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Parejas secundarias: Ninguna

Rating: T

Género: Romance, comedia, familia

Advertencia: Ninguna

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Al parecer no conocían muy bien a su hermano menor, pero iban a provechar esa oportunidad.

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Zeldris miraba avergonzado su celular, lo que menos quería que pasara iba a ocurrir. Observó su habitación buscando algo fuera de lugar, cosa que era imposible. Toda la habitación estaba ordenada. Entonces suspiró y se levantó de la cama. Avanzó por su cuarto hasta salir de él. Miró el pasillo y gritó internamente.

Era un caos, Hawk estaba corriendo por el pasillo, que estaba sucio y llenó de lodo. Intentó controlar su ira, pero cuando siguió avanzando y encontró a sus hermanos, estalló.

– ¡Por un demonio! ¡¿Qué carajos le hicieron a la sala?! – Gritó Zeldris con furia en sus palabras y mirada.

Meliodas y Estarossa se quedaron congelados por el grito y mirada asesina que les dedicó su hermano menor. Ellos estaban jugando videojuegos en la televisión plana, pero rodeados de envolturas y cajas de comida chatarra. Había frituras en los sillones, en especial en el más grande donde estaban jugando. Hawk llegó de la cocina, donde podía verse humo saliendo de ella.

– Zeldris, tranquilo. – Dijo Meliodas con una sonrisa nerviosa. Su hermano menor usualmente tendía a molestarse mucho, pero era muy paciente. Sin embargo, cuando se enojaba era como un cruel verdugo. – Más al rato limpiamos.

– Así es, padre no estará por una semana. – Comentó Estarossa intentando relajar el ambiente.

– Quiero que limpien en este instante. – Dijo Zeldris con una voz muy seria, incomodando a sus hermanos. Al ver que iban a replicar, se le adelantó. – O le diré a padre que reprobaron sus matemáticas.

– ¡Zeldris, eso no es justo! – Exclamó Estarossa molesto.

Meliodas se levantó, dejando su control en el sillón y miró molesto a Zeldris. – No te atreverías.

– Pruébame. – Se enfrentó Zeldris sin titubear, sorprendiendo a Meliodas pues había usado su intimidación, que usualmente ya no usaba, y había fallado. – Tienen 20 minutos o de lo contrario se van olvidando de sus salidas con sus amigos.

Por primera vez, los hermanos mayores se encontraban bajo la orden del menor. Meliodas comenzó a limpiar la sala y Estarossa la cocina. Se sentían derrotados, pero lo que les llamaba la atención es que Zeldris estaba nervioso.

Zeldris subió por las escaleras para limpiar el desastre que hizo Hawk, dejando a sus hermanos a cargo de sus propios desastres. Meliodas al no ver u oír al chico de cabellos oscuros, habló. – Jamás me había hablado así.

– A mí sí. Pero que yo recuerdé, a él no le había molestado nuestro desorden. – Comentó Estarossa con curiosidad ante la urgencia de su hermano de que la casa estuviera limpia.

Habían pasado 25 minutos y la casa estaba ordenada y limpia, Meliodas y Estarossa estaban sentados en la sala. Habían tomado un rápido baño para relajarse del esfuerzo que habían hecho. Zeldris había salido a tirar la basura y comprar unas cosas para comer.

El sonido de la puerta molestó a Meliodas, al parecer Zeldris había olvidado llevar sus llaves. – Estarossa...

– No, ve tú. Yo limpie al monstruo que cocinaste. – Dijo el más alto, haciendo referencia a la pasta negra que tenía "vida" que Meliodas había cocinado en la mañana.

Resignado, Meliodas se levantó del sillón, dejando complacido a su hermano. Abrió la puerta molesto, porque Zeldris no solo los obligó a limpiar, sino también a bañarse y que dejaran de jugar videojuegos. – ¡¿No pudiste llevarte tus llaves?!

– Yo... – La suave y femenina voz, hizo que Meliodas reaccionara. Una hermosa chica, alta y de piel pálida, sorprendió y avergonzó al rubio.

– ¡Lo siento! – Exclamó Meliodas avergonzado por haberle gritado. Notó que ella lo veía con curiosidad y, además, de que llevaba una pequeña maleta.

– ¿Usted es Meliodas? – Preguntó la chica tranquilamente, confundiendo a Meliodas. Jamás en su vida la había visto. Al ver su rostro, la joven sonrió cálidamente. – No nos conocemos, pero si a su hermano Zeldris.

Ahora tenía sentido por qué Zeldris había querido la casa limpia. – ¿Vienes a verlo? – Preguntó Meliodas, ella asintió. – Por favor, pasa.

Meliodas observó como la chica pasaba con ánimo, se veía que era muy tranquila. Cuando llegaron a la sala, Estarossa notó a la recién llegada. – No te recuerdo... ¿Le hice algo a tu amiga? ¿O nos hemos acostado?

Meliodas golpeó su rostro ante las ocurrencias de su hermano. Observó como la chica se sonrojaba y lo miraba avergonzada. – No, jamás te había visto... Lamento mis modales, soy Gelda Vampire. Vengo a ver a Zeldris.

Ambos chicos miraban con curiosidad a la chica. Meliodas la invitó a sentarse en el sillón mediano, mientras que él tomo asiento junto a Estarossa. El rubio rápidamente fue a la cocina con un bol llenó de pan, ofreciéndole a Gelda. – Puedes tomar lo que gustes... Creo que ya sabes quién es él, ¿no?

– ¿Estarossa? – Dijo Gelda un poco insegura pero el nombrado sonrió, dándole confianza a la chica. Tomó una dona del bol. – Lamento por molestarlos.

– No, no... Es que no estamos acostumbrados a recibir visitas de amigos, en especial, amigas de Zeldris. – Comentó Meliodas con una sonrisa, al parecer su hermano ya estaba madurando. – De hecho, eres la primera chica que lo visita.

Gelda se sonrojó ligeramente, pero debido a su tez pálida, éste se notaba fácilmente. Ver a la chica feliz, le entró más curiosidad a Estarossa. Observó que ella vestía un casual pero fino vestido, dejando claro su buena figura. – Oye, ¿tienes novio?

Ante la pregunta tan inesperada y esperada para Gelda y Meliodas, respectivamente, ambos lo miraron con incomodidad. La chica jugó un poco con la dona dudando en hablar pero al final se decidió. – Sí, tengo novio... Él es su hermano, es Zeldris.

Meliodas dejó caer la pieza de pan que había tomado, mientras que Estarossa se empezó a atragantar con uno. Gelda dejó su maleta en el suelo y la dona en el bol y corrió a auxiliar al más alto. Pero Meliodas fue más rápido, golpeándolo en su espalda y logrando que escupiera el pan.

– Iré por un vaso de agua, ¿puedes cuidarlo? – Gelda asintió y Meliodas se apresuró por ir un poco de agua para su hermano.

Después de que todo se tranquilizara los tres estaban en la sala, viéndose con atención, al menos los dos chicos. Gelda los observaba sin mucho cuidado, pues pensaba que era normal que la miraran así.

– Así que eres novia de Zeldris... ¿Desde cuándo? – Cuestionó Meliodas, jamás pensó que su hermano menor le ganara en conseguir una novia. – Claro, si se puede saber.

– Un año. – Comentó tranquilamente, pero para los chicos fue un gran descubrimiento. Al ver las caras de sus "cuñados", ella preguntó. – ¿Es mucho tiempo?

– No, bueno sí... No sabíamos que Zeldris tenía novia. – Dijo Estarossa, intentando asimilar la noticia. – Pensamos que era asexual.

Gelda se sorprendió ante la creencia de los hermanos de su novio para luego reír tiernamente. Meliodas observó con curiosidad la chica, ella se veía muy bien para su hermano y era muy educada. Debía darle una charla incómoda a su hermano por castigo de no decirle que tenía novia. – Creo que lo correcto será presentarnos, aunque ya nos conozcamos. Soy Meliodas Demon, hermano mayor de Zeldris. Tengo 17 años y estudio en la escuela de Lionés.

– Estarossa, soy un año mayor que Zeldris y uno menor que Meliodas. Soy el más alto de los tres. Estudio junto a Zeldris en la escuela de Camelot. – Comentó el chico de cabellos plateados.

Gelda sonrió tranquilamente, pues ya sabía eso pero le resultó amable de su parte que se presentaran. – Soy Gelda Vampire, soy novia de Zeldris. Actualmente estoy estudiando en la facultad de administración de la universidad de Lionés.

¡¿Universidad?! – Pensaron los chicos.

– Tengo 18 años. – Dijo Gelda algo tímida al ver sus rostros de sorpresa.

– Te ves tan joven, creí que eras de su edad. Eres más grande que yo. – Dijo Meliodas sinceramente. – Me sorprende que Zeldris salga con alguien mayor.

– O con alguien. – Meliodas miró a Estarossa, callándolo al instante.

Gelda rió ligeramente. – Zeldris dice que ustedes siempre se pelean cada minuto, al parecer es cierto.

Sonrojados, recuerdan que deben hacer pagar a Zeldris. – ¿Qué está pasando...? ¡¿Gelda?!

– Zeldris, hola. – Dijo Gelda animada a su pareja. Éste fue recibido por las miradas pícaras de sus hermanos, incomodándolo. La chica se acercó a Zeldris y lo abrazó con cariño, siendo recibida de la misma forma.

Meliodas y Estarossa se quedaron en shock al ver a su hermano menor sonreír de esa manera tan cariñosa y amable. – ¿Ellos te molestaron?

– No, fueron muy amables conmigo. – Dijo alegremente, mientras le daba un pequeño y tierno beso en la mejilla. – Así que... ¿No tienes novia?

Zeldris miró a sus hermanos con molestia, pero ellos simplemente sonrieron. – No les dije porque sabían que iban a estar molestándome.

– Espero no ser de mucha molestia... ¿Ellos lo saben? – Le preguntó curiosa a su amado, quien negó con un movimiento. Gelda observó a los hermanos con pena, pues no quería incomodarlos.

– Gelda se va a quedar con nosotros un par de días, no tiene un lugar en donde quedarse. ¿Creen que haya problema? – Dijo Zeldris algo serio, como si deseara que aceptaran a su novia. Después de todo, él no podía dejarla dormir en un hotel si podía darle un lugar para descansar.

– Por supuesto que no. De hecho, nos gustaría conocerla mejor. – Comentó Meliodas con una gran sonrisa.

– No me gusta esa sonrisa... – Murmuró Zeldris con precaución y observó a Meliodas sonreírle a Estarossa, quien le regresó el gesto. El más alto salió de la sala hacía arriba a uno de los cuartos.

– Zeldris, sé un buen novio y sube las cosas de Gelda a la habitación de visitas... A no ser que quieras aprovechar el tiempo y dormir con ella. – Dijo Meliodas con un toque malicioso y burlesco, causándole pena y molestia a Zeldris, quien lo golpeó en su brazo.

Gelda parpadeó algo avergonzada pero luego rió ante las palabras de su cuñado. Observó a Zeldris tomar su maleta y subir con ella por las escaleras. – Ahorita vengo.

– ¿Qué tal si tomas asiento? Me gustaría enseñarte algo... Aparte, me gustaría preguntarte unas cosas, si no es mucha molestia. – Gelda atraída por las palabras de Meliodas tomó asiento en el gran sillón. Observó al rubio sentarse junto a ella y Estarossa del otro lado, asustándola al no sentir su presencia. Sus sonrisas llenó de curiosidad a la chica.

– Te va encantar... – Murmuró Estarossa mientras colocaba un gran libro en la pequeña mesa. Era grande y café, poseía unas palabras en su portada. Éstas eran "Infancia de Zeldris".

Mientras tanto, Zeldris murmuraba maldiciones a su hermano. Cuando llegó a la puerta de invitados, se adentró y observó que todo estuviera limpio y en su lugar. Dejó la maleta en la gran cama y se detuvo abruptamente. Sintió un gran escalofrío recorrer su espina dorsal.

– ¡Esos idiotas! – Masculló Zeldris asustado y molesto mientras corría a la sala para evitar perder su dignidad frente a su amada. – ¡Ya me las pagarán!

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N/A: Hola a todos, gracias por leer. Este capítulo ya estaba desde hace tiempo, solo faltaba subirlo. Adoro ver a Zeldris en forma avergonzada. Lamento los errores ortográficos y gramaticales.

¡Muchas gracias por leer y que tengan un buen día!

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