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Parejas secundarias: Melizabeth

Rating: K+

Género: Romance, Hurt y Confort.

Advertencia: Sangre, AU

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¿No es aburrido vivir sin ningún propósito?

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Meliodas miró con frustración a Elizabeth, quien lo observaba con tristeza. Ambos sabían que debían hacerlo, pero no era algo propio de ellos, en especial Elizabeth. Como reyes del clan demonio, la pareja yacía en sus respectivos tronos. Incluso siendo una diosa, la joven entendía el por qué.

- Hermano, mi reina. ¿Cuál es la razón de su llamado? - Un demonio de cabellos oscuros, apareció serio y curioso ante el llamado de sus majestades. Pero observando sus miradas, parecía que le iban a pedir un "trabajo" de su área.

- Zeldris, necesito que asesines a los vampiros de Edinburgh, la familia real... - La mirada oscura, pero amarga de su hermano lo confundió. Sabía que el clan de los vampiros estaba siendo un alboroto, pero no a esté nivel. - Sé que está no es la mejor opción, pero ellos no quieren reconocer que sus acciones afectan a los demás clanes. Por ello, castigaremos a un sector muy importante de ellos para que comprendan su error.

Zeldris sabía que los vampiros se negaban a dejar de conquistar a los humanos y a su vez destruían partes importantes para el clan de las hadas y gigantes. Al parecer le habían pedido al rey demonio que los controlaran. Pudo observar el rostro de angustia y amargura que le traía a Elizabeth esa decisión.

Él era el verdugo, así que era obvio que él fuera el encargado de hacer el trabajo. - Entendido. Iré de inmediato. - Dijo serio, se dispuso a salir de la habitación.

- Y una cosa más. - Zeldris se detuvo al oír a su hermano hablar. - Puedes tomar lo que sea de ese lugar, como recompensa de tu trabajo.

Los vampiros no solo eran conocidos por su pésima personalidad, sino también por poseer innumerables riquezas. Zeldris asintió en forma de respuesta y se retiró del trono, dejando a Meliodas y Elizabeth pensar en la decisión que acababan de tomar.

(1)

Ante su llegada, los sirvientes huyeron y soldados lo atacaron pero Zeldris los acababa como si nada. Su poder no se comparaba con ninguno de ellos. Avanzando por los pasillos del castillo, se encontró con varios vampiros de la familia real. Los asesinó en cuestión de minutos, su espada goteaba sangre y su rostro era estoico ante los cuerpos inertes de los vampiros.

Siguió avanzando hasta que llegó al trono, donde el rey vampiro, Izraf, se encontraban sentado esperándolo. - ¡Ja, patético! El rey demonio envió uno de sus patéticos sirvientes a acabar conmigo... Espera, tú eres su hermano. El verdugo.

A Zeldris le dio igual la manera burlona a la que se refería ese vampiro a él. Era un presumido y prepotente ser, por lo que el demonio pensó matarlo lentamente.

Una sonrisa arrogante se asomó por los labios de Zeldris. - Conmigo fue suficiente para acabar con todos tus sirvientes y soldados... Ni juntando a toda la familia real podrían hacerme un solo rasguño.

Llenó de ira, Izraf se levantó de su trono y exclamó. - ¡Maldito demonio! Te arrepentirás de tus palabras.

Ambos se lanzaron a pelear, derramando sangre en el proceso.

(2)

Gelda había terminado de bañarse, se había puesto el mejor vestido que tenía y la combinación perfecta de joyas. Cuando escuchó los gritos de terror de los sirvientes, había comenzado a arreglarse. Peinó sus cabellos claros en una trenza de lado para luego observarse en el espejo.

Su mirada se mostraba cansada y tranquila ante la masacre que se oía afuera de la habitación. Se sonrió para levantarse de su asiento frente al tocador. Salió de su habitación, lista para morir. Después de todo, ella era consciente de las imprudencias de su clan pero estaba bien, ella quería descansar.

- No quiero vivir una vida sin sentido alguno. - Pensó Gelda con nostalgia, mientras avanzaba por los desérticos pasillos del castillo.

(3)

Una sonrisa llena de burla y arrogancia le dedicó Zeldris al cadáver del rey vampiro. Observó a su alrededor, buscando algún ser cerca de él. No había nadie vivo en el castillo, a excepción de él y otro vampiro. Y haciendo cálculos, era el único, o más bien, la única que faltaba. Gelda de las mil tentaciones era la última vampiro de la familia real que le quedaba.

Aún con espada en mano, salió de la sala del trono en busca de su última víctima. Suspiró enfadado, no disfrutaba su trabajo pero era lo único que le hacía sentir vivo desde que su hermano ascendió a rey. Realmente no tenía un propósito en sí y eso lo molestaba. Después del fin de la guerra, Zeldris quedó al mando de los 10 mandamientos y de seguir siendo el verdugo del clan, pero aun así se sentía vacío.

Movió ligeramente su cabeza, intentando olvidar sus pensamientos para concentrarse en la vampiro que iba a asesinar. Según contaban, ella era bonita y frágil, por lo que sería fácil acabar con ella. Zeldris se detuvo frente a una puerta y la pateó sin importarle romperla, dejando a la vista a la vampiro. Ella se encontraba sentada en una especie de mueble acolchonado, leyendo tranquilamente un libro.

Ella no era bonita, era hermosa. Zeldris jamás había visto ese nivel de hermosura en una dama, sus largas pestañas, sus labios carnosos, sus cabellos suaves y su tez pálida, le daban un toque único. Fue cuando levantó su mirada a él, que logró que sus corazones saltaran de emoción. Notó como sus mejillas se tornaban ligeramente rojas.

Se encontraba lleno de sangre con espada en mano y una mirada digna de un demonio, cualquiera que lo hubiera visto habría huido por su vida. Pero no, ella lo miró con tranquilidad e incluso le sonrió sinceramente. Zeldris podía jurar que sus mejillas se habían tornado rojas ante aquella hermosa vista.

- Tú eres el verdugo Zeldris, ¿verdad? - Su voz y la manera en que pronunció su nombre, cautivó al demonio. Avanzando hacia la vampiro, observó con claridad que el libro que estaba leyendo era de romance. - Ya he terminado de leer. Estoy lista para morir.

Pero lo que no se esperaba Gelda, es que Zeldris tomara su mano y la mirara con intensidad, provocándole un gran sonrojo. El demonio sonrió orgulloso de ponerla en ese estado.

Gelda jamás había sentido tanta inquietud y emoción ante la presencia de otra persona. Sus mirada observó su marca y luego sus ojos, estos eran oscuros pero por alguna razón sentía que si pudiera ver más a fondo, éstos serían verdes.

- Por favor, mátame. - Pidió Gelda rápidamente, ella se recordó que debía hacer. Su vida no tenía sentido, más que beber sangre y obedecer, pero... ¿Por qué ahora empezaba a dudar ante su presencia?

Zeldris alzó su espada y Gelda cerró los ojos, esperando a su final pero lo único que escuchó fue el sonido de la espada. Al abrir sus ojos, se dio cuenta de que el demonio había guardado su arma en su funda. Zeldris cruzó sus brazos y la miró detenidamente. - ¿Por qué alguien como tú desea morir?

Ella sonrió tristemente, provocando molestia en Zeldris. Dejó su libro en el mueble más cercano y se levantó, dejando ver la diferencia entre sus alturas. Gelda miró hacia la ventana, donde se filtraban pequeños rayos de luz de la luna. - ¿No es aburrido vivir sin ningún propósito?

Él también pensaba lo mismo, pero su orgullo jamás le haría ser algo tan bajo como el suicidio o morir de manera insignificante. Se sentía molesto por sus palabras. Recordó las palabras de su hermano acerca de cuando vio a Elizabeth, que debía estar con ella y protegerla en todo momento. Zeldris no dejaba de sentir eso mismo. - Entonces déjame hacerte sentir viva...

Ambos se sorprendieron por las palabras del demonio, Gelda por dicha proposición que la hizo sentirse emocionada y Zeldris por su inusual declaración. Jamás alguien le había dicho esas palabras de manera tan segura, sin ningún toque perverso.

Zeldris se sorprendió ante el repentino abrazo de Gelda, quien lo estrechaba entre sus brazos con mucho cariño. El demonio podía oler su dulce aroma, que no lo empalagaba ni asqueaba, todo lo contrario podría olerlo sin cansarse de él. Él levantó sus brazos para corresponderle, pero temblaban ligeramente.

- No me voy a romper... - Avergonzado por ser descubierto, Zeldris por fin rodeó sus brazos en la delgada cintura de la vampiro. Cerró los ojos disfrutando de aquel dulce contacto, hace mucho que no se sentía tan tranquilo y en paz. Ahora comprendía a su hermano.

Gelda soltó un chillido ante el cambio brusco de posición, Zeldris la estaba cargando entre sus brazos. Ella confundida y avergonzada se apoyó en su pecho. El demonio avanzó por la ventana, invocando sus alas oscuras, salió volando de aquel desolado reino.

- Príncipe Zeldris... - Intentó hablar Gelda, pero fue interrumpida.

- Solo Zeldris. Iremos al reino de los demonios. - Dijo adivinando sus pensamientos, pudo sentir como se estremeció ante la mención de su clan. - No dejaré que nadie te haga daño.

Ella sabía cómo eran los demonios, por lo que pensó que si realmente esto estaría bien. Pero ver a Zeldris, ya no dudó en su decisión de ir con él. Solo quedaba ver que el rey demonio estuviera de acuerdo de su inusual "relación".

(4)

Las puertas del trono se abrieron con lentitud, dejando ver a Meliodas y Elizabeth platicando con Cusack, un demonio de mayor edad. Los reyes y el anciano divisaron a Zeldris llenó de sangre por lo que el trabajo había sido completado. Pero lo que les sorprendió fue la mirada del chico, ésta era más tranquila y llena de emoción.

- Zeldris, ¿cómo te...? - Meliodas calló al darse cuenta una presencia más, era una vampiro manchada de sangre pero muy bien arreglada. Gelda se sintió asustada por la mirada del rey, sin embargo no lo mostró sino que abrazó el brazo de Zeldris en busca de protección. - ¿Qué está pasando aquí?

- Princesa de la familia real de Edinburgh, Gelda de las mil tentaciones. - Dijo Elizabeth con asombro al reconocer a la joven, ella esperaba que todos los de ese reino estuvieran muertos. Pero ver la mirada de Zeldris sobre la vampiro, le recordó a Meliodas cuando él la miraba a ella.

- Joven Zeldris, ¿pasó algo? - Preguntó confundido Cusack, el príncipe demonio era conocido por realizar bien sus trabajos.

- Hermano, dijiste que podía tomar lo que sea de ese reino. - Meliodas vio con confianza a Zeldris, era muy raro que él le hablara de esa manera. - Y eso hice.

Comprendiendo sus palabras, Meliodas observó a la vampiro con sospecha. Ella parecía débil y dócil, pero podía sentir un poder casi equivalente al de Izraf. Se giró hacia Elizabeth para pedirle su opinión, sin embargo ella ya no estaba ahí. Se levantó al ver que su diosa estaba saludando a Gelda cariñosamente.

- Espero que nos llevemos bien. - Dijo Elizabeth animada, provocando un suspiro de resignación en Meliodas y agradecimiento en Zeldris. Gelda soltó a su demonio para corresponder su saludo.

- Igualmente, su majestad. - Comentó Gelda antes de volver a tomar a Zeldris de su brazo, como si pensara que la iba a dejar. Él rió ligeramente ante su tierno pensamiento.

Cusack y Meliodas se vieron curiosos, Zeldris no había reído en cientos de años. Solo quedaba esperar a ver que ocurriría en esa relación.

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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Este one-shot se basa en un AU donde la guerra terminó y primero Meliodas conoce a Elizabet y luego Zeldris a Gelda. Lamento los errores ortográficos y gramaticales.

¡Gracias por leer y que tengan un buen día!

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