Kim Taehyung se miró al espejo de su habitación y apretó esa escandalosa corbata hasta que la falta de respiración lo obligó a reaccionar. Su cabello, desde hace un tiempo medianamente largo, caía sobre su nuca brillante y levemente ondulado. Respiró dos veces profundamente antes de recogerlo en una coleta sin quitar los ojos de su reflejo, había cambiado mucho desde que Jungkook se fue decidiendo estudiar por sí mismo. Yoongi nunca le cortó las alas, eran hermanos y por eso mejor que nadie sabía que haberle prohibido a Kook algo tan esencial para él como buscarse su propia vida, habría sido un error.

Cuando Taehyung echaba la vista atrás aún recordaba cómo se conocieron. Aquel día en el que su hermano Hoseok decidió casarse con el hermano mayor de Jungkook. Habían pasado dos años pero lo cierto es que parecía una larga e insoportable eternidad.

—¿Estás listo? - escuchó la voz de Yoongi y fingió una sonrisa. El marido de su hermano estaba radiando felicidad.

¿Cómo no estarlo? Jungkook iría a cenar con ellos esa navidad. Después de tanto tiempo.

Quizás por ese sencillo motivo Tae había elegido su ropa más pulcra y bonita, también por eso su cabello aunque recogido en un desordenado casi moño parecía desprender elegancia y sus dedos largos estaban repletos de preciosos anillos que atraerían la mirada de cualquiera. Sabía que Jungkook amaba lo simple pero seguía tan enfadado con él que en ese momento solo pensaba en mostrarle el lujo más exquisito aún a sabiendas de que a este poco le agradaría.

Se había puesto un pantalón de vestir  negro acompañado de un suavísimo sweater de Gucci que lo mantendria caliente y no rompería ese ambiente hogareño que Yoongi les había pedido conservar. Ahora, mirándose de nuevo al espejo, sabía que su lujo no era tan escandaloso como había pretendido en un primer momento y a la vez nadie podría negar, incluso sin saber de moda, que sobre su cuerpo llevaba cientos de wons.

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