𝐟𝐢𝐟𝐭𝐞𝐞𝐧. wax wings

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XV —— wax wings

🦢

LA SEMANA DE DESCANSO DE FIANNA llega a su fin el sábado siguiente; se levanta, dando gracias al Señor porque la herida del estómago ha quedado reducida a una fea cicatriz roja, y se prepara. Salome le escribió la noche anterior, enterada de la noticia, y le dijo que quería visitarla. Pero Fianna, preocupada de que descubriera la sangre muggle de Hope, le dijo que sería más fácil encontrarse en Hogsmeade cuando ella estuviera de vuelta en el colegio. Si es que me dejan volver a Hogsmeade, había dicho Fianna en la carta que envió de vuelta. Espera que la delegada le consiga algunos puntos extra para no perder toda la libertad.

Decide salir a caminar justo después del desayuno, andando por los campos por los que iba penosamente para ver a Remus en las lunas llenas. El clima de principios de noviembre ha dejado los campos áridos y embarrados, por lo que usa botas de agua de color rojo cereza y las manos en los bolsillos mientras camina hacia el lago.

Sus padres se trasladaron a esta zona porque está muy vacía; el grupo de casas más cercano es una aldea a treinta minutos en coche. Por esto, el lago y los campos siempre están desiertos, ni siquiera los pescadores aficionados hacen el viaje para aprovechar el tranquilo lago. A Fianna no le importa, ya que hoy en día puede convertirse en cisne e ignorar el mundo por un tiempo, sin preocuparse de que los muggles la vean, pero le recuerda cuánto del mundo de su familia ha girado en torno a la maldición de Remus.

Ama a su hermano, de verdad, y sabe que nada es culpa suya, pero la forma en que la reprendieron por ir a Grimmauld Place, cuando Remus se salió con la suya por mala conducta durante años, le ha hecho darse cuenta de lo diferente que los tratan. Menos mal que Fianna fue una chica dorada durante años, porque ¿qué hubiera pasado entonces? ¿Habría sido ella la paria de la familia, incluso si hubiera actuado exactamente como los Merodeadores? ¿La habrían regañado sus padres y dejado que su hermano se saliera con la suya?

Y todo por un chico. Un chico. Ni siquiera uno con el que sale. Para su familia, empezó a salir con un chico de una familia que no les agrada y, de repente, es la niña del diablo. ¿Cómo ocurrió? ¿Cómo ella, Fianna Lupin, la chica por la que Hogwarts estuvo de rodillas el año pasado, se convirtió en esta paria? Y lo que más le molesta es que ella y Regulus están tratando de mejorar las cosas para todos. Pero al ritmo que van, siente que los dos estarán muertos por intentarlo antes de que alguien se dé cuenta de lo que han hecho para ayudar.

Suspirando, toma asiento en una roca junto al agua. Recuerda esos seis minutos que estuvo sentada con el Sombrero Seleccionador en la cabeza, debatiendo entre ponerla en Gryffindor o Slytherin. Lamentablemente, se pregunta si este sentimiento de alienación habría sido toda su adolescencia si hubiera estado en Slytherin hace tantos años.

Es inútil pensar en esas posibilidades, en esas otras líneas temporales a las que podría haber sido conducida, pero después de casi una semana sentada a solas con sus pensamientos, demasiado enfadada con sus padres como para querer pasar tiempo con ellos, no puede evitar preguntárselo. Imagina un mundo en el que la hubieran puesto en Slytherin. ¿Se habría hecho amiga de Regulus de inmediato? Triste, imagina un mundo en el que ella fuera el Sirius de su familia y Regulus su Remus. Junto con su madre, sabe que seguiría sin estar de acuerdo con los mortífagos, pero pensar en esa realidad alternativa le resulta tan extraño... Su único consuelo (y te ruega que la perdones por lo embarazoso que es esto) es pensar que habría conocido a Regulus antes.

Finalmente, Fianna se convierte en su animal y se desplaza lentamente por el lago. Piensa en esa cueva en la que está escondido el horrocrux y desea poder descubrir su paradero lo antes posible. También puede volar, por lo que duda que sea una misión difícil.

Pero una parte de ella sigue pensando en los horrocruxes y la aparente destrucción que causan en la vida de las personas. Si usas uno, tus pensamientos se tuercen y toda tu actitud hacia la vida es amarga y negativa. Con todo su enfoque y el de Regulus en encontrarlo, se pregunta si la razón por la que siente que el mundo está comenzando a desmoronarse a su alrededor es la maldición del horrocrux en juego. Probablemente sea sólo psicológico, un extraño efecto placebo, pero aún así... Es extraño.

Cuando sale del lago, volviendo a sí misma, escucha el crujido de alguien que se Aparece. Voltea y encuentra a Remus parado frente a ella.

—Hola —saluda él.

—¿Ahora eres un stalker? —Fianna se pone ceñuda.

—No. Mamá dijo que fuiste a caminar y supuse que vendrías aquí... Simplemente no quería recorrerme todo el camino.

—Así que me estás acosando perezosamente.

—Trabajo de forma más inteligente, no más difícil —él se encoge de hombros—. Sólo quería hablar contigo... de todo, antes de que vuelvas.

—Si estás aquí para convencerme de romper con Regulus, puedes irte —ella cruza los brazos.

Remus suspira.

—Eres tan terca.

—Soy Gryffindor.

—Yo no iba a... bueno, iba a fomentarlo, pero no pensaba hacerlo. No sé por qué mamá y papá pensaron que sería una buena idea. Como si cualquier adolescente fuera a hacerles caso —él menea la cabeza—. Contamenta me contó lo de la fiesta de compromiso a la que fuiste. Y por muy cabreado que esté contigo por contarle a mamá y a papá que eres animaga... empiezas a preocuparme de verdad, Fee. Te aproximas demasiado a los mortífagos.

—Lo sé —Fianna suspira—. No era mi intención...

—Así que rompe con él para que todo termine...

—No.

—Vas a seguir teniendo este problema, Fee, a menos que rompas con él.

Fianna se sienta en una de las rocas.

—Pensé que habías dicho que no viniste aquí para convencerme de que rompiera con él.

—Sólo quería decirte que me estoy preocupando por ti, y no sé cómo puedo ayudarte, pero voy a intentar conseguir la protección de la Orden para ti y, con suerte, entonces...

Sus ojos se abren. La idea de que la Orden del Fénix la vigile, cuando está tan cerca de Regulus, la preocupa. ¿Qué pasa si los mortífagos se dan cuenta y lo cuestionan? ¿Qué pasa si comienzan a investigar y se dan cuenta del plan de ella y Regulus de destruir el horrocrux de Voldemort? Se le forma un nudo en el estómago. De alguna manera, esto se siente más peligroso que ninguna protección... Pone a Regulus en una posición ciertamente venenosa, algo que la asusta.

—No puedes —contesta Fianna—. Podría resultar contraproducente para Regulus.

—¿Es que no te estás oyendo, Fee?

—No lo entiendes —dice Fianna, levantándose—. No quiero hablar más contigo si vas a llevar cada conversación sobre por qué debería romper con Regulus.

Hay una pausa. Su hermano mayor la mira, hacia abajo, gracias a su vergonzosa diferencia de altura. Ella solía decirle a la gente que él tomó todos los genes altos en el útero y no le dejó nada. Remus sonreía y luego quitaba la comida de su plato.

Pero ahora él la mira triste y decepcionado. Fianna odia eso, pero sigue diciéndose desesperadamente a sí misma: ¡algún día lo entenderá! Desearía poder decírselo ahora, pero sabe que mientras más gente esté consciente de lo que ella y Regulus hacen, más peligroso se vuelve. En cambio, se traga su orgullo y acepta las miradas decepcionadas de su hermano, su madre, su padre e incluso Georgia.

—¿Lo amas?

Fianna parpadea.

—¿Qué?

—Ya me has oído —dice Remus.

—No... ¿sólo han pasado un par de meses?

—¿Podrías?

Fianna lo mira fijamente con incredulidad.

—Tal vez —y, lamentablemente, lo dice en serio.

—Vale —dice Remus—. No lo apruebo, pero dejaré de hablarte del tema si me prometes algo.

—Depende de qué —Fianna arruga las cejas.

—Maldita sea, has estado con Slytherins por mucho tiempo —Remus pone los ojos en blanco. Fianna le da una mirada asesina, pero él continúa—. Me quedaré callado por ahora, pero si sigues con él al terminar el colegio, la Orden intervendrá para protegerte. Él será un mortífago para entonces, sólo te has salido con la tuya hasta ahora porque no pueden poner un pie en esa escuela. Estarás completamente indefensa sin la Orden.

—Vale. Trato.

Remus sonríe suavemente.

—Gracias.

Ambos empiezan el camino de vuelta a casa, Remus habla sin pensar sobre él y las escapadas junto a Sirius la noche anterior. Fianna piensa en su promesa de permitir que la Orden intervenga cuando se gradúe. Para entonces quizá ya hayamos destruido el horrocrux, piensa. O podríamos estar muertos.

🦢

REMUS LLEVA A FIANNA DE REGRESO a Hogwarts justo después de cenar. Tras una conversación incómoda con Dumbledore sobre si se siente mejor, regresa a la Torre de Gryffindor, emocionada principalmente por ver a Georgia.

Fianna entra en la sala común y, al instante, decenas de pares de ojos se posan en ella. Se detiene un momento, sintiéndose como un ciervo sorprendido por los faros. ¿Acaso toda la casa no tiene nada mejor que hacer que mirarla? Se plantea si han estado hablando de ella toda la semana, si han estado cuchicheando sobre Regulus en los pasillos, diciendo: "No me puedo creer que se hayan escapado juntos del colegio." Se pregunta cómo le habrá sentado esto a él, si la gente le habrá estado mirando como a un alienígena...

—¡Fee!

Georgia aparece frente a ella, abrazándola con fuerza.

—¿Cómo te encuentras?

—Eh, estoy bien —dice Fianna—. ¿Podemos ir a nuestra habitación? Todos nos están...

—¿Mirando fijamente? —aporta Georgia—. Sí, lo sé, como el domingo. Como si se hubiera muerto alguien...

Suben las escaleras y regresan a la comodidad de su habitación. Fianna deja su bolso en el suelo, mientras Georgia se sienta en uno de sus pufs junto a la mini chimenea.

—¿Cómo fue... todo?

—Mamá y papá me dijeron que rompiera con Regulus —responde Fianna—. Dije que no, naturalmente... Y les dije que Remus me dejó convertirme en animaga.

Georgia jadea.

—¿De verdad?

—Oh, sí, pero no desvió de mi ira... —Fianna se calla por un minuto, antes de agregar—: Regulus me visitó el jueves. Mis padres no lo saben, pero apareció fuera de mi ventana...

—Parecías muerta por cómo estaba él al comienzo de la semana —dice Georgia—. Fue espeluznante. Siempre pensé que era un bastardo miserable, pero esta semana fue aún peor...

Fianna resopla.

—Estoy segura de que no fue tan malo... ¿Cómo te va Prewett?

—Ah, bien —Georgia se encoge de hombros.

Fianna frunce el ceño.

—¿Ya pasó la fase de luna de miel?

—Él simplemente está... por todos lados —dice Georgia—. He ido a la biblioteca con Pandora esta semana, y cada vez que aparece, es como si todo se desviara. Es tan caótico.

Fianna traga.

—¿Puedo decirte algo?

Pero antes de que pueda, alguien llama a la puerta.

Prewett entra y sonríe alegremente a Fianna.

—¡Has vuelto! ¿Cómo te sientes?

—Um, bien, gracias...

—Dirigí el primer Club de Duelo esta semana; pensé que querrías que continuara sin ti, así que me tomé la libertad de hacerme cargo. Pero si quieres tú, siéntete libre...

—¿Ah, si? Remus no me dijo nada.

—Porque no ayudó —dice Prewett.

—¿Qué? ¿Solo lo hizo Salome?

—Ninguno de los dos —contesta Prewett.

Fianna parpadea.

—¡Pero ese era el objetivo, hacer que el club se sintiera inclusivo!

—Bueno, vino mucha gente y se divirtieron. No es mi culpa si los Slytherins se preparan para fracasar. Al menos algún día tendremos ventaja sobre nuestros enemigos, ¿eh?

Fianna se vuelve hacia Georgia, furiosa.

—Prewett, vamos —espeta Georgia.

—¿Qué? —dice Prewett—. Pensé que estabas de acuerdo.

—Sí, pero no estuve de acuerdo con que alterases la idea de Fee. Black ha sido más delegado que tú estas últimas semanas.

Eso debe haber tocado una fibra sensible (Fianna se pregunta si es porque Prewett solo consiguió ser delegado porque Regulus es un mortífago) porque Prewett maldice y sale furioso, cerrando la puerta. Fianna mira a Georgia, sorprendida.

—¿Qué dije? —suspira Georgia—. Un caos. Uno más de esos arrebatos y acabo las cosas. No soy su madre... ¿Qué estabas diciendo, de todos modos?

Fianna niega. Si Georgia está tan cerca de romper con él, no tiene sentido molestarla por lo de Prewett en la fiesta.

—Oh, no importa. Voy a buscar a Regulus, ¿nos vemos luego?

Georgia asiente.

—Slytherin ganó el partido de quidditch, así que lo mejor que puedes hacer es probar en su sala común.

—Cristo —murmura Fianna.

—Lo sé —Georgia resopla.

Fianna mira su atuendo.

—... Yo me cambiaré primero.

🦢

FIANNA NO HABÍA ESTADO NUNCA las mazmorras, ni tampoco en una fiesta de Slytherin, así que le lleva algún tiempo pensar qué ponerse. Al final, se decide por el mismo jersey que llevaba todo el día, pero con una minifalda en lugar de los vaqueros. Así simularía que había estado vestida igual todo el día y que iba así de bien vestida por naturaleza. Entraría en la sala común de Slytherin con aire despreocupado, como si dijera siempre voy así de arreglada. Enamórate de mí, Regulus Black.

Camina hacia las mazmorras, sus Mary Janes de tacón hacen ruido contra el suelo de piedra. Cuando llega, continúa pasando por las aulas de Pociones y más abajo por el pasillo, hasta que finalmente llega a la entrada de la sala común de Slytherin, una gran puerta con una serpiente tallada. Dos gárgolas se sientan a cada lado; ambas se vuelven hacia ella.

—Fianna Lupin —dice la gárgola de la izquierda.

—Hola —saluda torpemente—. ¿Tenéis nombre?

—Harold —dice la gárgola izquierda—. Ese es mi hermano Henry.

—Hola —saluda Henry, la gárgola del lado derecho.

—Un placer. ¿Cómo entro?

—Te abriremos la puerta —dice Henry claramente.

Fianna frunce el ceño.

—¿No hay contraseña?

—Las contraseñas se pueden difundir, pero la confianza no —afirma Harold—. Y eres amiga de Slytherin, así que eres bienvenida cuando desees.

—Oh, qué encantador... —dice Fianna—. Entonces, ¿sí que puedo pasar?

—Claro —dice Henry.

Luego, la puerta se abre, revelando la sala común de Slytherin. Fianna sonríe torpemente a las dos gárgolas antes de entrar.

No es exactamente lo que espera que sea la sala común de Slytherin. Esperaba que fuera oscura y lúgubre, con los muros del castillo de color gris oscuro manteniendo el agua del lago afuera. Esperaba serpientes en todo, viejas pinturas y decoraciones góticas, pero toda la sala común parecía como si hubiera sido cocinada en el sótano de Drácula. Con los estudiantes dentro, riendo y cantando junto al rock mágico (ew), parece menos aterradora.

Hay sofás repartidos por todas partes, con tapizados ornamentados y estudiantes charlando alegremente con sus amigos. Las ventanas dan al lago, un místico resplandor verde turbio que llena toda la sala, ligeramente iluminada por los grandes candelabros con velas que cuelgan del techo. Hay un cuadro de Salazar Slytherin encima de la chimenea, con otros de magos famosos cubriendo el resto del lugar, recordando a los Slytherin la grandeza que provenía de su casa. Es la energía completamente opuesta a la de Gryffindor, ero después de haber visto Grimmauld Place y la mansión Lestrange, puede entender por qué este lugar puede parecer hogareño para algunos.

—¿Fianna?

Pandora se abre paso entre la multitud hacia Fianna, gratamente sorprendida por su llegada. Abraza ligeramente a Fianna y le dice:

—Esperaba que viniera Georgia, pero bueno. ¿Buscas a Reg?

Fianna asiente.

—Sí, ¿lo has visto?

—Odia estas cosas, estará en su dormitorio —responde Pandora—. ¿Te muestro el camino?

—Sí, por favor —dice Fianna.

Pandora guía a Fianna lejos de la sala común, y se adentra aún más en las profundidades de las mazmorras de Slytherin. Recorren un par de pasillos antes de llegar finalmente frente a una puerta.

—La mía es la de enfrente; en Slytherin se separa más por curso que por género, porque no importa —explica Pandora, con un encogimiento de hombros distante—. Si necesitas algo, estaré de vuelta en la sala común.

—Gracias —dice Fianna, justo cuando Pandora se aleja.

Voltea hacia la puerta y, tras un momento de vacilación, llama.

Regulus la abre y se sorprende al ver a Fianna.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Fianna le da una mirada divertida.

—Bueno, esas gárgolas dijeron que soy amiga de Slytherin, así que no estoy haciendo allanamiento de morada.

Regulus se echa a un lado para dejarla entrar en su dormitorio. Como el suyo, hay dos camas individuales, con baúles a los pies de cada una. Hay una pequeña chimenea (aunque ella supone que funciona con magia, teniendo en cuenta que están bajo el agua) y dos escritorios, con una gran alfombra verde cubriendo la mayor parte del suelo de piedra.

—¿Con quién lo compartes?

—Con Crouch, aunque estoy seguro de que terminará durmiendo en uno de esos sofás por la forma en que bebe —contesta Regulus—. ¿Qué tal?

—Bien. Ahora sólo tengo una cicatriz, lo cual es bueno... Mi hermano también aceptó dejar de decirme que rompa contigo, lo cual supongo que es una ventaja.

Regulus resopla.

—El mío me escribió por primera vez desde que se fue de casa, diciéndome que me alejara de ti.

—¿En serio? —dice Fianna.

Regulus asiente.

—Te la enseñaría, pero ya la eché al fuego —dice, y Fianna sonríe suavemente—. Lo esencial, eso sí, era que iba a corromperte si esto seguía así y, si tuviera un ápice de decencia, te lo ahorraría. No sé qué piensa él de nuestra relación... Hace que parezca que te retengo contra tu voluntad.

—No lo haces —Fianna pone los ojos en blanco.

—¿No?

Fianna niega con la cabeza y se rasca nerviosamente el costado del brazo.

—Pensé que sí —dice él—, considerando lo que dijiste la otra noche.

—¿Qué quieres decir? —ella dice.

—Dijiste que éramos amigos.

—¿No es así? —Fianna frunce.

Regulus hace una mueca, con aspecto nervioso.

—Quiero decir, lo somos, pero... —se interrumpe, como si quisiera intentarlo de nuevo—. Verte herida el otro día me asustó... No me di cuenta de lo mucho que me importabas. Me importas más de lo que debería importarme un amigo.

Fianna lo contempla incrédula, sorprendida de que esté diciendo eso. No creía que Regulus sintiera emociones hasta hacía poco. Siempre iba a la deriva por el colegio, con aspecto de no estar impresionado por la vida. Siempre había sentido lástima por él, desde que Sirius le había contado cómo eran sus padres, pero estar delante de Regulus, con el corazón hinchado porque a él le gusta de vuelta...

—Siento lo mismo —dice Fianna.

—¿Si?

Fianna asiente.

Él se acerca a ella, entrelazando lentamente sus dedos. Fianna lo mira y él le devuelve una suave sonrisa.

—Eres tan hermosa.

Fianna sonríe.

—Lo intento.

Él le devuelve la sonrisa y le suelta las manos para sujetarle la cara. Lentamente, se inclina hacia ella y la besa. La toca con cuidado, en marcado contraste con cuando se besaron en el tren hace un par de meses; esta vez hay ternura en ello, una acumulación de semanas de añoranza.

Fianna se separa de Regulus para agarrar sus manos, liberándolas de su rostro. En su lugar las coloca en sus caderas; él la mira sorprendido, mientras ella le rodea el cuello con los brazos, sus pechos apretados fuertemente el uno contra el otro.

—Quería estar más cerca de ti —dice simplemente, antes de besarlo de nuevo.

Ella no sabe de dónde vino eso, considerando que su primer beso fue con él hace dos meses, pero le gusta la cercanía, su piel contra la de él. Fianna siente las manos de Regulus en su espalda, moviéndose más y más hacia abajo...

—¡Joder, lo siento mucho, Reg!

Fianna y Regulus se separan. Crouch está de pie en el ahora abierto dormitorio, con un vaso de Whiskey de Fuego en una mano. Fianna mira hacia abajo y rápidamente se baja la minifalda. No se dio cuenta de que Regulus había sido tan hábil.

—Um, ¿necesitabas algo? —pregunta Regulus.

—No, uh, solo iba a usar nuestro baño...

Fianna se vuelve hacia Regulus, sorprendida.

—¿Tenéis baño privado?

—Sí, no somos paletos —aclara Regulus, con los hombros encogidos.

Fianna se burla.

—Gryffindor nos hace compartir.

—Entonces deberías haberte unido a Slytherin —él la empuja ligeramente con el codo.

Crouch pone los ojos en blanco.

—Me da que usaré el de Panda. ¿Pero cómo no lo sabías?

—No había estado aquí antes —dice Fianna.

—No damos tanto miedo, ¿ves? —dice Crouch, con una sonrisa de borracho, antes de volverse hacia Regulus—. La próxima vez, Reg, pon un calcetín en la puerta, ¿quieres?

Regulus asiente.

—Lo haré...

Crouch cierra la puerta, la música y las risas de la fiesta se ahogan nuevamente. Fianna se cruza de brazos y mira torpemente a Regulus. Se sienta en su cama.

—No quiero hacer nada todavía —murmura ella, preocupada de que la cama signifique algo.

Regulus la mira.

—No esperaba nada —extiende sus manos hacia las de ella—. Solo quiero que te sientes a mi lado.

Lo hace, apoyando la cabeza en su hombro. Regulus la rodea con un brazo y su cabeza descansa sobre la de ella.

Fianna cierra los ojos.

—Eres tan tierno.

—Sólo contigo, Fee —murmura en respuesta.

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