Capitulo 2

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─ Lo siento por su pérdida. ─ La señora Ellen tomó mi mano. Su piel era fina como el papel, lo que me permitió ver sus venas púrpuras y azules─ . Ella está en un lugar mejor ahora, querida.

Aturdida, me quedé mirando sus manchas producidas por la edad, asentí con la cabeza, pero sin poder hablar.

La señora Ellen cantaba en el coro de la iglesia de mi abuela. La había conocido cuando tenía diez años, y mi hermano de un año de edad.

YeonJun y yo nos habíamos ido a vivir con mi abuela. Eso fue hace doce años, después de que el mundo se derrumbó a mi alrededor.

Mi mundo se caía a pedazos a mi alrededor otra vez. Abu se había ido con el Señor. Dio una buena pelea, pero al final, su cuerpo era demasiado viejo como para seguir. La había cuidado durante la mayor parte de mi vida, y siempre nos proporcionó todo a mí y a Jinnie. Pero ahora se había ido, y yo me quedé con un niño de trece años de edad, sin trabajo.

Después del funeral, y una vez que todo el mundo salió de la casa, éramos solo YeonJun y yo.

─ ¿Vamos a estar bien, Jen? ─ YeonJun estaba ayudando a empacar grandes cantidades de alimentos en el refrigerador.

Llevar comida a casa después de un funeral era lo que la gente hacía. No lo entendía, y no estaba segura de qué iba a hacer con tres grandes cuencos de ensalada de patatas, pero la gente seguía viniendo con sus brazos llenos de platos. Quiero decir, ¿cuántas personas pensaban que vivían aquí?

─ Estaremos bien. Nos encontraremos con el abogado mañana.

Estoy segura de que Abu nos dejó algo para mantenernos a flote hasta que consiga un trabajo. ─ Limpié el mostrador con un paño húmedo y suspiré ─ . ¿Por qué no vas arriba y haces la cama? Voy a subir en un segundo.

Apenas podía mirarlo. Sabía lo que vería si lo hiciera. Cabello castaño que insistía en mantener en su cara, y ojos oscuros llenos de preocupación. No importaba cuántas veces le aseguré que íbamos a estar bien, la verdad era que, no estaba tan segura.

─ Está bien. ─ Se dirigió hacia la escalera y se volvió─ . Oye, ¿Jen?

─ ¿Sí?

─ ¿Puedo dormir en tu habitación esta noche? Va a ser raro sin ella.

Mi corazón se rompió. Me mantuve todo el día sin llorar, para ser fuerte por YeonJun, pero podía sentir poco a poco mi fachada desvaneciéndose.

Asentí con la cabeza y contuve las lágrimas, sabiendo que caerían en el momento en que se hubiera ido. ─ Claro, chico.

Tan pronto como oí el golpe en la parte superior de las escaleras, dejé que las lágrimas salieran. El bulto colocado en mi garganta se aclaró mientras las lágrimas siguieron cayendo y el peso en mi pecho se levantó un poco.

─ Señorita Kim, odio tener que decirle esto, pero no hay nada para usted en la herencia de tu abuela ─ dijo la señora Brighton.

En mi opinión, ella era demasiado joven para ser abogada. Sin embargo, para ser una mujer tan joven, estaba vestida como una de sesenta años de edad. Su traje gris era anticuado y llevaba los pantalones demasiado altos.

Apretaba su pluma una y otra vez, por lo que me dieron ganas de tirar de mi pelo.

─ ¿Disculpe? ─ Estaba segura de que la había oído mal.

─ De acuerdo con la voluntad de tu abuela, todos los fondos restantes se destinarán al pago de sus deudas. Todo después de eso iría a ti y tu hermano. Sin embargo, no había ni siquiera lo suficiente para pagar todo.

─ Una vez más, continuó con el clic de la pluma de forma incesante─ Sin embargo, recibirás el Oldsmobile. Así que eso es bueno, ¿verdad?

El Oldsmobile, que era casi tan viejo como mi abuela, era toda mío.

Alegría. Tenía que mantener el cubo de óxido que succionaba el exceso de gas y echaba humo blanco cuando se apretaba el pedal del acelerador.

Mis ojos permanecían fijos en la pluma de la señora Brighton. El chasquido corría a través de mi cerebro apartando todos los pensamientos que venían a consumirme.

─ ¿Qué hay de la casa? ─ Mi voz era un susurro roto. Mis piernas temblaban por los nervios, dejándome saber que iba a tener dificultades para salir. Si podía ponerme de pie.

La expresión de la señora Brighton lo decía todo. ─ Por desgracia, el banco va a tomar posesión de la casa en treinta días. Lo siento mucho. ─ Por último dejó la pluma y cruzó los dedos─ . ¿Hay algún familiar con quien pueda quedarse hasta solucionar sus asuntos?

Negué con la cabeza en estado de shock. ─ No.

Mirando a través de la pequeña ventana en la puerta de la señora Brighton, vi a YeonJun. Todavía sentado en la silla donde lo dejé. Su lápiz se movía perezosamente sobre las páginas del cuaderno que llevó con él. ─ Nuestros padres murieron hace doce años. No tenemos a nadie.

─ Oh... ─ Sus ojos cayeron hacia el escritorio y se movió incómoda en la silla. El chasquido de la pluma comenzó una vez más. Nada más que esta vez en rápidos clics nerviosos─ . Lo siento, señorita Kim... ─ Parece que tienes una suerte de mierda.

Muy bien, en realidad no acababa de decir eso, pero yo sabía qué pensaba. Estaba apurada por poner fin a la reunión y sacarme a mí y a mi hermano sin hogar de su oficina, lo que estaba bien para mí. Después de sus noticias, sentía que la decoración monótona me ahogaba paulatinamente.

Cuando YeonJun y yo salimos del edificio, el aire de Nueva York no era menos asfixiante, pero di la bienvenida a la brisa suave de todos modos.

Hurgando en el bolsillo por lo último de mi cambio, se lo di a YeonJun y vi mientras corría a comprar un refresco y un pretzel de un carrito de comida.

Sentada en los escalones de hormigón, dejé caer mi cabeza entre las manos, tomé una bocanada aire denso y dejé que los sonidos de Nueva York ahogaran mi desesperación. No me desmoronaría en ese momento.

No podía. YeonJun no necesitaba saber que tan mal se encontraban las cosas.

─ ¿Así que Abu nos dejó una fortuna? ─ bromeó cuando se encontró con mi cara en los escalones.

Levanté la vista hacia su rostro inocente y sonreí, entrecerrando los ojos por el sol de la tarde. En ese momento, prometí hacer cualquier cosa para asegurarme de que YeonJun no tuviera que crecer antes de tiempo. Ya había perdido tanto, no dejaría que perdiera su infancia como yo.

─ Define fortuna. ─ Me puse de pie y le revolví el pelo. Gruñó, empujando mi mano y procedió a arreglar su cabello.

Mirando hacia mí se puso serio. ─ Todo va a estar bien, Jen. Tú siempre te encargas de todo.

Sonreí a través de las lágrimas que amenazaban con caer. ─ Vamos a salir de esto, chico. Siempre lo hacemos.

Por mucho que quería decirle que todo iba a estar bien, no sabía lo mal que las cosas se iban a poner y no le mentiría.

Tomé la mano de YeonJun en el viaje de vuelta a casa de la abuela. No sabía con certeza en qué pensaba, su mano era casi tan grande como la mía ahora. Y a pesar de que sabía que odiaba agarrar mi mano, no la soltó.

De hecho, no dijo nada, aunque sabía que había un millón de preguntas que nadaban en su cabeza. Después de su comentario en la oficina del abogado, no estaba segura de poder hablar con él sin romper a llorar, así que le agradecía su silencio.

Una vez que llegamos a casa, hice mis famosos macarrones con queso y emparedados de salchicha. Habíamos comido eso tantas veces en los últimos años que no podía soportar el olor, pero era el favorito de YeonJun, así que lo aguantaba. Me sentí casi deprimida cuando acabamos la comida del funeral.

Él ayudó a lavar los platos antes de subir corriendo a su habitación para deslizarse sus auriculares y garabatear en su cuaderno. Era demasiado mayor para que lo arropara y ya no necesitaba mi ayuda para preparar las cosas de la escuela.

Después de una rápida limpieza alrededor de la casa, comprobé a YeonJun y luego pasé la noche en mi habitación, tratando de averiguar qué demonios iba a hacer.

De ninguna manera podría permitirme el lujo de mantener la casa, incluso si encontrara un trabajo. Era una enorme casa de cinco dormitorios, y YeonJun y yo no necesitábamos todo ese espacio. Un pequeño apartamento de dos dormitorios sería suficiente. Por suerte, llegué a mantener todo lo de la casa, lo que significaba que no iba a necesitar dinero para amueblar el nuevo lugar.

Una vez que mis ojos empezaron a sentirse pesados, supe que los eventos del día eran los culpables de mi cansancio y me sentía muy feliz de terminar el día. Me volví hacia la lámpara al lado de mi cama y vi los folletos de la universidad en la mesa.

Al verlos me dieron ganas de llorar, pero de todas formas los recogí.

Un par de meses atrás, cuando Abu empezó a parecer lo suficientemente sana como para que no tuviera que acompañarla todo el tiempo, había pensado en ir a una universidad comunitaria.

Después de que la muerte de nuestros padres no se resolviera, sentí negada la justicia que YeonJun y yo merecíamos. Odiaba esa sensación.

Odiaba lo desconocido y no quería que otra familia sufriera lo mismo que YeonJun y yo. Necesitaba el cierre que era mío por derecho.

Quería dedicar mi tiempo a la ley penal y tratar de hacer una diferencia. Sonaba cliché e ingenuo pensar que podía cambiar algo cuando llegara al sistema penal, pero podía tratar.

Suspiré. No importaba ahora. La universidad se encontraba definitivamente fuera de la cuestión y tener esos pensamientos solo me iba a deprimir aún más. Me deshice de los folletos en la basura y apagué la luz. Diez minutos más tarde, caí en un sueño intranquilo.

Me erguí en la cama, respirando con dificultad. Misma pesadilla, diferente noche. El sudor corría por mi cuello y mi camisón. Alejé la tela de mi piel y traté de recuperar el aliento.

Había pasado un tiempo desde que había tenido una pesadilla sobre la noche en que murieron mis padres, pero con todo lo que sucedía a mi alrededor, no era una gran sorpresa.

─ ¿Estás bien, Jen? ─ La voz de YeonJun vino de detrás de la puerta de mi habitación.

Su voz ya no era la misma. De vez en cuando se le agrietaba y sonaba mayor durante unos breves segundos. Se convertía lentamente en un hombre, y deseaba en silencio que papá estuviera allí para enseñarle todas las cosas de hombres.

─ Sí. Solo una pesadilla. Puedes entrar. ─ Esperé a que la puerta se abriera ─ ¿Qué estás haciendo levantado? ─ Comprobé el reloj junto a la cama por un momento.

─ Te he oído haciendo ruidos en tu sueño. ─ Atravesó la habitación y se sentó en el extremo de la cama.

─ Lo siento, te he despertado. Tienes escuela mañana y yo tengo que buscar trabajo. Los dos necesitamos descansar.

─ Está bien. No dormía tan bien de todos modos.

Palmeé la cama a mi lado y YeonJun se metió bajo las sábanas. Girando, envolví mi brazo a su alrededor. ─ Buenas noches.

─ Buenas noches.

─ Ya sabes, te podría conseguir un trabajo en Clive. Se paga bien y estarías en casa todo el día, ya que no tendrías que estar en el trabajo hasta las seis. ─ dijo NaYeon.

Era mi única amiga. Al crecer, nunca tuve tiempo para ir a conocer gente porque siempre estaba cuidando a Abu. NaYeon era la única persona en la escuela que hizo tiempo para mí y comprendió que no podía salir de fiesta los fines de semana.

Habíamos sido amigas desde décimo grado y ella todavía era exactamente la misma. Mismo pelo castaño, mismos ojos alegres, mismos dientes de conejo, y el mismo cuerpo perfecto. Mi propio cuerpo había comenzado a crecer desde la secundaria. Mi trasero estaba un poco más ancho y mis senos, un poco más pesados.

Todavía tenía mi pequeña cintura, lo que era bueno, pero odiaba tener que subir un talle de pantalones vaqueros porque mis caderas eran demasiado curvilíneas.

─ No trabajaré en un bar. Además, ¿quién cuidaría a YeonJun en la noche?

─ Tiene trece, se puede cuidar a sí mismo, Jen. Me quedé sola en casa mucho antes que eso. Estarás cuando llega a casa, y puedes asegurarte de que coma, o ayudarlo con su tarea, o lo que sea. Entonces él puede prepararse para ir a la cama e ir a dormir. Cómprale uno de esos teléfonos prepagos para que pueda llamar en caso de que suceda algo, y dile que cierre las puertas.

NaYeon hablaba mientras hojeaba una revista. Era obvio que nunca tuvo que preocuparse por otra persona además de ella. No podía dejar a YeonJun en casa solo. Especialmente no ahora. Ya estaba teniendo dificultades para dormir por la noche, de ninguna manera iba a quedarse solo en casa.

─ No puedo pagar ni siquiera un celular para mí. ¿Cómo voy a ser capaz de pagar uno para YeonJun? Está fuera de cuestión. Sigue pensando. Tiene que haber algunos lugares que necesiten un empleado por aquí. Suspiró. ─ Bien. Vamos a seguir buscando.

Sabía que estaba molesta, pero solo tenía que lidiar con mi decisión. No iba a ceder.

Todos los días, después de dejar a YeonJun en la escuela secundaria, me pasaba el día entregando solicitudes de empleo en todas partes. No tenía un teléfono celular, por lo que comprobaba el contestador automático cada tarde con la esperanza de que alguien me regresara la llamada. Ya había llegado la factura del teléfono, la que no podía afrontar, así que necesitaba un trabajo como desde ayer.

Dos semanas después, no hubo ninguna llamada, y nuestro teléfono de casa fue desconectado. Trataba de no entrar en desesperación, pero el agua y la electricidad eran los siguientes en irse, por no mencionar, que solo teníamos dos semanas más antes de tener que mudarnos. Me sentía al final de la cuerda y sin salida.

YeonJun y yo buscamos cajas en todas las tiendas locales y empacamos las pertenencias que queríamos mantener. Todo lo demás, lo vendimos. En el momento en que el banco tomó la casa, logramos mover nuestras pertenencias a la cochera de los padres de NaYeon.

Cada uno empacó una maleta con todo lo que necesitaríamos hasta que encontráramos una casa. Tan triste como era, y tan malo que rompió mi corazón, nos instalamos en el Oldsmobile.

Sabía que NaYeon nos habría dado un lugar para quedarnos si le decía nuestra situación, pero era demasiado orgullosa. Ella era de mi edad, trabajaba y vivía por su cuenta. Me daba vergüenza no poder hacer lo mismo.

El poco dinero que tenía por todo lo vendimos nos ayudaría a pasar por esto. Pagaba por gasolina, alimentos, y en realidad, eso era todo lo que necesitábamos hasta que pudiera conseguirnos un departamento.

Cuando nos detuvimos en el estacionamiento de su escuela, lo tomé del brazo antes de que pudiera hacer su salida precipitada.

Lo miré con preocupación y le di una advertencia. ─ Recuerda, YeonJun, no le digas a nadie sobre nuestra condición de vivienda. No será así por mucho tiempo, lo prometo. Solo resiste conmigo, ¿de acuerdo?

─ No diré nada. No soy idiota, Jen. ─ Sonrió dulcemente─ . Encontraremos algo. Te lo dije, no estoy preocupado.

Le sonreí mientras salía del auto, pero me sentí baja; más baja que baja; y sabía lo que tenía que hacer. Tenía que poner a YeonJun en primer lugar, y eso significaba que iría a NaYeon para rogar por trabajo.

Salí del coche y caminé lentamente por la acera hacia la puerta principal de NaYeon. Vivía en un bonito complejo de apartamentos. Eso era algo que no podía pagar aún, pero con su ayuda, esperaba hacerlo. Toqué a la puerta diez veces antes de que por fin respondiera. Sus ojos se encontraban muy somnolientos, y su cabello era salvaje, apuntando a todas direcciones.

─ Mejor que alguien haya muerto ─ dijo con voz ronca.

─ Nadie ha muerto, pero necesito tu ayuda. ─ Entré rodeándola y me senté en el sofá.

Suspiró, cerró la puerta y se giró hacia mí con las manos en las caderas. ─ Comprendes que me acosté hace una hora, ¿verdad? ─ Se dejó caer dramáticamente en el sofá a mi lado y colocó una manta sobre sus piernas.

─ Lo siento, pero necesito ese trabajo en Clive. Sé que ya has hecho mucho por nosotros. Y en verdad aprecio que tus padres y tú me dieran un espacio de almacenamiento y nos ayudaran a YeonJun y a mí a cargar todo, pero necesito un favor más y prometo que nunca te pediré nada más.

─ Está bien. Eunha busca otra camarera. Le hablé de ti. Solo aparécete esta tarde alrededor de las cinco. Estoy bastante segura de que ella te dará el trabajo ─ dijo NaYeon arrastrando las palabras. Sus ojos se comenzaron a cerrar lentamente.

─ ¿Solo así? ¿No tengo que ir a una entrevista o algo?

─ Usa un par de los pantaloncillos cortos, los más cortos que puedas encontrar. Eso te ayudará a entrar.

Salí del apartamento de NaYeon con un par de pantaloncillos cortos, los más cortos que había visto y una sensación de hundimiento en el estómago. No era lo ideal, pero era dinero. En ese momento, habría hecho lo que tuviera que hacer para asegurarme de que YeonJun tenía un techo sobre su cabeza y comida en su estómago.

─ ¿Puedes comenzar de inmediato?

Eunha era agradable, pero no más de lo necesario. No había ninguna capa de azúcar, y era evidente que no creía en charlas triviales o llegar a conocerte. Era bonita, pero no ostentosa. Tuve la impresión de que prefería que le temieras.

─ Sí. ─ Traté de sonar segura de mí misma, pero no me podría haber sentido más fuera de lugar si lo intentara─ . Puedo comenzar este fin de semana si...

─ Bien. ─ Interrumpió como si no hubiera hablado─ . Podría utilizar a alguien esta noche.

Se bajó del taburete en la mesa de cóctel en la que estábamos sentadas y me dejó atrás. Fruncí el ceño antes de comprender que quería que la siguiera.

Como un buen perrito faldero, bajé de mi taburete y la alcancé con pasos rápidos.

─ ¿Esta noche? ─ No evité el ligero temblor de mi voz en esta ocasión─ . ¿Pero no necesito algún tipo de entrenamiento? Yo nunca...

Eunha se detuvo y se giró abruptamente, haciéndome patinar al detenerme. Se cruzó de brazos y me miró como si fuera un alfa y quería someterme. Casi lo hice.

─ ¿Necesitas entrenamiento para llevar bebidas de un lado a otro?

Bueno, cuando lo puso de esa manera. ─ No ─ dije con firmeza, pero sentí mis mejillas ruborizarse.

─ Dijiste que podías comenzar de inmediato y necesito a alguien esta noche. ¿Quieres el trabajo o no?

─ Sí.

La palabra salió de mi boca, aunque sabía que empezar justo en ese momento era una mala idea. Todavía no sabía lo que haría con YeonJun.

Vivíamos en el auto por el amor de Dios. Y Clive se hallaba en medio de la ciudad. No era el mejor lugar para dejar a un niño de trece años, en el auto... solo.

Pero nos arreglaríamos. Siempre lo hacíamos.

─ Está bien, entonces. ─ Dejó caer los brazos y me revisó de nuevo─ . Te conseguiré un atuendo y haré que una de las chicas te muestre el lugar después de que te hayas cambiado.

Entré en pánico cuando pensé en YeonJun. ─ Pero... ─ Su suspiro de impaciencia me detuvo y me mordí la lengua─ . Solo tengo que hacer una llamada telefónica.

─ Haz tu llamada y haré que una de las chicas te traiga el atuendo. Encuéntrame cuando te hayas vestido.

Asentí y se giró para irse.

Antes de estar demasiado lejos, se dio la vuelta de nuevo. ─ Dile a Mike, el barman, que te permita usar el teléfono.

─ Gracias ─ le dije cuando se alejaba. Girándome, vi a un tipo musculoso detrás de la barra─ . ¿Eres Mike?

Cuando me miró, echó la cabeza hacia un lado para mover el cabello rubio colgando sobre sus ojos. Inclinándose sobre la barra, su rostro a centímetros del mío, sonrió lo suficientemente grande como para mostrar los dientes.

Era obvio que se excedió con los esteroides. Sus brazos eran fácilmente del tamaño de mi cabeza y su camiseta apenas podía contener los músculos que intentan liberarse de su pecho. Me recordaba a Hulk justo antes de ponerse verde.

─ Eres afortunada, lo soy. ─ Me guiñó un ojo.

Quería rodar los ojos por su cursi línea, pero en su lugar forcé una sonrisa.

─ Estupendo. Eunha me dijo que te encontrara ¿así podría utilizar el teléfono?

No dijo nada mientras sacaba el teléfono inalámbrico de debajo de la barra y me lo entregó.

─ ¿Trabajas aquí? ─ preguntó, cuando tomé el teléfono.

─ Inicio... en este momento, en realidad.

─ Es bueno escucharlo.

Marqué el número de NaYeon y le di a él otra sonrisa forzada.

Cuando ella respondió, le di un rápido resumen de mi conversación con Eunha y aunque odiaba pedirle otro favor, no tenía otra opción.

─ ¿Podrías relajarte, Jen? ─ espetó─ . YeonJun y yo prácticamente somos Mejores Amigos por Siempre. ─ Podía escuchar la risa de YeonJun en el fondo y de repente me pregunté si dejarlo con NaYeon fue buena idea.

Ella era fácilmente el sueño húmedo de cualquier adolescente y no importaba lo mucho que no quería pensar en eso, sabía que tenía algún tipo de efecto sobre YeonJun.

─ Pero no le enseñes malos hábitos ─ le advertí.

─ Nunca. Mira, lo llevaré a algún lugar de comida rápida y se puede quedar aquí esta noche mientras trabajamos. Estará bien, Jen.

En el fondo escuché a YeonJun hacer eco de las palabras de NaYeon y sabía que no tenía otra opción. Suspiré y estuve de acuerdo con su plan.

Odiaba hacerlo, incluso a pesar de que tenía la certeza que estaría bien. Sin mencionar que NaYeon fue lo suficientemente amable de dejar su celular con él, ya que era su primera noche solo.

Me salvé de entablar más conversación con Mike cuando una de las chicas de Clive me llevó un uniforme; al menos creo que se suponía que era un atuendo. Cuando desdoblé la nueva camiseta y pantalones cortos, eran más como ropa interior.

Diez minutos después, me encontré con Eunha y permanecí ahí mientras me miraba como si fuera un pedazo de carne.

─ Da una vuelta ─ ordenó, y di una vuelta completa─ . Permíteme... Se acercó un paso y agarró la tela de la camiseta en mis costillas.

Luego la ajustó para mostrar más de mis pechos. Fue lo más incómodo por lo que había pasado, pero me consiguió el trabajo.

─ Perfecto. Ahora encuentra a Mike de nuevo y él te dará el recorrido por el lugar. Diviértete ─ se burló antes de alejarse.

La primera noche fue brutal. Se me cayeron varias bebidas y choqué con los clientes. Casi me resbalé y me rompí la pierna, un par de veces di la orden equivocada. Eunha no creía en el entrenamiento, creía en el aprendizaje por experiencia, lo que significaba que fui lanzada directamente a un ajetreado viernes por la noche. Fallé miserablemente.

Dos horas y estaba segura de que le debía más dinero a Clive de lo que me debían, pero no me daría por vencida. Necesitaba este trabajo, y no dejaría que se me escapara entre los dedos; como la mitad de las bebidas que trataba de servir.

─ Solo sigue sonriendo, Jen. Le gustas a los chicos. Tienes ese aire inocente que trabaja a tu favor ─ dijo NaYeon cuando se deslizó a mi lado con una bandeja llena.

─ ¿Qué aire inocente? ─ pregunté en voz alta sobre la música. Se giró y me guiñó un ojo antes de desaparecer en la multitud.

¿Me perdía algo completamente obvio? Pensé en eso mientras esperaba a que el barman me entregara la orden. Las luces por encima eran demasiado brillantes; la música, demasiado ruidosa. Alcé la mano y limpié el sudor que recubría mi frente. Me sentía agotada.

La camiseta de trabajo que Eunha me dio era dos tallas más pequeña y unía mis pechos. No ayudaba el que derramara varias bebidas en mi pecho, dando a todos una vista de mi sujetador.

─ Ella está en lo correcto. Tu inocencia funciona en ti. ─ Una voz profunda sonó a mi lado, sorprendiéndome bastante. Ella se encontraba tan cerca, que no tenía que gritar sobre la música.

Podía sentir el calor de su cuerpo contra mi piel desnuda, y eso hizo estremecer mi cuerpo. Echando un vistazo sobre mi hombro, alcancé a ver un traje negro femenino estilizado, antes de alejarme y esperar al barman. No vi su rostro, pero no importaba cómo luciera. Necesitaba concentrarme en mi nuevo trabajo, no en las mujeres en el club.

Era obvio que la ignoraba y escuché su risa profunda cuando la música se detuvo antes de que comenzara la siguiente canción.

─ Sostienes mal la bandeja. Es por eso que continúas derramando las bebidas. ─ Esta vez sentí su cálido aliento en mi cuello─ . No utilices la palma de la mano, utiliza las puntas de los dedos.

Sin que ella lo supiera, ajusté los dedos debajo de la bandeja e instantáneamente sentí el control adicional que las yemas proporcionaban.

Me giré para mirarla y me encontré con la mujer más hermosa en la que jamás puse los ojos.

Sus suaves ojos avellana eran un profundo contraste con su piel pálida y cabello teñido de rosado, el cual se encontraba perfectamente peinado sobre sus hombros y cubría su frente con un flequillo. Se pasó los dedos por él, quitando algunos mechones de su ojos. Si eso no fuera suficiente, me sonrió, mostrándome una hermosa sonrisa. Perfectos dientes blancos brillaron hacia mí, mientras mordía su labio inferior.

Casi juré en voz alta. Rápidamente, alejé los ojos de ella, antes de avergonzarme a mí misma. ─ Gracias ─ dije desde un lado de mi boca.

Ella ya se había ido. No la vi irse, pero lo sentí. El lado de mi cuerpo se enfrió y los sonidos ensordecedores de la música volvieron con toda su fuerza.

Mike llegó y colocó las bebidas que necesitaba en mi bandeja. Me guiñó un ojo como si creyera sin dudar que estuviera interesada en él. Su arrogancia era en vano, porque no podía estar más equivocado.

No derramé otra bebida esa noche. En el momento en que retiraba mis propinas, me sentía agotada y necesitando con desesperación una ducha.

─ Entonces, ¿qué piensas? ─ preguntó NaYeon. Recogía las botellas de cerveza y vasos vacíos de una de sus mesas.

La habitación se encontraba vacía, a excepción de algunos trabajadores que limpiaban. Nadie me miraba, pero no podía dejar de sentir los ojos de todos sobre mí. Algo acerca de estar en Clive después de su cierre era inquietante.

─ Tierra llamando a Jen... ¿Qué. Piensas? ─ preguntó más fuerte, suspirando hacia mí como si fuera sorda.

Quería decir que nunca volvería, pero después de contar todo el dinero que tenía de propinas esa noche, sabía que no podía rechazar el trabajo.

─ Volveré mañana en la noche.

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