1. Re-conocerte (versión 2016)

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng


Somos de un tiempo antes del tiempo

en el que juramos protegernos

y volvernos a encontrar.


La noche es fresca y amenaza con tormenta. Me parece ver un rayo carmesí en el cielo. Parpadeo y niego con la cabeza. La brisa refresca los surcos de las lágrimas que disimulo. El olor a humedad del aire me recuerda al bosque de Mar de Ajó, y me tranquiliza antes de entrar al edificio. Los dos ascensores que llevan directamente al octavo, donde está la radio, están descompuestos. Puteo. Estoy llegando cinco minutos tarde y tengo que tomarme los ascensores que van hasta el sexto y subir dos pisos por escalera. Justo hoy. Entro al ascensor, las puertas de metal se cierran a mis espaldas.

El que me devuelve la mirada desde el espejo es un hombre de treinta años, con las ojeras bien marcadas. Una espalda ancha disimula mis kilos de más. A veces me angustio y quiero hacer dieta, pero no logro respetarla. Mis amigas dicen que no importa, que soy muy lindo y que les encantaría estar conmigo. Mala suerte para ellas. Ojalá otros pensaran igual. Termino llegando trece minutos más tarde de las doce de la noche, mi horario de entrada. Ficho rápido y casi corro hasta el Informativo, que está al fondo. Menos mal que mi jefe no es mala onda.

-Así te quería agarrar. Llegando tarde.

Primero tiemblo, más asustado por la sorpresa que por la voz a mis espaldas. Sin necesidad de voltear, lo reconozco: sé que es Gustavo, uno de mis compañeros. Sería el segundo después de mi jefe. Aunque nos llevamos muy bien, hoy no estoy de humor. Giro hacia él, listo para descargar mi frustración y decirle: "Callate, ¿qué te pasa? ¡Todavía no sos jefe! ¿Viniste histérico?". Todas esas frases desaparecen cuando lo veo. Un rayo que sale de él recorre el suelo entre nosotros, sube por mis pies y muslos y se enreda en mi entrepierna. El cosquilleo que me invade me marea. Sus ojos... (¿cómo puede ser que nunca les haya prestado atención?) son de un azul verdoso y marino, del color del agua de las playas que sueño. Su pelo es castaño oscuro, con apenas algunas canas. Su piel, de un blanco pálido, como casi todos los que trabajamos en la trasnoche, se tiñe de rosa en sus mejillas.

-Hola... Sin aire... Estas escaleras de mierda. (Claro, echémosle la culpa a las escaleras).

Gustavo me guiña un ojo. Tiene una nariz recta que acentúa su media sonrisa. Me ataca su perfume, dulce y refrescante, mezcla de incienso, menta y gardenias. Es como el del jardín de la casa de mis viejos. Qué buena está su remera azul, también sus jeans grises (¿desde cuándo los usa ajustados?) y no puedo evitar mirar hacia abajo. Mi amiga Sara siempre decía que venía bien y tenía razón. ¡Levantá la vista rápido, Tobías!, me digo. Todavía confundido por su perfume, siento que tengo que alejarme, más cuando algo empieza a despertar en mis entrañas.

-Te-tengo que ir a redactar el info... -logro decir después de lo que parece media hora.

-¿Por qué tan apurado? Si recién salís al aire a las doce y media. -Se aproxima y siento su aliento a menta y canela.

Gustavo es un locutor de voz grave, pero distintiva. Es imposible confundirlo con otro. Su musicalidad es más que agradable al oído, es un orgasmo de octavas, matices y tonos. Yo en cambio tengo una voz de tipo medio, más juvenil, como para conducir el top veinte de temas en una FM, aunque a esta edad ya se me está agravando un poco.

-Es que... necesito...-Mi voz tiembla.

-Decime. Yo puedo dártelo. -Su voz es cavernosa, dulce, suave, parece acariciarme con cada sílaba.

¿Qué está pasando? Gustavo es hetero, al menos siempre entendí eso, ¿por qué se acerca tanto? ¡Dios! A esta hora siempre hay gente que entra y sale, pero ahora estamos solos. Tengo su aliento a menta casi pegado a mis labios. No puede ser, no puede ser, siento que voy a perder el control y a hundirme entre sus brazos.

-¡Hola! -nos saluda Alejandro, nuestro jefe, que baja del piso donde están los estudios.

Gustavo se aleja de mí y le responde como si nada, lo abraza y se ríen. Yo lo saludo rápido y meto las manos en los bolsillos de mi campera para cubrirme disimuladamente. No entiendo bien qué pasó, por un momento sentí que no podía dominarme. ¿Por qué tuve esos sentimientos tan adolescentes? Me fuerzo a pensar en otras cosas, mientras abro la puerta de vidrio y entro al informativo.

***

Abro el Whatsapp:


7 DE OCTUBRE DE 2015


Hernán

Olvidate de la plata. 11:50 AM


Tobías

Hernán, no me hagas esto. Te la presté porque había confianza en nuestra relación. Terminamos bien. Ahora necesito que me devuelvas el dinero. 11:50 AM


Hernán

Es lo único que te interesa, no? Siempre lo supe. Esperá sentado, recién cuando me den ganas y pueda te lo voy a devolver. 11.51 AM


Tobías

Sabés que no es así. Por favor. Ya lo hablamos muchas veces. 11:52 AM


Hernán

No te creo nada. Volví con mi ex a los dos días de cortar con vos. 11:53 AM


Tobías

Salimos cinco años y a los dos días de cortar volviste con tu ex? Lo tenías en el banco de suplentes acaso? 11.54 AM


Hernán

Me lo crucé porque vive cerca de mi casa. 11.55 AM


Tobías

Sí, seguro! Nunca te lo cruzaste en cinco años y ahora sí. 11:55 AM


Hernán

No quería perder más tiempo. Ya perdí cinco años con vos. 11:56 AM


***

Después de volver a leer los mensajes viejos, arrojo el celular a un lado. Es inútil. Meses de hablar bien con él para que me devuelva veinte mil pesos. Plata que podría servirme para mudarme, para irme de viaje o para bancarme un año entero de producción de mi programa de radio. Y cada vez que le escribo me psicopatea. Lo odio. ¿Cómo puede cambiar tanto una persona? Decidí cortar con él porque ya no sentía lo mismo que antes. Le fui sincero, no le mentí ni lo engañé. Hernán me había prometido que si todo se terminaba íbamos a poder hablarlo y estar bien. Después de la separación se convirtió en un monstruo que no solo me mintió inventando distintos romances post-corte, también me cagó la plata que le presté. Quizás me la devuelva eventualmente, pero la está usando para torturarme. Di todo por él, ¿por qué me hace esto? No puedo evitar llorar, envuelto en la bronca y la decepción.

Pensar en ti me llevó a darme vueltas,

si nos miramos no puedo pensar y si no lo pienso puedo disfrutarlo más...

La canción de Javiera Mena me distrae. Mientras me seco las lágrimas, abrazado a la almohada en mi cama, subo el volumen del celular y dejo que el ritmo estalle en mis oídos. Cierro los ojos y me alejo del dolor, de las cenas, los viajes, los besos y los abrazos que acechan desde mis recuerdos de Hernán, que ahora saben a podrido. Dirijo mi mente hacia lo último que me hizo sentir bien: Gustavo y su aroma a incienso, gardenias y menta.

***

Despierto, pero no puedo moverme. Me siento distinto, mi cuerpo es recorrido por un hormigueo, una especie de energía y parece flotar. Muevo un brazo y es como si estuviera debajo del agua. ¿Qué sucede? Pongo una mano frente a mí y la observo: es transparente. Miro hacia abajo y encuentro dos manos físicas descansando sobre mi cuerpo. Muevo el otro brazo transparente, también unas piernas de energía. ¿Qué pasa? ¿Qué es esto?

De pronto, siento que hay algo en un rincón del cuarto. Es una nube transparente y oscura. Tiene una respiración gris y fría. Se aproxima, se ubica sobre mí y forma un rostro. Quiero gritar, escapar de esta pesadilla. ¡No puedo despertar! La nube me mira fijamente. ¡Andate!, grito en mi mente. La voz sale como una energía de mi garganta y se proyecta en ondas de luz por el espacio. ¡Esta es mi casa, andate! La nube se esfuma. Me sacudo y respiro agitado. Vuelvo a sentir mis brazos y mis piernas sólidas, vuelvo a estar en mi cuerpo. ¿Qué fue eso? ¿Un sueño?



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro