Una cruel y dulce noticia

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Parejas secundarias: Melizabeth, Banelaine

Rating: T

Género: Romance, Hurt y Confort, familia

Advertencia: Sangre, Temas delicados.

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Tal vez ésta es la razón por la cual los vampiros se creen superiores a los humanos. Ellos jamás sabrán lo que es sentir cariño porque son incapaces de sentirlo durante toda sus vida.

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Gelda se encontraba sentada en la barra del bar sola, todos los demás estaban platicando animadamente. Era muy normal que pasara eso, lo que no es que Zeldris no estuviera junto a ella. Aquel demonio que tanto amaba se encontraban charlando con King y Arthur, sintiéndose algo traicionada.

- Pero qué tontería... - Pensó con amargura, a la vez que un sentimiento de asco y enojo recorrían su estómago y pecho, respectivamente. Alejó su vista del trio de reyes y comió un poco de carne que amablemente Ban le había cocinado.

Intentó ignorar esos sentimientos, observando a las chicas pero eso solo empeoró. Diane, Elaine y Elizabeth se veían muy animadas platicando, como burlándose de su amargura. Gelda asustada de sentirse de esa manera, apretó su puño que sostenía el tenedor. ¿Por qué se sentía tan molesta, triste y asqueada al mismo tiempo?

Terminó de comer y Escanor se acercó a ella tímidamente. - Señorita Gelda, ¿le retiro su plato?

Lo observó cansadamente y asintió de manera afirmativa. - Por favor.

El delgaducho tomó el plato y cubiertos para adentrarse de la cocina, dejando a Gelda sola por unos minutos. Cuando regresó, se encontró que la vampiro no se había movido de su lugar. - ¿Le...? ¿Le gustaría que platicáramos de poesía?

La chica lo miró agradecida y sonrió tímidamente, quería distraerse de esos patéticos sentimientos. - Claro... ¿Subimos?

Escanor aceptó pero antes de seguirla a las escaleras, buscó su libreta en la barra. Sin que nadie lo notara, ambos subieron al tercer piso, exactamente en la habitación del pecado de la soberbia. Gelda se preguntó como este hombre no se hacía famoso con sus poemas, sí eran geniales.

Habían pasado 5 minutos, solo eso, y Gelda se encontraba sollozando, intentando reprimir sus lágrimas. Escanor se encontraba preocupado, cuando fue turno de leer su poema, ella había comenzado a gimotear.

- La combinación de las palabras, su excelente toque melancólico y su bien manejo de rimas... Me cautivo... - Escanor se sonrojó por dicha declaración, que en gran parte era cierta. Gelda le había fascinado el poema, que era dedicado a Merlín, pero la verdad era que su sentir decayó repentinamente, llegando a la tristeza pura.

¡¿Qué le estaba pasando?!

(1)

Esto no era normal, al principio creyó que todo el mundo estaba actuado raro pero ahora que había discutido con Zeldris, notó que ella era la rara. Sus emociones era demasiado inestables y muy fuertes, de estar feliz caía a tristeza, de ira a melancolía. Ella comprendía que esto no era lo usual.

Sola en la habitación que compartía con Zeldris en el castillo de Lionés, se dispuso a leer un libro que le había regalado Merlín con el fin de que se divirtiera un rato pues trataba de los conocimientos que los humanos tenían sobre los vampiros, que usualmente daba en el blanco y en otras era puras tonterías.

Pequeñas lágrimas viajaban por sus mejillas debido a la tristeza que sentía, su culpa no desaparecía. Intentó leer el séptimo capítulo del libro, reproducción, para calmarse y luego buscar a Zeldris para disculparse.

- Soy una tonta... - Murmuró Gelda a sí misma con desprecio. Abrió el libro y comenzó a leer un poco hasta que sus ojos se abrieron con sorpresa.

"... Los vampiros suelen convertir a los humanos en su propia raza debido a la facilidad de hacerlo, sin embargo, su principal razón es que son incapaces de lograr una procreación efectiva. El riesgo de un embarazo en vampiros es tan alto debido a que no influye físico sino también emocionalmente. Aquellos vampiros nacidos de otros vampiros, son considerados vampiros de sangre y solo se sabe que la familia real lo ha logrado con mejor rendimiento, ya que solo ellos pueden soportar ese nivel de sufrimiento... "

Gelda se quedó pasmada ante aquel párrafo. Usualmente ella sabría si era falso o real, pero no estaba consciente de eso. Su padre la había educado de tal manera que pudiera soportar cualquier emoción o acción en contra de ella, pero nunca supo por qué... Hasta ahora. Sonrió nerviosamente mientras se tocaba el vientre, ella no podía estar embarazada... ¿O sí?

Asustada, se levantó de la cama y empezó a caminar por la habitación inquieta, recordando un poco lo que había pasado hace días, semanas o, incluso, meses. Gelda vio que era de noche, conociéndolo, Zeldris no vendría a dormir por lo que tendría tiempo para asimilar la situación.

Recordó en pequeños hechos: desde hace meses que no le ha bajado, pensó que era por el estrés del reino que pronto asumiría a cargo; las emociones negativas y volubles habían apetecido y aumentaban con el paso de los días; en cierta medida a sentido una sensación extraña en ella, pero dio por hecho que era por la noticia del levantamiento de su reino, y, por último, su necesidad de beber sangre humana estaba aumentando.

- No... ¡No! - Exclamó preocupada por la gran posibilidad de estar embarazada. Entonces se acercó nuevamente al libro que había tirado para volverlo a leer.

"... Muy pocas vampiros logran sobrevivir a esta experiencia y sí lo hacen, terminando suicidándose debido a todo el estrés que se acumuló. Se dice que pierden la capacidad de regeneración, por lo que son encerradas para evitar algún daño a su progenitor. "

Gelda dejó el libro en la cómoda de su habitación y se acercó al closet, que abrió en busca de su daga. Arthur se la había regalado en su cumpleaños como protección al creer que ella era débil, hasta que la vio usando sus poderes de fuego. Sonrió ligeramente al encontrar el arma en una caja.

Con la daga en mano, regresó a la cama y tomó asiento. Estaba más tranquila, pero se sentía rara. Pues sentía la alegría de tener un hijo con la persona que más amaba y, al mismo tiempo, de caer en la locura y dolor de concebirlo. Gelda respiró profundamente, mientras levantaba la manga de su vestido, dejando a la vista su antebrazo.

- Solo un pequeño corte... - Murmuró tranquila, mientras realizaba dicha acción cerca de una vena. La sangre comenzó a fluir, manchando la cama y parte del suelo. No se curaba.

La sangre salía del corte sin impedimento alguno, dejando claro que ella no se estaba regenerando. Comenzó a sollozar de felicidad ante la imagen de un pequeño niño entre sus brazos, pero entonces recordó algo de su infancia.

Recordó como habían encerrado a la madre de Orlondi cuanto estaba embarazada, ella gritaba de ira y dolor, su mirada era cruel pero pérdida. En ese momento no entendía que había pasado, solo supo que murió después de dar a luz al vampiro. Las lágrimas llenas de emoción, se convirtieron en amargura. No tenía miedo de morir, sino de sufrir y lo que podría hacerle a Zeldris y sus amigos. Ella se convertiría en una loca y cruel vampiro, no quería eso.

- Tengo que relajarme.... - Se dijo a sí misma, abrazándose hasta que se dio cuenta que su herida seguía sin curarse. Había manchado toda la cama y parte del suelo. Se levantó y de acercó a la cómoda, buscando un par de vendas.

Mientras se curaba la herida, pensó en cómo le haría. Ella sabría que Zeldris la aceptaría, pero no quería verlo sufrir por su culpa. Su pequeño no tenía la culpa, incluso ya le comenzó a tomar cariño. Era culpa de ella, por no saberse controlar.

Tenía que relajarse. Tomó el libro y abrió el closet para sacar una capa oscura y larga, solo para terminar corriendo fuera de la habitación.

(2)

- ¿Estás bien, Zeldris? - Preguntó Meliodas preocupado por su hermano, que estaba frente a él tomando un poco de alcohol al igual que Ban.

El trío se encontraba en una de las habitaciones del castillo, disfrutando de un poco del alcohol. Solo ellos estaban porque las chicas y Gowther habían decidido hacer una pijamada y King se encontraba con Escanor, Arthur y Merlín la cocina.

- Hemos peleado, pero esta vez no le encuentro una razón. Era como si Gelda estuviera enojada con el mundo... Ella no es así. - Dijo Zeldris con preocupación, estaba enojado pero fuera de eso, su amada jamás se comportaría de esa manera.

- Pues a mí me pasa con Elaine, es una etapa en la relación. - Comentó Ban con compresión. Observó a Meliodas quedarse pensativo, y le dio curiosidad. - ¿Qué pasa, cap?

Meliodas sonrió ligeramente, aliviando un poco el ambiente. - Elizabeth ha estado de un humor cambiante, es raro porque ella no es así. Así que comprendo la situación que llevan ustedes, aunque la razón de Elizabeth es porque es por el embarazo.

- Pero solo será un mes y medio, esperase para los antojos. - Se burló Ban, provocándole una gran risa a Meliodas y una sonrisa a Zeldris. - Pronto tendremos a un mini capitán corriendo por los pasillos del castillo.

- Esperemos que no sea igual de destructor que este idiota. - Dijo Zeldris con burla, ganándose una mirada "molesta" de Meliodas y una gesto amigable de Ban. Pensó unos momentos antes de sonreír tranquilamente. - Hablaré con Gelda en la mañana y le diré que es lo que le molesta...

- ¡Esa es la actitud! - Palmeó Meliodas a Zeldris, mientras que Ban llenaba su tarro con más cerveza.

(3)

Gelda respiraba cansadamente, recorrer todo el viaje desde Lionés a donde fue alguna vez Edinburgh fue agotador. Miró al pobre caballo, éste había galopeado toda la noche. Lo acarició y lo abrazó con cariño, mientras seguían avanzado.

Sonrió con ánimo al ver que había llegado al lugar deseado, una colina con vista al antiguo reino. Un gran y viejo árbol se encontraba en dicho lugar. Se bajó del caballo y lo amarró en una rama del árbol.

- Gracias... - Le dijo Gelda con cariño al animal, de su bolsa de viaje, que estaba cargando el caballo, sacó un puño de zanahorias y las puso a sus patas. El caballo relinchó con ánimo para empezar a comerlas.

No solo sacó las zanahorias, sino que también el libro que le regaló Merlín y la capa. Tomó asiento cerca del árbol, donde se apoyó. Y miró con cariño el amanecer. Esta colina le traía dulces recuerdos de sus días en Edinburgh, pues fue Zeldris quien la trajo aquí.

Su primer abrazo, su primer beso y su primer amanecer fueron aquí con aquel pequeño demonio. Su cuerpo se sentía cansado, posiblemente por la desvelada del viaje o por la pérdida de sangre, cual fuera de los casos, eso no le quitaba la alegría de estar en este lugar sagrado para ella. Gelda se mantuvo despierta para ver por completo el amanecer.

- Yo... Tengo sueño... - Murmuró agotaba mientras cerraba sus párpados por unos instantes, o eso es lo que ella creyó pues cuando los volvió a abrir vio que era tarde puesto que el sol estaba en su máximo punto.

Gracias lo frondoso del árbol y la capa que traía puesta, ella no resentía el sol. Pero su cuerpo le volvía a demandar descanso, por lo que incapaz de evitarlo, volvió a cerrar sus ojos.

Una sacudida la despertó de golpe, un par de brazos la rodeaban. Confundida y desorientada visualizó algo oscuro frente a ella.

- ¡Maldición, Gelda! - Esa voz llena angustia la identificó rápidamente, era Zeldris. Viendo un poco mejor, observó que su amado estaba asustado y no dejaba de moverla para mantenerla despierta. También escuchaba su voz pero era incapaz de comprender lo que decía.

Aquella misma manera que la miraba, era peor que la vez que le mandaron a ejecutarla. Sus ojos oscuros cambiaban a un verde y regresaban a la normalidad, repetidamente. Incapaz de saber que estaba pasando, volvió a cerrar los ojos solo para abrirlos y darse cuenta de que era observaba por Merlín.

- Ayúdame a sostenerla mientras le doy esta medicina. - Dijo Merlín seria, mientras se acercaba con una botella.

Gelda se alejó de Escanor y Ban, quienes intentaban sostenerla. A lo lejos observó a Zeldris siendo consolado por Meliodas y Arthur, Diane y Elaine se encontraban animado a Elizabeth, que poseía una gran barriga pues posiblemente se sintiera mal por ser incapaz de ayudarla.

La mirada de preocupación de Zeldris atravesó su corazón, Gelda comenzó a sollozar. ¡Malditas emociones crueles y fuertes!

- ¡No! Espera... - Exclamó Gelda temerosa ante lo que aquel líquido le pudiera hacer a su bebé.

- Tienes fiebre y posiblemente te duela tu cuerpo, pues al parecer tienes un parásito en tu interior. - Dijo Merlín con cierta alegría, pues siempre había querido usar esta poción.

Sus palabras hicieron reaccionar a la vampiro, haciéndole recordar un fragmento del libro.

"... Tal vez ésta es la razón por la cual los vampiros se creen superiores a los humanos. Ellos jamás sabrán lo que es sentir cariño porque son incapaces de sentirlo durante toda sus vida, incluso cuando son concebidos. Éstos lo hacen por el bien de su clan y no por gusto como los humanos. Solo son seres egoístas..."

Ella era diferente, había sentido amor, se había entregado a éste tanto espiritual como físicamente. Ella sería una excelente madre, incluso si perdiera la cabeza, amaría a Zeldris y a su hijo con todo su ser. Merlín retrocedió al ver la mirada de enojo de Gelda, pues ella jamás la había visto en todo el tiempo que habían pasado juntos.

- ¡¡No le hables así a mi hijo!! - Gritó Gelda con orgullo, provocando que Ban y Escanor se alejaran de ella sorprendidos y, a su vez, dejando estupefactos a todos los presentes en la habitación.

Gelda se dio vuelta y se acurrucó abrazando con protección a su vientre, mientras comenzaba a sollozar sin motivo alguno. Después de unos minutos en silencio, se estremeció al oír a Zeldris. - Pueden dejarnos solos.

Sus palabras tranquilas la relajaron, pero Gelda aun así se mantuvo en alerta. Podía oír como todos salían de la habitación sin oponerse, dejando por fin a la pareja sola al cerrarse la puerta.

No se inmutó cuando sintió el peso de Zeldris en la cama, ni cuando éste la jalo contra él, no siquiera cuando la estrecho entre sus brazos. Fue su mirada llena de alegría y preocupación que la hizo estremecerse. - ¿Todo bien?

Sus labios temblaron al intentar contestarle. - ¿No...?

- Estoy muy feliz de que voy a hacer padre... Pero no me gusto verte en ese estado tan deplorable. - Sus tranquilas palabras cautivaron a Gelda, rompiéndola en mil pedazos.

- ¡Yo también! ¡Estoy feliz de tener un bebé pero tengo miedo de volverme loca y herir a las personas que me importan! - Exclamó torpemente, aun con lágrimas en sus mejillas sintió a Zeldris besarla con cariño.

- Gelda, te amo. Sería capaz de soportar cualquier cosa por ti... No te sientas culpable por lo que podrías hacer en un futuro porque no es tu culpa, es parte del instinto. - Intentó tranquilizarla, aun desconociendo a lo que todo refería con volverse loca. - Déjame estar a tu lado criando a nuestro bebé, cuidándote de todo peligro, incluso de ti misma.

- Zeldris... - Murmuró con cariño. - Sería un placer estar junto a ti... Lamento haberte hecho sufrir...

- Te amo... Y a mi hijo también. - Declaró Zeldris sinceramente, mientras besaba los labios de su amada Gelda. - Cuéntame todo lo que debo de saber sobre los vampiros y bebés...

- Sí... - Por fin Gelda sonrió con alegría, entregándose a Zeldris con amor.

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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Es una idea mezclada sobre los vampiros con esta pareja, un poco loca. Adoro ver a Zeldris en forma consoladora. Lamento los errores ortográficos y gramaticales.

¡Muchas gracias por leer y que tengan un buen día!

Si tienen alguna idea para un one-shot, siéntanse libres de darla a conocer ;D

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