Capítulo 6

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Sylvanus Kettleburn había enseñado en Hogwarts por casi siete décadas, y tenía las cicatrices para probarlo. No todas eran visibles, por supuesto, y algunas de ellas estuvieron en sus extremidades de las que se había despedido hace mucho tiempo.

Aun así, tenía su brazo izquierdo bueno y la mayor parte de su pierna derecha, y la magia que hacia la diferencia. El astuto garfio-garra al final del trozo de metal que reemplazaba su brazo derecho era justo para tomar la fauna más interesante.

Entre sus otros logros, él solo se había encargado de las producciones teatrales en Hogwarts años atrás, hasta que había proveído una ashwinder para que tomara el rol de "El Gusano" en una producción de "La Fuente de la Fortuna". El encantamiento de crecimiento quizás había sido demasiado, porque la criatura había explotado en una lluvia de chispas calientes, los huevos que había puesto habían incendiado el escenario, y dos de las actrices habían comenzado un duelo por el galán. Kettleburn había estado a prueba por meses después de eso. Pobre Herbert Beery, el director, había dejado Hogwarts decepcionado, y estableció la Academia Mágica de Artes Dramáticas. Después de todos estos años, aun evitaba a Kettleburn en donde se encontrarán.

—Me estoy poniendo viejo para esto—Kettleburn le dijo al pequeño Norberto, con melancólica resignación—Mejor irme ahora en lo alto y disfrutar de los miembros que me quedan en paz—.

El pequeño dragón flameo de acuerdo. Que precioso pequeñín. ¡Un dragón en Hogwarts! De seguro hablarían de esto por años, mucho después que el mismo Kettleburn se fuera.

El familiar clamor de voces jóvenes aumentó. Los chicos de Primero venían a despedirse de Norberto. El chico Weasley ¿quién sabía cuál? Kettleburn sentía que le había enseñado a decenas de ellos durante los años...

"Oh, sí-Charles. Buen muchacho".

...vendría mañana con algunos de sus amigos para llevarse al pequeño Norberto a su nuevo hogar en una Reserva en Rumania. Kettleburn no estaba feliz de ver marcharse a la criaturita tan pronto: los dragones jóvenes necesitaban cuidados de expertos. Sin embargo, Albus había ordenado que así debiera ser, y Kettleburn sabía que era inútil discutir. Albus era terriblemente bueno en salirse con la suya. Siempre lo había sido.

La Profesora Burbage asomo su cabeza por la puerta, y le dio una gran sonrisa. Agradable chica. Bonito cabello.

—¿Está listo para nosotros, Profesor Kettleburn? Tengo a los Exploradores aquí conmigo—.

—Si, si, Pasen. Norberto y yo estamos listos para recibir invitados—.

En su primera visita, las luces habían permanecido bajas, y sólo unos pocos niños a la vez habían podido echarle una ojeada a la cría. Norberto era mayor ahora, y se había vuelto todo un artista. Kettleburn creía que le gustaba la atención. A los Dragones siempre le gustaba cuando los humanos los adoraban de la manera en que creían se merecían.

Y el joven Snape también estaba aquí. Que considerado de la Profesora Burbage proveer una varita adicional en caso de que los niños se pusieran excesivamente curiosos. Había un rumor circulando sobre la chica y el joven Snape. Era sin duda definitivamente atento, y sus intenciones parecían ser honorables, tampoco hacia ningún secreto de su apego. Kettleburn no se rebajaría a cuchichear como una bruja, pero había escuchado a Pomona y Minerva accediendo en que hacían una bonita pareja. Sería bueno que hubiera un casamiento antes que se marchara. Eso sería un gran evento. ¡Hasta el viejo Sluggy volvería por eso!

Harry podía ver porque Hagrid estaba loco por los dragones. El pequeño Norberto era sorprendente. En su cuidadoso hábitat protegido, el pequeño dragón estaba haciendo todo un espectáculo: lanzando fuego, moviendo sus pequeñas alas, y haciendo ruiditos chillones que hicieron que las chicas se derritieran.

—¡Es tan lindo! —Hannah, luego Susan, luego Lavender, luego casi todas las chicas chillaron emocionadas las misma palabras. Hermione tenía un poco más de dominio de sí misma, o quizás más imaginación.

—No será lindo cuando crezca. Y ese pequeño chillido será un aterrador gruñido—.

—Bueno, ahora es lindo—Pansy recalcó desafiante.

Ningún chico que se respetara usaría tal palabra, pero Harry creía que Pansy tenía razón. Por supuesto, la mayoría de los animales bebé eran lindos. Muchas criaturas pequeñas podían calzar con esa descripción: el tanque de hadas de Kettleburn o los duendecillos de Cornualles. Sin embargo, si fueran tan grandes como un humano, los duendecillos en especial, serian aterradores.

Pese a todo era una habitación bastante interesante: casi como un zoológico. De hecho, en realidad era un zoológico pequeño, un zoológico de criaturas mágicas. Kettleburn había pasado décadas armando su colección, y era una de las mejores de su tipo en Gran Bretaña. Afuera, Kettleburn tenía algunos potreros para caballo voladores, Harry no había captado de qué tipo, pero aun así, ¡caballos voladores!

Los terrenos de Hogwarts eran muy extensos, y se mezclaba poco a poco con el Bosque Prohibido, donde vivían más criaturas mágicas. El Bosque Prohibido era el hogar de los unicornios, de los centauros, y quien sabe que más. Eso, por supuesto, era la razón por la que estaba prohibido.

Había una gran multitud rodeando a Norberto que Harry se aburrió de intentar ver por sobre las cabezas de los demás compañeros. El tomo un tour en la habitación, admirando los demás especímenes. Siempre le habían gustado las serpientes. Quizás Kettleburn tenía algunos tipos que Harry aún no había visto...

Un gran pájaro parecido a un buitre lo miro con tristeza. El stand estaba etiquetado "Augurey, o Fénix Irlandés".

—Genial—Admiro Harry.

Un aviario estaba lleno de pajaritos redondos. Harry le echó una mirada y notó que la etiqueta decía, "Snidget". Se parecían mucho a las Snitches... ¡claro! Recordaba del libro de su padre sobre quidditch, que estas aves vivas habían sido originalmente utilizadas para jugar al quidditch. Frunció el ceño. Sonaba como algo malo para hacerle a los pájaros. Era mucho mejor usar Snitches, como lo hacían ahora.

Más allá había una serpiente. Y Harry podía tener al animal todo para sí, porque las chicas estaban chillando otra vez mientras el pequeño Norberto le lanzaba diminutas flamas, de manera adorable.

—Menos ruido, por favor—Dijo el Profesor Snape arrastrando las palabras. La Profesora Burbage le sonrió. Él rodó sus ojos.

Harry sonrió. Le gustaba verlos juntos así. Todas las chicas querían saber si los profesores se casarían y si Harry creía que alguna de sus compañeras seria dama de honor. La respuesta segura siempre era, "No lo sé". Ser una dama de honor era algo a lo que todas las chicas al parecer aspiraban. No se imaginaba al Profesor Snape con ganas de ponerse en exhibición de la manera en que tendría que hacerlo para el tipo de boda que las chicas contaban. De hecho, le gustaría pensar que a la Profesora Burbage tampoco le gustaría, pero ella era una chica, y las chicas eran extrañas sobre esas cosas.

Bulliciosos humanos—Siseo una pequeña voz—Alguien debería comérselos—.

Harry giro la cabeza, preguntándose si estaba oyendo cosas otra vez, pero luego notó la pequeña serpiente en el tanque. Era una serpiente verde moteada que tenía etiquetado "Boomslang". Una nota de advertencia estaba bajo el nombre.

"Advertencia: altamente venenosa"

Venenosa o no, a Harry le gustaban las serpientes. Y esta podría estar dispuesta a conversar.

No son tan malos—Respondió Harry—Sólo están emocionados por el dragón—.

Entonces es estúpido gritar y saltar como un loco. Es estúpido llamar la atención del dragón. Son humanos estúpidos y el dragón se los comerá. Qué bueno—.

El dragón se irá mañana. No es demasiado grande así que todo saldrá bien—.

¡Espera! ¡Tú eres un humano! ¡Comprendes el verdadero lenguaje! —.

Claro que sí. ¿Quién pensabas que era? —.

Sam, quizás. O el de las paredes—.

Harry frunció el ceño—¿Sam? —.

El Ashwinder. Estuvo aquí poco tiempo. Deseo que regrese. Pensaba que era divertido y agradablemente cálido. Su nombre era Sam, o al menos ese era el ruido que el viejo humano hacia cuando lo alimentaba. Deduje que ese era el nombre que el humano consideraba era el suyo—.

¿Cuál es tu nombre? —.

Sssisssxx. Mi verdadero nombre. No puedo reproducir el sonido que el humano me hace a mi—.

Soy Harry. Encantado de conocerte—.

Y yo a ti. ¿Trajiste comida? —.

Le preguntaré al Profesor Kettleburn si puedo darte algo—Algo se le ocurrió de repente—¿Que querías decir sobre ese de las paredes? —.

Hermione se estaba cansando por el alboroto de las chicas, y miro alrededor de la habitación por Harry.

—Allí estas—Llamo—¿Qué es eso? —.

—Es Sssisssx—Le dijo a ella—¿No es genial? Quiere saber si podemos darle algo de comer—Dirigiéndose a la serpiente, le dijo—No te preocupes. Le preguntare ahora al Profesor Kettleburn—.

—¡Harry! —Chillo Hermione—¿Estabas hablando con esa serpiente? —.

—¡Shh! —La hizo callar, recordando que esto debía ser un secreto—¡No tienes que contarle a todo el mundo! —.

Era demasiado tarde. Algunos de los estudiantes de la periferia habían escuchado la conversación.

Mandy Brocklehurst se apresuró hacia ellos, llena de horror—¡Hablas pársel! — Lo acusó. Luego levantó la voz y dijo—¡Harry Potter habla pársel! —Ella apuntó con un dedo tembloroso hacia la boomslang—¡Él estaba ha... hablando... con esa serpiente! —.

Snape la escucho primero, y se alarmó de inmediato—No sea idiota, Srta. Brocklehurst—Dijo con fuerza.

—¡Lo estaba! ¡De verdad! ¡Se lo confesó a Granger! ¡Lo oí! —.

Los chillidos alrededor de Norberto murieron. Todos los rostros se giraron hacia Harry: sorprendidos y asustados.

No todos. Draco y los Slytherins estaban impresionados y divertidos.

—¡Un hablante de pársel! —Draco sonrió—¡De verdad estas en la casa equivocada! —.

Pansy y Daphne se miraron y asintieron, como si algo que siempre habían sospechado se hubiera probado cierto sin ninguna duda. Otros estudiantes dieron pasos atrás, claramente alarmados.

—¡Harry! —Jadeo Susan—¿Es cierto? —.

Charity miró a Snape, preocupación en sus ojos. Él se encogió de hombros y le susurro—Harry puede haber dicho algo al respecto. Yo nunca lo oí—Ella lo fulmino con la mirada, y sabía que conversarían sobre esto después.

Kettleburn había empezado a comprender de forma gradual el significado de los gritos, y se acercó, muy interesado.

—¡Sr. Potter! —Examinó a Harry como si fuera un espécimen muy interesante—¿Se comunicó con la boomslang? —.

Cada ojo en la habitación estaba sobre él. Harry lo odiaba, pero se rehusaba a mentir. Él era lo que era, y no iba a fingir ser estúpido, como lo había hecho donde los Dursley.

—Dijo que quería algo de comer. Eso es todo—.

Kettleburn aún lo observaba, cautivado.

Silencio. Snape luchó para pensar en una manera de calmar la situación.

Harry continuó—En realidad fue lo único que dijo. Excepto que echaba de menos al ashwinder. Le agradaba—.

Un jadeo y otro silencio.

Fue roto por Mandy—Sabía que era malvado—Le declaró a Zach Smith. Hubo un murmullo inquieto en la habitación.

Charity dijo—No creo que eso sea cierto...—.

Creo que es muy impresionante—Dijo Draco despreocupadamente.

—¡Claro que sí! —Seamus Finnigan respondió—¡Serpientes malvadas, todos ustedes! —.

Snape lo fulmino con la mirada—Eso es suficiente...—.

—¡Que estupidez! —Interrumpió Kettleburn acallando a todos—¡Serpientes malvadas! Las serpientes son animales, ¿Sr...? —Miro a Charity.

—Finnigan—Le dijo ella—Seamus Finnigan—.

—¡Así que Sr. Finnigan! Usted cree que las serpientes son malvadas. Eso es falso. Lo he refutado repetidamente en mis monografías. La maldad implica una elección moral. Los animales no pueden ser malvados. ¿Por qué crees que las serpientes son malvadas? —.

—Bueno...—Seamus miró alrededor en ayuda—¡Sólo lo son! ¡Son viscosas y todo eso! Astutas y venenosas. Muerden y todo eso. ¡Una serpiente como esa podría matar a alguien! —.

—¿Oh? —Kettleburn estaba encantado. Alguien le había dado la entrada perfecta para su tema favorito—¿Son los leones malvados jovencito? —.

—Bueno... no. Claro que no—.

—¡Pero Sr. Finnigan! —Kettleburn lo miró con reprobación—Los leones comen gente, dadas las circunstancias. ¿Eso no es malvado? —.

—Bueno... no. No realmente. Sólo hacen lo que hacen los leones—.

Kettleburn explotó de alegría—¡Exacto! —Se dirigió a los demás estudiantes—¿Los tiburones son malvados? ¿Los tigres? Son mucho más peligrosos que esta serpiente, que sólo se defendería si se sintiera amenazada. Los animales no son malvados. Pueden ser peligrosos, pero no son moralmente culpables por cualquier cosa que sea inconveniente para los seres humanos—Miro muy seriamente a los estudiantes—El Sr. Potter posee una habilidad maravillosa. El hecho de que la comparta con una par de magos indeseables no hace la habilidad mala. ¿Acaso que el Sr. Potter hable con cualquier animal los daña a ustedes de alguna manera? No lo hace. Yo desearía poder hablar con mis criaturas. Ahora, Sr. Potter, usted dijo que el pobre viejo Bob quiere algo para comer. Vamos. Démosle una visita. ¡Vamos todos, esa es una oportunidad única! —.

Algunos estudiantes estaban más dispuestos que otros, pero gradualmente todos estuvieron alrededor del pequeño tanque de la serpiente.

Kettleburn comenzó su lectura—Esta es una Boomslang moteada de la Cuenca del Congo. Eso está en África—Añadió, molesto por las expresiones de incomprensión—No sacaré a Bob de su estanque, porque es muy venenoso y requiere manejo especial. Tengo otras serpientes que haré que ustedes examinen de cerca en otra ocasión. Las serpientes no son viscosas, sino más bien extremadamente suaves y agradable al tacto. La piel de serpiente es muy parecida a la piel de dragón, y ninguno de ustedes parece considerar al pequeño Norberto viscoso y malvado. ¿O sí? —.

—¡Oh, no! —Grito Lisa Turpin—¡Norberto es un amor! —.

La mayoría de las chicas asintió. Los chicos sonrieron y se encogieron de hombros.

Kettleburn sintió que estaba convenciendo a algunos de ellos, por lo menos—Mientras tanto, démosle a Bob algo de comer. Creo que le gustan muchos los Escarabajos del Polvo. Les daremos unos cuantos—.

Era tan útil, a veces, tener un miembro artificial que era inmune al veneno e insensible al dolor. Kettleburn uso una cuchara para tomar unos cuantos escarabajos de una de las jarras, y depósito los insectos frente a la inquieta serpiente.

¡Mis favoritos! —Siseo la boomslang en satisfacción—¡Tan crujientes cuando me los trago! —.

—¿Bueno, Sr Potter? —Kettleburn preguntó emocionado—¿Está... hablando? —.

Harry sintió que se sonrojaba por toda la atención—Sí, sí, lo está haciendo. Dijo que son sus favoritos. Que son crujientes—.

—Probablemente él piensa que nosotros somos crujientes—Murmuró Ron.

Kettleburn dio un profundo suspiro—Quizás si fueras del tamaño de un escarabajo, sí. Y como ese no es el caso, me atrevería a decir que mientras no tengas tus dedos a menos de dos pulgadas de la cabeza de la serpiente, tú eres más peligroso para él que él para ti. En serio, esto es casi irracional. ¡Ustedes creen que esta pequeña criatura es malvada, cuando han estado babeando sobre Norberto, que sí será una criatura muy peligrosa un día! —Se dirigió de nuevo hacia Harry. —¿Que más tiene que decir? —.

Avergonzado, Harry agachó la cabeza y habló con la serpiente—El Profesor Kettleburn quiere saber si quieres decirle algo—.

Me gustaría estar más caliente. Ahora váyanse. No quiero compartir mi comida. Después de comer, me dormiré—.

—Él dice que le gustaría estar más caliente en el tanque. Luego me dijo que nos marchemos para que lo dejemos comer. No quiere compartir los escarabajos con nosotros—.

Eso desató algunas risas, algunas de ellas genuinas, algunas de ella un poco inciertas. Kettleburn supuso que había dejado claro su punto, por lo menos, y tomó a los estudiantes por una gira de su reino, mostrándoles las demás serpientes y haciéndolos comprender, a través de Harry, que las serpientes no estaban pensando en planes malvados, si no que siempre estaban pensado en comer y dormir. Cuando pensaban en los humanos, era para desear que los humanos no estuvieran parados entre ellos y la luz del sol que entraba por las ventanas.

También les contó sobre otras habilidades relacionadas a Harry, sobre magos o brujas que podían hablar con las aves, o algunos mamíferos. Incluso le pidió a Harry que intentara hablar con Norberto, pero no funciono. Los chillidos del pequeño dragón no le decían nada a Harry, y Harry no pudo formar ningún tipo de lenguaje comprensible para el dragón.

—Bueno, valía la pena intentarlo—Kettleburn le dio a Harry una palmadita en el hombro—Los dragones y la serpientes no están relacionados muy de cerca, después de todo. Espero que tome Cuidado de Criaturas Mágicas, Sr. Potter. ¡Es claro que usted tiene un talento que vale la pena desarrollar! —.

—¿Por qué no me dijiste que Harry hablaba pársel? —Pregunto Charity. Los niños estaban atiborrándose de comida y ella había arrastrado a Snape a un rincón para reprenderlo.

—¿Por qué debía? —Snape respondió secamente—¡Viste como todos reaccionaron! Además, nunca lo oí yo mismo, y le dije que fuera discreto. Algo que está más allá de su poder, al parecer—.

—¡No culpes a Harry! —Ella respondió acaloradamente—Es sólo un niño. Por supuesto que todos estaban sorprendidos. ¡Y la noticia habrá recorrido todo el castillo para cuando haya terminado la cena! Gracias a al cielo que Sylvanus estaba allí para hablar con sensatez sobre todo. ¿Cómo fue que Harry heredó tal habilidad? Las personas estarán muy curiosas—.

—¿Por qué no nos dijiste que hablabas pársel? —Susan preguntó por décima vez.

—¡No sabía que harían un alboroto al respecto! —Harry se defendió—¡Apuesto que hay mucha gente que puede hacerlo! —.

—¡No, Harry! — Ernie le dio bien serio—Es muy raro. Y siempre ha sido asociado con magos oscuros—.

Harry apretó la quijada—¿Ustedes creen que soy una especie de mago oscuro? —.

—Eso no fue lo que él dijo—Interrumpió Hannah—Debiste decirnos, en vez de sorprendernos de esa manera—.

—Creo que es genial—Dijo Justin más para sí mismo—Desearía poder hablar con los animales—.

Harry le dio a Justin una mirada agradecida—Se lo mencione una vez al Profesor Snape, y él me dijo que no le contara a nadie. Así que no lo hice. Ni siquiera pienso mucho en eso. Sólo sucedió que vi a la serpiente y se estaba quejando por todo el alboroto que estábamos causando—.

Justin sonrió—Estábamos metiendo bastante ruido—.

Harry también sonrió—¡Dijo que éramos estúpidos por atraer la atención de un dragón y que el dragón nos comería si no teníamos cuidado! —.

Susan sonrió de mala gana—Eso está bien, Harry, pero esto te va a causar problemas. Debiste decirnos para poder haber preparado a la gente—.

—Lo más probable es que salgas en la portada de El Profeta otra vez—Comentó Ernie secamente.

Todos gruñeron. El Profeta había pasado la historia de la visita de los chicos al Ministerio, y el artículo había cubierto la mayor parte de la página principal y las dos siguientes, con fotografías incluidas. Alguien había escuchado las conversaciones privadas de los chicos, e imprimirlas había causado mucha vergüenza. Harry estaba particularmente molesto por algunas de las ridículas palabras que habían puesto en su boca, palabras que nunca había dicho.

"Trato de modelarme a mí mismo a imagen del ministro... Todos le debemos mucho a las políticas de la administración de Fudge..."

Cedric se acercó para hablar con él.

—¿Así que... hablas pársel? —.

Harry asintió con tristeza, esperando el reproche.

—Deberías habernos dicho, Harry. Podría haberle contado a mi padre. Creo que con un talento como ese, sería uno de los favoritos en su departamento—.

Harry miró con recelo por la mesa a los demás Hufflepuffs. La mayoría de ellos se veían amistosos y comprensivos, aunque algunas expresiones parecían un poco forzadas. Había susurros de que habría un consejo en la sala común esa noche.

Mirando alrededor del Gran Comedor, pudo ver a la gente mirando en su dirección y susurrando. Algunos de los profesores también. Las miradas le dejaron claro que no todos se iban a convencer con facilidad de que Harry Potter no era un peligro para ellos.

Traductor: Fadamaja

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