XV. Relámpago engrasado

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

—Estás bromeando.

—Bueno...

—Por favor, dime que estás intentando hacerme una broma. Porque si es así, ¡déjalo! ¡Ya te descubrí, Stark! No es jodidamente gracioso y...

—¡Lenguaje!

Ana enterró el rostro en sus manos, dejando salir un suspiro de exasperación.

—Oh, por Dios, de verdad estoy en casa.

—Sí —respondió Tony, sus dedos se movían con rapidez mientras tocaban el teclado que controlaba sus equipos—, de verdad estás en casa. Y sí, no es nada gracioso. Lo digo en serio. Más serio que tu aterrador novio enfurruñado en la esquina.

Anastazya dirigió la mirada hacia la esquina de la habitación a la que Tony se estaba refiriendo, solo para ver a Pietro recostado del panel de ventanas, sin mirar a nada en específico. Tal vez a la existencia en general. Pero el punto era que no se veía feliz. Wanda estaba sentada en una silla a pocos metros de él, observándolo con nerviosismo de vez en cuando.

Dorogoy, ¿qué ocurre? —preguntó Ana, frunciendo el ceño. El comportamiento extraño de Pietro no había cambiado con el paso de los días, estaba distante. Más callado que de costumbre.

Y siempre mentía cuando Ana le preguntaba algo. La volvía loca.

A Ana le destrozaba el frágil corazón ver la calidad de su relación descender tan pronto, pero no sabía cómo confrontarlo. Con una sola mano sería capaz de infiltrarse en el ejército de Ultrón, derrotar mies de sus secuaces y destruir su plan, pero no podía confrontar a su novio acerca de por qué le estaba mintiendo. A lo mejor solo temía la respuesta. La que ya sabía, pero que no admitiría que podría ser cierta.

Que a Pietro le incomodaba y enfadaba el hecho de que toda la existencia de Anastazya, su mejora química, fuera orquestada por el hombre que les arrebató sus identidades y los torturó. Los mantuvo separados. Les mintió. Mató a tanta gente inocente. Esa debía ser. No había otra razón para que Pietro la tratase tan distinto.

Pero todas esas especulaciones fueron inútiles cuando todo lo que Pietro dijo fue:

—No es nada. Solo escucha a Tony para que puedas mejorarte, ¿de acuerdo?

Ana asintió con desánimo y dirigió su débil atención a un impaciente Tony.

—¿Así que quieres electrocutarme con un tipo de rayo, un tipo de fuerza similar a la ráfaga de la Gema Mente para que mi cuerpo regrese a su equilibro químico original?

—Sí, exacto. Gracias por prestar atención.

—Tony —Steve suspiró—. Eso suena doloroso. Y arriesgado.

—Sí, es tanto doloroso como arriesgado  —respondió inexpresivo, sin ninguna emoción en su voz.

—No puedo hacer eso —dijo Ana—. Perderé la Gema Mente. Además, dolerá como el infierno.

Tony se giró y la miró justo a los ojos, haciendo que unos escalofríos recorrieran el ser de Ana. Nunca lo había visto tan serio en su vida.

—¿Sabes lo que yo no puedo hacer, niña? Perderte, sabiendo que había algo que pude haber hecho para evitarlo. Este experimento tiene posibilidades muchísimo mejores que lanzarte al mundo real sin nada con que puedas protegerte. Aceptaría esas posibilidades cualquier día —farfulló Tony antes de tomar una profunda respiración y sacudir la cabeza, regresando a su gran computadora y sentándose. Se recostó en la mesa, claramente sin tener nada más que decir.

Ana observó con cautela mientras Pietro se levantaba de repente, saliendo del cuarto sin ninguna palabra. Wanda lo miró con ojos tristes antes de dirigirlos a Anastazya. Ana suspiró, los músculos le picaban por ir tras él, pero sabía que tal vez no debería hacerlo.

Steve las miró a las dos con cuidado antes de decidir que era apropiado hablar.

—¿Rompieron?

Wanda miró con severidad al hombre, negando con la cabeza vigorosamente.

—¡Steve! —susurró con dureza, intentando tener algo de discreción.

—No —murmuró Ana, retorciendo las manos—. No, todavía estamos juntos por el momento. Pero tal vez romperá conmigo luego, ya que parece que ahora me odia.

Wanda colocó una mano suave en el hombro de Ana.

—Anastazya, mi hermano nunca podría odiarte. Todavía está enamorado de ti. —Hizo una pausa—. Pero no sé cuál es su problema. ¿Por qué no le preguntas?

—Porque cada vez que le pregunto, me miente. Tiene sus tics y miente en cada momento.

—¿Hablas del pequeño temblor que tiene? —Wanda murmuró, sonriendo con cariño, recordando los días cuando su hermano era capaz de ocultarle cosas. Cuando ella tenía que prestar atención a sus tics. Anastazya no pudo evitar sonreír también y asentir—. Chicos. No se puede vivir con ellos. Soportaríamos vivir sin ellos, pero preferimos no hacerlo de todas formas. —Wanda se encogió de hombros.

—Ana, tenemos que hacer esto ahora —declaró Tony, aún pegado a sus numerosas pantallas de computador.

Wanda le dio una palmadita en la espalda.

—Estará bien. Lo sé.

—Déjame hablar con la gema un momento —murmuró Anastazya a Tony, antes de cerrar los ojos.

«Ha sido real, niña.»

«Esto no te sacará de mi cabeza, ¿o sí?»

«Puede que sí. ¿Quién sabe?»

«De nuevo. Te estás volviendo cada vez más inútil. ¿Qué pasó con lo de ser omnisciente y saberlo todo?»

«Estoy atrapada en el cuerpo más soso de todo el planeta Tierra, ¿qué esperas?»

—De acuerdo, Tony —señaló Ana—. Estoy lista.

«¡Yo no!»

Ana apretó los apoyabrazos de la elegante silla de doctor en la que estaba sentada, y tomó una profunda y temblorosa respiración. Esto no podía ser peor que la explosión, ¿o sí? O peor que ser disparada múltiples veces.

—Bien, niña. Transfiriendo en tres, dos, uno y...

Sí. En definitiva podía ser peor que la explosión y ser disparada. Era un millón de veces peor que la pequeña descarga que los imbéciles de HYDRA le dieron. Sus músculos se agitaban, podía oír gritos. Anastazya sabía que eran suyos, pero se sentía separada de su cuerpo. Era un dolor inimaginable, uno tan abrasador que arrasó con todo su ser como si fuera un pedazo de papel, rompiendo sus nervios en pedazos, separando cada sensación, y aturdiéndolo hasta no sentir nada. Su cuerpo se movía por cuenta propia, como si sus miembros estuvieran unidos a hilos de marioneta (el titiritero tuviera Parkinson). Quería que se detuviera. Quería que todo se detuviera.

—¿No puedes apagarlo ya? —Ana oyó a Steve exclamar por encima del ruido, con voz tensa.

—¡No hasta ver que sus átomos radiactivos estén fijos en su lugar otra vez! ¡Cuando ocurrió la explosión todos se esparcieron! ¡Tienen que estar en perfecta condición! —replicó Tony de la misma forma.

—¡¿Comenzaron sin mí?! —Oyó la voz de Pietro gritar. Se sintió solo un poco mejor sabiendo que él estaba ahí con ella.

—¡Te fuiste! Actúas como una adolescente dramática, te tratan como una.

Entonces de repente tiraron de la palanca. El cuerpo de Ana comenzó a cojear, su mente corría libre y activa, su cuerpo no era capaz de seguirle el paso. Sus nervios destrozados enviaron señales a su cerebro tan lentas como tortugas, y no podía hacer nada de lo que con tanta desesperación quería hacer. Tenía la garganta seca e irritada. Quería a Pietro. Quería abrazarlo y sostener su mano, pero tenía el cuerpo rígido. No tenía voz. Su cerebro se sentía muerto.

Pero de alguna forma logró producir suficientes lágrimas para llorar.

—Lamento no haber estado aquí —murmuró Pietro, plantando un febril beso en su frente, limpiándole las lágrimas—. Pero estoy aquí ahora.

Ana sollozó en respuesta en su mente, esperando que a su cuerpo le llegara el memo, pero no pudo. Se sentía como una prisionera.

—¿Qué le ocurre, Hombre de Lata? ¿Qué hiciste? ¿Por qué no se mueve? ¿Por qué está llorando? —Pietro demandó. Tony le dirigió una mirada vacía.

—La golpeó un rayo artificial. Sus nervios están recuperándose, su cerebro está confuso, sus músculos tienen espasmos. En resumen, tiene muchísimo dolor. No puede hacer nada de lo que quiere hacer ahora mismo, Speedy González. Pero puede oírte. Y sé que tal vez está recitando algún discurso sobre amor eterno en su cabeza, diciéndote que siempre te perdonará. Bla, bla, bla, ridiculeces.

Steve miró a Tony por un momento, él miró a Pietro con brevedad, quien no se había inmutado. Tony estaba actuando con más amargura de la usual. Y eso decía algo.

—Pepper se fue otra vez, ¿no es así? —intervino Steve.

Hubo una pausa, antes de un suspiro de Tony.

—Sí.

---

¡Hola!

Creo que ustedes ya saben la causa de mis tardanzas extendidas (los estudios), así que dejaré la costumbre de disculparme por ello ya que se me hace demasiado repetitivo.

De todas maneras, ¿qué les pareció el capítulo? ¿Creen que algo le haya pasado a la Gema Mente?

Déjenme un comentario con su opinión 💗

¡Espero actualizar pronto!

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro