No Tocar

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Parejas secundarias: Melizabeth

Rating: T

Género: Romance

Advertencia: Aparentemente ninguno

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Porque nadie tenía derecho de tocarla de esa manera.

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Era una noche normal en el bar, había mucha clientela por lo que en estos momentos Elizabeth era ayudada por Gowther, Diane y Gelda, Elaine ayudaba a Ban y a King a la cocina, y Meliodas junto Zeldris y Escanor atendían la barra y la preparación de bebidas. Hawk como siempre se encargaba de las sobras. Todo era muy tranquilo, a pesar de la gran multitud que había en el pequeño bar. Si seguían así, no tendrían que trabajar durante tres días.

Gelda mesereaba con alegría pues era su primera vez haciéndolo, Zeldris se había negado en que ella participara pero fue convencido por ella y Meliodas. La vampiro entregaba la comida y tarrones a las mesas del medio, por lo que podía ver a las demás como trabajaban y es ahí cuando notó a Elizabeth un poco pálida.

Entregó su orden y al ver que no había nadie que ocupara de su servicio, se acercó a Elizabeth, quien se encontraba en el pequeño pasillo de la taberna a los baños. - ¿Elizabeth?

- ¡Señorita Gelda! ¿Qué hace aquí? - Exclamó algo sorprendida para luego ponerse nerviosa y preocupada. - ¿Soy tan obvia?

- No, pero tengo mejor sentido sensorial que los humanos y demonios. ¿Qué ocurre? - Dijo Gelda algo preocupada por la cara y nerviosismo de Elizabeth, quien la miraba con incomodidad.

- Es un cliente, no deja de molestarme y ha intentado tocarme. Quiero manejarlo yo sola pues Meliodas y Diane han estado muy preocupados por mi bienestar y no quiero molestarlos. - Murmuró Elizabeth con amargura, podía usar sus poderes pero sería muy desventajoso para aquel humano. - Sé que debo decirle a Meliodas, pero...

- Yo me encargo. - Ofreció Gelda con una sonrisa, ella era buena manejando a las personas por lo que no habría problema. Elizabeth la miró con sorpresa y luego con preocupación. - No usaré mis poderes mentales sobre él, si eso te preocupa.

- No es eso, bueno sí, pero es solo que si algo malo pasa... - Susurró Elizabeth con algo de culpa, no quería que Gelda saliera mal en esta situación. - Creo que debo de decirle a Meliodas o al menos a Diane...

Gelda pensó que eso era lo correcto pero también entendía lo molesto que es depender de alguien, por lo que comprendía el sentir de Elizabeth. - Mira, yo atenderé esa mesa mientras vas con Diane a platicarle sobre el asunto.

Elizabeth sonrió ante aquella idea. - ¡Muchas gracias! ¡Te debo una!

- No hay problema para eso estamos las amigas, ¿no? - Comentó Gelda con una pequeña pero sincera sonrisa, que contagió a Elizabeth. - Muy bien, hora de la acción.

Elizabeth y Gelda salieron del pasillo y regresaron al negocio. La princesa de Lionés le entregó a la vampiro la orden para aquel pervertido, dos tarrones de cerveza. Gelda caminó hasta aquella mesa, que era de las más alejadas de la barra, y observó a los tres hombres que estaban ahí. Uno era joven se veía algo nervioso, el otro era un anciano y el último, quien la miraba con perversión y lascivamente, era un adulto de mediana edad. Todos olían a alcohol, pero el que apestaba más era el de mediana edad.

- Aquí están sus órdenes. - Dijo Gelda amablemente mientras colocaba la cerveza en la mesa, podía sentir como aquel pervertido no quitaba su vista de sus piernas.

- Mu-muchas gracias, señorita. - Agradeció el más joven algo avergonzado por la hermosa mujer frente a él.

- Vaya, este lugar cuenta con las chicas más bellas que hay en el reino. - Dijo el anciano con un toque de humor, Gelda no pudo sentir malicia en sus palabras por lo que le sonrió amablemente. - También nos gustaría un especial de la casa, por favor.

- ¡Claro! ¿No desean algo más? - Dijo Gelda con una sonrisa hasta que sintió el deseo del señor de tocarla. Inmediatamente la vampiro tomó su mano antes de que pudiera tocarle su trasero. - Señor, lamento informarle que eso no es parte de nuestro menú.

El pervertido chilló ligeramente ante la fuerza de aquella chica, pensó que ella era más frágil, debido a su apariencia, que la otra mesera pero se equivocó. La miró con furia pero Gelda ni se inmutó. En voz baja, escupió. - ¡Suéltame, maldita perra!

Gelda lo miró sin mucho interés pero al final lo soltó, dejándolo adolorido de su muñeca. La vampiro observó las caras apenadas de los amigos del pervertido, como si estuvieran cansados de su actitud.

- Lo lamento, señorita. Él es otro cuando toma. - Se disculpó el anciano por las acciones del adulto, el más joven asintió avergonzado y con concordancia con el mayor. - También pedimos una disculpa con la otra joven.

- No se preocupe, simplemente manténgalo en orden y no habrá problema. - Dijo Gelda refiriéndose a Meliodas, pues si se enteraba que este tipo intentó tocar a Elizabeth estaría muerto.

Alegre de haber mantenido la situación bajo control, Gelda se retiró con una gran sonrisa. Caminó tan solo tres pasos cuando sintió un pequeño jalón para atrás y luego un fuerte golpe en su mejilla derecha. Desorientada, cayó al suelo mientras se sostenía su mejilla y parte de labio, que sangraba ligeramente.

El ambiente cálido del lugar cambió repentinamente a uno helado y hostil. Observó en tan solo unos segundos a Zeldris sosteniendo del cuello con su mano izquierda a aquel humano con unas ganas de asesinarlo, mientras que con la otra sostenía al mango de su espada pero ésta a su vez era detenida por Meliodas, quien no mostraba ninguna emoción. Todos los clientes miraron con miedo a aquella escena.

- ¡Gelda! - Escuchó a Elizabeth y Diane gritar con preocupación, la primera se acercó a ella para comenzar a curarla y la otra miraba con temor las acciones de ambos demonios.

- Estoy bien, gracias. - Intentó tranquilizar a Elizabeth, quien la miraba con tristeza y culpa. - Solo fue un golpe...

- Suéltame, Meliodas. - Murmuró Zeldris tan despacio, que hizo chillar al tipo que sujetaba del cuello. Debido al miedo, había perdido su estado de alcoholizado. - Voy a matarlo tan lentamente que deseará su muerte con mucho ánimo.

Sus palabras eran tan cortantes que algunos clientes dejaron dinero y se retiraron. Meliodas entendía el sentir de su hermano, pero no debía asesinar a nadie, menos enfrente de otros humanos. - No, sabes perfectamente que los demonios como nosotros somos aun mal vistos.

- ¡Él tocó a Gelda! - Alzó la voz con ira, mientras apretaba su agarre, asfixiando un poco al hombre que sostenía. - ¡Nadie tiene derecho de golpearla ni mucho menos tocarla! En especial un asqueroso e insignificante humano...

- Te dejaré lanzarlo fuera del bar. - Sugirió Meliodas a Zeldris, quien simplemente gruñó al no tener alternativa. Lo arrastró hasta la salida y lo lanzó con tanta fuerza que sobre voló el bosque que se encontraba cerca de la taberna. Los amigos del recién expulsado dejaron la paga en la mesa y se retiraron con miedo por la mirada penetrante del demonio de cabellos negros.

- Elizabeth, estoy bien. - Intentó Gelda calmar a la chica de cabellos plateados, quien murmuraba un montón de "Perdóname". Diane observó con algo de confusión a su mejor amiga por su inusual actitud.

Elizabeth fue interrumpida por el repentino chillido de Gelda al ser cargada por Zeldris, quien salió del bar con la chica en sus brazos por las escaleras. Meliodas de acercó a Elizabeth y la abrazó para tranquilizarla, luego le preguntaría que fue lo que pasó.

(n.n)

Gelda no dijo nada durante el viaje hasta su cuarto, que compartía con Zeldris. El dolor ya había pasado, gracias a Elizabeth pero la vergüenza no. Ella se sentía apenada por ser cargada por su amado por esa razón, protección.

- ¿Zeldris? - Murmuró su nombre con duda y algo de temor, ella le había dicho que estaría bien en la mesereada y justo en su primer día había sido golpeada. Se sentía avergonzada. Zeldris no mostró ninguna emoción, cerró y aseguró la puerta, preocupando a Gelda. Avanzó hasta la cama, donde se sentó aun con la vampiro en brazos. La sentó en su regazo.

- ¿Duele? - Preguntó con una tranquilidad, mientras acariciaba su mejilla con dulzura. Su cara reflejaba seriedad y preocupación por su dulce vampiro.

Gelda se sonrojó ante aquel nivel de atención de parte de Zeldris. - No... Sabes que soy una vampiro, puedo regenerar heridas. A parte Elizabeth me curó.

- Yo... - Y es ahí cuando comprendió que Zeldris se sentía mal consigo mismo y por ella, él no la había protegido. Ella sonrió suavemente mientras envolvía sus brazos en él y recargaba su cabeza en el hombro del demonio.

- Está bien. Solo fue un pequeño golpe. No soy una débil vampiro. - Dijo Gelda con una pequeña sonrisa, sonrojando a Zeldris, quien la estrechó entre sus brazos en forma de protección.

- Lo sé. Eres muy fuerte y capaz de protegerte... - Murmuró serio con un tono de preocupación. Gelda tarareó con dulzura mientras sonreía ante el cálido abrazo de Zeldris. - Odio cuando te miran de esa forma y más cuando quieren tocarte. Nadie puede tocarte de esa manera, ni siquiera en sueños... Eres mía.

Gelda rió suavemente por el instinto de demonio de su amado que salió repentinamente, después de todo a él le encantaba tener todo bajo control. - ¿Mi pequeño demonio está enojado?

- Gelda. - Advirtió algo apenado ante la razón de ser llamado así. Zeldris se sorprendió al sentir a Gelda besarlo en los labios con dulzura pero rápido se recuperó y regresó el beso con la misma intensidad. - Te amo...

- Yo también te amo... - Murmuró Gelda, rompiendo el beso. Ella rió ligeramente ante el beso de Zeldris en su mejilla derecha. - Podemos regresar...

- No quiero. - En esos momentos Zeldris sonó como un niño enojado, trayéndole ternura a Gelda, quien lo miró con burla. - Ya he hecho mucho coraje el día de hoy.

- ...O podemos quedarnos a dormir un poco. - Sin decir nada más, Gelda observó a Zeldris quitarle las zapatillas con cuidado y luego aventarlas descuidadamente lejos de la cama, causándole algo de gracia.

Aun sin soltarla, él comenzó a quitarse su calzado. Se adentró en la cama, donde ambos se acostaron aun abrazándose. Gelda jugó un poco con el cabello de Zeldris y éste se mantuvo serio pero con un gran sonrojo. ¡Como amaba a este demonio!

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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Adoro ver a Gelda siendo protegida o atendida por Zeldris y viceversa. ¡Como los adoro! Lamento los errores ortográficos y gramaticales.

¡Gracias por leer y que tengan un buen día!

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