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—¡Papi mira lo que encontré! —gritaron las niñas al mismo tiempo corriendo asía la cocina donde se encontraba Max.

—¿Qué encontraron? —les pregunto a niñas al mismo tiempo que se arrodillaba en el piso para estar a la misma altura que sus hijas.

—Yo encontré unas flores. —dijo la pequeña Elisabeth, la menor de las gemelas mientras mostraba las flores silvestres en sus manos.

—Yo encontré un caracolito. —dijo Elizabeth, la mas bajita de las dos mientras en sus manos se podía ver al caracolito escondido en su caparazón.

—¡Y yo encontré un dinosaurio! ¡Raarm! —exclamo alegre David con su hermanito que bestia de dinosaurio en hombros. —¡Y se los va a comer a todos! —grito y dejo a su hermanito en el suelo y este comenzó a "correr" asía sus hermanas las cuales empezaron a correr -con las cosas que traían aun en manos- siguiendo el juego.

Max solo reía por la escena frente a el, su pequeño hijo de un año con una pijama de dinosaurio tratando de correr detrás de sus hermanas que le seguían el juego riendo y corriendo lentamente para que el pequeño niño no se quedara muy atrás, mientras David iba detrás del pequeño dinosaurio riendo y supervisando que no llegara a caerse.

Sinceramente Max amaba esos momentos lindos en donde veía jugar y reír a sus hijos olvidándose de lo difícil que fue para los pequeños -prácticamente- perder a su padre que ahora ni siquiera los quería ver y el daño que causo en los niños el desprecio de su padre. Las que más sufrieron fueron las gemelas que lloraron mares cuando su padre se negó a verlas cuando lo llamaron sin que el rubio supiera, Max las tuvo que consolar toda la noche hasta que se quedaron dormidas por el cansancio que provocaba llorar tanto, lo que hizo el corazón del neerlandés se estrujara más fue ver como Ethan no lograba entender porque sus hermanas lloraban y trataba de hacerlas reír sin lograr nada y ver como David quería ayudarlo con las gemelas pero solo se limitaba a ver porque no sabía que hacer, esa noche fue una en las que más sufrió.

En algún momento la persecución del pequeño dinosaurio llego hasta donde se encontraba el y ahí fue donde agarro al pequeño y lo cargo en brazos deteniendo la persecución y la preocupación de David porque el pequeño se callera.

—¿Para donde va usted señor dinosaurio? —dijo divertido Max viendo como el pequeño trataba de explicarle pero de su boca solo salían balbuceos. —¿Por qué mejor no comemos pequeño dinosaurio? —el bebe solo sonrío pues era su forma de decir si, los demás niños también se alegraron al escuchar la palabra comida —Muy bien entonces vallan a lavarse las manos. —dice dirigiendo sus palabras a sus hijos mayores, los niños solo asintieron diciendo con so que lo harían.

—Papi. —lo llamo una de sus hijas y Max inmediatamente volteo asía ella—¿Dónde dejo mis flores?

—¿Y donde dejo yo mi caracolito? —pregunto también Elizabeth.

—Dame las flores. —le dijo a la niña menor y ella lo hizo —Y tu ve a dejar al caracolito afuera. —dijo dirigiéndose a su hija mayor.

—¿No me lo puedo quedar? —dice la niña con ojitos tristes, pero Max no caería ante esos ojitos.

—No. —dijo negando con la cabeza y la niña hizo un puchero ante esa respuesta.

—Vamos Eli yo te acompaño a dejar al caracol. —le dijo la otra niña a su gemela y esta solo le respondió con un pequeño ''okey susurrado, así las dos niñas su fueron asía el patio del hogar.

Mientras Max con Ethan en un brazo y las flores en su otra mano fue a buscar un bazo con agua para poner las flores, luego las dejaría en la habitación de su hija.

El sonido del timbre de la casa interrumpió las acciones del neerlandés haciendo que tuviera que ir a atender a las personas que tocaban este, pero antes de eso dejo al pequeño Ethan en su silla de comida para que no se pudiera caer.

—Max... —susurro la otra persona al otro lado de la puerta cuando el rubio abrió esta.

Al neerlandés le pareció un poco extraño que ese hombre supiera su nombre pero al ver las abundantes pecas en la cara del otro solo rio de incredulidad.

—Sergio. —dijo Max con una enorme sonrisa aun sin poder creer a quien tenia enfrente de el.

—Que sorpresa encontrarte aquí. —dijo el mexicano que al igual que el otro tenia una sonrisa.

—Sorpresa es que vengas a mi casa a tocar mi puerta. —dice el rubio haciendo que el otro ría un poco avergonzado.

—No que no conocías a la persona que vivía acá. —menciono el niño que estaba a la par de Sergio llamando la atención de los dos mayores.

—Te dije que quizás no lo conocía pero ahora veo que si. —dijo Sergio viendo a su hijo.

—¿Y de donde lo conoces? —pregunto el pequeño viendo interrogante a su padre.

—¿Ahora me vas a hacer un interrogatorio? —dice Checo mirando con los ojos entre cerrados a su hijo.

—Si. —respondió el pequeño comenzando una lucha de miradas entre padre e hijo que hizo reír levemente a Max.

—¡Papi! —dijo David desde dentro de la casa llegando a colgarse de la pierna de su progenitor. —¿Quiénes son ellos? —dijo viendo raro a el niño y el adulto que estaban afuera.

—Un viejo amigo y su hijo. —le dice Max al pequeño rubio y llamando la atención de los dos castaños.

—Mmm... ¿Pero siempre vamos a comer ya verdad? —dijo David con ojitos lindos viendo a su padre.

—Si, ve para adentro ya voy. —dice y el niño hace caso inmediatamente. —¿No quieren pasar? —le dice ahora a las otras dos personas.

Los otros dos solo afirman con la cabeza y Max abre mas la puerta para que puedan entrar.

Checo puede decir que se sorprendió al entrar a esa casa y ver a cuatro niños ahí, saber que Max tenia un hijo ya era de sorprenderse pero saber que tenia cuatro ya era demasiada sorpresa.

—¿No que no ibas a tener hijos? —pregunto Checo a Max mientras los dos venían como sus hijos empezaban a charlar animadamente entre ellos rápidamente.

—Cállate. —le dice Max y Checo solo puede reír.

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—¿Ahora si me dices por que me estas haciendo ir a México? —pregunto el monegasco al francés que se encontraba enfrente de el.

—Discutí con ma chérie... —susurro Pierre sin querer ver al otro a los ojos porque sabría que lo regañaría.

—¿Ahora que hiciste? —le pregunto el otro viéndole mal.

—¡Nada! —dice y Leclerc solo lo ve con una cara de no creerle nada. —Bueno, puede que haya coqueteado un poquito, poquitito con una chica en un bar cuando le dije que estaba en una reunión de negocios... —dice y inmediatamente se siente pequeño en su asiento por la mirada juzgadora del otro.

—Todavía no entiendo como es que te sigue queriendo, porque yo sinceramente ya te hubiera mandado a la mierda. —dice y ve como Pierre hace un leve puchero pues también sabe que se merecería eso. —Pero eso todavía no explica porque vamos para México. —le dice pues aun no entiende porque el francés le llamo a las dos de la madrugada diciéndole que tenían que ir a México y convenciéndole de ir cuando el aun estaba medio dormido.

—Es que ahora si se enojo mucho y hasta se fue a otro país... —dice el otro en un susurro.

—Y esta en México. —dice y ante eso el francés solo afirma con la cabeza. —Y le vas a ir a rogar que te perdone como el perro arrepentido y sarnoso que eres. —dijo y Pierre solo vuelve a afirmar aunque un poco ofendido. —Mas vale que tu disculpa sea buena.

—Lo es. —le dice sonriendo por el plan -según el- magnifico que tiene.

—Y que no vuelvas a hacer eso. —le dice serio y amenazante Leclerc.

—No prometo nada... —susurra con miedo el francés.

—¡PIERRE! —exclama enojado el monegasco.

—¡La carne es débil! —dice tratando de defenderse pero solo empeora las cosas.

























































(;ŏ﹏ŏ)

N/A:

Holis

Mi cerebro no dió para más que esto así que perdón si no alcance sus expectativas

Si tienen alguna pregunta haga la sin miedo

Y perdonen las falsas ortografícas que se lleguen a encontrar

VCARAV

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