VI. Marca sí o no

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Decir que sus ojos eran azules era como decir que el sol era amarillo. Suficiente, pero no exacto para capturar la quemazón.

Sus ojos hacían pensar en la pintura color No me olvides que tenía la puerta de la casita de campo, aunque brillante, resplandecía como si estuviera bajo la suave luz de la mañana.

Sus ojos eran un perfecto cielo de primavera, su mente era clara y su sonrisa más cálida que el apacible sol.

Sus ojos eran azules. No el ordinario azul cielo o el color de la pintura que se descascaraba del viejo cobertizo al fondo del campo, ni siquiera las pequeñas flores que aparecían a un lado de la carretera. Sus ojos eran azules como el mar, un azul claro como el cristal... brillantes, que chocaban, agitados. Al mirar sus ojos podías oír las olas cayendo contra la costa, ver la espuma volando en el aire. Sus ojos eran azules como el cielo justo antes de que el sol desapareciera... un oscuro índigo, con motas de vívidos colores aquí y allá. Sus ojos eran azules como aquel cálido suéter de lana que te ponías cuando el aire se volvía frío... cómodo, cálido, familiar. Sus ojos eran ese tipo de azul.

Y fueron sus ojos lo que hicieron que Ana tan fácilmente se enamorara de él.

No por completo en realidad, fue su estúpida sonrisa arrogante. Fue su cabello plateado con ondas, que se rizaba en las puntas. Fue su seco sentido del humor. Fue todo acerca de él, y Ana lo detestaba.

Detestaba cuán fácil una persona podía hacerla derretirse tan rápido, tan sencillo. Detestaba sentirse segura a su alrededor, incluso aunque hubiera jurado no hallar seguridad en la gente. Detestaba que su lugar favorito en el mundo fuera a su lado.

Detestaba no poder detestarlo a él, ni siquiera un poco.

Ana sabía lo que era esto, y había tratado de combatirlo lo suficiente. Estaba cansada de pelear. ¿Por qué gastaría su vida negando las sencillas cosas? Ella sabía que estaba enamorada de Pietro, era todo lo que sentía últimamente. Fue aquel último recuerdo antes de la explosión. Estaba consumiéndola, su nombre estaba pegado a las paredes de su cerebro.

Este viaje iba a ser algo bueno para ella, tendía tiempo para pensar por sí sola, para convertirse en ella misma otra vez. No la tonta enamorada en que se había convertido desde que despertó.

 —¿Cómo te has estado sintiendo últimamente? —preguntó Tony, anotando información en formas médicas.

—Cansada.

—¿Has usado tus poderes?

—No.

—De acuerdo.

—Tal vez debería probarlos, brevemente —sugirió Nat, mirando a Tony de manera seria—. No debería estar contenida, en especial cuando estemos en Londres. Algo podría pasar.

—No es seguro probarlos aquí, y tienen que tomar un vuelo en unas horas. No hay tiempo para llevarla a la torre y monitorear sus poderes.

—Estoy segura de que puedo manejarlo, Natasha —murmuró Ana, haciendo una mueca cuando Tony la pinchó con otra aguja.

—¿Cómo podemos saberlo? Puede que no estés segura, y si no puedes protegerte sola, ciertamente yo no puedo protegerte.

Ana rodó los ojo ante la preocupación incesante de Nat.

—¿Y si traigo a alguien con nosotros?

—¿Como quién?

—Como Wanda.

—¿Qué? —exigiió Wanda, levantando una ceja—. No puedo entrometerme en su momento de madre e hija, honestamente, sería grosero de mi parte.

—No te estás entrometiendo en nada, Wanda. —Natasha le dijo, sonriendo con calidez—. Eres bienvenida a viajar con nosotras.

—Y te quería allí de todas formas, solo que no sabía cómo preguntar —admitió Ana, tímida—. Eres mi hermana, te quiero conmigo. De verdad que sí.

El rostro de Wanda se iluminó, y se cubrió con las manos la sonrisa que apareció en su rostro.

—¡Claro que iré con ustedes! —exclamó, dando un saltito, antes de que su expresión cayera y se girara hacia Pietro, valorando la opinión de su hermano mucho más que su propia querencia de ir—. ¿Puedo ir, Pietro? ¿Está bien para ti?

—Claro que sí. —Clint rió, con una sonrisa de come mierda en el rostro.

—S-Sí. Por supuesto. Diviértete, Wanda. Mantén a Anastazya a salvo.

...

—Necesito hablar contigo —murmuró Ana, tirando de la camisa de Pietro, intentando apartarlo del resto del grupo. Se encontraban en un campo fuera de la casa de Clint, esperando la llegada del Quinjet para llevarse a Anastazya, Wanda y Natasha a Londres.

Ana siempre estaba segura de sí misma, pero en situaciones como esta no sabía cómo funcionar. ¿Debía ser franca? ¿Debería mandarle una nota? ¿Marca sí o no? ¿Debería pedirle a Clint que se lo contara? ¿Debería simplemente decirle que lo amaba? No, había visto demasiados programas de televisión para saber que eso no terminaría bien.

—¿Sí, princesa?

—¿Yo te gusto? —Ana soltó, agarrando a Pietro con la guardia baja con esa repentina pregunta.

—¿Q-Qué?

—Maldita sea, ¿yo te gusto? No debería tener que repetirlo, idiota, lo dije bastante claro la primera vez.

—Sí.

—¿Eh?

Pietro sonrió.

—Sí. Me gustas, Ana. No debería tener que repetirlo, idiota, lo dije bastante claro...

—No te burles de mí —siseó Ana, manoteándolo en el brazo. Estaba segura de que sus mejillas estaban más rojas que la chaqueta de Pietro—. De acuerdo. Así que te gusto... No sé qué hacer con esa información. ¿Qué hago con esa información?

Pietro volvió a sonreír, y Ana quiso golpearlo en la boca. No era gracioso.

—Puedes hacer lo que quieras con ella —le dijo, sonriendo un poco, pero sus mejillas estaban ruborizadas también.

—Pero no sé lo que quiero —replicó Ana, levantando una ceja. ¿Siquiera quería ella estar con él? Claro que lo amaba, pero también tenía dieciocho y era estúpida. Podría ser solo una fase.

Pietro le sonrió, rodando los ojos de manera juguetona. Se lo estaba tomando como un chiste, esto no era un chiste.

—Bueno —Comenzó, colocando una mano en la mejilla de Ana—, toma estas dos semanas y averígualo. Estaré aquí cuando vuelvas. Esperando.

Ana miró al suelo, avergonzada, y asintió.

—Bien, de acuerdo, pero deja de tocarme la puta cara. No me gusta.

Pietro rodó los ojos, dándole una palmadita en la mejilla antes de plasmar un beso en la parte superior de su cabeza y alejarse para reunirse con el grupo.

—¡Y tampoco puedes besarme así! ¡¿Quién te crees que eres?!

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Otro capítulo, como lo prometí.

Admito que mi parte favorita fue el comienzo, la autora se esmeró en esa parte, quedó hermosa.

Y a ustedes, ¿qué fue lo que más les gustó?

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