Nunca lo creí.

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La ciudad había cambiado, de estar soleada todo el tiempo pasó a estar cubierta por una capa de nieve. Sí, el invierno estaba aquí y junto al invierno llegaron las fiestas. Algo que no me agradaba para nada.

Este día en especial corría de un lado a otro buscando mis cosas, mi bolsa y mi otro tacón, Trunks me estaba ayudando pues recurrí a él.

—¡Lo encontré tía! —alza mi otro tacón crema. Suspiro con alivio.

—¡Gracias Trunks! Y... sacude tu ropa o Bulma me va a matar. —digo yo palpando su ropa para quitarle el polvo. —¿Ya llegaron los invitados?

—Mis abuelos ya están aquí.

Mierda, llegaba tarde al cumpleaños de mi propia madre.

—Rayos... Pues... ve bajando. Ahora los alcanzo. —digo al mismo tiempo que me pongo el tacón encima. Trunks asiente y rápidamente se va, yo volteo a verme al espejo, el vestido me quedaba perfecto y los tacones también, el peinado... bueno estaba un poco despeinada pero no importa.

Bueno, es hora de soportar la fiesta de Bulma.

Bajo los escalones rápidamente con la bolsa en mano, cada vez se escuchaba más la música y luego comenzaron los saludos.

Al parecer todos me conocían pero yo no conocía a nadie. Sonreí nerviosa.

—Buenas noches.

A lo lejos divisé a Bulma abrazada de Vegeta, como si fueran el matrimonio perfecto. Por alguna razón eso me hizo sentir mal y por ello tomé una copa de vino de la mesa de aperitivos y me la tomé sin importar que hace una hora me había acabado un six pack de cerveza para los nervios.

—¡Hola _____! Tanto tiempo. —vaya....

—Tights.... no esperaba verte aquí. —admito algo incómoda. Para colmo Bulma ya había decorado todo con ambiente navideño.... quería huir.

—Yo no esperaba verte con vestido. —admite burlándose de mí. Tights me abraza por los hombros. —Escuché que estás viviendo aquí en la casa de Bulma.

—Solo es un tiempo. ¿Sabes? Fue una corta visita.

—Pues que yo sepa, no es tan corta. —se burla. —¿Realmente te diviertes aquí?

—Pues.... —ver a Vegeta sin polera es divertido... —...sí.

—Qué extraña eres. Siempre eras la más movida de las tres, la que se escapó para viajar por todo el país. —rueda los ojos. —Y ahora te estancas en un lugar por tanto tiempo.

—Bueno. ¿Y tú? Ni siquiera viniste en mi cumpleaños... y ahora...

—El cumpleaños de nuestra madre es diferente. —se burla. Se lleva la copa de vino que tenía en sus manos a su boca para tomar. —Pues diviértete, que Bulma hizo juegos y premios.

—Qué emocionante. —murmuro con sarcasmo una vez que Tight me abandonó. No, no era emocionante, era algo estresante.

La mayor parte de los invitados estaban reunidos en una parte del salón, yo tuve que huir al lado contrario donde nadie estaba. Entonces de repente mi celular vibró, me estaban llamando. Saco el celular y contesto.

—¿Bueno?

Hermosa, soy Zick. Te hablo porque te quiero invitar a un bar, unos chicos van a tocar un poco de música rockera y pues pensé que te gustaría.

—¡Me caes como anillo al dedo! ¿¡Dónde es!?

¿Recuerdas dónde queda mi ca...?

No terminé de escuchar, una mano me quitó el celular.

—No tiene permiso de salir. —y colgó. Abro la boca indignada (y un poco sorprendida al verlo con ese traje). Vegeta me miraba serio.

—¿Qué crees que haces? —pregunto con calma. Él ni siquiera se inmuta.

—Te dije que debías pedirme permiso a mí primero para salir a algún lado. Y no te doy ningún permiso.

—No me jodas. —balbuceo sorprendida.

Sí, era cierto. Hace una semana me dijo eso pero luego no nos volvimos a ver, no creí que fuera enserio.

—Cuida tu vocabulario o tendré que enseñarte modales. —regaña. Alzo mi ceja.

—¿Y qué sucede si no quiero cuidar mi estúpido vocabulario? —digo a la defensiva. Estaba comenzando a molestarme por esa actitud tan ególatra. Vegeta sonríe de lado y de repente vi como cerró su puño sobre mi celular. Doy un chillido cuando veo cómo lo destroza por completo.

—Sufrirás las consecuencias.

—¿¡Por qué hiciste eso!? ¡Ahí tenía todos mis contactos!

—No los necesitas. —es lo único que dice. —En lugar de quejarte, deberías estar festejando a tu madre.

—Creo que tú y yo vamos a poner las cosas en claro. —me cruzo de brazos y miro alrededor. Estábamos apartados de el resto de la multitud, la gente no nos miraba siquiera por estar ocupados en el bingo para ganar el coche último modelo. —No puedes simplemente meterte en mi vida e invadir mi privacidad como se te pegue la gana.

—Sí puedo. —me sonríe con superioridad.

—¡No, no puedes! —doy un paso cerca. —Tú y yo no somos nada cómo para que puedas influir en mi vida personal. Si tanto quieres entrometerte en una vida, ve con Bulma. ¡Arregla las cosas con ella y déjame en paz!

Al instante me doy cuenta de lo que dije, trago saliva. Ni un solo gesto, sino totalmente serio escuchando cada palabra.

Mierda... ¿La cagué?

—Vegeta... escucha... lo siento... No quise decir eso.

—Hmp... Si tanto te molesto. Puedes irte de mi casa. —contesta hiriente. Lo sé, me lo merecía.

—¡Ahora todos, por favor pasemos al jardín! ¡Iniciarán los fuegos artificiales! —habla Bulma emocionada. Toda la gente comenzó a salir de la casa directo al jardín. Suspiro cansada cuando lo veo darse la vuelta, alzo mi cabeza al techo preguntándome el por qué he estado aquí todo el tiempo.

Espera... ¿Eso es un muérdago?

Entonces... Vegeta y yo...

—¡Vegeta! —alzo mi voz y tomo su mano para evitar que se vaya. Él me mira neutro, incluso parecía molesto.

Estúpido alcohol que me está haciendo actuar así.

—¡No estoy molesta porque invadas mi vida! ¡Estoy molesta porque...! —frunzo los labios. —Maldición, esto es muy difícil.

—¿Qué quieres? —se queja molesto.

—¿Qué quiero? Bien... te lo diré. Maldición. —mis manos suben por su brazo hasta su rostro, me acerco y rápidamente le robo un beso. Un beso de solo unos cinco segundos, luego aproveché para huir de ahí como cobarde.

Eh... no. No se puede huir como cobarde cuando se trata de Vegeta.

—¿¡A dónde crees que vas!? —tira de mi mano. Estaba comenzando a entrar en pánico.

—S-solo hice lo que la t-tradición. —me excuso.

—¿Cuál tradición? —pregunta confundido una vez que me retiene en sus brazos. Alzo la mirada hacia el muérdago y él me sigue. —Ah... esa tradición.

—Entré en pánico, sé que no debí y sé que amas a mi hermana, también sé que de seguro me estás odiando en estos momentos, lo siento tanto por haber nacido. ¡Lo siento tanto! —digo rápidamente.

—Ya cállate. —se queja. Estaba muy molesto. —Maldición.

Y entonces sucedió de nuevo, ahora fue él quien me besó. Mi estómago sintió tantas mariposas revolotear que casi me desfallecen las piernas, estaba en las nubes. Su mano bajó por mi espalda hasta mi trasero, respingué un poco incómoda. Se alejó de mí para dejarme respirar.

—Vamos a tu habitación.

A mi habitación.

Tomé su mano y lo guié rápidamente para subir los escalones, si era mi habitación no creo que Bulma entrara sin mi permiso, y si no ve a Vegeta podría mentirle diciendo que se fue a entrenar.

Antes de poder abrir mi puerta, Vegeta me acorraló en ésta en medio del pasillo. Pegó completamente su anatomía en mi espalda y besó mi hombro desnudo, sus manos aprisionaron las mías en la puerta.

—Vegeta... entremos... —le murmuro. Con una mano en mi barbilla giró mi rostro y me hizo besarlo. Sus labios eran... la perfección pura.

Ya no podía más, abrí la habitación y lo obligué a entrar.

Lo siento tanto Bulma.

La ropa sobró entre nosotros mientras los fuegos artificiales brotaban en el cielo, iluminando mi habitación. Vegeta no eligió la cama como suele ser normalmente, sino que lo hicimos en el sillón. De repente me vi abrazada de su persona a horcajadas sobre él recibiendo el mejor placer que me podía brindar alguien. Una, otra y otra, las punzadas no acababan y el príncipe era bueno para soportarlo así como para darle placer a una dama.

Mis dedos se enredaron en su cabellera de flama, mis otras uñas se encajaron en la piel de su espalda mientras daba un gemido más y lo escuchaba gruñir.

Porque ésta fue una mejor manera de pasar las fiestas de invierno, porque podía admitir por fin que Vegeta me gustaba... y aunque fuera marido de mi hermana, quería luchar por él y estar dispuesta a ser feliz.

—Eso... estuvo bastante bien. —murmuro en su cuello, abrazándolo. Vegeta da un leve "hmp".

—Obviamente que estuvo bien. —presume. —Muévete.

Entonces hizo un movimiento y me dejó a un lado para comenzar a recoger su ropa. Lo miré desde mi sillón.

—¿Por qué no te quedas a dormir en mi cama? No creo que Bulma se entere.

—Porque esto termina aquí. —dice con simpleza.

Algo en mi interior comenzó a advertirme... ¿Qué?

—¿Qué dices?

—Eso... quedarme a dormir significaría algo más. —me mira desde su lugar, colocándose sus pantalones. —Esto simplemente fue sexo, una manera de quitar la frustración que tenía reunida desde hace tantas semanas. —seguía hablando sin siquiera saber que sus palabras por alguna razón me lastimaban. — ¿Olvidaste que tu hermana es mi mujer?

—¿Qué? ¿Por qué ahora vienes y me dices eso? —mi voz sale un poco más desesperada de lo normal. —¡Vegeta! ¡Tú no eres feliz con mi hermana! ¡Sé que te molesta mucho y yo...! —Vamos... dilo....—¡Estoy dispuesta a hacerte feliz!

Vegeta da una pequeña risa mientras terminaba de colocarse la camisa encima, su risa solo me lastimaba un poco más.

—No voy a negar que eres más entretenida que tu hermana, y un poco más agradable. —sentencia. —Pero pasar de Bulma a su hermana solo me llevaría al mismo error, estoy harto de los humanos tan débiles como ustedes. ¡Mirate! Estás llorando por algo tan idiota.

—Yo...

No puede ser.

—Escucha enana. Si tanto lo deseas podemos seguir con estos encuentros... —se cruza de brazos. —...pero Bulma no tiene que enterarse.

—¿En qué te afectaría si mi hermana se entera? —abrazo mis rodillas. —Ni siquiera te importamos.

—Traería muchos problemas. —vuelve a acercarse al sillón donde yo estaba. —No te lo tomes tan personal, podríamos sacar mucho provecho de la ignorancia de tu hermana. —el príncipe volvió a inclinar su rostro y me besó, esta vez lo sentí tan lejos de mí. Su mano bajó y manoseó mis pechos hasta pellizcar mi pezón. Gemí en su boca al mismo tiempo que se separaba y lo veía irse. —Dime si estás interesada, que tengas una buena noche y una feliz Navidad.

Y solo fue eso, quedó en el todo y el nada en medio de la oscuridad sintiéndome culpable.

—Maldición, Bulma.... Lo siento tanto.



¿Qué harías tú en su lugar?

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