𖧷 𝑻𝒓𝒆𝒔 𖧷

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Al día siguiente no hubo alarmas que le reventaran los tímpanos ni patitas traviesas que le estuvieran empujando la cara exigiendo que abriese sus ojos. Y se dio cuenta, con sólo sentir el aire de ese momento, que tampoco hacía ese frío de las mañanas que le daba la bienvenida al mundo todos los días de semana y en su lugar hacía calor, bastante calor como para seguir en la cama con la sabana enrollada a su cuerpo cual burrito.

Abrió sus párpados con pesadez a pesar de que inconscientemente sabía que durmió más de las 8 horas que se suponía el ser humano debía dormir. Toda su habitación se encontraba totalmente iluminada con una tenue luz amarillenta dando un ambiente cálido, sin embargo se removió incómodo en su colchón cuando su cerebro logró sentir el calor que estaba haciendo.

Pateó las sábanas que antes se encontraban enredadas en sus pies y se sentó a la orilla de la cama, su cuerpo parecía estar aún adormilado y es que no recordaba la última vez que había dormido tanto. No estaba acostumbrado a dormir hasta tarde.

Se estiró un poco antes de tomar su celular en manos y observar la hora, 1 de la tarde...¿1 de la tarde?

¡1 de la tarde!

Nunca se había despertado tan tarde en su vida y por esa misma razón se levantó como resorte para luego abrir la puerta de su cuarto alterado, en su mente sólo había una cosa y es que no había ido a trabajar y ni siquiera avisó que no iría.

¿Qué le diría a Taeil?, en todo el tiempo que ha trabajado para el mayor nunca había faltado sin una buena excusa ni había llegado tan tarde al establecimiento así que quizás le tuviese piedad por ser la primera y esperaba que última vez que le pasara eso pero eso no le quitaba la angustia de haberse quedado dormido.

Buscaba como loco su uniforme pero no lo encontró donde se suponía debía estar así que volvió a la habitación más alterado que nunca y cuando se acercó al armario se dio cuenta que ésta estaba en el cesto de ropa sucia.

¿No había lavado la ropa?, ¿por qué no la había lavado si siempre lo hace?

–Mierda, esto no puede estar pasándome.

Sentía que estaba a punto de volverse loco, se había levantado con el pie izquierdo ese día y ahora tenía que inventar alguna excusa buena para que Taeil no le descuartizara por faltar y sin avisar a tiempo.

Revolvió sus cabellos frustrado soltando un quejido, su humor estaba por los suelos en ese momento, sin embargo su berrinche y autocompasión fue interrumpido por un maullido insistente que sonó detrás suyo. Sorprendido porque estaba seguro que ese no era el maullido de su gato, se volteó rápidamente encontrándose con la gata blanca sentada viéndole fijamente.

–Ah...me había olvidado de ti. —se acercó arrastrando los pies al minino y se hincó para poder acariciarla.

Ésta volvió a maullar casi con insistencia y restregó su cara en la mano que le ofrecía el castaño. Sus ojos grandes y coloridos se posaron en los del humano y éste le sonrió con ternura apreciando la pequeña cara blanca, eso hasta que una chispa iluminó su cerebro haciendo que recordase un pequeño detalle muy importante: estaba de vacaciones.

–Pero soy un idiota, AH. —dejó de acariciar a la gata y se revolvió una vez más los cabellos casi cayendo de espaldas.

Se había preocupado por absolutamente nada, estaba incluso a punto de echarse a llorar si no fuese por la intervención de el minino aunque eso sonase muy dramático de su parte. Y hablando de la gata, ¿no la había dejado en el cuarto de huéspedes?

Dejó de revolver sus cabellos para mirar nuevamente a la gata que seguía sentada sin moverse de su posición, ésta le veía fijamente sin apartar sus bicolores ojos del dramático humano hincado al frente suyo.

–Oye, ¿no que estabas en la otra habitación?, ¿cómo saliste?.

La gata le maulló como respuesta para después pararse y salir de la habitación rápidamente dejándolo ahí con la duda en su cabeza, él estaba completamente seguro de que había cerrado la puerta y hasta el momento no la había abierto.

No quiso carcomerse la cabeza con ello, de todos modos había visto videos en internet donde los gatos lograban abrir puertas con sus patitas mientras saltaban, quizás la gata era una genial y eso también explicaba el cómo se había escapado de su casa. Y hablando de casa...

–Hey no creas que lo he olvidado. —le habló saliendo de su habitación también para dirigirse al cuarto de al lado— Hoy iremos de puerta en puerta si es posible a preguntar quién es tu dueño.

Sacó el tazón donde le había puesto comida la noche anterior, este ahora encontrándose vacío, y se dirigió a la cocina siendo seguido tanto por su gato como por la invitada de honor de ese día.

–Seguro tu dueño o dueña estará muy preocupado por ti buscándote o esperando a que regreses. —sirvió un poco de la comida para los animalitos en sus respectivos recipientes para luego ponerles en el suelo donde los gatos se acercaron rápidamente a devorar su alimento— Y tú aquí de lo más tranquila, eres una sinvergüenza ¿lo sabías?.

Claro que fue olímpicamente ignorado y tampoco le sorprendía. Acaricio las dos cabecillas de los mininos antes de pararse y hacerse su propia comida, era muy tarde como para hacer un desayuno pero realmente no tenía tanta hambre en ese momento a pesar de tener el estómago vacío por lo que optó por algo simple, macarrones.

Se preparó su almuerzo y después de comer se fue de un solo a bañarse y alistarse, tenía una gata a la cual devolver a su hogar. Por suerte tenía una transportadora para gatos, ahí es donde él llevaba a su Botitas cuando tenían que ir al veterinario y esta vez le sería útil para ir cargando a la gata y mostrarla a los inquilinos.

Después de alistarse colocó a la gata dentro de la transportadora (y fallando muchas veces ya que esta no se dejaba), tomó sus llaves, su celular y se despidió de Botitas dándole un sonoro beso en la frente.

–No me esperes Botitas, no tengo ni idea de a que horas volveré. —anunció colocándose sus zapatos— No me extrañes mucho~.

Sin embargo al gato no pudo importarle menos.

Salió entonces cerrando la puerta con llave y dispuesto a llevar a cabo su misión lo primero que hizo fue bajar las escaleras en busca de la recepción. Quizás alguien ahí haya puesto algún anuncio de gato desaparecido o podría preguntarle a la señora Choi por si sabía algo.

Al llegar al último piso buscó con la mirada a la mujer, quien usualmente en las tardes se encontraba sentada cerca de la entrada con su típica taza humeante de té junto al señor Hwang quien la acompañaba todos los días sin falta para hacer partidas de cartas. Y, sin equivocarse, la encontró justamente ahí sentada en aquella vieja silla de plástico tomándose su té y fumando un cigarrillo, solo que esta vez el señor Hwang extrañamente no le hacía compañía.

Sin darle demasiada importancia se acercó a ella animado, con su típica sonrisa simpática plasmada en su rostro. Ella al notar su presencia pareció asombrarse dejando rápidamente la taza de té en la mesa y volteando todo su cuerpo hacia él.

–Hola señora Choi. —saludó cortésmente— Buenas tardes.

–Muchacho. —dijo asombrada— ¿No deberías estar en el trabajo?. —observó el pequeño reloj colgando en su huesuda muñeca notando que eran las 2:33 de la tarde— Pero si es muy tarde.

–Tengo vacaciones. —explicó soltando una ligera risilla— De hecho yo no lo recordaba y me levanté asustado hasta que caí que no debía ir a trabajar hoy. —exhaló divertido recordando esa montaña rusa que tuvo al despertar— No estoy acostumbrado a tener días libres.

–Ojalá tuviera días libres yo, pero tengo que estar aquí limpiando y asegurándome que este maldito edificio no se caiga a pedazos. —Jaemin notó que la mujer también estaba jugando con cartas ese día a pesar de no tener acompañante, supuso entonces que era una partida de solitario juego que él nunca logró comprender— Y, ¿qué se te ofrece?.

–Verá, quería saber si no ha venido nadie a preguntar por un gato hoy.

–¿Gato? —preguntó dirigiendo su vista a la transportadora que colgaba de su mano— La verdad es que no, nadie ha venido a preguntar ni a dar aviso.

–Cielos, ¿tampoco ha visto si no han puesto anuncio o algo?

–Pues... —ella volteó a ver una pizarra donde se suelen poner avisos de cualquier cosa, compañas publicitarias o notas pero no encontró nada nuevo— No hijo, nada.

Jaemin suspiró revisando también con su mirada la pizarra pero esta parecía no haber sido tocada por semanas con los mimos panfletos gastados que él mismo había observado incontables veces cada que entraba o salía del edificio.

–Supongo que me tocará preguntar de puerta en puerta. —dijo resignado.

–Podrías poner tu un anuncio, así te ahorras un poco el ir de piso en piso. —le sugirió la mujer moviendo un par de cartas— Hoy solo pregunta a los de tu piso y espera a que alguien vea el anuncio un par de días, después puedes darte el tiempo de volver a preguntar.

Al chico le golpeo la realidad, ¡la señora Choi tenía razón! ¿cómo no se le había ocurrido eso antes?. Quiso darle un enorme beso en el cachete en ese momento pero se contuvo, a pesar de que la conocía desde hacía 3 años y se llevaba bien con ella no había tanta confianza como para dar algún tipo de muestra de cariño más allá que palabras amables.

–¡Es una genial!, no se me había ocurrido antes le debo una. —le dijo sonriente y animado.

–Si, si, ahora ve a hacer tu anuncio. Estaré pendiente por si alguien pregunta y te aviso cualquier cosa. —le expresó moviendo nuevamente unas cartas— No olvides poner tun número de teléfono o el número de tu departamento para que puedan comunicarse contigo.

–Claro, claro muchas gracias señora Choi.

Se alejó despidiéndose con su mano y una sonrisa para subir las gradas nuevamente con un nuevo objetivo esta vez. Trató de no ir tan aprisa para no molestar a la gata que aún estaba dentro de las transportadora pero se sentía emocionado, en el camino a su departamento estuvo pensando en qué iba a poner en el anuncio, pensando en tomarle una foto a la gata para integrarla en la hoja y así las personas pudiesen identificarla.

Cuando llegó a su piso camino a prisa hacia su puerta ya teniendo una idea clara de cómo sería su anuncio, solo necesitaba crearla, acomodar las cosas e ir a imprimirla a algún lado. Justo cuando se encontraba buscando las llaves dentro de su bolsillo del pantalón el sonido de unas notas musicales llegó a sus oídos haciendo que parase por unos momentos su acción y volteara a ver por inercia al techo del pasillo.

La melodía a primeras sonaba un poco triste y lenta aunque se deslumbraba un atisbo de dramatismo en ella pero luego se volvió un poco más rápida y pareciese alegre. A Jaemin de verdad le logró llamar mucho la atención aquel eco de música que sonaba por todas las paredes.

–Ugh, otra vez ese molesto sujeto con su estúpido piano. —logró escuchar a alguien refunfuñar haciendo que saliera de su ensoñamiento por un momento— ¿No tiene consciencia de que hay más personas viviendo en este edificio?, que descortés de su parte.

Su vecina de la izquierda iba saliendo de su departamento, al parecer con prisa al intentar meter sus cosas bruscamente en su bolso, y despotricando acerca de cómo esa persona era molesta por tocar su instrumento muy alto. No se había dado cuenta de la presencia de Jaemin hasta que levantó la vista de su bolso y se topó con el chico parado como estatua frente a su puerta.

–Oh, buenas tardes. —dijo confundida y sorprendida.

–Si- umm buenas tardes.

Y sin dar tiempo a nada más Jaemin se metió rápidamente a su departamento cerrando la puerta con un poco de fuerza. Se sentía atrapado por algún motivo además de tener la cara y orejas un poco rojas de la vergüenza aunque no sabía exactamente porqué debería de tenerla.

Aunque claro, no era normal toparte a tu vecino parado como idiota ahí en medio del pasillo, era extraño y Jaemin ya tenía suficiente de sentirse un ser extraño. Decidió no darle importancia a ello e ignorar aquellas notas que seguían siendo tocadas pero un poco amortiguadas por las paredes de su hogar, debía concentrarse en hacer un anuncio.

–Deberías quitar los otros anuncios o hacerlos a un lado para que se destaque el tuyo. —sugirió la señora Choi sentada desde su silla con su taza de té y sus cartas.

–¿No sería grosero de mi parte? —preguntó mientras intentaba encontrar un espacio libre y vistoso en la pizarra.

–Bah, esos anuncios llevan meses ahí no creo que les moleste.

–Igual sería descortés de mi parte simplemente quitarlos de ahí. Los pusieron por algo ¿no? —intentó replicar.

–Bueno si tu no los quitas lo haré yo.

Y sin más se levantó de su silla y comenzó a quitar todos los anuncios que habían en el centro de la pizarra haciendo una pila pequeña con ellos. Jaemin por su parte se quedó shockeado a un lado de la mujer observándola arrancar sin piedad cada hoja.

No es como si él no hubiese tenido ganas de hacer lo mismo, todos esos anuncios estaban desde hacía tiempo y nunca veía que alguien le interesase limpiar esa pizarra. Pero él simplemente era muy empático como para tener corazón de quitarlos, eso y el hecho de que tampoco quería meterse en problemas. ¿Y si alguien se enoja porque quitaron su anuncio?, Jaemin no quería problemas innecesarios.

–Listo, puedes ponerlo ahí en medio será mucho más vistoso de esa forma. —dijo ordenando la pila de anuncios y llevándoselos hasta la mesa donde ella estaba antes.

–Gracias señora Choi.

–Dime, ¿ya le haz preguntado a alguno de tus vecinos si no es de ellos el gato? —preguntó regresando a su juego.

–No realmente, me centre más en hacer el anuncio pero ahora que vuelva a subir les preguntaré.

–¿No se te ocurrió empezar por ahí? —cuestionó soltando una risa de burla.

No, a Jaemin realmente no se le había ocurrido empezar por preguntarle a sus vecinos y ahora se sentía un idiota.

–Pues...no. —dijo al fin— Pero igual conozco a mis vecinos y no creo que sea de alguno de ellos. De ser así posiblemente lo hubiese visto antes.

–Bueno, nunca esta de más asegurarse.

–¿Y usted tiene alguna idea de a quién podría pertenecerle? —decidió preguntar, sintiéndose cada vez más idiota por no hacerlo antes también.

–Veamos. —dejó sus cartas en la mesa y llevó su mirada al cielo que se asomaba por la entrada del edificio— Sé que dos apartamentos del piso dos tienen gatos, mmm en el 4 creo que alguien tiene gato también. —esta vez puso su mano en su barbilla pensante, como si eso le ayudase a recordar mejor— Oh si, creo que un chico del sexto piso vino con un gato un día. No sé si lo conoces, es el chico castaño que siempre anda serio, ¿cómo se llamaba?

–La verdad es que no conozco a muchas personas del edificio. —admitió al también intentar hacer memoria por si alguna vez vio al chico que la señora Choi menciona— Mayormente solo conozco a mis vecinos de piso y reconozco a una que otra persona.

—la mujer soltó un bufido al no recordar el nombre del serio muchacho— Ahora mismo no se me viene a la mente el nombre, pero es un chico que casi no sale de su apartamento y se la pasa tocando el piano en las tardes como si su vida dependiera de ello.

Al escuchar aquello Jaemin se petrificó y sus ojos se agrandaron mirando fijamente a la mujer sentada en aquella silla. ¿Tocaba el piano?, ¿eso quería decir que...era él todo este tiempo?

–Aunque últimamente ha comenzado a tocar en la noche también, es un fastidio. —expresó la mujer con el ceño fruncido— Toca lindo y todo pero debería entender lo que es respetar la noche-

–Señora Choi. —se apresuró a interrumpirla— ¿En qué piso dijo que estaba?


Hagamos como que no he tardado como medio año en actualizar esta historia y sigamos adelante ¿ok?

Nos vemos en el próximo capítulo 🦋

©_prayBluesoul_

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