Ilusión

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Parejas secundarias: Melizabeth(mención)

Rating: M

Género: Romance

Advertencia: Lemon (Situaciones sexuales explícitas)

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Porque esto era demasiado bueno para ser real.

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Gelda sintió sus párpados pesados, pero aun así los abrió ligeramente. Observó su alrededor, una linda habitación desconocida para ella. Moviendo un poco sus manos por la superficie en donde estaba acostada, se dio cuenta de que era una cama. La vampiro se encontraba confundida ante tal situación.

Incluso si se sentía segura en dicha habitación, su mente le gritaba que se levantara y buscara pero no sabía qué. Entonces, todo volvió a su memoria como un destello de luz. Ella le había pedido a Meliodas, hermano de su amado Zeldris, que acabará con ella. Gelda con pesadez tomó asiento en la cama y observó que solo traía un camisón claro y sus cabellos sueltos.

Comprendiendo que ella había sido asesinada, buscó algo en la habitación que le diera una pista que le indicara algo, lo que sea porque ella no entendía el por qué estaba aquí si estaba muerta. Después de unos minutos, pensó en la posibilidad de que era el paraíso o el mismo infierno.

– Hola... – Habló suavemente, intentando mantenerse tranquila. No había nadie.

Observó una pequeña liga en la mesa cerca de la cama y la tomó, para empezar a trenzar sus delgados y suaves cabellos claros.

Adoro cuando tienes tus cabellos atados... Puedo ver tus hermosos labios y cuello... – Gelda se detuvo al recordar esa voz tan profunda y cariñosa a la vez. Zeldris siempre la había elogiado por sus delicadas facciones. Pequeñas lágrimas traicioneras viajaron por las mejillas del rostro de la estoica vampiro. Incluso sellada o muerta, siempre pensaba en aquel demonio de cabellos oscuros.

Incluso si soy un monstruo, ¿me seguirás amando? – Otro cruel y dulce recuerdo volvió, una donde él le dice preocupado uno de sus temores. Ella cerró los ojos al imaginárselo y abrazarlo con cariño para decirle. – Claro porque sé que jamás me harías daño...

Irónicamente, ella se había sentido satisfecha cuando él fue el encargado de castigar a los vampiros por su estúpida rebelión, Gelda jamás había visto a su amado tan angustiado. Intentando olvidarse de sus recuerdos, se dispuso a levantarse de la cama para saber que estaba ocurriendo. Pero al ver que la puerta se abrió suavemente, se detuvo y eso es porque reconocía ese aroma tan fuerte, tan hipnótico... Tan familiar.

– ¿Zel... dris? – Murmuró Gelda con temor en sus ojos al ver la imagen de su amado frente a ella.

Él lucía tranquilo al entrar pero al oír a la chica decir su nombre en un murmullo atragantado, se puso rígido. Sus cabellos negros y desordenados, sus musculosos brazos y pecho, su linda estatura y su mirada profunda, hicieron que Gelda temblara de inquietud. Incluso en su muerte, él siempre la hacía sentir protegida y expuesta al mismo tiempo. Sus labios temblorosos buscaron pronunciar unas palabras, pero éstas jamás salieron.

Zeldris observaba con sorpresa a la vampiro, quien apartó su mirada para observar sus piernas con la esperanza de que él fuera real y no una simple ilusión de su muerte. El demonio avanzó lo suficiente para quedar al lado de Gelda, intentó tocarla del brazo pero recibió una mirada de suplicio.

¿Esto es bueno o malo? – Pensó Gelda al no saber si esta proyección de su amado era alucinante o cruel.

La habitación se llenó con un silencio sereno, lo único que se oía era la respiración agitada de la vampiro.

- Gelda... - Su voz era exactamente igual que siempre, pero está vez se oía ansiosa a comparación a sus recuerdos.

Insegura de que pensar, levantó su mirada para observarlo. Gelda se quedó sin respiración al observar como Zeldris la miraba con tanta adoración, que la hizo olvidarse de su muerte y de que él era ilusión de su amado. La vampiro se sintió temerosa al ver como demonio había tomado asiento en la cama para quedar cerca de ella.

Incluso si era una ilusión, ella quería sentirlo de nuevo entre sus brazos por lo que intentó tocar su rostro. Sintiendo su mejilla contra su suave mano, ella rió ligeramente. Se sobresaltó al ser abrazada de manera repentina por el demonio, quien se ocultó entre sus pechos como siempre lo hacía. Sonrió con cariño y devolvió el dulce gesto con el mismo deseo de contacto.

Decidida a aprovechar la ilusión de su amado, Gelda tomó las mejillas de Zeldris con sus manos para levantar su mirada hacia ella. Los ojos oscuros la miraban con deseo y cariño, que provocó a la vampiro sentir un nudo en su estómago. El demonio tocó suavemente su rostro y ésta se estremeció ante el frío del metal de sus guantes.

– Eres tan hermosa como siempre, mi dulce Gelda... – Habló Zeldris serio, pero dándole un toque cariñoso. Alejándose de ella por unos momentos, se quitó sus accesorios de pelea y su calzado, dejándolos lejos de la cama. La vampiro observó con calma a su amado, solo para ser nuevamente sorprendida por la cercanía de éste.

– Zeldris... – Murmuró Gelda con deseo, mientras sentía como era acorralada por el pequeño demonio. Zeldris aprovechó que la espalda de la vampiro estaba tocando la pared para colocarse en medio de sus piernas y arrinconarla con sus brazos a cada lado de su cabeza. – ¿Eres tú...?

Se sintió estúpida preguntándole eso, su cuerpo y mente le decían que era él, pero su lógica indicaba todo lo contrario.

– Claro que soy yo... – Sonrió levemente, haciendo que Gelda temblara de emoción. Sin decir nada más, Zeldris besó tiernamente a la vampiro, quien inmediatamente correspondió aquel acto con cariño.

Mientras el tierno y casto besó se volvía un poco más salvaje, las manos del demonio empezaron a recorrer lentamente las curvas de su amada. Sus manos eran cálidas al contacto, provocándole a Gelda suspirar su nombre con suavidad.

El beso se rompió cuando Gelda se alejó de su boca para soltar un jadeo por sentir como una mano de Zeldris se adentraba a su camisón, tocando su torso con delicadeza como si tuviera miedo de romperla o lastimarla. Su piel era rasposa contra la de ella, que era suave y tierna, y amaba experimentar esa sensación.

Zeldris no desaprovechó la oportunidad de besar su cuello y empezar a darle suaves mordiscos a su piel. Gelda emitió pequeños gemidos ante los pequeños "regalos" que le ofrecía su amado. – No...

– ¿No te gusta? – Preguntó serio, mientras se detenía con preocupación.

– No es eso... – Dijo Gelda tranquilamente, mientras sus mejillas se teñían más de un color carmín.- Es solo quiero que me toques... Más, por favor.

Terminando de decir eso, soltó un chillido ante la dulce sensación en su pecho derecho. Zeldris la observaba con burla mientras su mano, que estaba bajo su camisón, la tocaba descaradamente. Gelda tembló al sentir como pellizcaba con suavidad su pezón.

– ¡Zeldris! – Exclamó su nombre con placer.

– ¿Así es cómo quieres que te toqué? – Murmuró Zeldris roncamente en su oído. Gelda asintió repetidamente con una mirada de deseo, que el demonio no se pudo contener. Volvió a besarla con la diferencia de qué ahora el beso era firme y apasionado. Está vez, el demonio comenzó a levantar el estorboso camisón de la vampiro, rompiendo el beso para terminar de quitar aquella prenda y así dejarla desnuda de la cintura para arriba. Ahora él fue quien se alejó para comenzar a quitarse su ropa, dejando a la vista su cuerpo bien formado.

Sonrojada por la vista, Gelda acarició con suavidad el pecho bien marcado de su amado, quien emitió un gruñido al sentir como sus manos lo tocaban con deseo. Zeldris tomó sus manos con una de él para sonreírle maliciosamente, provocándole una gran calidez en sus mejillas y entre sus piernas. Se dirigió a su pecho izquierdo para comenzar a lamer lentamente, haciendo gemir a la vampiro. Soltó sus manos para viajar y acariciar cada parte de su cuerpo con firmeza.

– ¡Agh! ¡Zeldris...! – Balbuceaba Gelda, perdiéndose en las caricias del demonio. Jugó con los cabellos negros del chico, intentando aliviar el dulce placer que le ofrecía. – ¡Por favor!

Comprendiendo a que se refería, la acostó en la cama sin dejar de mirarla. Gelda se cohibió ante la oscura mirada de Zeldris y observó que su usual marca demoníaca estaba diferente, irregular y más grande.

Todo esto se sentía tan real, tan fantástico, que Gelda sonrió con melancolía, llamando la atención de Zeldris. – ¿Pasó algo?

– No es nada... Solo estoy feliz de estar contigo, incluso si eres una ilusión bien hecha. – Dijo Gelda con tranquilidad, mostrando una mirada resignada.

Fue Zeldris quien se mostró ligeramente sorprendido para luego fruncir el ceño con molestia. – Gelda, soy real...

– Así es... – Tarareó la vampiro con ingenuidad, haciendo sentir molesto al demonio. Gelda soltó un pequeño grito al sentir la mano de Zeldris tocarla allá abajo con agilidad. Pujó y gimió al ser tocada de esa manera.

– Dime... ¿Esto no es real? – Preguntó Zeldris serio, provocando un escalofrío en la vampiro. Mientras una mano jugaba con su sexo y la otra se dedicaba a acariciar su rostro, mantuvo sus ojos en los gestos de placer que ella liberaba. – Gelda, estás viva. Y yo lo estoy.

– N-no... No es cierto... – Luchó inútilmente contra la dulce sensación que le propiciaba el demonio. – ¡Zeldris!

El chico de cabellos negros se estremeció ante la manera que ella gritó su nombre. Rió internamente, ella creía que era una ilusión, que estaba muerta y que todo esto era nada más que un producto de su imaginación. Pero no, él era real y estaban vivos en este mundo lleno de luz.

Él se encargaría de hacerle ver que esto era real, que ellos y su amor lo eran. – Gelda, nunca moriste. Fuiste sellada por Meliodas.

– Yo... – Intentó asimilar la declaración de su "no ilusión", pero esas caricias la iban a volver loca. Empujó ligeramente, aunque fue en realidad todas sus fuerzas, a Zeldris. Aun acostada y él sobre ella desnudos, le hizo darse cuenta de que el poseía unas cicatrices que jamás había visto en su abdomen, su mirada también se veía más tranquila y amistosa que hace años. – ¿Cómo...?

– Meliodas te selló nuevamente por mí porque sabía que era incapaz de acabar con lo único que me hacía feliz... O sea, tú. – Zeldris se acomodó entre las piernas de Gelda, quien lo envolvió con éstas como si tuviera temor de que desapareciera.

Sonrió llena de paz y alegría, mientras pequeñas lágrimas recorrían sus mejillas. Lo atrajo hacia ella, Zeldris apoyó un brazo en la cama para mantener su peso fuera de la vampiro, y con su otra mano acarició su rostro con dulzura.

– Te amo... ¡Te amo! ¡Te extrañé tanto! – Exclamo Gelda con cariño en sus palabras, Zeldris simplemente asentía con comprensión.

– Yo también. Y ahora no habrá nada que nos separe. – Murmuró Zeldris con confianza, haciendo que Gelda lo besara con amor.

– Zeldris... – Susurró Gelda mientras soltaba pequeños gemidos al sentir como ambos se unían de una manera tan íntima. No era la primera vez que lo hacían, pero si podía decir que era en el sentido de que no había presión por los clanes a ser descubiertos.

Está era la primera vez que lo hacían con tanta necesidad de sentir la presencia del otro. El movimiento suave, pero constante de Zeldris, hacía a Gelda arañar la espalda del demonio de cabellos oscuros. Él gruñó ante aquel doloroso, pero magnífico contacto.

– Gelda... Di mi nombre. – Demandó Zeldris roncamente, aumentando su ritmo. – ¡Gelda!

– ¡Zeldris...! ¡Zel...dris! – Gelda repitió innumerables veces el nombre de su amado con deseo y placer, sentía como pequeños choques eléctricos viajaban por su cuerpo.

La habitación fue inundada por los dulces gemidos de la vampiro junto a pequeños gruñidos y gemidos del demonio, además del sonido de sus cuerpos al tocarse firmemente.

Zeldris ya había perdido el sentido del tiempo, lo único en lo que podía concentrar era en el hermoso rostro de Gelda, quien al igual que él, solo tenía ojos para él. Sintiéndose abrumada por el placer, Gelda culminó gritando el nombre de su amado con necesidad y libertad.

– Zeldris... – Murmuró cansada y relajada, el demonio la beso tiernamente en sus labios para acomodarse, de tal forma que ella descansara en su pecho. Gelda al sentirse segura en sus brazos, murmuró un dulce. – Te amo...

– Yo también, no te imaginas lo mucho que te amo... – Comentó Zeldris jugando con sus suaves cabellos claros, que estaban despeinados debido a la anterior actividad. – A partir de ahora, te daré todo lo que desees para hacerte feliz.

– Incluso si no me das nada, con solo tu presencia es más que suficiente. – Dijo Gelda cansada, su respiración se calmó a tal punto, que podía oír a los corazones de Zeldris latir con un ritmo constante. – Pensé... Zeldris, no te sentí ni oí nada de ti...

Gelda levantó su mirada, encontrándose con los ojos verdes oscuros de su amado. Era raro que él los dejara ver, pero cuando lo hacía, ella atesoraba esos momentos. Amaba verlos brillar de esa manera.

– Fuimos sellados, cuando desperté y fui al castillo, me sentí enojado, frustrado, pero sobretodo asustado de haberte perdido para siempre. Supuse que fue Meliodas por tal destrucción. – Dijo Zeldris serio al recordar esa mala experiencia, pero sonrió ligeramente al ver la mirada de Gelda. – Pero Meliodas dijo que ya me había fallado una vez, no lo volvería hacer otra vez. Por eso te selló cuando le pediste que te matara.

– Lamento haberte hecho sufrir. – Gelda sintió como Zeldris tomaba una sábana y los cubría con está. La abrazó y ella se escondió entre sus brazos, soltando pequeños sollozos. – Preferí morir que vivir una vida sin ti... Perdón...

– Lo sé. Por eso, no te culpó de tus acciones. Pero ahora todo estará bien. – Susurró Zeldris con comprensión. – Después de que te liberamos del sello, te colocamos en esta habitación hasta que despertaras... Tardaste tres días...

Gelda asintió para ella misma, sintiéndose adormilada. – ¿Dónde estamos?

– En Lionés, un reino vecino de Edinburgh. Mi hermano y su esposa, Elizabeth, están haciendo lo necesario para levantar tu antiguo reino. – Comentó en voz baja al sentir como ella comenzaba a caer en los brazos de Morfeo. – Está vez, seremos nosotros quienes gobernaremos nuestras vidas.

Gelda no escuchó lo último al quedarse dormida, pero estaba bien porque esta vez se levantaría al lado de su amado demonio al día siguiente sin importar las miradas y objeciones de sus antiguos clanes... Demasiado bueno para ser real.

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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Éste es mi primer Lemon, me encanto como lo escribir... La verdad me fue raro pero disfrutable escribirlo, sé que suena raro pero así lo siento. Mi primer Lemon con mi OTP actual más querido. ¿Qué piensan, demasiado o poco explícito? ¿Me pase o quedo bien? ¿Hago más o ahí que muera? Lamento los errores de ortografía y gramaticales.

¡Gracias por leer y que tengan un excelente día!

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