𝐟𝐨𝐮𝐫𝐭𝐞𝐞𝐧. romeo, oh romeo

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XIV —— romeo, oh romeo

🦢

SUS OJOS SE ABRE LENTAMENTE algún tiempo después. Reconoce la hilera de camas en la pared frente a ella, el olor estéril a lejía mezclado con el constante frío del castillo, como la enfermería del colegio. Visitaba a su hermano todo el tiempo cuando él era estudiante. Pero ella cayó inconsciente en el túnel, ¿quién la habría encontrado...?

—Por fin —dice la voz de su hermano.

Remus está sentado en la silla al lado de su cama, cerrando su libro cuando nota que su hermana pequeña se ha despertado. Fianna lo mira y comienza a fruncir.

—¿Por qué estás aquí?

—Uh, ¿porque cuando te encontraron sin un trozo de estómago, McGonagall se lo dijo a mamá y papá? —Remus rueda los ojos—. Tienes suerte de que Canuto no estuviera en la casa cuando mamá llamó, porque ya habría matado a tu novio. De todos modos, lo haré yo, pero estoy seguro de que a Canuto le hubiera gustado unirse...

Los ojos de Fianna se abren como platos.

—¿Cómo que se lo dijeron a mamá y papá?

—Dumbledore está hablando con ellos ahora mismo —dice Remus—. Estabas gravemente herida, Fee... Si ese imbécil no te hubiera traído directamente hasta aquí...

—¿Qué quieres decir? ¿Dónde está ahora?

Remus gime.

—No empieces.

—¿Por qué no? —dice Fianna—. Me fui antes que él; su madre se dio cuenta de que estábamos allí, así que se quedó atrás, ¿dónde está?

—¿Fianna?

Tímidamente, Regulus aparece ante su vista, como si tuviera miedo. Su ojo izquierdo está todo magullado; su estómago se hace un nudo instintivamente, como si le doliera verlo sufrir. ¿Qué está pasando? piensa, confundida por la reacción de su propio cuerpo.

Se sienta a su lado en la cama y le toma la mano. Mientras lo hace, Remus se queja.

—Voy fuera —dice Remus, levantándose.

Fianna oye cerrarse de golpe la puerta de la enfermería. Sabe que se acerca la luna llena y que será más fácil enojar a su hermano que de costumbre, pero no se lo pone más fácil al verlo tan enojado con ella.

—¿Qué pasó? —quiere saber Fianna.

—Volví y te encontré en el suelo. Lo siento, no te habría traído hasta aquí si no tuviera otra opción, realmente no quería involucrar a nuestros padres ni el colegio. Pero no sabía cuánto tiempo habías estado fuera, y había tanta sangre...

—¿Qué le pasó a tu ojo? —cuestiona ella, sintiéndose más preocupada por eso que por sus propias heridas.

—No está hinchado, podría haber sido peor —él se encoge de hombros—. De todos modos, realmente no importa: ¿cómo te sientes?

—Estoy bien —ella luego se inquieta y hace una mueca, la herida que se astilla le provoca un dolor punzante en el estómago—. Joder. Vale. Estoy bien cuando no me muevo.

Regulus pone su mano en su frente.

—Al menos ahora te has calmado —le dice. Ella frunce el ceño e incómodo, él aparta la mirada—. Ardías cuando te encontré. Es la única razón por la que no pensé que estuvieras muerta.

Fianna sonríe perezosamente y apoya la cabeza en la pared detrás de su cama.

—Pensé que te gustaban los amantes que morían el uno por el otro...

—Cállate —dice él, aunque con más emoción de la que quizás pretendía.

Las puertas se abren de nuevo y justo después, las voces de Hope y Lyall Lupin siguen hacia ella junto a las de Madame Pomfrey y Remus otra vez. Regulus se mueve hacia donde Remus había estado sentado, mientras Hope y Lyall corren hacia Fianna, abrazándola con cuidado.

—¿Cómo estás, mi vida? —pregunta Hope—. ¿Te sientes mejor?

—Si estoy súper, súper quieta, estoy bien —dice Fianna.

Su padre se queda en silencio por un momento, con los ojos enfocados en Regulus.

—¿Este es el chico?

Fianna hace una mueca.

—... Tal vez.

—Es el hermano de Sirius, Lyall —dice su madre en voz baja. Y así, Lyall no dice ni una palabra más al respecto; los años de historias de terror de Sirius sobre sus padres, ligadas con el ojo morado que ya estaba en la cara de Regulus, parecen recordarles a los padres de Fianna que no importa cuán enojados estén, Regulus no merece su angustia. Al menos ante él, piensa, desconfiando de la tranquilidad de sus padres. Si Remus estaba enojado, ¿por qué ellos no...?

Fianna se aclara la garganta.

—Um... este es Regulus...

Remus se cubre la cara con las manos, avergonzado por ella.

—¿Te han visto el ojo, cariño? —pregunta Hope.

Regulus parece sorprendido.

—Mmm no...

—Madame Pomfrey, ¿dónde está esa crema que solía darle a Remus? —dice Hope, sin pensarlo dos veces—. Creo que a Regulus le vendría bien un poco.

—Echaré un vistazo al armario —Madame Pomfrey se aleja.

—No es necesario —dice Regulus, moviéndose en su asiento—. Estoy bien...

Hope niega con la cabeza.

—No quiero oírlo. El sufrimiento nunca es noble.

Una sonrisita vacilante se dibuja en el rostro de Regulus, mientras Hope y Lyall vuelven a mirar a su hija.

—Pomfrey dijo que podría llevarle unos días mejorar —dice Lyall—. Mientras tomes la medicina y descanses, no necesitas quedarte aquí... Dumbledore dijo que puedes volver a casa por unos días.

El corazón de Fianna se hincha de alegría. La idea de estar en su propia habitación, con su madre y su padre abajo; de poder ver a su hermano mayor siempre que quiera; de poder ver la tele mientras se recupera. Dios, ¡tiene tanto que hacer! Y alejarse de todas estas tonterías durante un tiempo, no tener que preocuparse de si está haciendo el papel de novia, no tener que pensar en Voldemort ni en horrocruxes... Suena como el paraíso. Además, le hace pensar que se ha salido con la suya sin que sus padres se enfaden, lo cual es una noticia fantástica.

—Me encantaría —dice Fianna, con una pequeña sonrisa apareciendo en su rostro.

Hope le devuelve la sonrisa y aprieta ligeramente su mano.

—Tu padre y yo no podemos quedarnos mucho más tiempo, así que Remus se quedará y te llevará a casa justo después de cenar. ¿Te parece bien?

Fianna cabecea. De los años de visitas de Remus a la enfermería, Fianna ha aprendido que Hogwarts no es precisamente un lugar seguro para Hope. Aparte de los mortífagos, el castillo está encantado para detectar a los que no son bienvenidos, es decir, a los muggles. Dumbledore les dijo que mientras Hope sólo estuviera en el colegio una hora o menos, el castillo no sospecharía, lo que permitía visitas puntuales.

Lyall abraza suavemente a Fianna.

—Nos vemos pronto. Te queremos.

—Yo también os quiero —dice Fianna en voz baja, antes de que sus padres se vayan.

Madame Pomfrey regresa con la crema para Regulus, quien silenciosamente se la aplica en el ojo mientras Remus vuelve a sentarse, en el lado opuesto de la cama a Regulus. Habla con Fianna sobre Londres y lo que él y sus amigos han estado haciendo. Aparentemente tuvieron que convencer a James para que no le propusiera matrimonio a Lily anoche, pero Remus no cree que pase mucho tiempo antes de que no puedan detenerlo. Remus también menciona algo sobre Sirius, que es cuando Regulus se excusa convenientemente para devolverle la crema a Pomfrey.

—Mamá está furiosa, ¿sabes? —señala Remus.

—No lo parecía.

—Creo que no quiere estar en el mismo grupo que la madre de Canuto —dice Remus, con un suspiro—. A los ojos de tu novio, al menos... —hace una pausa—. Sin ofender.

—Remus —dice Fianna con frialdad.

—¿Por qué coño pensaste que era una buena idea colarte en esa casa? —remata Remus, por lo bajo—. ¿En serio creías que podías con ello? Has oído las historias de los padres de Canuto, ¿por qué te pareció tan buena idea arriesgarte a entrar? Pegaban alegremente a sus propios hijos, ¿crees que no te harían daño a ti también? Especialmente si supieran que eres mestiza o que eres mi hermana pequeña.

—No seas tan malo —Fianna se cruza de brazos.

—No, estoy siendo perfectamente razonable —dice Remus—. No puedo creer que hayas arriesgado todo solo para tirártelo.

Su corazón se hunde. En voz baja, susurra:

—No me iré a casa si esto va a pasar una semana.

—¿No lo ves, Fee? ¡Tu vida cayó en el caos en el momento en que empezaste a salir con él!

—¡Mi vida se habría convertido en un caos de todos modos, porque el mundo entero se está desmoronando! —replica Fianna, fulminando con la mirada a su hermano—. Si no fuera esto, habría sido otra cosa. ¿Sabes qué noté ayer? Los únicos que van a Hogsmeade son los de Slytherin, los que sé que tienen familia mortífaga. Nadie más está a salvo cuando sale del colegio, por si hay un ataque cercano, así que no culpes a Regulus de nada de lo que me ha pasado últimamente, porque habría pasado igual. Mejor aún: ¡¿qué está haciendo tu preciada Orden, porque desde luego no está haciendo que los alumnos de Hogwarts se sientan seguros?!

Regulus aparece frente a ellos, claramente habiendo escuchado toda la conversación. Fianna se estremece ante el hecho, pero su hermano se aclara la garganta y dice que tiene que comprobar algunas cosas con Dumbledore.

—No pensé que dirías eso —susurra Regulus.

—Yo tampoco. Se ve que todos están enojados conmigo. Como si lo que ellos creen que hicimos es tan malo como lo que Remus ha hecho. ¿Sabes que pasó un mes entero el verano pasado drogado con hierba del dragón? Fue a la cena de cumpleaños de mi abuela apestando a ella, pero nadie lo notó porque yo lo cubrí...

—Fee —comienza Regulus.

Fianna lo mira con el labio inferior sobresaliendo, molesta.

—Dios no quiera que tenga relaciones sexuales con mi novio —dice, lo que de todos modos suena estúpido. Ella sabe que en realidad no tuvieron relaciones sexuales, él lo sabe, porque nunca sucederá, porque en realidad no están saliendo. Y, sin embargo, está siendo vilipendiada por el chico con el que está saliendo, porque aparentemente es malvado, cuando en realidad están tratando de detener a Voldemort.

—Creo que se trata menos de eso y más de quién soy...

—Lo sé.

Regulus vuelve a sentarse a su lado y le toma la mano. Fianna mira hacia abajo, a sus manos agarradas a las de ella, sintiéndose sorprendida.

—Intentaré hablar con Crouch esta semana —le explica Regulus—. Intenta mantener esto en movimiento.

Fianna asiente.

—Suena bien... Supongo que, de todos modos, levantará menos sospechas si lo preguntas por tu cuenta.

—Sí, yo también lo creo. Debería irme antes de que tu hermano regrese... o peor, antes de que regrese con mi hermano.

Fianna sonríe.

Antes de que Regulus se vaya, la abraza con cuidado y besa la parte superior de su cabeza. La sonrisa de ella se borra de su rostro mientras lo mira sorprendida.

—Pensé que ibas a morir —confiesa.

—Aún sigo dando guerra —dice Fianna con una sonrisa incómoda—. No puedes deshacerte de mí tan fácilmente, Reg.

Regulus niega con la cabeza, pero le devuelve la sonrisa antes de recoger su bolsa de viaje y salir de la enfermería. Fianna no notó la bolsa, pero supone que no ha regresado a su dormitorio desde que ambos regresaron. Sus cejas se fruncen; no se dio cuenta de que estaba tan gravemente herida y era extrañísimo verlo tan preocupado...

Tras una breve visita de Georgia (horrorizada y celosa de que Fianna pueda pasar la semana en casa), Remus se lleva a su hermanita a su hogar. Fianna se pasa toda la noche pasando de puntillas alrededor de sus padres, esperando a que caiga la breva, a que empiece la discusión. Espera a que digan algo sobre Regulus, sobre cómo se está metiendo en problemas al estar cerca de él. Sabe que están enfadados, pero siguen siendo amables con ella, ofreciéndole tazas de té y preguntándole qué le apetece cenar.

Y, paranoica pero con la esperanza de que el buen comportamiento lo perdone todo, Fianna pasa la cena en silencio, tratando de disfrutar la primera comida de su madre que ha probado en mucho tiempo. Incluso se ofrece a lavar los platos, a lo que su padre le dice que no se preocupe porque se encuentra mal. Fianna hace una mueca ante el comentario, sabiendo que esa es la manera perfecta de mencionar a Regulus.

—Tu novio parecía preocupado —le dice Hope.

Fianna se congela, como si esperara volverse invisible.

—Bueno... pensó que iba a morir...

—¿Es uno de ellos? —quiere saber Hope.

—¿Uno de qué? —Fianna frunce el ceño, tratando de hacerse la tonta.

—No hagas eso. Sabes de qué hablo.

—No, no lo es —miente Fianna—. Él no cree en eso, pero sus padres sí, y sus podrían presionarlo para que se una, así que si habéis oído algo debe ser por eso...

—Espero que no estés mintiendo, Fianna —dice Hope.

Fianna traga.

—No miento.

—No me gusta —escupe Lyall de repente.

Fianna se dirige a él, sentado aún en la mesa de la cocina junto a su madre. Mira fijamente a sus padres, sin saber qué decir, cómo aliviar la tensión de esta situación. Nunca es ella la que se mete en líos, siempre es Remus, e incluso entonces lo ignoraban porque estaban contentos de que tuviera amigos, de que tuviera una vida normal a pesar de su licantropía. Nunca la han regañado, nunca la han tratado así, como a una niñita que no sabe tomar una buena decisión.

—A mí tampoco —está de acuerdo Hope.

—Pero os gusta Sirius —dice Fianna.

Hope aparta la mirada de Fianna, claramente decepcionada.

—Creo que esos chicos son personas muy diferentes. Dejarte poner un pie en esa casa, con una madre como esa...

—Él creyó que no estaría allí.

Lyall niega con la cabeza.

—Eso no viene al caso. Claramente no le importa lo suficiente como para...

¡Claro que sí! —dice con más fuerza de la prevista—. ¡No lo conocéis! Se ha pasado toda una vida cumpliendo con las expectativas de sus padres... ya sé que es una suerte que Sirius consiguiera salir, ¡pero ninguno de vosotros estáis entendiendo que Regulus tuviera que seguir la corriente, lo que sus padres querían, para que no le trataran de la misma manera!

Lo que ellos quieren —Hope hace eco de las palabras de su hija—. Como convertirlo en mortífago.

—Mamá, vamos, él no es así.

Hope empieza:

—No me importa lo que creas que es, ¡no voy a dejar que tires tu vida por la borda por un chico! Si él está involucrado en algo de eso y tú no te das cuenta, al segundo de que uno de sus amigos se dé cuenta de que tu hermano es un hombre lobo y yo muggle, ¡te matarán! ¡No voy a dejar que mueras por su culpa!

Fianna mira a su papá, sin palabras. Pero, para su horror, su padre dice:

—No quiero que lo vuelvas a ver. Hablo en serio, Fee.

—No puedes detenerme —dice Fianna, moviéndose para salir de allí.

Pero su padre se levanta y le bloquea el paso.

—No te dejaré volver. Haré que tu hermano consiga un trabajo allí y te mantendré alejada de ese chico. No me importa, no permitiré que arruines tu vida.

—Oh, porque Remus siempre vela por mi seguridad, ¿no? —Fianna enfurece.

Lyall frunce el ceño.

—¿Qué...?

Fianna espeta:

—¿Os contó cómo me dejó convertirme en animaga hace un par de años, para no estar solo durante las lunas llenas cuando estaba lejos de sus amigos?

La boca de Lyall se abre, sorprendido. Enojada, Fianna pasa junto a su padre, decidida a subir las escaleras y encerrarse en su habitación antes de que esta conversación pueda continuar.

—Lo imaginaba —murmura, antes de subir corriendo las escaleras y cerrar de golpe la puerta.

🦢

FIANNA HA PASADO UNOS DÍAS MISERABLES en casa, si ha de ser sincera. Cada vez que finaliza una discusión comienza otra con sus padres, ambos empeñados en convencerla de que rompa con su (falso) novio. Fianna sabe que es una buena razón para poner fin a su farsa antes de tiempo, pero una parte de ella no quiere. No hace más que pensar en Regulus, en sus rizos perfectamente despeinados, en su dulce (aunque poco vista) sonrisa, en su humor y su encanto y...

Dios. Esto se está poniendo vergonzoso, ¿no? Fianna gustando de Regulus. Pero no puede evitarlo. Su mente se alejará de él y luego el más mínimo recordatorio la enviará directamente de regreso, soñando despierta con nada más que el maldito Regulus Black.

El jueves por la noche, descubre cómo utilizar el encanto de insonorización, lo que significa que puede poner sus discos de Fleetwood Mac mucho después de la hora de acostarse de sus padres. La herida del estómago casi ha desaparecido, salvo la espantosa cicatriz a lo largo de las costillas. Menos mal que el partido de quidditch del sábado es Ravenclaw contra Slytherin, porque no sabe por quién la sustituirían. Fianna se conoce lo suficiente como para saber que se obligaría a jugar, lo cual empeoraría su herida. Pero el sábado piensa volver al colegio, que es lo que importa.

Está acostada boca arriba en la cama, mirando al techo. Su madre había regañado a Remus la noche anterior, así que él tampoco le hablaba. Por muy mierda que fuera todo, a Fianna no le importa. Sabe que su familia se recuperará con el tiempo y se niega a ceder. No va a terminar con Regulus. Seguirán trabajando juntos para encontrar este horrocrux, y una vez que se revele algún día, su familia estará orgullosa de ella.

Sólo tiene que esperar hasta ese día.

Se oye un ligero golpeteo en su ventana, lo que la hace saltar. Afuera de su ventana, Regulus la mira, parándose cuidadosamente en la misma repisa que ella usa para escabullirse. Sorprendida, Fianna se lanza hacia la ventana y la abre.

—Um, ¿hola, Romeo?

—Tengo malas noticias.

Fianna frunce el ceño.

—¿Y escapaste del colegio para decirme eso?

—Crouch sabe cero de esa cueva, pero mencionó algo sobre las aguas infestadas de Inferi, que aparentemente son una subsección de nicho de la geografía mágica —dice Regulus—. No quiero preguntarle nada más, en caso de que sospeche, pero es una buena pista para nosotros.

Sin embargo, ella todavía no entiende por qué vino hasta aquí para decirle esto.

—Podrías haber esperado hasta que volviera el sábado para decírmelo...

—Quería ver cómo estás —dice en voz baja. Su mirada desciende hasta su estómago y sus dedos tocan ligeramente su cintura—. ¿Qué tal el corte?

—Ya casi no existe —se levanta la camiseta para mostrársela. Intenta tener tacto al respecto, ya que se quitó el sostén hace horas y, por mucho que le guste este chico, no cree que eso le dé derecho a exhibirse.

—Bien —Regulus asiente, sus dedos rozan ligeramente su piel.

—No necesitabas venir —ella dice, volviendo al tema.

—Bueno, puede que te extrañara.

Fianna pone los ojos en blanco, tratando de actuar tímida.

—Supongo que yo también te he extrañado.

—No, Fianna, quiero decir... —Regulus se detiene un segundo, como si estuviera debatiendo algo en su cabeza. Fianna arruga el ceño—. Sé que lo nuestro no es real, pero me importas. Verte así el otro día me asustó... No creo que haya tenido una relación tan cercana con alguien; tener a alguien a quien contarle todo en años. Es deprimente, pero no creo haber confiado tanto en alguien desde que Sirius era pequeño.

Fianna siente que su estómago se hunde. ¿Sirius? ¿Su hermano? ¿Comparándola con su hermano mayor? Se siente tan avergonzada. Se ha pasado toda la semana fantaseando con Regulus, ¿y él está aquí, pensando que sólo son mejores amigos? Es tan triste, y tan horrible, pensar que esto es algo romántico cuando este chico sólo está agradecido de tener una amiga...

—Sí —dice Fianna débilmente—. Nos tomó un poco más de tiempo, pero logramos hacernos amigos como Remus y Sirius...

Regulus hace una pausa, como sorprendido por algo. A Fianna realmente no le importa; en secreto desea que él se vaya para poder fundirse en el suelo y morir de vergüenza en paz.

—Sí... a eso me refiero —dice Regulus, lentamente.

Fianna se sienta en su cama.

—Seguramente Slughorn te está vigilando más de cerca, con lo del fin de semana...

—Sí —Regulus mira torpemente hacia otro lado. Fianna cree que su cara se está poniendo roja, pero no entiende por qué se siente avergonzado. Es ella quien interpretó esto mal—. Yo sólo... quería hablar contigo.

—Lo aprecio —dice Fianna, sintiéndose derrotada—. Mis padres todavía están tan enojados que me siento un poco como Rapunzel en su torre.

—¿Quién? —Regulus frunce.

Fianna suspira.

—Te lo diré en otra ocasión.

Regulus asiente antes de salir torpemente por la ventana. Fianna se pregunta si debería haberle dado un abrazo de despedida, pero él se aleja antes de que ella intente hacerlo. En cambio, lo ve irse, con todo el cuerpo dolorido de vergüenza. Sólo porque sea amable contigo no significa que le gustes, idiota, piensa.

Una vez que Regulus se ha marchado, Fianna vuelve a tumbarse en la cama. Poco después apaga la música y se acuesta, deseando que la noche no hubiera pasado.

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