𖧷 𝑼𝒏𝒐 𖧷

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Estaba lloviendo esa noche, había caído casi de la nada y agarró desprevenidos a muchos que transitaban las atestadas calles.

Jaemin era uno de ellos.

Había salido de su trabajo como ayudante de cocina en un comedor muy conocido por la zona sólo para toparse con la lluvia insistente y feroz, parecía que esa noche el clima estaba de muy mal humor.

Ni siquiera había llevado un paraguas, los reporteros del clima no dijeron nada de una tormenta próxima o quizás no le prestó atención a los noticias porque su gato había botado una de sus macetas favoritas justo cuando él intentaba hacerse un desayuno decente haciendo un desastre que tuvo que limpiar a prisa a solo media hora de tener que presentarse en su trabajo. Una mañana muy agitada.

Bajó del autobús que lo dejó dos calles arriba de donde vivía por lo que, intentan cubrirse lo más que pudo con la chaqueta que llevaba, salió corriendo lo más rápido que sus piernas le permitían para llegar al fin al complejo de apartamentos al menos no tan empapado.

–Oh mierda, mis zapatos. —dijo frustrado alzando su pie derecho, en el camino había pisado un charco enorme haciendo que salpicara la parte baja de sus pantalones y sus zapatos completamente— Me los había comprado la semana pasada, demonios.

–No me ensucies el piso. —se escuchó una voz haciendo que el muchacho levantara la vista y se encontrara con la señora Choi, la señora de la limpieza del edificio— Acabo de trapear porque otro sin vergüenza le importó poco ensuciar todo y se fue a su departamento como si nada. Que personas más desconsideradas.

–Lo siento señora Choi, no era mi intención.

–Descuida, sé que tú eres un buen muchacho no como otros que viven aquí que deberían aprender modales. Ten, puedes pisar este trapo. —le colocó en el suelo una vieja tela que ella usaba como trapeador.

–Muchas gracias, no se debió tomar las molestias. —dijo limpiando sus zapatos— Igual siguen empapados, está haciendo una tormenta terrible ahí afuera.

Después de secar un poco las suelas de sus zapatos decidió que era mejor quitárselos e irse así hasta su departamento, después de todo seguían bastante mojados y seguirían dejando rastro a pesar de sus intentos de sacado. Tendrá que dejarlos en la ventana para que les dé aire y un poco de sol la mañana siguiente.

–Ni me lo digas, es como si el universo estuviera llorando tan de repente.

Asintió estando de acuerdo a lo que dijo la mujer para luego despedirse con una sonrisa y una pequeña reverencia, llendo hacia las escaleras y comenzando a subir sintiendo por primera vez desde que salió del trabajo el agotamiento por toda su jornada.

La lluvia seguía azotando fuera del edificio y se podía escuchar varias bocinas de los autos intentando avanzar lo más rápido posible. En días como esos lo único que se le antojaba era prepararse una taza de café, acurrucarse junto a su querido Botitas en el sofá y ver reality shows de cocina.

Llegó por fin a su piso, siendo éste el número cinco, y sonrió aliviado por poder cumplir al fin con lo antes dicho. Sin embargo se detuvo abruptamente cuando observó, justo en frente de la puerta de su departamento, un gato recostado.

Claramente no era su gato, siempre se aseguraba de dejar todo cerrado para que no se escapara y además su gato era de color negro con pequeñas manchas blancas en sus patas delanteras haciéndole ver como si tuviera calcetines o botas, de ahí su nombre. Pero éste era un gato completamente blanco, con una cola esponjosa y larga, parecía un plumero.

Se intentó acercar un poco pero al acerlo por accidente perdió el equilibrio y al querer recomponerse su mano soltó uno de los zapatos haciendo que cayese al suelo y provocara un gran estruendo, uno que asustó al gato quien de inmediato se levantó y se puso alerta, colocando sus enormes ojos en el cuerpo de Jaemin.

Los ojos de aquel gato eran hermosos, eso fue lo primero que pensó el humano al verlos. Su ojo izquierdo era de color azul intenso y el derecho de un verde esmeralda.

Heterocromia.

El animal encorvo su espalda dando a entender que no estaba nada cómodo con su presencia y estaba a la defensiva.

–Wow tranquilo amiguito, quien debería enojarse soy yo, obstruyes mi camino. —dijo señalando la puerta detrás del minino.

Y como si el animal le entendiese, con cautela comenzó a quitarse de donde estaba y se colocó al otro lado del pasillo delante de la puerta de su vecino del frente. Se sentó dejando su cola rodear sus patas pero aún así moviendo la punta de ésta como si estuviera impaciente.

–Debo dejar de hablar con Botitas, ahora siento que puedo hablar con los gatos.

Se acercó a su puerta y sacó la llave de su bolsillo. Al abrirla se adentró a su departamento y se dispuso a cerrarla no sin antes voltearse nuevamente hacia el gato que seguía en la misma posición de antes observándolo atentamente.

–Emm...adiós supongo. Tu dueño debe estar buscándote, dudo que hayas entrado a este edificio así como así, ahora ve con tu dueño. —le dijo mientras movía sus manos para que se alejara, sin embargo el gato no se movió más que para parpadear— Bueno, haz lo que quieras mientras no orines mi puerta. Adiós gatito.

Se despidió con su mano del animal y ésta vez cerró la puerta mientras el minino seguía viéndolo. Al cerrarla por completo y ponerle llave suspiró, nunca antes había visto a ese gato por ahí pero seguro era de algún departamento y se les escapó, mantener a un gato dentro de la casa era casi una misión imposible.

Su propio Botitas una vez abrió la ventana con sus propias patas después de estar molestando la cerradora una y otra vez, estuvo cerca de saltar e irse pero Jaemin fue más rápido y lo detuvo regañandolo de paso por querer huir de casa. "Por eso dicen que no sirve de nada criar hijos si así es como te pagan" pensó el castaño.

–Botitas, ya llegué. —anunció mientras se sentaba en el suelo para acomodar los zapatos aún mojados.

Golpesitos de pisadas se escucharon por el apartamento hasta que un gato negro con manchas blancas llegó corriendo hacia su dueño mientras le maullaba.

–Me extrañaste, ¿verdad? —lo agarró en cuanto estuvo cerca de él y lo acuno entre sus brazos como un bebé— O solo vienes porque tienes hambre y te acabaste todo lo que te puse.

Se levantó como pudo aún con el animalito entre sus brazos y se dirigió a la cocina verificando que, efectivamente, el plato de Botitas estaba vacío al igual que su tazón de agua. El gato comenzó a retorcerse entre el abrazo para liberarse y caer de pie al suelo, luego comenzó a maullar más acercándose a su plato de comida vacío.

–Sería lindo si un día de estos estuvieras feliz de que llegara a casa no solo para que te alimente. Me dueles, me dueles mucho.

A pesar de sus reclamos hacia el minino camino por la cocina buscando en los estantes más altos donde encontró la comida para gato. Mientras se ocupaba de servirle en el plato el gato negro se enredaba en sus piernas rozandose en ellas y maullaba insistentemente. Luego el castaño guardó nuevamente la comida asegurándose de dejarla lo más escondida posible para que Botitas no pudiese encontrarlo, después de ello se dirigió donde antes estaba el plato y lo puso de vuelta en su lugar. Rápidamente el gato se avalanzo a la comida y comenzó a masticar como si no hubiese comido nada en días.

–Come despacio muerto de hambre, al menos disfruta del sabor de esa cosa.

Sin embargo el gato le ignoro por completo, concentrándose en vaciar el recipiente.

–Ni un gracias, que mal agradecido. Yo que con tanto amor te cuido y tú solo me buscas para tu beneficio, tenemos una relación muy tóxica Botas.

Nuevamente el gato ni siquiera levantó sus orejas en señal de que le estuviese escuchando. El castoño sólo resoplo sabiendo que no conseguiría nada si le seguía exigiendo atención, su pequeño amigo ignoraba al mundo entero cuando de comida se trataba.

Caminó nuevamente a la entrada de su departamento, esta vez con un trapo que había tomado de la cocina, y secó lo más que pudo sus zapatos nuevos. Después de asegurarse de que no goteasen más consideró volverlos a poner donde estaban pero luego pensó que no se secarian si los dejaba ahí y en la mañana no los vería o se le olvidaría por lo que los tomó nuevamente y se dirigió a la ventana de su cocina donde había un pequeño murito donde las colocó, sabía que ahí pegaba el sol de las mañanas por loq eu ayudaría a que se secasen.

Después de eso comenzó a quitarse la chaqueta que seguía un poco húmeda y se rigió a su cuarto siendo seguido por su gato que había acabado de comer mientras él secaba los zapatos.

Sacó un gancho de su perchero donde colocó la chaqueta luego se dirigió a su cocina nuevamente y colgó ésta en la cornisa de su ventana para que se secara también.

Mientras hacia todo eso su estómago comenzó a rugir recordándole que debía comer también, estaba más cansado que con ganas de comer pero nunca se iba a la cama sin haberse alimentado aunque fuese con un tazón de leche con cereal. Lo cual eso decidió hacer.

Se preparó el tazón y se fue a su sala para prender la tele y comenzar a buscar en los canales algo que le llamase la atención mientras se terminaba su "cena". Dejó una película que no parecía tan mala, aparecía Julia Roberts como protagonista y todo el mundo sabe que si aparece ella la película ya es un poco buena, o al menos eso consideraba el castaño, luego se dispuso a comer con Botitas subiéndose al sofá también y recostandose en su costado.


Constantes golpesitos en su mejilla fueron los que le despertaron, abrió sus ojos pesadamente encontrándose con el rostro de su gato cerca suyo y la pata de éste puesta en su mejilla empujando una y otra vez. Al parecer se había quedado dormido viendo aquella película, ni siquiera se había dado cuenta en que momento había ocurrido solo recordaba terminar su tazón de cereal y recostarse un momento para el final de la cinematografía.

Le pareció curioso, normalmente le costaba dormir pero quizás estaba demasiado cansado que su cerebro sólo se desconectó.

Se levantó despacio, aún tenía mucho sueño en su sistema y el agotamiento de todo el día estaba pesando en ese momento. Vio la hora en su celular indicando que eran las 12 de la noche con 40 minutos, había dormido al menos una hora.

–Vamos Botitas, a la cama.

Apagó el televisor donde se estaba proyectando esta vez alguna otra película o novela. No tenía ni idea y no le interesaba averiguarlo en ese momento, sólo quería irse a la cama.

Se fue a su habitación donde se cambió de ropa pasando a su pijama, la lluvia fuera seguía azotando la ciudad a pesar de que pasó un tiempo desde que había comenzado. Al parecer si era una tormenta enorme.

Después de cepillarse los dientes y asegurarse de tener listo su uniforme de trabajo para el día siguiente se dispuso a meterse a su cama y dormir bien por fin.

Botitas llegó al cuarto cuando Jaemin estaba revisando su alarma, se subió a la cama y, como era de costumbre, se subió al pecho del humano acomodándose ahí. Solían dormir así desde el primer día que el gato negro había llegado a la casa.

Después de verificar que su alarma estuviera bien apagó la luz dejando al cuarto en penumbras, al ser tan tarde no había mucho ruido que interrumpiera la paz de la noche a parte de la tormenta. A penas se podían escuchar algunos carros pasar o la televisión encendida de algún vecino o incluso se escuchaba ligeramente alguna canción puesta en alguno de los departamentos, supuso que debían de ser los más alejados del suyo o quizás no la escuchaba bien por el estruendo de la lluvia.

Sin embargo, a pesar de la tranquilidad de la noche y que hacia un momento se había dormido sin problemas en el sofá ahora sus párpados parecían no querer juntarse. Intentó cerrarlos y dejarlos así para comenzar a domir pero era como si tuvieran vida propia y se abrían solos.

Su mano se dirigió al minino que seguía en su pecho y la posó en la panza de éste encontrando que ya estaba profundamente dormido. Ahora no podía moverse por más que quisiera.

Se dedicó a observar el techo de su habitación e intentó dejar su mente en blanco pero realmente no estaba funcionando. Realmente estaba comenzando a cansarse de ese insomnio extraño, no entendía como podía quedarse dormido de lo más bien en ese incomodo sofá pero ahí en su cómoda y caliente cama no podía pegar ojo. No era la primera vez que le sucedía y no encontraba explicación.

Quizás sólo estaba demasiado cansado y ese mismo cansancio le impedía dormir bien o quizás era estrés. A pesar de que le gustaba su trabajo debía admitir que éste era muy estresante y pesado al ser de cocina. Los trabajos que implicaban comida eran muy demandantes y absorbentes, incluso podría decirse que eran esclavizantes por lo que debías tener una buena determinación si querías seguir ahí.

Jaemin quería seguir pero al mismo tiempo quería tener un poco más de libertad y tiempo para si mismo, poder respirar y relajarse, se estaba sintiendo tan asfixiado últimamente y más aún con el hecho de que sus padres estaban encima de él constantemente. Por esa misma razón llevaba días sin contestarles las llamadas ni enviarles mensajes de textos, se sentía tan frustrado que lo único que le daba un poco de calma era ignorarlos aunque eso sonase terrible.

Y ahí íbamos de nuevo, estaba pensando mucho. A su cerebro en serio le encantaba torturarlo, siempre yéndose por las ramas y terminando en esos agrios pensamientos que lo frustraban tanto. ¿Cuándo dormiria plácidamente sin aquellos tormentos?.

–Una oveja, dos ovejas, tres ovejas. —intentó con ese absurdo método tan famoso, diciéndolo en voz alta porque si lo hacía en su mente sus pensamientos terminarían por devorar ese intento— Cuatro ovejas, cinco ovejas.

Realmente no estaba funcionando, se preguntó quién era el tonto que inventó aquello o quién afirmó que eso era efectivo, mejor aún ¿por qué creyó qué sí funcionaría?. Pero él mismo sabía que era la misma desesperación por salir de eso lo que le orilló a intentarlo aunque estaba consciente de que no servía de nada.

La posición en la que estaba ya le estaba comenzando a resultar incomoda y se puso inquieto por poder moverse libremente, sin embargo se rehusó rotundamente a mover un solo dedo cuando recordó a la pequeña bola de pelos que descansaba en su pecho. Podría estar sufriendo todo lo que quisiese pero jamás se atrevería a despertar a su gato de esa manera.

Suspiró entonces mirando su alrededor en busca de cualquier cosa, ni siquiera él sabía que buscaba entre la oscuridad de su cuarto.

La lluvia parecía azotar con más fuerza que antes y los sonidos que antes podía distinguir con dificultad ahora ya le era imposible, sin embargo en medio de ese ruido constante y monstrual pudo jurar que llegó a sus oídos el sonido de una tecla de piano ser tocado.

Primer capítulo de esta historia.

Realmente espero que les vaya gustando tanto como a mí, esta historia siempre me transmite calma y espero poder trasnmitirsela a usted por igual.

No olviden dejar su voto o algún comentario, así me ayudan a saber que les está gustando mi trabajo.

Sin más que decir, nos vemos en el próximo capítulo 🦋

©_prayBluesoul_

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