XIV. La reina de la nieve Elsa y su pequeña rata veloz

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«Has estado callada últimamente.»

«No he encontrado mucho que decir.»

«¿De verdad? ¿Es eso? Porque solo hace unas semanas siempre tenías algo que decir acerca de todo.»

«¿De verdad? ¿Es eso? Porque solo hace unas semanas todo lo que querías que hiciese era salir de tu cabeza. Solo quería concederle a la reina sus demandas.»

«Cambié de opinión. Supéralo.»

«Bien. ¿Por qué estas tan emocionada por hablarme ahora? ¿Acaso la reina de la nieve Elsa se aburrió de su pequeña rata veloz?»

«Cuidado, perra.»

«Lindo. Pero no respondiste exactamente mi pregunta. ¿Estás evadiendo el hecho de que todas las preguntas de tu vida por fin se han respondido? ¿Que tu pasado fue expuesto frente a ti, y que mami y papi no fueron los malvados que te abandonaron que siempre creíste que eran?»

«Vaya, en serio no tengo idea de por qué intento hablar contigo. Eres tan grosera. No tienes ningunos malditos modales...

Solo necesitaba un plan de ataque, ¿de acuerdo? La información ha sido enviada a Tony, regresamos a la nueva facilidad en solo una hora. Van a intentar arreglarme. ¿Sabes cómo nos va a afectar?»

«No.»

«Maldición. Esta acaba de ser una información bastante intrigante, salvavidas y totalmente importante. Creo que colgaré ahora.»

«¡Tampoco es fácil hablar contigo! El sarcasmo se te está yendo de las manos un poco.»

«No es mi culpa que no puedas manejarlo. Incluso Bruce podría hacerlo.»

«Estás dejando que tus pensamientos corran libres otra vez. Por favor no me lleves contigo.»

«Extraño a Bruce. Siempre estaba despierto cuando yo no podía dormir, y cuando merodeaba por ahí me llevaba al salón multimedia para ver viejas películas con él. Tampoco podía dormir.»

«Basta. Odio cuando haces esto en medio de una conversación.»

«Oh, hombre, de verdad lo extraño. Extraño a mi familia. ¡Extraño a Nat y extraño a Steve y extraño a Wanda! Wanda está en El Bus conmigo y la extraño. Me pregunto qué estará haciendo ahora mismo.»

«Y a mí me importa... ¿Por qué?»

«Esta es mi mente, puedo hacer lo que quiera con ella, muchas gracias.»

«¿Podrías por lo menos considerar a las personas que tienen que escuchar todos tus pensamientos molestos? "¡Quiero que Pietro me rasque la espalda!", "¡Quiero Cheetos!", "¡Me duele la cabeza!"»

«Me duele la cabeza porque eres una imbécil.»

«Oh, muérdeme. Princesa.»

«De acuerdo, ¿sabes qué? Jódete tú también. Si no tienes nada útil que ofrecerme, te devolveré al clóset.»

«¡Espera, no...!»

Anastazya suspiró de manera audible mientras miraba por la ventanilla de El Bus, mientras se cernían sobre algún lugar en Japón. Coulson alegaba que estaban permitiendo que los motores descansaran antes de regresar a Nueva York. El Bus era completamente nuevo, pero los motores y baterías eran artilugios basura que Fitzsimmons unieron cuando experimentaron la primera falla total de los motores. Eran fuertes, pero no podían soportar mucho más abuso.

Ana observó la vista aérea de las ciudades y pueblos debajo de ella, llenas de millones y millones de personas, cuyas vidas ella había salvado al menos cinco veces antes. Había días en su vida en las que le agradecía cualquier Dios en quien creía por haberla puesto en este universo, en este planeta, con esta gente y este tiempo en la historia.

Hoy no era uno de esos días.

No cuando Ana descubrió que le debía casi toda su existencia al Baron Von Wolfgang Imbécil.

No cuando le acababan de informar que esos poderes con los que la habían «bendecido» se los dio el mismo hombre que torturó a su novio y mejor amiga por años.

No cuando había descubierto que sus padres no eran las personas que ella pensaba en absoluto. Ellos la querían, y ella los había odiado por lo que hicieron por todos esos años, y ahora no sabía cómo sentirse acerca de ellos. Ya no sabía cómo sentirse acerca de nada.

Su verdadero nombre ni siquiera era Anastazya. Era Gwynevere, por el amor de Dios. ¿Qué mierda de nombre era ese?

Anastazya no podía ver a las personas en sus ciudades. Si pudiera, sabría que se verían como hormigas. Pero por una vez, habría matado por ser una de esas hormigas. Cualquiera que fuese su situación, tenía que ser mucho más sencilla que la de Ana. Tenía que serlo. En cualquier día de la semana elegiría la normalidad sobre los conflictos.

Bueno, eso dice ella. Y entonces observa al idiota de cabello plateado con la cabeza en su regazo y luego se siente distinta.

—Ve a dormir, Pietro. Sé que no has dormido por un rato.

—¿De qué estás hablando? ¡Dormí anoche!

—Cerraste los ojos y esperaste a que llegara la mañana. Tus pupilas están bailando. —Ana suspiró, mirándolo mal—. ¿Estás bien? ¿Hay algo que no me estés contando? Estoy preocupada, Pietro.

—No, no, no, princesa. Todo está bastante bien, solo no siento la necesidad de dormir. Me gusta cuidar de ti en su lugar —farfulló, con su ceja derecha temblando.

Con el tiempo, Ana había memorizado los patrones de Pietro. Cuando estaba nervioso tartamudeaba. Cuando estaba molesto o incómodo se mordía el labio. Cuando estaba ansioso o impaciente daba golpecitos con el pie. Cuando estaba enfadado caminaba de un lado para otro. Cuando estaba verdaderamente furioso, salía a correr.

Y cuando mentía, sus cejas temblaban.

—Eso es lindo. Pero duerme ahora. Tengo la sensación de que los próximos días serán algo duros. Necesitamos todo el descanso que podamos conseguir, ¿de acuerdo? —le dijo Ana, apartando los mechones rizados del su rostro. Pietro le ofreció una sonrisa, pero se veía innatural sobre sus labios. Se veía forzada.

—De acuerdo.

—¡Vaya! —Ana fingió sorpresa, esperando sacarlo de su silencio—. ¿Tú, Pietro Maximoff, haciendo caso a lo que digo? Alguien llame a la prensa, y un doctor, porque creo que algo anda mal.

Pietro miró a Ana por un segundo, con la boca entreabierta, antes de cerrarla y enterrar el rostro en su estómago, rodeándole la cintura con los brazos.

—Buenas noches, Ana.

«¿Todo bien en la tierra de los amantes? ¿Se acabó la fase de la luna de miel?»

«Espera, ¡te metí al closet!»

«Sí, bueno, eso no sirve de nada si yo quiero salir. Soy la Gema Mente, imbécil. Hago lo que quieraEntonces, ¿la rata veloz se hartó de ti ya? Odín sabe que yo sí.»

«Es en serio, lárgate. No sé por qué me está mintiendo y actuando extraño.»

«¿Por qué no preguntas como una persona normal?»

«Estoy intentando ser paciente por él.»

«¿Tú? ¿Paciente? Eso no va a suceder.»

«¡Dios! ¡Porque Pietro siempre me dice lo que siente! Todo lo que siente. A veces incluso cuando no quiero saber. Como... ¡hace dos días me dijo que se sentía con gases! El hombre comparte de más todo el tiempo. Pero ahora está calladísimo. Me lo dirá cuando esté listo. ¿Verdad?

«No lo sé.»

«Wow. Qué útil, o sea, amo darte hospedaje en mi cerebro, es tan beneficioso para mí. ¿Para qué siquiera sirves?»

«Tu ritmo cardiaco. El aire en tus pulmones. Todos tus órganos vitales...»

«Como sea. Déjame sola.»

«¡Lo siento, Gossip Girl! ¡No me importa tanto tu vida! ¿Quieres que me importe? ¡Sal con Thor!»

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La Gema Mente es genial, debería tomar forma y ser pareja de Thor y que nuestra escritora haga una fic entre ellos. ¿O suena demasiado raro?

Anyway, ¡feliz año nuevo! Lamento la demora, me prometí no hacer un mal chiste sobre que llevo un año sin actualizar, lel.

He estado bastante ocupada últimamente, si pasan más de dos semanas y no hay actualización, ya sabrán por qué, aunque no es nada seguro.

¡Nos leemos pronto!

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