Se pertenecían.

—Tuyo —respondió el mayor en un susurro, tal parecía que se le había escapado en voz alta sin darse cuenta, pero le daba igual, le había encantado escucharlo de él.

Jake era solo suyo.

—¡Jake!

—¡Sunghoon!

Llamaron al otro cuando alcanzaron la cúspide del placer y de inmediato su liberación. Sunghoon percibió la tibieza del semen de Jake invadirlo a la vez que se manchó el abdomen de su propia esencia viscosa. Sim lo abrazó protectoramente cuando salió de él y Park tembló levemente, sintiendo el líquido saliente de su entrada deslizarse por sus muslos internos. Jake lo veía atentamente también, teniendo el corazón bombeándole con frenesí.

Unos minutos después en donde permanecieron en silencio y únicamente se escuchaba el sonido de sus respiraciones aceleradas, Jake se incorporó, yendo a buscar un par de toallas húmedas para limpiar a su novio. Sunghoon observó cada uno de sus movimientos atentamente, con un brillo inmenso adornando sus ojitos de dos tonalidades distintas.

En el momento en que Jake se encargó de limpiarlo con completa suavidad y amor, le fue inevitable no soltar pequeñas lágrimas.

—Te amo.

Dijo, sintiéndolo desde lo más profundo de su corazón y encontrando liberador el decirlo.

Jake inhaló profundamente y acunó su rostro con su diestra.

—También te amo, Sunghoon.

El pálido sonrió felizmente y Sim le correspondió el gesto.

Se amaban y nada ni nadie podía cambiar eso.



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro