Capitulo 7

Màu nền
Font chữ
Font size
Chiều cao dòng

Lisa.

No me gustó. Que se quedara en mi casa, que compartiéramos el desayuno, todo se sintió bien, lo que al mismo tiempo parecía incorrecto.

Esta mierda era exactamente la razón por la que tenía jodidas reglas. No realizaría ninguna excepción más por ella.

Esta chica era una desconocida para mí, excepto que su vida parecía estar fuera de control... y tenía un deseo muy fuerte de arreglar todo lo que la perturbara.

Comenzaba a pensar que debería olvidar todo el asunto y simplemente averiguar su nombre. Tomarla bajo mi protección, como lo hice con Eunha. Pero entonces me sonrió al hacer algo bueno por ella, y fue mejor que el sexo con cualquiera de las mujeres en mi libro negro.

Me encontraba realmente jodida.

Si algo aprendí en todos estos años, era que no podías darle nada a otra mujer sin que esperara todo el maldito mundo.

Me dirigí a mi oficina y me senté detrás del escritorio antes de encender el monitor y hacer clic en la pantalla. Una pequeña caja apareció, a la espera de mi contraseña, y entré con unos rápidos golpecitos en el teclado.

Bienvenida, señora Manoban. Una voz computarizada sonó por los altavoces del ordenador. La pantalla se iluminó mostrando cuatro imágenes diferentes.

Cada una de las cuatro pantallas era para la vigilancia de las diferentes habitaciones de mi apartamento. Incluso tenía vigilancia en el club. Yo no era una persona muy confiada. De hecho, no confiaba en nadie. Por lo tanto, no había nada en mi casa o en el trabajo que no pudiera ver en todo momento.

Encontré a Holli todavía sentada en la cocina mientras comía sola. Tenía la certeza de que sabía lo que iba a hacer, pero no me molestaba asegurar mis inversiones. Además, me gustaba observarla.

Después de que terminó su desayuno, fue a la habitación donde pasó la noche. Casi una hora después, salió vestida con la misma ropa de la noche anterior.

Mientras observaba y esperaba, hice algunas llamadas necesarias.

Una de las cuales incluía traer a mi chofer hasta aquí. Su auto era un total pedazo de mierda, al menos por lo que vi la noche que la seguí. Además, me gustaba la idea de que me necesitara para algo más. Le daría incentivo para aceptar mi negocio. Una vez que lo hiciera, su auto ya no importaría porque tendría que usar a mi chofer o le conseguiría uno propio.

La vi caminar a la entrada del club y sonreí. Podía apreciar su obstinación. Quería sentir que ejercía todas sus opciones, pero la verdad era que yo era su única opción. Tenía miedo y se sentía desamparada, pero podía percibir otras emociones agitándose profundamente en su interior.

Podía negarlo todo lo que quisiera, pero estaba excitada por lo que le ofrecí.

Con un clic, mi monitor se volvió negro y luego esperé. Unos minutos más tarde, cuando se abrió la puerta de mi oficina, Holli me miraba. Se veía rígida cuando cerró la puerta y se dirigió al sofá frente a mí.

— ¿Puedo ayudarte? —pregunté.

Tembló ligeramente, pero fue suficiente para que lo viera. Y entonces tomó una gran respiración.

—Sí, sobre la proposición de la otra noche... —Se detuvo.

— ¿Qué pasa con eso? —pregunté.

— ¿Sigue en pie?

Me recosté en la silla y la miré fijo. Se humedeció los labios con nerviosismo y mi pene comenzó a endurecerse. —Así es.

—Me gustaría aceptar tu oferta.

Las palabras salieron de sus labios demasiado rápido. Era como si se obligara a decirlas.

No pude evitar la sonrisa que se formó en mi cara. — ¿Estás segura? — En serio, Manoban. ¿Qué demonios hacía? ¿Por qué le daba una salida?

La quería más de lo que deseé a cualquier otra mujer... en muchísimo tiempo. Esta era mi manera de hacer las cosas, y tenía la ventaja en lo que a ella se refería. Lo último que necesitaba era hacerla reevaluar su decisión.

Asintió y sus fosas nasales aletearon. —Estoy segura.

No me gustó la forma en que sus emociones se mostraban tan claramente, pero sus palabras me hicieron muy feliz. Ya era hora de tener a alguien nuevo. No era normal para mí moldear a una mujer en lo que quería, pero por ella, haría una excepción.

Poniéndome de pie, rodeé el escritorio. Sus ojos no se apartaron de mi rostro y se notaban sus nervios. Mis ojos cayeron a su cuello, justo a tiempo para verla tragar. Me coloqué delante de ella y me apoyé en el escritorio. — Bueno, si ese es el caso, levántate. —No podía esperar para pasar mis dedos por su piel perfecta.

Se puso de pie con las piernas temblorosas, con la cabeza gacha.

—Mírame, hermosa.

Levantó la cara hacia la mía con los párpados cerrados, y cuando los abrió, esos hermosos ojos de gatita me tomaron por sorpresa. Pero entonces miré con más atención y el miedo persistente a lo largo de los bordes de sus espesas pestañas me atravesó.

—Sé que tienes miedo, pero con el tiempo aprenderás a confiar en mí. — Extendí la mano y tomé un mechón de su cabello entre los dedos.

Era rubio; del rubio más hermoso que vi jamás, y se sentía como la seda. Cerré los ojos e imaginé cómo se sentiría su pelo contra mi pecho mientras me montaba.

Se estremeció cuando dejé que mis dedos rozaran su mejilla. — Confío en ti —dijo.

Sus palabras calmaron una parte del dolor que llevaba muchos años viviendo en mí.

—Es probable que seas la mujer más hermosa que haya tenido el placer de conocer. ¿Tienes alguna idea de lo atractiva que eres, Holli? —Ya podía sentir como me perdía en ella. Era el afrodisíaco perfecto para una mujer como yo.

—Mi nombre... —comenzó.

Pasé mi pulgar a través de sus labios. —No lo hagas. Si esto va a funcionar, no quiero saber tu nombre; nunca. Tu nombre es Holli cuando estés conmigo, ¿entendido?

Dudó, pero al fin asintió y continué acariciando sus labios con el pulgar. Eran suaves, demasiado suaves para mis dedos ásperos.

Ella temblaba. Su nerviosismo era abrumador, y empezaba a darme cuenta de algo acerca de Holli que me puso un poco nerviosa.

— ¿Eres virgen? —pregunté, sin andar con rodeos. Era directa y exigente, y si realmente ocurriría esto entre nosotras, ella tendría que entenderlo pronto.

Su cuello chasqueó cuando levantó la vista con sus ojos muy abiertos y sorprendidos. —Yo... —Se detuvo de repente—. Eso es un poco personal, ¿no te parece?

No pude evitarlo. Me reí. —Si aceptas mi propuesta, te conoceré mejor de lo que nadie lo ha hecho. —Dejé que mis manos vagaran hacia abajo y pasé las palmas por los costados de sus pechos antes de envolverlas en su cintura y acercarla a mí—. Te conoceré por dentro y por fuera. Te probaré. Te haré decir y hacer cosas que nunca pensaste hacer, y la mejor parte es que vas a amar cada segundo de ello.

Sentí sus pezones endurecidos contra mi pecho y celebré en silencio.

—Así que te pregunto de nuevo, ¿alguien ha estado dentro de ti? ¿Alguien más ha probado ese dulce coño?

Mi pene se presionaba contra la cremallera de mis vaqueros y rogaba por liberarse. Quería acercar sus caderas y presionarme en su calidez, pero intuí que la asustaría aún más.

Su respiración cambió y dejé que mis ojos vagaran a través de sus pechos mientras se levantaban y bajaban con cada respiración.

Aun así, no respondió. Pasando un dedo por debajo de su barbilla, levanté su cara. Me encontraba tan cerca que su dulce aliento se precipitó contra mis labios, incitándome que la besara y saboreara.

—No me gusta esperar, dulzura. Ni siquiera por alguien tan hermosa como tú. Responde la pregunta. —Permití que mis labios rozaran los suyos.

Su respiración se aceleró y fui recompensada cuando su lengua se asomó y humedeció sus labios.

—No —susurró—. No ha habido nadie.

Un gruñido sonó desde la parte posterior de mi garganta y nuevamente tragó.

La buena tipa dentro de mí sabía que no era correcto tomar algo tan valioso cuando no tenía nada especial para darle a cambio. Pero entonces el diablo dentro de mí habló de lo dulce y apretada que estaría.

¿Qué podía decir? Era una idiota y el ángel en mi hombro podría chuparme la polla en lo que a mí respecta. Quería su apretado coño y lo quería todo para mí.

—Entonces, ¿cómo funciona esto exactamente? —preguntó. Una vez más, se humedeció los labios y respiró hondo.

Retrocediendo, me senté en mi silla y me recosté. Cruzando los brazos detrás de la cabeza, decidí tomarme mi tiempo, después de todo, ella ciertamente se tomó el suyo. Cuando no respondí de inmediato, se lamió los labios con nerviosismo y mi polla se movió.

—Lo siento, cariño, pero no follo vírgenes. Son demasiado impredecibles, además de que tendría que poner todo mi esfuerzo para tenerte exactamente como te necesito. —Me senté en posición vertical, y volví a hojear mis papeles.

No esperaba esa respuesta y la dejé sintiéndose aturdida y sin habla.

— ¿Qué?

Joder, me sentía impresionada con las mentiras que era capaz de escupir sin siquiera pestañear. Quería follarla mucho más ahora que sabía que era virgen. Era muy afortunada de que un escritorio me separara de su coño intacto.

— ¿Me has hecho pasar por todo eso para decirme que no? —Se veía indignada. Me encantó.

Suspiré, fingiendo molestia y me levanté; sacando un fajo de billetes, tomé uno de cien. Me dirigí hacia ella, y sostuve el billete entre dos dedos.

—Aquí tienes cien dólares.

Bajó la mirada al billete en mis dedos y luego de regreso hacia mí.

Su cara se coloreó en varios tonos de rojo. —Vete a la mierda —susurró y luego giró sobre sus talones.

Para su fortuna, todavía no terminaba. Abrió la puerta de la oficina, pero fui más rápida y la cerré de golpe con la mano, encerrándola entre la puerta y yo.

No trató de pelear conmigo y sabía que la tenía exactamente donde quería. Volteándola, la obligué a mirarme.

—Soy un alma caritativa, pregúntale a cualquiera, pero solo doy una advertencia, así que escucha con cuidado. Nadie, y me refiero a nadie, me habla de esa manera. —No respondió y en realidad no necesitaba que lo hiciera—. Y debido a que soy una tipa tan generosa, voy a darte la oportunidad de probarme que vales la pena. Ya sabes, a pesar del hecho de que eres virgen.

— ¿Qué te hace pensar que quiero probarte algo ahora?

Apoyándome en la puerta con un brazo, levanté un dedo e hice un sonido de disgusto. —Quieras o no, me lo debes. Pero tengo la sensación de que sí lo quieres.

—Te equivocas —desafió.

— ¿En serio? ¿Te gustaría que lo descubra? —Se puso rígida y sonreí—. Niégalo todo lo que quieras, cariño, la chispa en tus ojos me dice algo diferente.

—Estás delirando.

—Y tú eres una maldita mentirosa. Una idiota delirante y una mentirosa. ¿Qué piensas sobre eso?

—Creo que esto fue un error.

—Tal vez, pero todavía me lo debes.

— ¿Deberte qué?

—Lo sabrás muy pronto. —Me di la vuelta y me acerqué a mi escritorio.

—No voy a dormir contigo —dijo con confianza.

Abriéndome paso hacia el escritorio, me senté, poco afectada por su amenaza vacía.

—Si un poco de verdad te hiere tan gravemente, entonces este acuerdo nunca funcionará. Si piensas que puedes manejarlo y quieres probarme que serías digna de mi tiempo, entonces siéntate. —Hice un gesto a la silla frente a mi escritorio—. Te conseguiré una habitación para pasar la noche.

Sonreí por dentro cuando se sentó, y luego hice los arreglos para que tuviera una habitación en un buen hotel cerca del club.

—Tu habitación está lista, y ya saben que vas a ir —dije. Colgando el teléfono, me dirigí hacia ella una vez más. Colocando las manos a cada lado de su silla, dejé menos de un centímetro de distancia entre nuestras caras.

—Gracias —susurró con la cabeza gacha.

Tenía un serio problema con mirarme a los ojos. Eso no me gustaba mucho. Levantando su cara para encontrar la mía, le sonreí. —Te di algo. Ahora, ¿tú qué vas a darme?

Tragó visiblemente y sus ojos se ampliaron. — ¿Qué te gustaría?

—Estás nerviosa. Lo puedo notar en la rigidez de tus hombros, y la aceleración de tu respiración. —Dibujé círculos sobre su rodilla con la punta de mis dedos—. No me gusta lento y no lo hago suave ni romántico, pero por ahora, ¿qué tal un beso?

— ¿Y un beso no es suave ni romántico?

Sonreí y envolví los dedos alrededor de los mechones en la base de su cráneo, tirando de su cabeza hasta que se paró frente a mí, sus labios rozando los míos. —Si se hace bien, para nada.

Apreté los labios contras los suyos, lista para mostrarle lo que era un verdadero beso, excepto que ocurrió algo diferente. No fue la única afectada. También yo lo fui. Supe desde la primera vez que la vi que era diferente, pero mi cuerpo podía sentir lo diferente que era.

Pasando la lengua a lo largo de la unión de sus labios, lanzó un pequeño suspiro y me dio la entrada en su dulce boca. Sabía a fresas y crema. Mi boca se hizo agua ante la idea de saborearla entera.

Nuestras lenguas chocaron; la mía más experta que la suya, pero eso no quitó el efecto que tuvo en mi polla. Al contrario, su falta de experiencia me excitó aún más. Presioné mi dureza contra su estómago, dejándole saber lo que me hacía.

Se aferró a mis hombros y dejé que mis manos bajaran para agarrar sus caderas. Era magnífica. Sus caderas redondas encajaban perfectamente en mi agarre. Apoyándome en mi escritorio, tiré sus muslos contra los míos y ella se derritió.

60 votos y sale otro cap?🧐

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen2U.Pro