Cabellos

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Parejas secundarias: Ninguna
Rating: K
Género: Romance
Advertencia: Intento de Fluff(?)
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La suavidad de sus cabellos me recordaba lo frágil que puede ser.
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El verdugo del rey Demonio, uno de los seres más "crueles" se encontraba sentado en una silla frente a un tocador. Su seria y molesta mirada era acompañada por un ligero sonrojo en sus mejillas. Observaba con vergüenza su reflejo, quien mantenía sus brazos cruzados esperando a que "ella" terminara. Zeldris miraba cómo Gelda lo peinaba con ánimo.
- Gelda... - Habló serio, quien asustaría a cualquier ser inferior a él pero para la nombrada era música para sus oídos.
- Ya mero termino. - Dijo Gelda suavemente, conteniendo una sonrisa. Solo a ella le dejaría ser este tipo de actividades con él, nadie lo podía hacer sentir tan avergonzado y feliz al mismo tiempo, excepto ella.
Zeldris cerró sus ojos unos momentos para abrirlos y ver lo que le había hecho su amada vampiro, lo había peinado similar a su hermano Meliodas. Éste le dedicó una mirada que le decía "¿Estás satisfecha?" Gelda sonreía con timidez, haciendo que el demonio se sonrojara cómo amaba sus pequeños gestos de alegría.
Suspiró con cansancio, no por estar aquí siendo peinado por Gelda, de hecho eso lo relajaba. Últimamente se habían estado viendo muy poco debido a los encargos de su padre y de su hermano, no lo dejaban descansar un poco. Y las diosas seguían siendo un problema para los demonios, en especial para él ya que significaba más trabajo.
Al ver que no hubo la detuvo, la vampiro volvió a peinar los cabellos de su príncipe. Los cabellos negros de Zeldris se veían ásperos y firmes, pero la realidad es que eran muy suaves y rebeldes. Le daba gracia ver cómo el demonio se estremecía cuando sus manos tocaban el cuero cabelludo. Gelda lo abrazó unos momentos, haciendo que el verdugo la mirara sospechosamente.
- Último peinado y ya, ¿sí? - Murmuró Gelda con suavidad. Zeldris pensó en lo que le podría hacer como peinado pero al ver la pequeña sonrisa de la vampiro, se resignó.
- Último y ya. - Habló firmemente. Vio con curiosidad cómo Gelda se alejó de él por unos instantes, tomando entre sus manos un par de cintas. - Rayos...
La maldición de Zeldris le produjo ternura a Gelda, pues sus mejillas se teñieron de un carmesí. La vampiro procedió a peinar nuevamente a su demonio, quien cerró sus ojos para mantenerse con dignidad. Sintió ligeros jalones en su cabeza hasta que escuchó la voz de Gelda. - ¡Listo!
Al verse en el espejo, sus manos cubrieron su rostro por la vergüenza que sentía. Gelda le había hecho dos coletas. Se giró apenado hacia la vampiro, quien le dedicó una sonrisa tranquila.
- Me alegro que estés más tranquilo. - Dijo Gelda con una sonrisa sincera, haciendo que Zeldris se sorprendiera. Ella le había pedido que pasaran el tiempo haciendo esto, solo para que él se distrajera de su cargo como verdugo y problemas familiares. - No me gusta verte tan estresado. - Murmuró con melancolía, mientras quitaba las ligas de su cabello y lo peinaba como siempre lo traía. Después de dejarlo arreglado, dejó el cepillo en el tocador.
Zeldris sonrió ligeramente, cualquiera que lo hubiera visto hace unas horas diría que el se encontraba bien y en todo su esplendor, incluso su familia. Fue Gelda quien lo vio como realmente se sentía, cansado y molesto de tanto trabajo, que le agradaba hacer pero ya estaba siendo tedioso por la tensión de los clanes.
Sin decir ninguna palabra, Zeldris jaló suavemente el brazo de Gelda para acercarla a él. La vampiro entendió lo que quería que ella hiciera, así que se acercó al demonio para sentarse en su regazo y apoyar su cabeza en la unión de su cuello y hombro.
La respiración calmada de Gelda tranquilizaba al demonio, quien la estrechó entre sus brazos de manera posesiva. La vampiro rió levemente ante el pequeño instinto que salió de Zeldris. - No me voy a ir.
- Te amo. - Fue lo único que dijo Zeldris a Gelda. Ella en respuesta, besó sus labios tiernamente antes de levantarse. Tiró del chico para que dejara de estar sentado y ella fuera la que estuviera en su lugar, se deshizo de su trenza y esperó tranquilamente al demonio. Al ver las acciones de su amada, preguntó con duda. - ¿Quieres que te peine?
- Sí, por favor. - Dijo risueña, llenando a los corazones de Zeldris de emoción. El demonio tomó el cepillo y con mucho cuidado comenzó a peinar los cabellos claros de Gelda.
Tener entre sus dedos los cabellos de su amada le recordaba lo frágil que podía ser, pero también le recordaba que era más fuerte de lo que aparentaban porque éstos se podían estirar o jalarse y no romperse, a no ser que fuera demasiada fuerza.
Gelda sonrió conteniendo una pequeña risa al sentir como el demonio la peinaba. Su peinar era tan lento y suave, que empezó a relajar a la vampiro. - Zeldris, no me vas a lastimar.
- Claro que sí, no te quiero jalar tus hermosos cabellos. - La mirada tranquila de Gelda fue adornada con pequeño sonrojo, originado por las palabras de Zeldris, quien le sonrió con malicia. - Me encanta cuando pones esa cara.
Gelda no contestó, su sonrojo aumentó considerablemente. Siempre que podía, Zeldris la elogiaba y eso la hacia sentirse acelerada, emocionada, segura de sí misma y vulnerable al mismo tiempo.
Sus cabellos eran suaves y manejables, no había ningún nudo en éste. Amaba ver los cabellos de Gelda meciéndose con el viento, o enredados entre sus dedos. Pero le encantaba verlo recogido porque así podía ver mejor su rostro y cuello.
Zeldris dejó de peinar a Gelda al sentir unas presencias cerca de la habitación de su amada, sirvientes. Gruñó molesto por la futura interrupción pero al ver la mirada soñolienta de Gelda, sonrió levemente.
- ¿Zeldris? - Habló confundida al sentir cómo el demonio movía sus cabellos claros para dejar expuesto su cuello a él. Gelda se estremeció al sentir los labios tibios de Zeldris contra su cuello.
- Es hora de que me retiré, vienen sirvientes. - Murmuró Zeldris tranquilo, realmente le daba igual la presencia de aquellos vampiros. Pero ver a Gelda tan relajada, no quería molestarla más. Después de todo, ella lo había tranquilizado y distraído de todo el trabajo que había tenido estos últimos días. - Para próxima, me gustaría que me leyeras un libro...
- ¿El que sea? - Dijo Gelda, levantándose y observarlo con curiosidad. Zeldris asintió suavemente, animando a la vampiro. - Me parece muy bien.
- Bien, me retiró. - Se despidió Zeldris serio, pero con un gesto cariñoso a Gelda. Ella avanzó apresuradamente hacia él para besarlo en los labios y abrazarlo. El demonio sonrió ampliamente al sentir a su amada contra él.
- Por favor, no te esfuerces de más. - Comentó Gelda, rompiendo el dulce contacto. Zeldris asintió y de la ventana de la habitación salió volando al invocar un par de alas negras, dejando satisfecha a la princesa vampiro.
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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Tengo la creencia de que Gelda siempre le daba tranquilidad a Zeldris y viceversa. ¡Como los amo! Lamento los errores ortográficos y gramaticales (ahora no tengo laptop por lo que solamente use teléfono, luego lo corregiré).
¡Gracias por leer y que tengan un buen día!

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