Capítulo tres

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Jimin se da cuenta, días después, de que Jungkook ha memorizado su pedido en la cafetería. Jimin llega ese día a la cafetería por la tarde, con las nubes negras sobre el cielo, y con una sonrisa cansada en los labios.

- Hola. -Saluda a Jungkook, quien aprieta los labios al verlo-

- Hola. -Murmura rápidamente- ¿Un té?

Le golpea como la brisa más fría de invierno bailando sobre su piel, y se siente un tanto estúpido por no haberse dado cuenta antes. Cuando llega a la cafetería por la noche, Jungkook sabe que quiere un café, y por las tardes, un té. Es algo simple, pero hace que Jimin se sienta especial.

- Sí, por favor.

- ¿Grande? -Jungkook pregunta, alzando una ceja a lo que el castaño asiente-

- Eso dicen -Responde con una sonrisa divertida-

Y hacer la misma estúpida broma, no tendría que hacer que JungKook suelte una pequeña risa, enseñando unos pequeños hoyuelos mientras su rostro se enrojece. Pero lo hace, y el rostro de Jimin, parece iluminarse con ello. Algo vibra en su pecho al escuchar la risa de Jungkook.

- Eres un idiota -Jungkook entonces dice, mirándolo mientras aprieta los labios en un intento de retener su sonrisa-

- Pero te he hecho reír -Lo dice encogiéndose de hombros, completamente genuinos con sus palabras-

Y JungKook solo aparta la mirada, apuntando el nombre del castaño en el vaso y ocultando la apenas visible sonrisa que quedaba en sus labios.

- Serán cuatro dólares. -Dice en un murmuro cuando vuelve a mirarlo-

Y Jimin sabe que lo está haciendo bien, que si hacer estúpidas bromas con doble sentido hace que el bonito chico pelinegro sonría, lo está haciendo bien.


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La tormenta llega más fuerte de lo que esperaba, y con ella, Jimin se siente un tanto asfixiado. Resulta que debido al fuerte viento y la inmensa lluvia que cada vez parecía caer con más fuerza, Jimin ve un poco imposible salir de su apartamento.

Se encuentra pasando las horas dibujando, diseñando algunos pedidos de varios clientes, y suspirando de vez en cuando debido al aburrimiento. Pero es entonces, cuando se deja caer sobre el sofá, que se da cuenta del suave sonido de la música que proviene del apartamento de Jungkook.

No puede evitar sonreír al reconocer la canción, "Happy Xmas" está sonando y puede escuchar la voz de Jungkook cantar suavemente debajo de la música.

Y Jimin sólo puede soltar una pequeña risa al darse cuenta. Están a diez de diciembre y su vecino está escuchando y cantando villancicos, y no debería sorprenderle, pero lo hace. Y quiere tomar una almohada y enterrar su rostro en ella, gritarle al universo por ponerle a un vecino malditamente atractivo y encantador.

Es entonces, que Jimin no puede aguantarlo más.

Se levanta del sofá con una sonrisa, aún escuchando la leve voz de Jungkook cantando despreocupadamente mientras camina hacia la cocina.

La idea que retumba en su cabeza le hace sonreír ampliamente, sintiendo que había encontrado la forma de al menos, ver durante unos segundos al pelinegro.

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No hay forma en la que Jimin pueda acercarse a Jungkook con eso, más bien, Jungkook se reirá antes de cerrarle la puerta en la cara.

Aún así Jimin se ha pasado dos horas  preparando esas extrañas galletas, y se niega a no llevar su plan a cabo. Las guarda en un plato con una mueca e intenta que se vean lo más normal posible.

Y segundos después, se encuentra delante de la puerta de Jungkook, escuchando cómo "I'm in the mood for love" comienza a sonar al otro lado de la puerta. Eso le hace sonreír, mientras se muerde el labio varias veces en busca de la valentía para tocar a la puerta.

Y cuando finalmente lo hace, se arrepiente. Quiere salir corriendo y esconderse en la cálida y segura soledad de su propio apartamento.

Pero es demasiado tarde, y antes de que pueda darse cuenta, Jungkook se encuentra abriendo la puerta.

- Jungkook, hola -Lo saluda amablemente intentando sonar lo más despreocupado posible-

- Hola -Jungkook parece confundido al verlo, con su ceño fruncido y sus labios apretados en una pequeña mueca-

Jimin lo mira de arriba a abajo, sin poderlo evitar sonríe al verlo. Jungkook viste un pequeño pijama navideño, su cabello está suelto, y unos mechones se encuentran recogidos detrás de su oreja.

Y Jimin lo encuentra completamente injusto, lo bonito que un chico de veinte años podía verse en un pijama navideño.

- Em, esto es para ti -Dice finalmente, entregándole el plato repleto de galletas-

- ¿Para mí? -Jungkook pregunta confundido, a lo que Jimin asiente- ¿Por qué?

- Bueno, estaba cocinando ¿Sabes? Él espíritu de la navidad y eso, y me han sobrado unas pocas galletas y...-Se encoge de hombros con una sonrisa tranquila- Quería compartirlas contigo.

Las palabras parecen tomar por sorpresa al pelinegro, quien aún con el ceño levemente fruncido, sonríe. Es una sonrisa pequeña, casi invisible, pero consigue hacer que Jimin se sienta satisfecho.

- Gracias -Jungkook dice tomando el plato de galletas-

Por unos segundos las manos de ambos se rozan, los anillos fríos de Jungkook tocan la piel de Jimin y el castaño jura que puede sentir un cosquilleo en la punta de sus dedos.

- No hay de que. -Jimin esconde sus manos ahora libres en los bolsillos de su pantalón deportivo, sonriendo- No esperes que sean muy buenas, soy una mierda con esto de la repostería.

Aquello saca una pequeña risa en el pelinegro, quien asiente.

- Estoy seguro de que estarán bien.

- Eso espero.

Entonces el silencio les invade, todo lo que se escucha es la suave música que proviene de dentro del apartamento de Jungkook. Jimin aprieta los labios, e intenta buscar algo más que decir, algo que haga que Jungkook se quede ahí por unos segundos.

Algo, cualquier escusa para admirarlo sólo un poco más.

Pero para su sorpresa, es Jungkook quien habla.

- ¿Nos vemos pronto?

Jimin sonríe ampliamente, y asiente repetidas veces.

- Espero una reseña sincera de las galletas para entonces. - Aunque es mentira, Jimin sabe que las galletas son una mierda y realmente no le importa. Son tan sólo la escusa para tocar en la puerta de Jungkook y verlo por al menos unos segundos.-

El pelinegro baja la cabeza mientras sonríe, y un pequeño mechón de cabello se sale de detrás de su oreja, haciendo que Jimin quisiera acercarse y colocarlo en su lugar de nuevo.

Cuando se da cuenta, cuando nota los latidos de su corazón acelerarse levemente ante sus propios deseos, se asusta.

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